Los primeros llimones

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Los primeros llimones. Dempués de cuatro años, munchos trabayos, muncha poda y sulfatiar, muncho amparu de les xelaes...

La Miñota, Morís, 26/01/14.

LA PARTE DE RAZÓN DE GALLARDÓN

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En el momento en que el feto tiene ya un tiempo se perciben en él las formas y algunas de las funciones que tendrá ese ser humano cuando, maduro, viva fuera del seno materno; incluso, es capaz desde muy temprano de percibir, a través de la madre, señales del mundo exterior y de responder a algunos estímulos de su progenitora. Y cuando, en los primeros días, aún no está conformado para ello, su ser contiene el devenir de ese futuro inmediato, «es», por tanto, ese futuro. La interrupción de un embarazo constituye, pues, incontrovertiblemente la eliminación de una vida. Y, por verlo en sus exactas dimensiones, en los casos en que suprimimos esa vida por razones de malformación del nasciturus no actuamos de forma distinta a aquella con que actuaban los espartanos al arrojar desde el monte Taigueto a los recién nacidos que presentaban alguna deformidad. No verlo así entraña falta de imaginación, ceguera voluntaria o la fe que da el discurso ideológico. Así pues, no hace falta creer que el feto contiene ínsita una porción divina inmortal ni recibir ningún mandato de ninguna autoridad religiosa para ver en un concebido una vida humana que eliminamos al practicar un aborto. He ahí la parte de razón de Gallardón.

Ahora bien, frente a los pájaros o los animales, los seres humanos no abandonamos el nido a las pocas semanas ni nos valemos pronto para caminar: son necesarios años de atención, sustento y protección por parte de los padres, y sobremanera o principalmente de la madre. De modo que el hecho de dar a luz a una nueva criatura implica un costoso y complejo esfuerzo a lo largo de tiempo. Por otro lado, y en nuestro mundo (dícese «contemporáneo y rico»), el niño ni siquiera puede constituirse desde temprana edad, como antes, en un auxiliar de ciertas tareas («el más roín, a por agua y al molín», manifiesta el refrán asturiano), por lo que no puede aportar compensación alguna al gasto que supone. De esa manera, la descendencia supone, en el presente, compromiso, esfuerzo y desembolsos mayores aún que en el pasado. Si a ello añadimos la irracional legislación que, a golpe de legislaturas, va añadiendo cargas y responsabilidades a los padres privándolos al mismo tiempo de capacidades para dirigir a sus vástagos o tomar decisiones sobre ellos, entenderemos que la decisión de ser madre, cuando es consciente, solo puede tomarse desde una decidida conjunción de voluntad y amor, pues solo esos dos vectores pueden poner los medios para sostenerse en un camino tan largo y tantas veces tan complicado. Pensemos, por otro lado, en qué gana nadie, ni la sociedad ni el nacido no abortado, cuando los infantes ven la luz en familias que los maltratan, torturan, drogan o matan de hambre.

Es cierto que el Estado, en beneficio de la sociedad y de la «polis», podría tener interés en propiciar los nacimientos. En ese caso podría convencer a las futuras madres para que entregasen a sus hijos al Estado, siguiendo aquella tradición romana de la Columna Lactaria, donde quienes no tenían medios para mantener a sus hijos los abandonaban, o la nuestra tradicional de los tornos de los conventos. Pero cabe preguntarse por la felicidad de esos ciudadanos criados en esos centros de expósitos.

De modo que, en relación con el aborto y la legislación sobre maternidad y nacimientos, no parece aceptable otra norma por parte del Estado que la que otorga a la madre el derecho de decisión, tanto por las consecuencias que para su salud podría entrañar el concebido como por el compromiso por lustros que para con la descendencia adquiere. Eso sí, no hagamos del aborto un discursillo político o lo convirtamos en una acto trivial sin efectos. Se trata de la supresión de una vida, en estado más o menos avanzado; y, por lo tanto, de una grave decisión moral, como corresponde a una especie —la nuestra— y a una circunstancia —el siglo actual y nuestro estado de riqueza y complejidad social— que se ha separado tanto de la naturaleza. Porque en el puro estado de naturaleza los partos simplemente son y los hijos simplemente vienen: ahí no existen los actos morales porque ahí no hay decisiones. Es al alejarse del estado de naturaleza, al humanizarnos, cuando por saber, prever y poder nos vemos en la disyuntiva de sopesar y tomar decisiones sobre nosotros y sobre los demás; decisiones morales, pues, siempre conflictivas, siempre dudosas, muchas veces dramáticas. Y esas decisiones morales que se generan en el individuo y se toman en actos sobre sí mismo no corresponden al estado, sino a la persona.

Lo que al respecto le cabe al Estado, por razones morales también o por razones existenciales de la propia sociedad, es hacer tomar consciencia de la grave decisión que es concebir (sorprende que año tras otro el número de abortos no baje en España de los cien mil) y alentar los nacimientos mediante varias vías: garantizando el menor costo para los hijos durante la infancia y la juventud; haciéndose cargo, directamente o a través de la adopción, de los hijos nacidos pero no sostenidos; modificando la legislación de adopciones y, finalmente, eliminando, para favorecer precisamente las adopciones, toda esa estúpida metafísica legislativa que tutela los derechos de los genes frente a los de los padres constituidos en tales por el amor y el esfuerzo.

cagarriones n'El Piles

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Nel añu 2011, los cagarriones o cagarrionales del IES El Piles teníen yá flor el 8 de febreru. Nel 2012, la flor taba avanzada'l 15 de marzu. Esti añu son un migayu más tempranos: les primeres flores (tres) salieren el 28 de xineru. Les semeyes qu'agora llanto son del 30 de xineru d'esti 2014.

El cagarrión, prunu, piripirulu, ñisu o mirabolanu ye'l frutu de la ñisal, que tien como nome científicu (nesta triba de ñisal) el de Prunus cerasifera atropurpurea (en castellano, ciruelo rojo, ciruelo japonés, cerezo de Pissard).





Árboles nel iviernu

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Tienen tamién la so prestosura los campos espíos, los cielos grises, los caneyos silenciosos y ensin pasos.
Morís, Güerres, el 26/01/14.

Españoles echaos de Bélxica por estafar

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Los españoles, entre los más expulsados de Bélgica por abusar de ayudas


Retiró el permiso de residencia a 323 españoles, los más afectados tras rumanos y búlgaros (¡Vaya compañia!)

¡Nun puede ser!

¿Y eso pasará equí?

¿Fará equí tamién trampes la xente pa les subvenciones, y pal colexu los fíos y pa les ayudes del ayuntamientu y pa...?

¿O va ser que ye solo nel estranxeru?

Llimones y llimonal

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Los primeros llimones. Dempués de cuatro años, munchos trabayos, muncha poda y sulfatiar, muncho amparu de les xelaes...

La Miñota, Morís, 26/01/14.

Tierra desgraciada. Xente especialino

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La nuestra, los nuestros. Exemplos perayuri. Miren pa esti. En Zamora, onde entá se fala un daqué d'asturianu, ponen en marcha una empresa, Llobu (Los empresarios y el llobu La páxina del llobu). ¿Creen qu'eso diba pasar equí? ¿Nun diben pensar que nun dibe tener un solu ingresu si llamaben a la so empresa con un nome n'asturianu?

Nun hai más que dir a cualquier zona del dominiu llingüísticu asturianu, Cantabria, per exemplu, Zamora, y ver cómo ellí la xente remana nos negocios l'asturianu ensin ninún problema. ¿Y equí? Si por un milagru un hosteleru pon na carta andarica o ñocla (si lo pon, digo, de milagru), vese obligáu a traducilo, porque, a non facelo, piensa que nun vende.

Nun son solo los políticos, ye la xente. ¡Tan especialinos! ¡Con tantu despreciu de lo nuestro y de lo suyo!

Esa ye la nuestra seña d'identidá más fondera, al fondu de la cuala, ente otres coses, ta la ignorancia y la voluntá de nun querer salir d'ella. Una ignorancia como la Peña Santa, una voluntá como'l Tiatordos.

Árboles espíos nel iviernu

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Tienen tamién la so prestosura los árboles espíos, los cielos grises, los caneyos silenciosos y ensin pasos.
Morís, Güerres, el 26/01/14.

Una reflexión sobre el tamaño de los mercados, su aislamiento y la vida de las empresas.

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Coincidiendo con las observaciones que aquí hicimos ya muchas veces, resulta interesante leer este artículo de Javier Cuartas en La Nueva España (Mercados, población y comunicaciones), motivado por la reciente decisión de cerrar Coca-Cola en Colloto y por las anteriormente inmediatas de Tenneco y Suzuki.


¿Soluciones?, dirán ustedes. Pues les digo: facilitar que florezcan nuevas miniempresas, para que vayan creciendo con el tiempo en nuevos nichos de mercado y cuidar a las actualmente existentes, especialmente a las que tienen capital asturiano. No olvidemos que la tentación inevitable de buscar mayor rentabilidad o comunicación solo puede combatirse, parcialmente, mediante el compromiso emocional del empresario con su patria.

Campos espíos nel iviernu

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Tienen tamién la so prestosura los campos espíos, los cielos grises, los caneyos silenciosos y ensin pasos.
Morís, Güerres, el 26/01/14.

SILENCIOS CLAMOROSOS, SILENCIOS SINIESTROS

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Miren un poco atrás: 2012. ¿Recuerdan? La llegada de François Hollande a la presidencia de Francia fue saludada en todo el occidente progre con chirimías y atambores, en un clamor ensordecedor. Él iba a levantar la economía europea regando de euros la Unión, acabando con la austeridad, creando los eurobonos y, sobre todo, parando los pies al Mal, digo, a doña Ángela. Pues bien, no solo no ha levantado nada (en el ámbito económico, se entiende), sino que ha anunciado un nuevo recorte en su casa, de 65.000 millones de euros. ¿Han oído ustedes una sola voz, un solo «confiteor», un discreto reconocimiento de su error, a aquellos millones de ciudadanos y expertos que vaticinaron el fin del reinado del Mal con el ascenso de don François y lo celebraron con alharacas y trompetería?

Pues el mismo silencio de camposanto con que se constata que ni el también en su día salvífico Obama iba a cerrar Guantánamo o acabar con las prácticas de espionaje o de guerra sucia. Ni uno de sus antiguos adoradores y bautistas ha dicho esta boca es mía, como guardan un silencio absoluto sobre monsieur Zapatero quienes en su día lo jalearon y anunciaron al mundo la «conjunción planetaria» de la yunción Barak Hussein-Rodríguez.

Al final del Libro de Daniel se cuenta que Habacuc se disponía a salir de su casa a llevar la comida a sus segadores cuando un ángel lo trasladó por los pelos de la cabeza, con la comida en la mano, hasta Babilonia para llevarle esa comida a Daniel, que estaba en el foso de los leones. Después, y de inmediato, lo trasladó otra vez a Palestina, donde, suponemos, volvería a preparar la comida para sus obreros y seguiría como si tal cosa.

Daniel, Habacuc y l'ánxel
Pues bien, en la civilización occidental y especialmente en su facción autodenominada progresista abunda el tipo Habacuc. Llevándose a sí mismo por los pelos de un súbito orgasmo ideológico (más arrastrado por su propia mano, al igual que el barón Münchhausen, que por el ángel de Habacuc) se traslada a la Arcadia al acontecer cada suceso que él desea que sea, por fin, el triunfo del Bien sobre el Mal. Fracasado el sueño, vuelve, como Habacuc, a sus tareas diarias, como si nunca hubiese estado en Babilonia ni predicado al alto la lleva la efímera buena nueva.

Pero hay otros silencios más siniestros. Se trata del silencio que en gran parte de la opinión pública occidental se produce cuando en las dictaduras que no son de derechas se producen crímenes o genocidios, especialmente si esas dictaduras se predican, de alguna manera, como de izquierdas. Así, recientemente, hemos asistido a un nuevo asesinato en Corea del norte, el de Jan Song-thaek, impulsado por su tío, el dictador Kim Jong-un, acaso en la forma bárbara de echarlo a los perros para que lo devorasen y en presencia de la familia. Pero fuese ello así o no, de esa forma absolutamente primitiva y cruel, ¿han oído ustedes alguna voz en esos ámbitos? ¿Han visto, alguna vez, en alguna calle, una sola pancarta contra la dictadura coreana? Silencio absoluto. Es más, la risa y el aplauso de algunos.

Y lo mismo ocurre cuando hay matanzas tribales en África o cuando, como en Siria, durante años, se masacra a la población civil. A no ser que EEUU intervenga o haga amago de intervenir, tal en Siria hace unos meses, no advertirán ustedes ni el rumor de una inquietud, el latido de un corazón conmovido, en quienes con tanta facilidad ocuparían las calles de producirse los mismos hechos con otro color.

En algunos de estos casos, muchos de quienes guardan esos ominosos silencios lo hacen porque creen que, en lo sustancial, los sistemas constituidos por esas dictaduras no son rechazables per se, sino porque tienen algún defecto menor, que no hace inválido el sistema aunque sí incómodo. Y piensan que, si como Habacuc, ellos pudiesen desplazarse allí llevándose en el aire por los pelos, rescatarían al Daniel-pueblo para hacerlo gozar de la buenaventura eterna en ese sistema, ahora ya corregido por ellos de sus imperfecciones menores y coyunturales.

No saben los pobres que en cualquier trastorno o revolución ellos serían los primeros devorados por los leones y por el fracaso, como lo fueron los inocentes que, alentados y jaleados por los Habacucs occidentales, creyeron que con trinos electrónicos, manifestaciones y gritos de «primavera árabe» podrían domeñar la realidad y construir el mundo a la medida de sus sueños.

PS. La reciente nota de ETA confirma lo que los que lo queríamos saber sabíamos: no piensan disolverse ni entregar las armas; y ello porque su pretensión es la de ser, al tiempo, los garantes de la libertad de los presos y el motor último de la independencia de Euskadi. Una vez más, el enorme gentío de ilusos voluntarios —esos Habacucs que, desde hace ya una década vienen autotrasportándose, mes sí, mes no, a la Babilonia feliz del fin de ETA— regresarán al silencio y al olvido en espera de una próxima ocasión de transporte en que puedan volver a proclamar, como si no llevasen profetizándolo ya tantas veces, un nuevo tan ilusorio como voluntarioso «ahora sí, ahora ya».

La prestosura de los árboles espíos del iviernu

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Tienen tamién la so prestosura los árboles espíos, los cielos grises, los caneyos silenciosos y ensin pasos.
Morís, Güerres, el 26/01/14.



Arreyos al Diccionariu asturianu-castellanu (CVI)

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Sigo colos arreyos y modificaciones al mio Diccionariu asturianu-castellanu. Les novedaes, en gris.





enfolinar, v. tr. Meter en un fuelle. || 2. Guardar para sí egoístamente. || 3. Atesorar.
enfondir, v. tr. Infundir, causar en el ánimo un impulso moral o afectivo.
enforcar, v. tr. Ahorcar, colgar por el cuello hasta matar por pérdida de la respiración. || 2. Trabajar con el forcáu. || 3. intr. Quedar un animal enganchado en una cuerda. || 4. Engancharse los pies en alguna cosa.
engolmáu, ada, ao, adj. Alicaído, deprimido, sin fuerzas.
engordar, v. intr. Ganar peso o volumen un cuerpo o materia. || 2. tr. Engordar, hacer ganar peso o volumen a un cuerpo o materia.