El primer acto, farsa, el segundo, atraco

(Ayer, en La Nueva España) EL PRIMER ACTO, FARSA, EL SEGUNDO, ATRACO Tienen razón quienes defienden que en los seis folios del Acuerdo de la Comisión Bilateral Generalitat-Estado (adviertan el orden) no hay muchas concreciones, y que, por lo tanto, dicen, no caben muchas críticas; incluso hay quienes sostienen que el documento es un quiebro que el Gobierno (y María Jesús Montero) hacen a ERC. En parte tienen razón, el documento es meter “la puntina nada más”, el resto se irá metiendo más adelante, pero ya se prevén en el texto los momentos y los procedimientos futuros. ¿De qué os sorprendéis? La pregunta va dirigida a esos socialistas que se sorprenden o discrepan de ese acuerdo y, sobre todo, de lo que va a venir después: la cesión de tributos a Cataluña, el establecimiento de un cierto modelo de “cupo” (al modo vasco o navarro), el empobrecimiento de los servicios en el resto de España, el debilitamiento del Estado, el crecimiento de la desigualdad entre personas y territorios, la disminución de la solidaridad, elementos en los que, en gran medida, se basan la fe y el discurso socialista. ¿Pero de qué se sorprenden o quejan? Lo mismo que la amnistía, la desaparición del delito de sedición, la rebaja del delito de malversación fueron golpes al derecho y a la igualdad para pagar la investidura de Sánchez, este acuerdo, público y notorio, sufragó la investidura de Salvador Illa. Y todos vosotros aplaudisteis y tirasteis voladores. ¿Por qué os extrañáis de que se cumplan los pactos, o sea, se paguen las deudas? Lo que de momento dice el texto (preámbulo, nada más del definitivo). 1. Que se va a establecer el principio de ordinalidad entre comunidades para las transferencias de recursos, esto es, que si yo soy el tercero en aportar no puedo ser el cuarto en recibir (en vulgar, “al gochu gordu, unta-y el rau”) [página dos del acuerdo, línea tercera en castellano, segunda en catalán]. 2. Que se van a transferir progresivamente a la Generalitat todos los impuestos que se recauden en Cataluña. De todo ello, Cataluña devolverá aquello en lo que se estime que son los servicios del Estado en la comunidad (ya vemos cómo se evalúan en Euzkadi y Navarra) y una “cuota para los pobres”, digo, una cuota de solidaridad, que ellos estimarán a cuánto ascenderá, y de acuerdo con el principio de ordinalidad. Un excurso. En el Congreso socialista de Sevilla (diciembre 2024) se votó contra las pretensiones de financiación singular de Cataluña y se negó el principio de ordinalidad. Todos salieron encantados, de Barbón a García-Page, y se consideraron derrotadas las pretensiones insolidarias de Cataluña (el pacto ERC-PSOE para entronizar a Salvador Illa había sido cerrado cuatro meses antes). Sean ustedes, lectores, piadosos. El atraco. Todas las comunidades de régimen común calculan, y los economistas expertos en esta materia lo confirman, que, cerrada la nueva financiación “singular” de Cataluña, perderían muchos millones, esto es, tendrían menos recursos para sanidad, educación, atención a ancianos, carreteras… El Gobierno gallego estima pérdidas de entre 600 millones y 1.300 millones. Aquí, el expresidente socialista Juan Luis Rodríguez-Vigil calcula unos 800 millones de euros (el gasto en sanidad en 2023 fue de 2.168.199 millones. Echen cuentas). Por otro lado, el traslado del 20% del IRPF estatal a Cataluña favorecerá el fraude al ser controlada la recaudación desde una Agencia Tributaria con menos recursos humanos y descoordinada con la AEAT. La mengua del Estado, las pérdidas de los ciudadanos. Esa mengua del Estado se traducirá, como todos subrayan, incluidos los socialistas no catalanes y no dependientes directamente del negocio del partido, en una menor capacidad para compensar desigualdades y para atender los servicios generales, investigación, aeropuertos, ejército, carreteras, sanidad en la medida que no está transferida, pensiones… Es cierto que se puede solucionar esa carencia aumentando los impuestos o ampliando aún más la deuda. ¡Áteme usted esa mosca por el rabo! Mofa y befa. Intentando engañar y tapar el fraude y el atraco, el socialismo utiliza frases paradójicas o propone disparates sistémicos. Así la “financiación singular de Cataluña” no tiene por qué ser una financiación singular, afirman, porque puede ser igual para otros, los que quieran, es decir, sería “singularmente singular para todos por singularmente igual”, o algo así. Y proponen, además, que todas las comunidades que quieran apuntarse, que se apunten. El desastre. ¿Se imaginan, en ese caso, diecisiete comunidades autónomas con agencia tributaria propia, recaudación propia y negociación con el Estado de lo que se devuelve, esto es, del “cupo de solidaridad”? ¿Son para imaginarse a qué queda reducido el Estado? ¿Y la igualdad y la solidaridad, que dicen que son los principios fundamentales del socialismo, en qué sima se precipitan? ¿Y ustedes, mocinos, qué van a hacer? Porque todo esto apela a los cargos públicos socialistas, así como a sus votantes. ¿Pesará más la solidaridad con la Iglesia triunfante, Sánchez e Illa, que la defensa de los intereses de los representados y de los propios de cada uno de los votantes? Pero de esto, permítanme, hablaremos otro día, cuando el argayu vaya bajando estrepitosamente ladera abajo.

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