MENTIRAS Y FALACIAS EN EL CAMINO DEL ÉXITO
Vengamos a las más próximas. La tomadura de pelo del precio de las mascarillas. Sabíamos del IVA de las mismas en otras partes de Europa: en algunos países es el 0%, en otros el 5%. Los españoles vecinos de Portugal se desplazan a este país a comprar las mascarillas quirúrgicas a 9 céntimos la unidad. El Gobierno progresista (el más de la historia) negaba que pudiera rebajarse el IVA del 21%: lo prohibía la Unión Europea. Todavía en las primeras horas del día 11 de noviembre lo papagayeaban los correveidiles más habituales del Ejecutivo, don Ábalos y doña Adriana. Dos horas más tarde se manifiesta la ministra de Hacienda en el Congreso y proclama la rebaja del IVA de las mascarillas al 4%. Después, evidencias aparte con solo mirar a Europa, hemos sabido que la UE ya había autorizado esa rebaja desde mayo. Es decir, nos han mentido desde mayo, como lo han hecho con todas las disculpas o aparentes razonamientos que daban para no exigir pruebas sanitarias en los aeropuertos. Han rectificado también en esta materia, mintiéndonos al mismo tiempo al decirnos que por esos lugares no han entrado muchos contagios en España. ¿Y cómo lo saben?
Pero la mentira no es una cuestión de coyuntura en el PSOE de don Pedro. Recuerdan ustedes de sobra sus afirmaciones de hace poco más de doce meses sobre su radical y reiterada negativa y asco a pactar con Podemos o Bildu. Es verdad que, como ha dicho Churchill, en política, a veces, hay que tragarse las palabras (o sapos), y que no es esa mala dieta.
También es cierto que hay mentiras sin justificación, como la de las mascarillas o los aeropuertos, y sapos o dietas que no es necesario tragar, como el apoyo de Bildu a los presupuestos y su recepción entusiasmada.
Recapitulemos sobre esto último. Para rechazar las enmiendas de totalidad a los presupuestos que ha ocurrido recientemente el Gobierno ha sumado 198 escaños; la mayoría del Congreso está en 176. Sobraban, pues, los votos de Bildu y alguno más. Podría argumentarse: es que se quiere tener asegurada la ulterior tramitación de los presupuestos. Bueno, pues ahí estaría Ciudadanos. Pero es que no se quiere contar con Ciudadanos y dejar de lado a Bildu o a ERC. Luego diremos por qué.
El apoyo de Bildu a los presupuestos ha provocado un escándalo relativamente grande entre cargos del propio PSOE y en los medios de comunicación. Ante esto La Moncloa y Ferraz han puesto en marcha la maquinaria de las mentiras y las falacias. Ya saben cómo funciona esto en los partidos políticos: en la dirección se elabora un catecismo y luego lo repiten desde la princesa altiva hasta la que pesca en ruin barca. Este catecismo tiene tres pegollos: una mentira, la de que los votos post-etarras eran necesarios; un silencio: obviar la disposición de Ciudadanos al acuerdo; una falacia: echar la culpa al PP por no haber apoyado los presupuestos.
Una falacia porque nunca se ha ofrecido al PP negociar los presupuestos (otra cosa es saber si hubiese aceptado o no), se le ha pedido que “por patriotismo” apoyase gratis et amore los de PSOE-Podemos. Pues ahí tienen repitiendo la falacia por toda España a los líderes del PSOE, Ábalos, Lastra, Page, Lambán, Barbón…
¿Van a costar al PSOE votos las mentiras o el pacto con Bildu? Difícilmente. En primer lugar, ningún cargo se va a marchar de esa casa. En segundo lugar, es muy difícil que a sus adeptos, es decir, al votante de siempre, al militante, al que dice tener “ideología”, se los saque de su sitio, porque —aunque en realidad, les molestasen estas cosas— siempre se detendrán ante el abismo: que pueda ganar “el mal”, la derecha. Ya saben ustedes que esto de la adscripción partidario-ideológica tiene sus raíces más profundas en el cerebro antiguo, aunque luego se disfrace de discurso, aquí y en todo el mundo. Y, finalmente, porque la misma derecha, con la existencia de Vox, excita el mantenimiento de la permanencia en el voto y el correr a las urnas a la parroquia de izquierdas, aun de mala gana.
Y eso lo saben perfectamente quienes manejan el cotarro en el PSOE y en el Gobierno, y no dudan de que, por lo tanto, pueden hacer aquello que les venga en gana.
Queda por añadir una cuestión importantísima, la empresarial. El PSOE nunca pactará con Ciudadanos o PP, como en su día no quiso con Rivera, nada que suponga una mínima concesión. La razón: porque al hacerlo parte de sus votantes, sintiéndose traicionados, se desplazarán hacia Podemos u otros equivalentes de ámbito territorial menor. He ahí el fondo del asunto.
Al igual que en las novelas policiacas se recomendaba el “cherchez la femme” para llegar a desentrañar los enigmas, en política la receta es la misma para averiguar las causas profundas de las conductas: “busquen al votante”.
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