El circo y Ramón Tamames

(Asoleyóse en La Nueva España del 10/02/2023) EL CIRCO Y RAMÓN TAMAMES A la hora de escribir este artículo desconocemos si finalmente Ramón Tamames encabezará la moción de censura presentada por VOX. La opinión mayoritaria es que, de darse esa situación, don Ramón y VOX convertirían el Congreso de los Diputados en un circo, en una comedia, en una representación bufa, como ustedes quieran. ¿Razones que se dan? Los años del postulante, señalan algunos, lo peregrino de que un excomunista aspire a presidente del Gobierno presentado por un partido como VOX, la inutilidad, en todo caso, de la moción de censura, puesto que no habrá votos suficientes para ganarla. Algunos consideran otros aspectos: la incomodidad que provocaría en el PP la moción de censura, tanto si votase a favor como si no; el daño que ello podría hacer en el voto del centro-derecha, desagregándolo aún más; no parecen faltar tampoco voces críticas en el propio partido impulsor, por la extravagancia de que los represente un candidato que fue comunista, por el programa que pudiere presentar don Ramón, que no sería exactamente el de VOX o podría estar muy alejado de sus postulados. Como quiera que sea, algunos efectos se han producido con el solo anuncio: el salto a la notoriedad (y, en parte, la recuperación de la misma) del señor Tamames, la ocupación notable de presencia mediática para VOX (ya saben ustedes que uno de los vectores más importantes para el éxito en política es la práctica de los zamarrones: meter mucho ruido con los cencerros). Yo personalmente tendría gran interés en ver a don Ramón como candidato a la presidencia del Gobierno, por el circo, precisamente. Pensemos, primero, en qué podría impulsar al candidato a serlo en esas condiciones tan fuera de lo normal. Achaquemos una parte de las causas a su ego, pero, sin duda, la más importante es la conciencia en él de que el país va mal, y de que hay que variar el rumbo y tomar medidas para rectificar. Por eso se decidiría a afrontar el reto y las críticas, muchas, feroces, que sabe inevitables. ¿Y de qué hablaría? Pues, sin duda, entre otras cosas, de la situación de la economía: de la deuda, del paro, de las pensiones, de la estructura económica, de la industrialización, del apoyo a las empresas, de la fiscalidad… De esas cuestiones seguro. Y ahora volvamos a lo del circo, y a mi interés por el espectáculo. El Congreso es un circo permanente, diario. Los diputados aplauden, gritan, jalean y patalean como simios, con frecuencia. Nadie escucha a nadie, ni contesta a nadie. Allí no existe más que el solipsismo de cada congregación. Pues bien, al llegar una persona que no pertenece a ningún grupo, sino que es independiente, y decir cosas que ya han sido dichas pero sobre las que nunca de ha debatido (no quiero decir “algareado”, sino razonado, con pros y contras), ¿se producirá un debate? O se contestará, como es habitual, por el método Ollendorf o, si, ustedes lo prefieren, por el «falando d’escopetes, San Fernando tenía un carru», no solo evasivo, sino faltón. Por ejemplo: «¿Qué me dice del paro del último mes?». Respuesta: «Mejor se preocupaba usted de ese primo suyo de Mieres que cuando iba a la escuela tiraba piedras a los gorriones». Y así, sistemáticamente. ¿Tratarán con respeto a don Ramón los habituales del circo? ¿Se seguirán con atención las réplicas y contrarréplicas de unos y otros o todo se centrará en jalear, palmotear y abuchear? ¿Se convertirá el Congreso por unas jornadas en el templo de la soberanía popular o seguirá siendo el circo habitual o, si lo prefieren, la taberna de las altas horas de la noche? ¿O tendremos que decir algo parecido a lo que se dice de los palestinos, que nunca pierden una oportunidad de perder una oportunidad? En este caso, de no abochornarnos y no sacarnos los colores. Comprenderán ustedes por qué me gustaría ver a don Ramón Tamames encabezando esa moción de censura. Por verlo a él. Por ver a los demás en su espejo.

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