Tres premisas económicas. Primera: nada es gratis, productos o servicios, todo cuesta. Dos: el dinero ni sale de la nada ni cae del cielo. Si no se paga ahora, se paga en el futuro (deuda), con intereses. Tres: cuando el Estado regala algo a alguien, otro lo paga. En este sentido, todos los impuestos universales tienen un punto de injusticia. Por ejemplo, ¿por qué alguien que no tiene hijos ha de pagar la educación y la carrera de los hijos de quienes sí los tienen?
El relato (intencionadamente) mal contado: El Supremo no cambió su criterio este 2018 para que en vez de pagar los bancos pagasen los ciudadanos el impuesto sobre actos jurídicos documentados. Durante 20 años (eliminada cualquier hipotética ambigüedad de la Ley en el artículo 29 del Real decreto Legislativo 1/1993, del PSOE, mediante un Decreto del mismo partido en 1995), la interpretación de la Ley y la jurisprudencia del Supremo fue siempre la misma: paga el prestatario, no el prestamista. La llamativo es, pues, más bien, este cambio de criterio.
Los fingidores mentirosos: Acabamos de ver cuánto de ese doble impuesto sobre la misma cosa (la compra de un piso) se debe al PSOE. Añadan ustedes que, sin piedad alguna, socialistas como los de Andalucía, con doña Susana a la cabeza, que ahora gritan a favor de los prestatarios y claman contra el Supremo, tienen desde 2012 el impuesto en el tipo más alto de toda España (1,5%). Podemos llevaba en su programa electoral para las últimas municipales (2015) subir el IAJD, seguramente porque antes del cambio de criterio del Supremo tenía por apestosos capitalistas a los que compraban un piso. Jamás les han preocupado ni a unos ni a otros la "injusticia" del impuesto o la injusticia de quién era el sujeto pasivo.
Los atracadores de los ciudadanos (premisa tercera): Todos aquellas personas, partidos e instituciones que protestan y piden la devolución -lo que no obsta que entendamos a los ciudadanos que podrían ser directamente beneficiarios- retrospectiva del IAJD no es de los bancos de donde pretenden sacar ese dinero, sino de las comunidades autónomas, que son sus destinatarios finales. Ahora bien, las comunidades autónomas deberían reducir servicios a todos los ciudadanos o subirles los impuestos, a fin de reintegrar ese dinero que ya han empleado en dar cumplimiento a sus obligaciones. ¿Y en virtud de qué quienes no han comprado un piso porque no quieren o porque no pueden han de entregar su esfuerzo y su dinero para alguien que sí ha podido?
El pensamiento mágico (premisa primera): La supresión del impuesto, que algunos piden, o su devolución retroactiva lleva a preguntarse de dónde se va a sacar el dinero (unos 2.000 millones anuales; muchos miles, por tanto, si hubiese retroactividad) para atender los servicios que actualmente prestan las autonomías y que se cubren con esa recaudación. Ninguna respuesta. Aquí la palma la lleva el PP casadino, que no sólo quiere eliminar este impuesto, sino el de patrimonio y el de sucesiones y donaciones y rebajar el IRPF. ¿Se van a eliminar servicios? ¿Se van a crear otros impuestos? Como si el dinero cayese del cielo. ¿O, mejor que "pensamiento mágico", "mentiras engañabobos"?
Los evangélicos: "No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha", dice San Mateo. ¿Cuántas de las personas, creen ustedes, que salen hoy a manifestarse para que se suprima el IAJD y se devuelva retroactivamente, y, por tanto, disminuyan los ingresos de la Administración, agitan las calles un día y otro día para pedir más servicios, inversiones y prestaciones? Por seguir con la Biblia: como las estrellas del cielo y la arena en la orilla de la mar.
El mayor y más hábil charlatán de la feria: Pedro Sánchez. Ha salido corriendo a mentir en tono profético: "nunca más los españoles volverán a pagar el impuesto". Porque lo pagarán. Y ha eructado una frase absolutamente impropia, ya no del Presidente de un Gobierno, sino del último concejal del más pequeño pueblo: "el Supremo debe hacer autocrítica". Pedro Sánchez siempre está en un mitin callejero, para él no existe la prudencia del cargo, ni la dignidad del mismo, ni valen los acuerdos (no olviden ustedes cómo se descolgó de los pactos en la UE), ni le importa desdecirse, y, por supuesto, mucho menos hace memoria de la responsabilidad del PSOE en toda esta historia del impuesto sobre el IAJD.
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