(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)
Margarita Robles hace un Dominguín
El pensamiento mágico e infantil de la izquierda respecto a la fabricación de armamento
Xuan Xosé Sánchez Vicente 22.09.2018 | 23:54
Años cincuenta. "El animal más bello del mundo", Ava Gardner, rueda en Madrid. Invitada a Las Ventas, se prendó del padre de Miguel Bosé, el torero Luis Miguel Dominguín, y lo invitó a su hotel. Una vez allí, y completada la faena, en la que habría cortado varias orejas, pero no el rabo, Luis Miguel se apresuró a vestirse y se encaminó hacia la puerta. "¿Pero adónde vas?", preguntó la actriz, no sabemos si insatisfecha, pero sí sorprendida. "A contarlo, ¿a dónde voy a ir?", le llegó a los oídos al tiempo que el ruido de la puerta.
Así Margarita Robles: una vez decidido el suspender o anular el contrato bombero con Arabia Saudí en las zahúrdas gubernamentales, corrió a contarlo. ¿Si no para qué?
Una parte importante de la izquierda tiene con el mundo una relación incómoda, incluso una percepción distorsionada de la realidad. Lo que le ocurre con la fabricación de armas es ejemplar en ese aspecto. Están, en general, en contra de las armas y de su fabricación, llenan las calles con manifestaciones en su contra; pero, al mismo tiempo, exigen contratos para las fábricas donde los trabajadores producen tales ingenios. No quieren aceptar que las armas se producen para ser usadas o, al menos, para estar en disposición de usarse. De no ser así, ¿quién las compraría? El círculo virtuoso para ellos sería que se fabricasen armas que se destruyesen a continuación, en un carrusel tan permanente como inocuo.
¿Y el dinero para ello? Ahí entra ya otra de las características de esa relación distorsionada con la realidad, el pensamiento mágico o infantil: del dinero para ello, nadie quiera saber ni por él preguntar: que llegue. Ese pensamiento infantil no sólo consiste en creer que con las palabras se puede conjurar el mundo, sino en no esperar que los actos o las palabras de uno tengan consecuencias.
Y claro que las tienen. Porque, en todo caso, el Gobierno de Pedro Sánchez podía haber llevado en silencio y discretamente su incumplimiento. Pero lo importante era el Dominguín para presumir y conseguir un votín/botín entre la feligresía que comulga con estas obleas. Y así, agredida Arabia Saudí, humillada, roto un contrato que ya había firmado, lo normal es que la rescisión del contrato y el juicio público contra ella provoquen reacciones; y, en efecto, ahí está la amenaza sobre la construcción de cinco corbetas en Cádiz, amenaza que ha obligado a movilizarse a la diplomacia española. ¡Y a ver qué pasa!
Y luego del disparate, la retórica para tontos. Afirma doña Margarita que Arabia Saudí "es un país serio" y que un país serio no rompe un convenio de 1.800 millones (y empleo para muchos años en Cádiz) por la ruptura de un contrato de 400 bombas. Pero, ¿y si por ser un país serio, deciden no tener más negocios con un país como el nuestro donde los ministros del Ejecutivo corren a hacer propaganda de las patadas en el culo que dan a sus clientes? Y aquello otro, reiterado varias veces y por varios ministros: "el Gobierno no abandonará a los trabajadores de Navantia". ¿Y eso qué significa? ¿Qué si no hay contrato va a pagar el paro de esos trabajadores? ¿Qué encargará cinco corbetas para nuestra Armada, para tal vez iniciar un circuito virtuoso de producción y destrucción continua con dinero caído del cielo? ¿O, simplemente, espera que las palabras tengan efectos mágicos sobre la realidad?
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