Barbón n'Ávila y otres

(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU UN APLAUSU, UNA ALVERTENCIA, UNES RISES (CABREAES) El domingo 9, el presidente Adrián Barbón visitaba Cebreros para hacer una ofrenda floral sobre las tumbas de Adolfo Suárez y del historiador Claudio Sánchez Albornoz. Se pueden hacer varias consideraciones, todas positivas, pero yo subrayo una: la del reconocimiento del papel de Adolfo Suárez como uno de los padres de nuestra democracia. Ahora que la Transición -es decir, la democracia- está siendo sistemáticamente cuestionada por los partidarios de las democracias de verdad, la rusa, la china, la cubana…, y por algunos laudantes de la franquista, el gesto de don Adrián merece nuestro aplauso. Se celebró en Villaviciosa el IV Congreso de Asturianía. En él se pone en valor lo asturiano, de dentro y de fuera, de antes y de ahora. Me sumo con entusiasmo a ese panasturianismo, pero he de advertir que, en ocasiones, nos encontramos con frutos no deseados de nuestro tueru. Ahí tienen ustedes: los Luggoni, un grupo humano astur, prerromano, y una huella de su presencia, Llugones, y una traza de su topónimo castellanizado en el apellido, Lugones, y una gloria de la que debemos honrarnos, el poeta Leopoldo Lugones, argentino. Pero, ¡ay!, he ahí que su hijo, Polito Lugones, inventó el terrorífico instrumento de tortura conocido como «la picana». Así que orgullo, sí, universal, sí, pero casi. Peñerando. Y ahora alguna risa, que, así mismo, merece la pena. Risa sin mezcla de pasión o dolor, como la que nos provoca el acuerdo congresual para que «asegún» y cómo no usemos la palabra «cáncer». ¿Y qué les parece esa norma de la UE por la que si usted pesca un sarrianu o un gobitu va a tener que comunicarlo electrónicamente? Y si no pesca, también. Bueno, son los tipos que creen que entre Uviéu y Xixón circula el AVE a 200 KM por hora. Un día nos van a decir cómo tenemos que orinar y comunicar la cantidad y la hora.

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