Tú al cielo y yo al infierno (o viceversa)
Asoleýose en La Nueva España del 12/11/19
TÚ AL CIELO, YO AL INFIERNO (O VICEVERSA)
Tengo que reconocer que meses
atrás estaba equivocado respecto al futuro electoral inmediato de Vox. Vistos
sus resultados en las elecciones autonómicas y municipales y la distancia que
separaba al PP del PSOE en las generales del 28 de abril, creía que parte de su
electorado optaría por dar utilidad a su voto, desplazándolo hacia el PP a fin
de desalojar a la izquierda del Gobierno. Sin embargo, ante esa idea mía,
algunos amigos, obreros de siempre, residentes en barrios de la periferia
xixonesa, me respondieron que Vox iba a subir mucho. Ignoro si porque lo iban a
votar o porque percibían eso en el ambiente.
Si hago esta introducción es
para señalar que en el voto a Vox hay más que españolismo rancio, franquismo o
anticatalanismo, hay también un cansancio antiguo hacia ciertos aspectos de la
inmigración relacionados con el trabajo y, sobre todo, con las ayudas a los
inmigrantes, ante las que en ocasiones los ciudadanos se sienten preteridos,
con mayor o menor razón. Porque ese aumento del voto a los abascalitas, en
porcentajes superiores al 17 y 18 por ciento, se da prácticamente en toda
España, y no solo en zonas donde existe una presencia masiva de emigrantes,
permanentes o temporales. Es posible que haya influido también una cierta
sensación de “asobayamientu” por lo que los abascalitas llaman “el discurso
progre” (familia, las cuestiones llamadas “de género”) en una parte de la
sociedad.
Pero hay dos factores que han
pesado, sin duda, de manera importante. El primero de ellos, lo directo del
discurso, un discurso directo, claro, hecho de eslóganes, que provoca en el
oyente la idea de “estos hablan claro”, al margen de que el discurso estuviera
adobado con simplificaciones, tergiversaciones o mentiras. El segundo, la
novedad. De pronto, Vox ha alcanzado el volumen suficiente como para ser visto
como “la opción del momento”. Y es que existe un número no pequeño de votantes
que cambian su voto en virtud de lo que ven como “el partido del momento”, lo
que toca ahora, que a veces viene para quedarse y es, en otras, efímero y
volátil.
Ese carácter de lo efímero y
volátil es parte de lo que le ha ocurrido a Ciudadanos. Tras una irrupción
fulgurante y un ascenso notable, ha dejado de ser visto como un partido
oportuno, como le ocurrió a UPyD, que desapareció de la noche a la mañana, o a
la UCD en su día. ¿Las razones? Todas cuantas quisieran encontrar los votantes
defraudados y cansados, sin olvidar que el partido ha sido sometido a un
intenso bombardeo negativo mediático. Paradójicamente, si es cierto que gran
parte de sus sufragios han ido a parar a Vox,
Rivera habría tenido una cierta razón en su giro para hacerse con la
hegemonía en ese ámbito, aunque la realidad lo haya castigado por ello.
De modo que si los abascalitas han iniciado un camino hacia
el Olimpo, los riveritas lo han hecho hacia el Averno. Díganlo ustedes, si
quieren, en román paladino.
(Completemos el panorama: en la mañana de ayer, en el curso
de no más de cien metros, cinco personas de edad —es decir, mayores que yo
todavía—, cuatro de ellas desconocidas, me han parado para preguntarme “qué me
parecía lo de ayer”, esto es, preocupadas o atemorizadas por el éxito de Vox).
Por lo demás, el panorama ya
saben cuál es: los independentistas han crecido en Cataluña y se ha
multiplicado el voto nacionalista/independentista y regionalista y aumentado la
presencia de nuevas formaciones en la Cortes, lo que complica aún más pactos,
gobierno y presupuestos.
Y digámoslo, pese al error de la
convocatoria electoral y pese a la pérdida de votos, el PSOE mantiene un
electorado muy estable, y es en Cataluña y Euskadi la única fuerza
constitucionalista con presencia notable. Podemos tampoco se han mantenido mal.
Y, por cierto, el año y medio de
los avatares y el ruido de Franco y el Valle de los Caídos, ¿le habrá dado
algún voto al señor Pérez-Castejón? ¿Se los habrá dado, tal vez, al señor Abascal Conde?
Igual alguno ha hecho un pan
como unas hostias.