Esto traerá cola (indultos)

(Ayer, en La Nueva España) ESTO TRAERÁ COLA Sobre los indultos hay una cosa que no les diré: el número de veces que don Pedro afirmó que era contrario a indultos a políticos o que los hoy indultados cumplirían íntegras sus condenas. Sí hay una cosa que recordaré, que he venido diciendo desde 2003, desde la Declaración de Santillana, en que el PSOE, por unanimidad, puso en marcha un confuso proceso parafederal o plurinacional, que, en su día, y poco a poco, fue empujando a Cataluña hacia la situación actual. Confuso, digo, porque, en realidad, nadie supo explicar lo que querían decir con esas palabras (aquella pregunta de López a Pedro el día de san Isidro de 2017 lo sustancia todo: “¿Pero tú sabes lo que es una nación, Pedro?). Con todo, ese pensamiento confuso-difuso ha sido parte de lo que nos ha traído hasta aquí y es parte, sin duda, del ánimo ideológico (el sintagma está perfectamente pensado) que impulsa a una parte del PSOE a meterse, en palabras de González, en “este callejón estrecho” con “salidas complejas”. Dejemos aparte el que sea Sánchez “mobile qual piuma al vento…”; supongamos que el interés principal por el que se (nos) adentra en ese callejón estrecho no sea su exclusivo interés de permanencia en la Moncloa; pensemos que, efectivamente, lo hace, en parte, por buscar un punto de encuentro con el independentismo catalanista, en parte, por esa ilusión de una facción del PSOE de dirigirse hacia una España ¿plurinacional?, ¿confederal?, ¿federal?, ¿solo Dios lo sabe? Bien, pero hay que tener una fe ciega. Hay que pensar que existe al otro lado alguien que va a aceptar otra cosa que no sea un referéndum de independencia (aunque sea como alternativa a un nuevo estatuto de autonomía, tal como sugería ayer Artur Mas i Gavarró en un medio de comunicación): no hay nadie. Así, pues, o Sánchez es un optimista ciego o está dispuesto a esa alternativa. Yo tengo amigos que piensan que conceder el derecho a la independencia a Cataluña es una exigencia democrática. Aceptémoslo. Pero no es un juego, no es una mera cuestión de derechos abstractos. Un referéndum triunfante condena en un país extranjero a la mitad de los catalanes. Causa una enorme convulsión en toda España. Pero trae, además, cola. En primer lugar la de los que se ponen a la cola. Euskadi, ante todos, fuese cual fuese la voluntad del PNV. Y, después, con menor capacidad de hacer efectivo su derecho, pero sí de reclamarlo, otros, Galicia, Navarra, Baleares, Comunidad Valenciana… Y otra cola, distinta a la de la urna, pero de una gravedad enorme para cada uno de los españoles: las consecuencias en el crédito de España en los mercados, las inversiones, el empleo, el descenso del nivel de vida. ¿Una cosa de políticos? ¿Un juego o un derecho limitado a Cataluña? ¿El cumplimiento de los vagorosos sueños de parte del PSOE (con el apoyo siempre del PSOE asturiano, por cierto)? Un asunto que traerá cola y colas. De qué tipo y gravedad, queda dicho.

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