En La Cruz, Güerres, el 16/08/13.
Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Coyones d'obispu
Ñisos moraos, piripirulos, llamaos pol so color coyones de fraile, o, más propiamente, coyones d'obispu.
En La Cruz, Güerres, el 16/08/13.
Pataes en culu (o lo que votamos)
Los gijoneses pagarán más impuestos por la falta de acuerdo de los políticos
La prórroga de las ordenanzas fiscales y la pérdida de las bonificaciones supondrán un incremento del 7% en el IBI y del 100% en la plusvalía
Esti fue'l resultáu del plenu del Ayuntamientu del Conceyu de Xixón del vienres 25. Nun ta mal.
A estos, ¿punxérenlos ehí los marcianos? ¿Nomolos a deu un dictador?
Non, punxérenlos los ciudadanos col so votu.
Pues a agradecé-yoslo y a seguir votándolos.
AMNISTÍA, MEMORIA Y VERDAD
AMNISTÍA, MEMORIA Y VERDAD
En estos
momentos de excitación en que se pretende una especie de revisión histórica de
la Transición, un relato fantasioso de la República y en que todo ello se
envuelve parcialmente en el confuso discurso etiquetado como «memoria
histórica», no estaría de más que realizásemos un ejercicio real de memoria
histórica, de memoria sobre la historia.
Quizás
convenga traer aquí, para empezar algunas citas. «Pero, fundamentalmente, mi
regreso se debió al convencimiento de que en el año 36 habíamos cometido muchos
errores todos los españoles y que era necesario repararlos». «A mí la
responsabilidad de lo que sucedió en el 36 siempre me mortificó». «En alguna
ocasión dije que en este país nos teníamos que amnistiar unos a otros para que
el futuro que habríamos de hacer en común fuera nítido, sin sombras». Son
palabras de Rafael Fernández a Juan de Lillo en un libro que la editorial
Ayalga publicó en 1983. (Quizás, antes de seguir, haya que recordar que Rafael
Fernández era miembro de las juventudes socialistas en 1934 y que, yerno de
Belarmino Tomás, fue miembro del Consejo de Gobierno de Asturias y León durante
la guerra. A su regreso del exilio —para contribuir a la reconciliación, según
sus palabras— fue el primer presidente de Asturias).
Pues bien,
esas palabras de Rafael Fernández no contienen un pensamiento aislado,
coyuntural o dicho taimadamente por razones coyunturales. Era ese un
pensamiento generalizado entre una gran parte de los españoles, de los que
fueron vencedores de la guerra y después constituyeron parte del poder y del
entramado civil de poder durante el franquismo (muchos padres o abuelos de
ilustres socialistas y comunistas de ayer y de hoy; muchos ilustres socialistas
o comunistas de las primeras décadas después de la muerte de Franco) y de los que
fueron derrotados, encarcelados aquí o exilados fuera. Y por eso, el acuerdo
sobre la construcción del estado democrático y de las concretas normas
democráticas que hoy tenemos no fue fruto de un trágala ni constituyó un mal
menor, se levantó sobre ese consenso, en el que unos desmontaron desde la
legalidad franquista la dictadura y los otros encontraron como idóneo construir
la democracia no a través de un imprevisible proceso de inestabilidad y
violencia, sino desde el consenso pacífico de la apertura de un nuevo, moderno,
europeo y democrático tiempo. Ello, además, no fue un invento de los
franquistas en los estertores de la dictadura, ni fue fruto de la sumisión de
las otras fuerzas. No era más que la plasmación de la política de
«reconciliación nacional» que el PCE había proclamado en 1956, el concreto
objetivo del denostado como «contubernio de Munich», en 1962; las palabras
expresadas por Negrín o Prieto en el exilio, o el «paz, piedad y perdón» del
presidente Azaña y 1938.
Pero es que,
por otro lado, la República, que se nos quiere presentar como un oasis donde
«el lobo con la oveja hacían ayuntamiento», no fue ningún modelo de democracia,
ni de tolerancia ni de acierto político. Es una rotunda falsedad, subrayémoslo,
una rotunda falsedad que la mayoría de los actores de la época fuesen
demócratas. En primer lugar porque, en Europa entera, una parte importante de
la izquierda pensaba imponer su dictadura y eliminar (sí, físicamente también,
al menos si era necesario) a sus oponentes; y lo mismo ocurría en el ámbito de
la izquierda: socialismo y comunismo, fascismo y nazismo no eran dos formas de
estar en la vida social pugnando con los adversarios, sino sin ellos. Cuando el
citado marido de Purificación Tomás se entera de la sublevación de Franco en un
mitin en Sotrondio —reconocerá más tarde— pensó «¡qué alegría: ahora vamos a
por ellos!», y ese «ellos» no eran los militares sublevados, sino la república
burguesa y los burgueses, los ciudadanos que no fuesen de la secta, es decir,
usted y yo, nuestros trasuntos.
Y, a mayor
abundamiento, no es cierto que en la actuación violenta de la izquierda (de la
mayoría de ella, al menos) se actuase en defensa de la legalidad democrática,
sino para imponer la dictadura (la revolución) socialista. No es necesario acudir
al testimonio de Josep Pla sobre la revolución del 34 en Asturies, ni al de
Chaves Nogales, que La Nueva España rememoraba el domingo 20. Basta con acudir
a las palabras de Belarmino Tomás: «Si Cataluña, Valencia, Madrid, Bilbao y
Zaragoza hubieran respondido como hemos respondido nosotros, en estos momentos
el socialismo se habría implantado en todo el país. Nosotros hemos vivido en
régimen socialista desde el día 6. Nosotros, los asturianos, hemos cumplido».
Y, con respecto al 36, lean ustedes a George Orwell y su Homenaje a Cataluña para comprobar cómo una componente esencial en
parte del bando republicano era la revolución, no la democracia, y cómo se las
gastaban aquellos tipos —con qué exquisito respeto a la legalidad y a la
verdad— para liquidar a los suyos que no eran «del todo suyos». Aunque quizás
no haya que ir tan allá, para subrayar cómo al menos hasta el Bad Godesberg de
1979, en las filas del PSOE la palabra «socialdemócrata» constituía poco menos
que un insulto y la democracia, motejada de «democracia burguesa», una filfa,
una componenda para engañar hasta tanto no se pudiese instaurar el socialismo.
En cuanto a las filas del PCE, nada más que recordar cómo destacados demócratas
posteriores salen de sus filas en Asturies cuando la organización carrillista
abandona el «leninismo», práctica y teoría caracterizada, como todos saben, por
su acendrado respeto a legalidad, a la propiedad y a la vida.
Pues bien, en
estos momentos hay en marcha un discurso mistificador y demagógico que falsea
la historia o que trata de ocultarla, con el pretexto argumental, además, de
escribirla o darla a conocer de verdad. En esa voluntad y proceder hay razones
variadas y contradictorias: intereses de partido, rencores y frustraciones
personales, la lucha por el reconocimiento, que Hobbes dictaminó como un
poderoso motor de los actos humanos, la ambición de algún destacado personaje
que quiere convertirse en algo así como la conciencia de los españoles, la
ignorancia y el desconocimiento de la historia, la de aquellos que siguen
soñando con «el fin de la historia» como cumplimiento de las profecías
hegeliano-karlistas, etc.
En muchas de
ellas —no solo de izquierdas, también de derechas—, late la misma idea que
enseñoreó tantas conciencias de las primeras décadas del siglo pasado: la de
que el adversario no es como nosotros, no tiene nuestra misma cualidad o
calidad, y que, por lo tanto, su derecho a estar o gobernar es espurio y
rechazable. En otras late una manifiesta
voluntad de engaño: se está haciendo creer a muchos que solo con el
cambio de la Constitución o de la forma de Estado todos los problemas
económicos del presente quedarán solucionados (me han parado en la calle varias
personas para decirlo, se eructa ello en tertulias variadas).
Yo solo quiero recordar aquellas palabras que aquellas mujeres con su
marido en paro decían en una tienda de comestibles mientras trataban que la
tendera siguiera concediéndoles apuntes en la libreta: «¡Total para esto!
¡Estamos igual que antes! ¿No decían que solo con lo que comía el Rey
comeríamos todos?».
El fin de la informática
Invítolos a lleer (y guardar) esta reflesión de Rubén Sánchez Vicente sobre la historia y evolución de la informática:
http://bilbomicro.blogspot.
Breve, claru, con idees y un pelín de zuna.
Arreyos al Dicccionariu asturianu-castellanu (LXXVIII)
Sigo colos arreyos y modificaciones al mio Diccionariu asturianu-castellanu. Les novedaes, en gris.
cisgua,
adj.
Dícese de la fruta aún verde. ||
Tar en cisgua, no estar en sazón la fruta.
cítula,
f. En el
molino de agua, pieza de madera que pende del escorniellu mediante un cordel, y que, impulsada por la vibración
de la molar, hace que el grano caiga lenta y gradualmente sobre la solera. || 2. Persona astuta
y maliciosa.
climen,
m.
Calidad, propiedad de una cosa. || 2. Aspecto, fac ha. || 3. Condición, índole,
natural. || 4. Clima.
cocina, f. Cocina, pieza o sitio
de la casa en el cual se guisa la comida. ||
2. Potaje hecho por lo general con
alubias, patatas, carne y verduras.
|| 3.
Arte o conjunto de técnicas características de un territorio para cocinar los
alimentos. || 4. Conjunto de las plantas
que crían fruto comestible dentro de una vaina. || 5. Conjunto de los frutos
comestibles que se crían dentro de una vaina.
. || Cocina
bilbaína, cocina de carbón, de cámara de hierro y
combustión cerrada, con tiro oculto en la pared. || Cocina
de gloria,
cocina tradicional empotrada en la pared, a modo de chimenea, construida en
mampostería o ladrillo macizo y en la que se cocinabasobre trébedes, ya en el
suelo, ya a una altura en torno a los 80 cm, según los tipos constructivos. || Cocina
económica,
cocina bilbaína. || Cocina
de llar, la que tiene el fuego en el suelo y en que se
cocina sobre trébedes o colgando los potes de las calamilleras. || Cocina
de trébedes, cocina de gloria.
cofrana,
f.
Corva, parte de la pierna opuesta a la rodilla, por donde se dobla y encorva.|| 2. Articulación del muslo con la cadera.
Discursu d'apertura del Congresu de Cultura Asturiana Mozo
Lleídu'l sábadu 19 d'ochobre, na apertura n'Uviéu (Auditoriu Príncipe Felipe) del Congresu de Cultura Asturiana Mozo).
Fai aprosimadamente un mes, na presentación d’un llibru de
Xuan Santori, Lluis Xabel Álvarez, presente nel actu, alvertíame de que nel
2014, nel añu que vien, van cumplise 40 años del surdimientu de Conceyu Bable y
de l’apaición, polo tanto, del Surdimientu.
Esti Congresu nun se convocó inxamás
pensando nesa circusntancia hestórica, que nin siquier taba presente na
concencia de los convocantes. Pero, ensin embargu, esa consideranza nun ye una
mala ocasión pa facer una reflesión.
Dende
aquella fecha fasta güei, 19 d’ochobre de 2013, el panorama de la cultura
asturiana camudó radicalmente. Lo que quedaba de les nuestres señes d’identidá,
una especie de zalegu del nuestru devenir hestóricu, nun yera más qu’una serie
de costumes y d’actos teñíos de ruralismu, de vulgaridá; presentes delantre la
sociedá como los rasgos d’agonía d’una historia que daba les aboquiaes y que
nun podía tener continuidá nel futuru. Y, lo que ye peor, toes aquelles
costumes y actos, toos aquellos rasgos identitarios, nun teníen cultivadores
enfotaos nellos, y, si los teníen, yeren más una especie de románticos
caltenedores d’un pasáu semimuertu que cultivadores d’un presente que se
proyectase con puxu y calter valiosu hacia’l futuru.
Pero d’entós
p’acá —nuna nueva demostración de que la historia nun la faen los fechos
oxetivos, sinón los homes; de que nun ye inevitable más qu’aquello que dexamos
que lo sea—, les coses dieren un xiru radical. Aquella cultura esfelpeyada,
rural, antiguada, camudóse n’otra cosa. Camudó la gaita na so mesma musicalidá,
camudó, incluso, na concepción del propiu instrumentu, na so afinación y
precisión. Multiplicárense por mil los gaiteros, con una calidá que puede
competir en tol mundu; apaecieren y multiplicárense les bandes de gaites,
d’ésitu hasta en China —y ye lliteral, como sabéis—. ¿Qué tienen que ver la
tonada de güei, el canciu asturianu, col del pasáu; los sos intérpretes y les
sos intérpretes, la so calidá vocal, la so agóxica y el so saber tar enriba les
tables colos del pasáu, más que nel aprovechamientu de lo meyor d’esta
tradición, que se perrespeta, pesie a la innovación? Sería una babayada decir
daqué de la lliteratura o de los lliteratos del presente. Nin el so númeru, nin
la so creatividá, nin la multiplicidá de xéneros y formes, nin la universalidá de
los sos temes y la so escritura pueden sufrir dalguna comparanza col ayer. Y,
al mesmu tiempu, la nuestra cultura y la nuestra llingua normalizárense en
munchos aspectos: l’Academia, la gramática, la ortografía —tan soñaes por
Xovellanos y el so arrodiu— son muestra d’ello. Al mesmu tiempo, multiplíquense
los investigadores de la nuestra cultura y na nuestra llingua, los grupos de
defensa y espardimientu de la mesma.
Non menor
fue el reblagu —l’esñalíu de llau a llau de la vallada, más bien— que supuso
l’apaición d’empreses culturales: musicales, lliteraries; de periódicos y
revistes, gráficos o n’interné; de los grupos musicales de tou tipu de música o
de los cantautores o solistes; d’un teatru y un monólogu que, dende fai munchu,
ye más que l’entrañable y respetable teatru o monólogu costumista. ¿Cómo nun
plasmar, dende la perspectiva d’aquel 1974, en viendo l’espollete de programes
televisivos y radiofónicos, de periódicos, blogs o grupos n’interné, de
software pal usu de la llingua nacional na rede, de la presencia l’asturianu en
tolos niveles la enseñanza, d’asociaciones de defensa y sopelexamientu de la
cultura y la identidá asturianes, de la esistencia d’una llei, la Llei d’Usu, que
tien el so pegollu, a la vegada, nuna declaración estatutaria, la del artículu
4º? Y too ello, además, con una modernidá, una calidá, una universalidá
comparatibles coles de cualquier de les otres cultures. Y, sobre too, cola
aparición d’un grupu numerosu de persones que creen na so cultura, que viven d’ella
y pa ella, que tán enfotaos nel so futuru.
Dexaime la
pequeña presunción de decir qu’el trabayu y la testonería de quien agora vos
fala tuvo un daqué que ver con muncho de too eso.
¿Qu’hai problemes? Evidentemente. ¿Que
les coses nun son tan guapes, prestoses o perfeches como nos gustaría?
Ñidiamente. Pero tou esi camudamientu, esa bayura, esa modernidá, esi esfuerzu,
esa calidá que tenemos nun pueden minusvalorase por pensar no que nos falta.
Pero l’oxetivu d’esti congresu nun ye
facer remembranza del pasáu nin análisis del camín, colos sos pasos, los sos
reblagos, les sos galmiaes. Pero sí ta, ente los porgüeyos del congresu, el
treslladar a la sociedá asturiana toa esa bayura, toa esa riqueza, toa esa
modernidá, esi ser fieles a la tradición pa camudala, actualizala y treslladala
al futuru, esa universalidá; y, ¿por qué non?, conta-y a la sociedá cuánta
xente ta trabayando y ganando’l pan nesos ámbitos, cuántes empreses esbrexen
nelles y, sobre prestar el so serviciu, pretenden ser aniciadores de riqueza y
empléu.
Pero l’oxetivu fundamental d’esti
congresu ye’l de sentivos a vosotros, empreses, trabayadores, creadores nel
ámbitu la cultura asturiana, na universidá y nes enseñances medies y primaries;
trabayadores n’interné, na radio y na televisión; autónomos y empleadores;
investigadores, historiadores, escritores, músicos solistes, músicos de bandes,
músicos de grupos musicales, etnógrafos, xente del teatru, en fin, a esa
pléyade del alma d’Asturies, que, según diría, Bruno Fernández Cepeda, «por ser
iñumerable, ye imposible ñumerala». Xente toa, moza, qu’esbrexáis nel presente
cola brenga y puxu que solo ye pa tener la mocedá. Saber qué pensáis del
presente, cuáles son les vuestres espectatives y llogros, les vuestres
esperances, la vuestra forma d’entender la nación y la cultura, los vuestros
tarrecimientos, les vuestres ilusiones y la vuestra voluntá de futuru.
Por eso equí acaba la mio
intervención, queríos amigos. Porque vuestru ye’l congresu, lo mismo que
vuestru ye’l futuru.
Invítolos a ver la información que sobre'l Congresu de Cultura Asturiana Mozo asoleyó ayer domingu La Nueva España (por ciertu, el comportamientu de los demás medios, incluides les públiques TPA, Radio Nacional de España y TVE en Asturies avérase a la grosería).
Semeya de Luisma Murias, en LNE |
LA SUSANA Y LA TRINIDAD
No
cabe duda de que doña Susana Díaz, la nueva presidente de la Junta de Andalucía,
es una figura muy notable, llamativa. La he oído en una entrevista radiofónica
y, aparte la claridad de su sintaxis y su dicción, se ha mostrado como una
persona que responde derechamente aquello que quiere o le interesa y
elusivamente aquello que no (igual que todos nosotros); cortés, educada, amable
(como todos los buenos políticos y al igual que las personas civilizadas).
(Al
respecto, permítanme un paréntesis personal. Procuro portarme siempre en
sociedad de una forma educada, servicial y amable; no es infrecuente entonces
que algunas personas me digan «¡cómo se nota que yes políticu!». Lo deprimente
de esos juicios, déjenme señalarlo, no es que se nos tenga a quienes estamos en
la cosa pública por ladinos y fingidores, sino lo que implica sobre el concepto
que quienes los emiten tienen de sí mismos y acerca de cómo han de ser o son
los comportamientos sociales.)
Pero
doña Susana no ha despertado la atención pública por esas sus virtudes
personales, sino por proceder de forma poco habitual en las relaciones internas
de las organizaciones políticas: discrepando de forma pública y notoria de las
líneas de actuación de su partido en los últimos tiempos. Lo ha hecho, además,
frente a los dos máximos responsables de esas ideas y actuaciones con las que
discrepa, ante Pérez Rubalcaba y Pere Navarro. Se ha opuesto al eufemístico
«derecho a decidir» y a la financiación privilegiada (llamemos las cosas por su
nombre) para Cataluña que defienden tanto Pere Navarro como el doctor en
químicas; este, es cierto, al modo schrödingeriano de «ni si, ni no, sino todo
lo contrario». Del mismo modo ha criticado el Estatut actual catalán, su
tramitación y avatares posteriores, todo ello fruto de la decisión de
septiembre de 2003 en Santillana de la totalidad del PSOE —aprendiz-de-brujo
Zapatero ya a la cabeza—.
Se
podrá pensar o maliciar que doña Susana tiene en todo esto motivos de interés,
dada su forma de llegar a la presidencia, la galerna desatada con la
investigación de la juez Alaya, el desastre económico de su comunidad, las
amenazas sobre el voto socialista. Es cierto, todo eso ha de pesar en su
conducta, y doña Susana, además, no habría llegado adonde llegó si no tuviese
las virtudes de capacidad, habilidad, perseverancia, egoísmo y astucia que
necesita el triunfador en cualquier campo (no únicamente el político). Pero
ello no empece para reconocer lo extraordinario de su conducta.
En
alguna medida, con esa actitud doña Susana retoma el hilo fundamental del
discurso histórico del PSOE, un partido sólidamente centralista y escasamente
federalista, pese a sus proclamas, salvo en Cataluña —y ello por la composición
del PSC en los momentos iniciales de la transición— y, ligeramente, en Valencia
y Las Baleares. Es esa también la trayectoria del PSOE asturiano.
Ahora
bien, doña Susana, al igual que don Javier Fernández y el PSOE asturiano,
tienen un punto de debilidad para ser creíbles en sus postulados. Todos ellos
han apoyado, aplaudido, votado, jaleado la línea de actuación que arranca en
Santillana-2003, que pasa por el Estatut de Barroso-Mas-Zapatero-Maragall (con
sus episodios cómicos variados), la procesión contra el Constitucional de
Montilla y, hasta ahora, las «ideas» de Pere Navarro y el apoyo hamletesco de
Pérez Rubalcaba y el Comité Federal a todo ello. ¿Creíbles, por tanto, doña
Susana y don Javier en lo que ahora dicen? ¡Hombre! ¡Aún si los viésemos como
Enrique IV a las puertas de Canosa, vestidos de saco y cubiertos de ceniza!
Doña Susana ha tenido, además,
otra virtud con un semidesplante suyo. Ha contribuido a que don Alfredo nos
haya hecho ver como casi diáfano uno de los mayores misterios de la teología
cristiana. Recuerden ustedes que doña Susana, en su reciente visita a don
Mariano Rajoy, pasó antes a ver a don Alfredo, su jefe. Y a este le manifestó
que iba a proponer al jefe del Ejecutivo un gran pacto entre PP y PSOE contra
la corrupción. Tendrán presnete ustedes que, sin embargo, el señor Rubalcaba
manifestó que no hablarían de ese tema con el PP mientras este no (¿se
suicidase?, ¿confesase sus pecados en hábito de penitente?, ¿se encerrase el
mismo en la prisión y arrojase la llave de la misma al foso de los cocodrilos?)
con respecto al «caso Bárcenas». Preguntado el jefe del PSOE si no había
contradicción entre la propuesta de doña Susana, de gran pacto institucional, y
la del PSOE, de «contigo ni agua», manifestó que no, con las délficas palabras
de: «Una cosa es el ámbito partidario y otro el institucional, que tenemos que
distinguir muy claramente. Que la Junta diga que hay temas de corrupción que
afectan al trabajo de gobiernos autonómicos es un ejercicio de responsabilidad
institucional, otra cosa es lo que haga el PSOE en las Cortes, que me
corresponde a mí». Esto es, que doña Susana proponga a Mariano Rajoy un pacto
entre los dos partidos no es un tema general ni de partido, es «institucional»
y particular; que el PSOE se niegue a tratar en el Parlamento las leyes en
tramitación contra la corrupción no es una cuestión institucional, sino
particular y partidaria. De modo que el PSOE cuando es el PSOE no es el PSOE y
las instituciones cuando son instituciones no son instituciones.
De esta forma,
don Alfredo nos ha hecho ver que el misterio de la Santísima Trinidad, que nos
parecía tan inextricable, no es más que una bagatela, una caxigalina, una
adivinanza infantil en comparación con las varias manifestaciones corpóreas y
distintas de un solo PSOE verdadero de que el señor Rubalcaba hace alarde.
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Llegando en Colunga
Arreyos al Diccionariu asturianu-castellanu (LXXX)
Sigo colos arreyos y modificaciones al mio Diccionariu asturianu-castellanu. Les novedaes, en gris.
colmiellu,
m. Canino, incisivo.
|| 2. Haz de paja de
cereales. || 3. Antorcha realizada con paja o
con madera.
colmu, expr. Ser una cosa`l colmu, constituir
el límite de lo que se puede tolerar o soportar.
combinar, v. tr. Reunir o juntar objetos, colores o ingredientes de modo que
tengan entre sí una relación armónica. || 2. Cambiar el ternero a una vaca. || 3. intr. Formar un conjunto armónico una cosa con otra por el aspecto,
el tamaño o el color. || 4. Resultar adecuados entre sí los
horarios, las clases o los trenes a alguien. || 5. Preparar, disponer. || 6. prnl. Ponerse de
acuerdo dos o más personas para hacer algo. || Combinar a
cozu,
cambiar a la oveja su cordero muerto por otro al cual se le ata el rabo del
primero.
|| Combinar a mantiellu,
cambiar el ternero a una vaca, tapándole el hocico para que no le reconozca por
el olor.
|| Combinar en llimu, cambiarle a la vaca un ternero por otro untándole con sus
calostros con el objeto de que no lo rechace.
comenible,
adj. Conveniente,
útil, oportuno, provechoso.
comepites, m. Ciervo volante. Su nombre científico es Lucanus cervus.
Arreyos al Diccionariu asturianu-castellanu (LXXIX)
Sigo colos arreyos y modificaciones al mio Diccionariu asturianu-castellanu. Les novedaes, en gris.
cogorda,
f. Carbón del maíz, hongo que ataca
al maíz y produce en la planta un polvillo negro.Su nombre científico es Ustilago Maydis (DC.). ||
2. Enfermedad del maíz producida por dicho hongo.|| 2. Seta, hongo. || 4. Hongo yesquero. Su
nombre científico es Fomes fomentarium, || || 4. fam. Borrachera. || 52. Cansancio.
cogordu,
m. Carbón
del maíz, hongo que ataca al maíz y produce en la planta un polvillo negro.Su
nombre científico es Ustilago Maydis
(DC.). || 2. Enfermedad del maíz producida
por dicho hongo.|| 3. Liquen de talo foliáceo de color gris
claro en estado seco (más oscuro en estado hidratado) formado por lóbulos
anchos y redondeados que no se encrespan excesivamente en los márgenes.Crece en
zonas muy húmedas, sobre musgos, tanto en árboles como en rocas. Se tenía por
medicinal contra la rabia o las mordeduras de los animales. Su nombre
científico es Peltigera canina. ||
4. Muérdago, arfueyu.
coidosu, a, o, dial. V. cuidosu, a, o.
coidosura, dial. V. cuidosura.
collaciu,
a, m.
y f. Compañero, especialmente el de trabajo en
una misma casa. ||
2. Amigo. || 3. Miembro de una misma comunidad parroquial. || 4. Hermano de leche.
Retayu del discursu d'apertura'l Congresu de Cultura
Pongo equí un retayu del (breve) discursu d'apertura'l Congresu de Cultura Asturiana Mozo que mañana vo facer, por encargu de los ponentes del Congresu, encargu que m'honra y qu'agradezo.
Fai aprosimadamente un mes, na presentación d’un llibru de Xuan Santori, Lluis Xabel Álvarez, presente nel actu, alvertíame de que nel 2014, nel añu que vien, van cumplise 40 años del surdimientu de Conceyu Bable y de l’apaición, polo tanto, del Surdimientu.Esti Congresu nun se convocó inxamás pensando nesa circusntancia hestórica, que nin siquier taba presente na concencia de los convocantes. Pero, ensin embargu, esa consideranza nun ye una mala ocasión pa facer una reflesión.Dende aquella fecha fasta güei, 19 d’ochobre de 2013, el panorama de la cultura asturiana camudó radicalmente. Lo que quedaba de les nuestres señes d’identidá, una especie de zalegu del nuestru devenir hestóricu, nun yera más qu’una serie de costumes y d’actos teñíos de ruralismu, de vulgaridá; presentes delantre la sociedá como los rasgos d’agonía d’una historia que daba les aboquiaes y que nun podía tener continuidá nel futuru. Y, lo que ye peor, toes aquelles costumes y actos, toos aquellos rasgos identitarios, nun teníen cultivadores enfotaos nellos, y, si los teníen, yeren más una especie de románticos caltenedores d’un pasáu semimuertu que cultivadores d’un presente que se proyectase con puxu y calter valiosu hacia’l futuru.
CONGRESU DE CULTURA ASTURIANA MOZO. INVITACIÓN
INVITÁMOSLOS A ASISTIR
El prósimu sábadu, día 19, a partir de les 10,30 la mañana celébrase n'Uviéu, el I CONGRESU DE CULTURA ASTURIANA MOZO, nel Auditoriu Príncipe Felipe.
Tien como oxetivos:
1) Asoleyar la modernidá, creatividá y diversidá de la cultura asturiana.
2) Treslladar esa riqueza y esa modernidá a la sociedá asturiana.
3) Conocer les opiniones de futuru de les nueves xeneraciones de creadores y de trabayadores de la cultura.
Más informaciones en:
Arreyos al Diccionariu asturianu-castellanu (LXXVII)
Sigo colos arreyos y modificaciones al mio Diccionariu asturianu-castellanu. Les novedaes, en gris.
cincapié, m. Hincapié, apoyo con fuerza del pie o los pies para sostenerse o hacer
fuerza. || 2. Insistencia, firmeza. || 3. Resistencia, firmeza.
cintarayada,
f. Conjunto
de cintajos.
ciquitrines. m. y f. Persona de poca formalidad y juicio.
cirria,
f.
Lluvia fría y tormentosa. ||
2. Cierta enfermedad del ganado
lanar que se manifiesta
mediante una especie de grasa que aparece entre la lana.. || 3. Parte interna de las tripas. || 4. Descomposición.
ciscandalear, v. intr. Zascandilerar,
andar de un sitio para otro queriendo hacer cosas de poco provecho.
ciscandil, m. y f. Zascandil, persona que anda todo el día de un lado para otro sin
hacer nada de provecho.
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