Ayer en LA NUEVA ESPAÑA: Enredando en la enseñanza

(Trescribo, como davezu, dalgunos párrafos)

Enredando en la enseñanza

De los deberes escolares al cambio del calendario lectivo para el curso siguiente

11.10.2015 | 04:24
Enredando en la enseñanza
Enredando en la enseñanza
Pasados los habituales aforfugones de primeros de curso (nombramientos, horarios, etc.), la enseñanza sigue estando presente estos días en los medios y la opinión. He aquí dos cuestiones: los deberes escolares y el cambio del calendario escolar para el curso siguiente. La idea para esta última propuesta tiene un fundamento razonable: dada la dependencia del calendario de los festivos (que son variables algunos, como la Semana Santa) y desde que el curso ha adelantado su comienzo un mes, de octubre a septiembre, nos encontramos siempre con un primer trimestre excesivamente largo y, a veces, también con un segundo, dependiendo de cómo caigan las fiestas pascuales. En esta circunstancia, el tercer trimestre es absolutamente breve. Pues bien, la propuesta trata de homogeneizar los períodos lectivos y, al mismo tiempo, dar descanso al fatigado (y aburrido) estudiante.
Hasta aquí perfecto, pero esa innovación abre graves problemas familiares: los calendarios laborales están ajustados a los períodos de fiesta, con lo que, en esas nuevas vacaciones, los niños y adolescentes quedarían en sus casas sin la tutela y compañía de sus padres o bien los obligarían a pedir permisos extraordinarios en el trabajo o a echar mano sistemáticamente de abuelos o familiares. [............................................]
 ¿Razonable, pues, la propuesta? En el vacío, sí. Pero todo lo que no cuente con la realidad o no ponga medios para afrontarla deja de serlo.
Otro debate que está de actualidad es el de los deberes en casa. Por lo visto, y según los expertos, una hora diaria de deberes en casa es beneficiosa para la formación de la personalidad y para el rendimiento intelectual. Sin embargo, para completar el panorama deberíamos tener en cuenta algunos parámetros: el primero, que muchos de nuestros escolares está sometidos a una presión extraordinaria en su tiempo libre: clases particulares de idiomas, alguna actividad deportiva, música acaso. La jornada de muchos de nuestros escolinos es, pues, de ocho o nueve horas diarias (más el tiempo de desplazamiento), mayor que la de sus padres, lo que es un disparate. En segundo lugar, que a veces los profesores trasladan al hogar una carga enorme de deberes, y desde tempranísima edad, de varias horas de ocupación, que, además, requieren de la ayuda de los padres. Eso me parece, simplemente, un disparate (yo, personalmente, creo no haber trasladado, salvo en alguna muy ocasional ocasión, más deberes fuera del aula que la recomendación de repasar lo visto en clase para que al día siguiente pudiese preguntarse lo que no se había entendido bien o sobre lo que existiesen dudas). Finalmente, tengo la sospecha de que, en muchos casos, lo que trasladan a casa los niños es el problema del aula. Obligados a hacer la clase "presto", sin apenas instrumentos para conseguir que el niño rinda en el aula, esto es, perdiendo el tiempo miserablemente en el horario de clase porque no hay más remedio o porque el profesor no quiere hacerse el antipático (ya que enseguida florecen los padres en el centro escolar), lo que no se ha realizado en la clase se traslada a la tarde y los padres.
Y ello nos lleva al problema fundamental de la enseñanza, que ni es de planes de estudio ni de acuerdos políticos, sino social: de lo que los ciudadanos piensan y esperan del mundo y de sí mismos [.......................................................................]

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