Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Después de vieyu, gaiteru
(Ayer, en La Nueva España)
DESPUÉS DE VIEYU, GAITERU
En realidad, debería haber escrito “después de vieyu, muleta”, pero ello hubiese conllevado una interpretación inicial de este texto distinta a la idea que en él se defiende.
Verán, el grupo municipal de IU en Uviéu, que encabeza don Gaspar Llamazares, ha pactado con la mayoría del Ayuntamiento, el PP del alcalde don Alfredo Canteli, una serie de medidas de orden económico, entre las que destacan la construcción de viviendas de alquiler, y otras de carácter medioambiental y social. Conviene subrayar que el PP tiene mayoría absoluta y que no necesita de los tres concejales de IU para nada. Es, asimismo, innecesario señalar que un acuerdo “sin necesidad” entre dos fuerzas políticas de ese tipo es absolutamente infrecuente, sino chocante. Las razones para ese encuentro por parte de IU pueden ustedes encontrarlas en las palabras de don Gaspar, aquí https://www.lne.es/oviedo/2024/11/03/muleta-propiciar-cambios-izquierdas-pp-111259463.html.
Naturalmente, el PSOE y otros grupos de izquierda han corrido a acusar a IU de ser “la muleta del PP”. Y permítanme ustedes que esa banderilla en las espaldas de don Gaspar y los suyos me lleve a un ejercicio de memoria, acaso de melancolía y, aventuradamente, de prospección.
Estamos en la legislatura 1995-1999 de esta tierra de ríos. El PP ha obtenido 21 diputados, el PSOE, 17, IU 6 y el PAS, al que represento, 1, en total, 45 escaños. La mayoría la forman 23 diputados, aunque para formar gobierno basta a una candidatura con tener más diputados que otra, sin exigencia de quorum. La IU de Anguita, que hasta entonces siempre había llegado a acuerdos con el PSOE, vistos los casos de corrupción de los socialistas, decide no hacerlo. De modo que en Asturies se forma un gobierno del PP, presidido por don Sergio Marqués, y en la oposición quedamos 24 diputados. Hay, pues, Gobierno, pero no puede haber presupuestos, en principio, durante toda la legislatura.
Nosotros entendemos que es una situación altamente indeseable, que destruirá empleo -en una situación ya de altísimo paro- y empresas e impedirá inversiones en obra pública, cultura etc. Manifestamos, pues, nuestra disposición al diálogo y al acuerdo. Ahora bien, esa disposición de nada vale, pues falta un voto. En esas, el diputado Antón Saavedra se pasa al Grupo Mixto, por discrepancias con la actitud de IU con respecto al SOMA, y anuncia su disposición a pactar las cuentas públicas.
Hay toda una historia de anécdotas sobre el desarrollo de las negociaciones presupuestarias durante esos años, pero me centraré en lo principal. Frente a la pretensión del PSOE e IU de que durante cuatro años no hubiese presupuestos a fin de desgastar al PP -los partidos no suelen mirar a las víctimas “reales” de sus juegos de poder, los ciudadanos perjudicados; en este caso, por la ausencia de presupuestos-, los hubo durante tres. Con ello conseguimos crear unos 15.000 empleos -ciertamente, en un momento esplendoroso de la economía española-, evitar el lucro cesante de unos cuantos miles, se rebajó el IAE, y se puso en marcha una apabullante serie de proyectos de obra pública de los que vivió durante casi cinco años el Gobierno siguiente de Areces. En el ámbito cultural, además de otras muchas cosas, conseguimos que se aprobase, casi milagrosamente, con el apoyo del PP, que era enormemente reticente, la Ley de Uso y Promoción del bable/asturiano.
Pues bien, PSOE e IU comenzaron una campaña denigratoria permanente acusándonos de ser “la muleta del PP”, para enlodar así nuestro marchamo de partido progresista. También hubo otras indignas y falaces acusaciones sotto voce, pero dejémoslo aquí.
Me interesa ahora señalar que mientras se negociaban o no unos y otros presupuestos, menudeaban ante nuestras puertas y oídos muchas y variadas gentes que tenían interés en que se aprobasen. Empresarios de todo tipo, la mayoría de ellos, pequeños, una parte de cuya actividad dependía de las cuentas publicas, personas e instituciones culturales. No escaso número eran conocidos y, además, votantes, militantes o simpatizantes de los partidos de izquierda.
En las siguientes elecciones nuestra candidatura quedó fuera de la Xunta por 800 votos. Se nos castigó severamente por dos razones fundamentales (no es una suposición, tuvimos comprobaciones abundantes): el pacto con el PP (“con la derecha no se puede pactar nada”), el ser su “muleta”, según el baldón con que nos calificaron durante tres años PSOE e IU, y haber aprobado la Ley de Uso y Protección del bable/asturiano, ¡el único desarrollo normativo del artículo 4º del Estatuto -en el que, por cierto, tuve una influencia decisiva- hasta hoy!, porque, según el asturianismo, fue una traición y constituyó la renuncia a la oficialidad, que podíamos haber conseguido y que no quisimos negociar. Que para la oficialidad hacen falta 27 votos y la reforma estatutaria, para la que no había en aquel caso más que cinco votos, es una evidencia que el asturianismo quería ignorar -seamos piadosos, no supongamos la inopia plena.
(Por cierto, en el primer trimestre del año que viene publicaré un libro en que se cuenta cómo se negoció la Llei d’Usu, los ardides que intentaron impedirla y las necedades, despropósitos y mala fe que contra ella desplegaron, partidos, particulares e instituciones).
Pues bien, creo que ninguno o casi ninguno de los beneficiarios de aquellos acuerdos presupuestarios lo agradeció -tuve acusaciones por la calle de gente que se empleó en obras presupuestarias-, y, mucho menos, el asturianismo, incluso aquel que tuvo empleo en la enseñanza por la Ley. Ni siquiera conseguimos un puñado de firmas para un manifiesto de apoyo a nuestra candidatura. Ni, por supuesto, un candidato para alguna lista autonómica o municipal. A nuestra solicitud no respondían exhibiendo la cruz y un “vade retro”, pero casi.
Es muy posible que la respuesta a IU en Uviéu sea muy semejante. En una no pequeña parte de los votantes, la adhesión política se encuentra establecida en la amígdala, un conjunto de neuronas encargadas de las reacciones emocionales. “Hay republicanos y demócratas que nunca cambiarán de voto”, afirmaba el otro día en LA NUEVA ESPAÑA Juan Fueyo, un investigador asturiano en Houston. Pues como tantos, en todas partes.
Pero esa reflexión no debe llevarme a dejar de señalar mi aplauso a la decisión del grupo municipal de IU en Uviéu, en que, además de doña Cristina Pontón y don Gaspar, forma parte don Alejandro Suárez, a quien estimo de antiguo. En política se debería estar para lograr cosas para los ciudadanos, a fin de mejorar la vida colectiva (“Podemos regenerar la práctica política mediante una política útil”, dice don Gaspar), y con el objetivo de templar pasiones -algo tan necesario hoy-; y no sólo para engordar el discurso identitario -”ideológico”, llaman- del partido político, aunque sea inútil para la sociedad, pero que mantendría y acrecentaría las adhesiones a la formación. En qué medida ambas cosas, voto y atención real a la ciudadanía, son posibles, ye fariña d’otru costal.
En todo caso, reitero: mi aplauso. Poso la montera.
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