Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Escribir torcío con ringleres dereches
(Ayer, en La Nueva España)
L’APRECEDERU
ESCRIBIR TORCÍO CON RINGLERES DERECHES
A veces, decisiones de los gobiernos que nacen llenas de buenos propósitos, al menos en apariencia, acaban resultando torcidas o crean problemas que no se sospechaban. Y es que, en general, se vomitan disposiciones con desconocimiento de la realidad y sin evaluación de las consecuencias; a veces, tan solo con la urgencia de quedar bien.
He aquí una, el llamado “bono de tren” para Cercanías, Rodalies y Medias Distancias. Gratuito, venía provocando quejas porque no era infrecuente que trenes que venían con todas las plazas «ocupadas» no admitiesen más viajeros, cuando en realidad tenían plazas vacías, es decir, «okupadas» por desaprensivos que, al no tener coste la gracia, reservaban un billete para no utilizarlo después. Tras muchas protestas, RENFE ha advertido a 75.000 «ocupadores» de que vienen utilizando esa práctica y les ha mandado un aviso, no de que les quitan el derecho al bono, sino de que, si siguen haciéndolo, perderán el derecho y la fianza (20 euros).
Al margen de lo discutible de la medida de la gratuidad absoluta, entre otras cosas, porque lo es para el que está en paro o para el estudiante y para el que cobra 3.000 euros al mes, uno se pregunta si quien puso en marcha la genialidad no sospechaba que otra cosa que no fuese la picaresca era impensable.
He aquí otra imprevisión. Se estimula la dotación de placas solares para los edificios. Pues bien, en toda España la Administración es incapaz de dar una respuesta, tanto a la tramitación de los expedientes como a la concesión de las subvenciones anejas. Aquí en Asturies, el Gobiernu admite que carece de los recursos humanos suficientes (en una Administración que engorda cada año) para la gestión y que existen retrasos que superan los seis meses. Hombre, por lo menos no estamos solos. Mas la pregunta es siempre la misma: ¿nadie hace previsiones?
¿Pero qué hay en esas cabezas?
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