De que nada es gratis y una magna obra

(Ayer en La Nueva España) L’APRECEDERU DE QUE NADA ES GRATIS Y UNA MAGNA OBRA Si ustedes tienen la curiosidad de ir anotando las demandas sociales y empresariales que se van produciendo acumularán en pocos días una larga lista. La característica común a todas ellas es que, ya pidan más inversiones, más subvenciones o más desgravaciones, ninguna tiene en consideración de dónde va a salir el dinero. Es como si todo el mundo estimase que el dinero público no solo es de nadie, como doña Carmen Calvo afirmó en memorable ocasión, sino que se fabrica con la sola voluntad de querer darlo. Y, sin embargo, todo cuesta. Lo que se hace y lo que no se hace. Ahí tienen ustedes los costos disparatados de la luz. Entre otras variables antiguas, como, por ejemplo, los apoyos a las renovables, tiene alguna otra actual: la subida del gas natural y la de los derechos de emisión de CO2. Ambas tienen que ver con la apuesta de reducción de CO2 a una velocidad que no tuvo en cuenta sus consecuencias. Menos mal que, para arreglarlo, quienes más han apoyado esa apuesta, los muchachos de Podemos, van a salir a la calle en rogativa para arreglarlo, con un eco churchilliano: “combatiremos en las calles, combatiremos en el Gobierno”. Ser “mansos” (o sumisos) tiene también sus costos. He aquí lo que afirma el consejero principal de la Comisión Europea, Diego Canga Fano: “Asturias suele flojear al competir por ayudas de la UE: debe insistir”. Pero vayamos a lo positivo. Un aplauso a María Luisa Corrada y su generosidad, que ha hecho un depósito permanente de 34 obras de arte en el Muséu de Belles Artes. La otra buena nueva la tengo en mis manos en este momento. Son los seis tomos del Diccionariu Etimolóxicu de la Llingua Asturiana, en total más de seis mil páginas de letra apretada, obra del profesor Xosé Lluis García Arias. Una obra destacable en el conjunto de la filología europea.

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