Cada votante de derechas tiene un reto consigo mismo

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Ayer, en La Nueva España CADA VOTANTE DE DERECHAS TIENE UN RETO CONSIGO MISMO Un total de 186 escaños fueron los que Rajoy obtuvo en 2011 con 10.866.566 votos. En estas elecciones, la suma de PP y Vox alcanzó los 11.111.958 sufragios. Diputados, 169. Otro dato: desde 2015, la suma de los partidos de izquierda más los independentistas suma siempre mayoría absoluta. Las del 23J son las quintas elecciones seguidas en las que esa conjunción alcanza un guarismo de escaños superior a 176. Los resultados de 2015 y 2016 son muy semejantes a los de estas últimas elecciones. Como hoy, PP y Ciudadanos sumaron en estas últimas 169 asientos (137 y 32, respectivamente). Completemos: en 2019, con tres partidos, la derecha obtuvo un número de votos récord, 11.217.410. Escaños: 151. La conclusión es obvia: desde hace muchas elecciones, la derecha, dividida, no puede superar en escaños la suma de la izquierda más el voto independentista o paraindependentista. Pero hay un segundo parámetro fundamental: cuando se consigue atizar el miedo a la derecha, lo que no es difícil, la izquierda se moviliza en mayor número. Y, al mismo tiempo, algunos votos más “templados” del PSOE o de la derecha (parte de los de Ciudadanos, por ejemplo) rehúyen depositar su sufragio a favor de la derecha (recuerden aquello de Zapatero: “Nos conviene que haya tensión”). Es indudable, al respecto, que Vox, por muchas razones, provoca un profundo rechazo en una parte importante de la sociedad española, y, por ende, en bastantes de esos posibles votantes “templados” conservadores; al mismo tiempo que excita intensamente la movilización de la izquierda, que ha acudido a votar en estas elecciones en mayor número que en las autonómicas y municipales. Cualquiera que conozca algo la sociología de los electores de Vox sabe que hay ahí un poco de todo: jóvenes, obreros, gente mayor… Pero el núcleo fundamental lo constituyen gentes muy de derechas, la mayoría antiguos votantes del PP, que se niegan rotundamente a votar al PP por considerarlo “la derechita cobarde” (¡cuánto daño el de Jiménez Losantos a la derecha española!), “un partido socialdemócrata”, “traidores o incumplidores”, etc. Así las cosas, cada uno de los votantes de derechas debe tener en cuenta esas dos realidades: la imposibilidad de ganar divididos y la cualidad de Vox para espantar a los votantes “templados” y para movilizar a la izquierda. A partir de ahí, deberá valorar ambas realidades para emitir su voto: su fidelidad a sus principios (o prejuicios) o su entender como prioritario evitar que gobierne la izquierda. En la elección por cada uno de los votantes (las responsabilidades últimas no son de los partidos, estos procuran contentar a los ciudadanos dándoles lo que creen que ellos les piden) de una de esas prioridades se halla el futuro electoral de la derecha. Ese es su reto. ¿El futuro, por cierto? Pues dependiendo de las respuestas individuales a ese reto se puede caminar hacia el triunfo electoral o a una mayor fragmentación de la derecha, con un crecimiento de Vox y la pervivencia de dos derechas (o más) desagregadas y sin capacidad de triunfar.

Gracias, Vox

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(Ayer, en La Nueva España) GRACIAS, VOX No se me exciten, ni los hunos ni los hotros (que escribiría don Miguel de Unamuno). Lean, primero. Todo empieza en Xixón, en una emisora. Es una edila de Vox la que se manifiesta, respondiendo a la pregunta de si van a contratar a artistas que canten en asturiano: «Hombre, si se puede no, pero nunca se sabe». Y en cuanto al nombre de la ciudad: «En lo personal me gusta más Gijón». «Tenemos que estudiarlo, acabamos de llegar. Si es bueno Xixón, pues existirá. ¿Por qué no va a ser Gijón?». Fíjense en tres cosas: a) no sabe muy bien de qué habla, b) en todo caso, está en contra del asturiano, c) está dispuesta a censurar, a prohibir, a excluir (con el dinero de todos) a una parte, al menos, de la población. El pacto que suscribe con Foro y Moriyón reitera esa política de limitación o contención del asturiano (que ellos llaman “llingua”). Con posterioridad, doña Sara Álvarez Rouco y su correligionario, don José María Figaredo Álvarez-Sala, han querido matizar esas palabras y precisar su postura; con ello han profundizado en ese pozo de tres estratos: ignorancia, persecución/discriminación de la lengua asturiana, censura/marginación de aquellos que no les gustan. Ejemplos: «Vox cerrará la puerta a artistas que usen la cultura para hacer política». «Queremos tradiciones auténticas, no a los que usan un escenario para engordar chiringuitos ideológicos de los cuales viven cuatro o cinco amigos del poder». Tomen nota: Vox llevará una vigilancia de aquellos artistas que, en su opinión, cuando cantan hacen política (que no sea de derechas, claro); o, ni siquiera eso, que hablen de política (de la nefanda) fuera del escenario. Y como esa vigilancia y vocación inquisitorial les suena a ellos mismos un poco escandalosa, lo justifican: en realidad, vienen a decir, no hacen cultura (o música), sino engordar «chiringuitos ideológicos» de los cuales viven. De modo que la actividad real de esa gente vituperable es la de quinta columna del mal, de lo cual comen y viven. Pero, claro, eso así, en crudo, es tan impresentable que tiene que aparecer la cara b: «Vox defenderá la cultura asturiana verdadera»; «En Vox venimos a promover la cultura, nos abrazamos a las tradiciones nacionales y regionales auténticas». ¿Y cuál es la cultura asturiana «verdadera»? ¿Y la tradición regional «auténtica»? Pues, por supuesto, la que ellos digan —y no fueron capaces de proporcionar un solo ejemplo ante la prensa—. Pero ya que la causa de todo este desnudarse ediles y candidatos de Vox es la música y sus adjuntos, les diré lo que sí es para ellos auténtico y verdadero: las canciones que hablen de vaques y cuchu, las vestimentas y bailes de la antigua Sección Femenina. ¿Se extenderá más allá su tolerancia? Seguramente sí, pero probablemente a nada que suene a moderno o urbano. Y todo ello arranca de una postura política de fondo: están en contra de la cooficialidad, a lo que tienen derecho. Pero, cuando, a raíz de esa postura, empieza su discurrir sobre la realidad, se ve que, de verdad, contra lo que están fuertemente posicionados es contra el asturiano en todas sus manifestaciones, llámenlo ellos “la llingua” o “los bables”. Por cierto, ¿se dan ustedes cuenta de que todos los que dicen estar a favor de “los bables” (término en plural que se usa para degradar la lengua asturiana) y amarlos nunca dicen una sola palabra en ninguno de “los bables”? ¿Es que hay alguna forma de amar una lengua distinta a usarla? Por cierto, un par de datos para los abascalinos, si acaso tienen interés en algo. El primero, el nombre de Xixón es el original de la ciudad (entre otras cosas porque la “j” no se «inventa» en castellano hasta el XVII —en asturiano, nunca—). Gijón es una castellanización o deturpación del nombre original. Es, además, ahora, nombre oficial. Y otra notina: son los conservadores de toda la vida (carlistas, obispos, terratenientes, gente de la CEDA…) los que han escrito en asturiano. Si ustedes se toman la molestia de leer alguno de sus textos verán que escriben un asturiano culto, literario y prácticamente uniforme, lo que ustedes denominan despectivamente «llingua». ¿El título del artículo? No saben de qué hablan y cuanto más hablan más cavan el hoyo de sus disparates, sus prejuicios/antipatías y su voluntad valdesaliana (ahí, sí, en una pura y auténtica tradición asturiana). Me han proporcionado con ello unos momentos de jocundia. Siempre se agradecen. Dos «por cierto». Uno: en un establecimiento de Xixón negaron el servicio a un concejal de Vox por el hecho de serlo. Me parece intolerable de todo punto. Dos: doña Carmen Moriyón se ha expresado con claridad y reiteradamente al respecto de las políticas feministas y otras que llaman de «igualdad»; no lo ha hecho, sin embargo, con respecto al asturiano y la censura de Vox.

Y la muñeca Chochona

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(Ayer, en La Nueva España) Y LA MUÑECA CHOCHONA Ya saben cómo, en las ferias, algunos establecimientos, especialmente las tómbolas, anuncian todo tipo de regalos y facilidades para los clientes. Todo como en Jauja. Así los programas electorales de los partidos. El regalo más famoso de estos días, casi tanto como la conocida muñeca, son los 20.000 euros que Sumar-Yolanda promete regalar cada año a los jóvenes que cumplan 18 años. Sobre el modo en que se controlará el destino del dinero o el quién lo hará no ha dicho nada, porque, naturalmente, no se trata de eso. No le va en zaga PSOE-Sánchez, que se conoce que le ha cogido gusto a lo de regalar dinero. De ese modo a los 400 euros para gastos en casi todo (desde discos a toros) a los jóvenes que cumplen 18 años y al billete casi gratis para viajar por España y Europa a quienes tengan entre 18 y 30, añade ahora, para próximos años, si es que gobierna, la gratuidad del transporte público para niños y estudiantes hasta 24 años y la de los estudios universitarios y de FP superior para los que aprueben todas las asignaturas a la primera. Ya lo decía Rubén: «¡Juventud, divino tesoro!». Esperen, esperen. No queda aquí la cosa, este segundo binomio promete rellenar la llamada «hucha de las pensiones» con 5.000 millones anuales (actualmente, las pensiones tienen un déficit anual de más de 20.000 millones), además, naturalmente, de eliminar el déficit. Y en materia de vivienda, se obliga a solucionar la carencia de vivienda pública —y afectar así a la carestía del mercado— erigiendo 183.000 viviendas públicas (es solo un ejercicio de memoria histórica el recordar que, durante sus cinco años de mandato, el actual Gobierno lleva prometidas 450.000 viviendas que nunca han aparecido). Sumar no es más modesto, habla de dos millones de pisos baratos en diez años. Tanto PP como PSOE proponen medidas fiscales para facilitar a los jóvenes la compra de pisos (por cierto, ¿hasta qué edad se es joven? El PSOE sitúa la cifra en 39 años). En lo relativo a las pensiones, tanto PSOE como PP proponen revalorizarlas en relación con el IPC (al menos, por las palabras de Feijóo en el debate). El PSOE va un paso más allá y pretende establecer esa obligación en la Constitución. Ni que decir tiene que fijar como obligaciones constitucionales las imprevisibles e inmanejables ondulaciones del futuro económico constituye una entre tontería y vocación de suicidio. ¿Acaso no recuerda el PSOE cuando tuvo que congelarlas? ¿Acaso tampoco cómo se vio obligado a modificar el artículo 135 de la Constitución para garantizar la estabilidad presupuestaria? Y es que la realidad no se deja gobernar por las palabras. En materia de salario mínimo, tanto PSOE como PP se obligan a seguir subiéndolo, pero anoten ustedes estas palabras de Feijóo: «Un incremento que no cuestione la viabilidad de las empresas», algo cercano a la cuadratura del círculo o a no comprometerse a nada. Y antes de la pregunta, apunten ustedes: Sumar-Yolanda, en el punto 29 de su programa, pretendía establecer un tribunal de censura de los periodistas, con capacidad para expulsarlos de la profesión. Tuvieron que quitarlo inmediatamente, pero indica a las claras (también para sus votantes, espero) de quién estamos hablando. Y, ahora, la pregunta, ¿y todo ese dinero, más la Chochona, de dónde va a salir? Pues ya se sabe, «del Gobierno», como dice un famoso monólogo, o del «burru Cagarriales», según podría apuntar yo. Es verdad que ellos dicen que de los ricos. ¡Ah, bueno! Como ustedes saben, un aumento del gasto solo puede venir de un crecimiento de la productividad, de un incremento del «pufu», esto es, de la deuda, o de una subida de los impuestos (incluida la fórmula «silenciosa» de no deflactar la inflación). El resto es palabrería. Claro que, como aseveraba el ilustre socialista François Mitterrand, las promesas electorales solo comprometen a quienes creen en ellas. O, en vulgar, «prometer hasta meter…».

La Cuevona (Ribesella): Recordando y presumiendo

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La Cuevona (Ribesella). Recordando y presumiendo. Anuncia la prensa: "La Cuevona de Ardines acogerá este verano cuatro obras teatrales de compañías asturianas". Pues bien, quiero recordar que La Cuevona (que llamaben tamién "La Cueva'l tenis") dotóse d'accesos, iguóse dientro y saneóse na parte superior tando yo al frente de la Fundación Pública de Cueves y Yacimientos Prehistóricos (1979-1983). La inauguración féxose'l tres d'abril de 1981, y el primer conciertu qu'ellí se dio fue de la Orquesta Sinfónica d'Asturies, que dirixía Victor Pablo Pérez, y que dependía de la Fundación de Belles Artes, que yo tamién presidía, y de la que dependíen el Muséu De Belles Artes y la Orquesta. Pongo una semeya del día d'inauguración de La Cuevona, y aprovecho pa recordar a los miembros de la Fundación, que, amás de la mio persona, yeren: Vocales: D. José Manuel Alonso Paniceres y D. Magín Berenguer Alonso; Secretariu: D. Jaime Baladrón Rodríguez; Interventor: D. José Ramón Mora Piñán.

De Campanal a Orlegi

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(Ayer, en La Nueva España) DE CAMPANAL A ORLEGI No, no se trata de una cuestión meramente futbolística. Con «Campanal» me refiero a la antigua y famosa fabada, no a ninguno de los Campanal, asturianos y futbolistas. Si traigo aquí el nombre de la fabada enlatada es porque acaba de aparecer la noticia de que una conservera cántabra ha comprado la marca a otra conservera, cántabra asimismo, que, a su vez, la había adquirido en Xixón, donde había nacido, precisamente de la mano de un tío y abuelo de los futbolistas. Los que tengan una cierta edad («cierta» es un delicado eufemismo) recordarán un largo número de fábricas y productos que han dejado de existir o han sido comprados por inversores extranjeros: chocolates, por ejemplo, cervezas, mantequilleras, conserveras… En la mayoría, si no en la totalidad de esos casos, las industrias, al desaparecer, han dejado tras sí tal vez su nombre en el lugar que ocupaban, y, siempre, el vacío de su actividad y sus empleos. Cuando, como en la circunstancia de la citada fabada, subsiste su nombre fuera de nuestro país, es solo esa sola sombra de la antigua realidad lo que subsiste. En otros casos lo que ocurre es que capitales (multinacionales, generalmente) se hacen cargo de los negocios que antes fundaran y regentaran capitales y emprendedores asturianos: pongamos Aguas de Cuevas, pongamos Fabada Litoral, pongamos… Con esos o con otros nombres, los productos del ramo de la alimentación que se han ido llegan a los consumidores locales, pero los beneficios no revierten en bolsillos de asturianos ni se gastan en Asturies, sino que van a inversores o fondos extranjeros. Y, en general, además, las grandes compañías de ventas alimentarias de fuera llevan una gran parte de la tarta de los beneficios del consumo asturiano, en competencia con las que son de aquí. Lo mismo que hemos señalado para el ramo de la alimentación, podríamos apuntarlo para otros, como el textil o el de los muebles: las pequeñas fábricas no pueden competir con las grandes en un mercado global: el mercado local es copado por la empresa de gran tamaño; los empleos locales desaparecen. ¿No existen en Asturies empresas de raíz asturiana capaces de competir en el mercado interior y expandirse? Sí, lo hemos señalado muchas veces, y lo hemos premiado en su día, con el Premiu a la Meyor Empresa Asturiana, durante doce ediciones del galardón. Pero la mayoría necesitan de fusiones y participaciones para competir en un mercado global; Alsa, Windar, del Grupo Daniel Alonso, Latem, Duro Felguera son algunos ejemplos de ello. Cuando se habla de crear empleo, de detener la sangría de la emigración de los más preparados, de defender nuestra sanidad y nuestra educación, se postulan remedios que son poco más que tiritas o simplemente fórmulas mágicas como la de la pizarra de Carrio para esconxurar al Ñuberu. Lo que necesitamos es actividad económica, es decir, empresas, es decir, capitales, es decir, capitalistas. Y, por tanto, necesitamos que lo de aquí crezca y que lo de fuera se anime a venir. Así de simple, así de complicado. Por eso, cuando veo que IU —y la izquierda en general— critica al PSOE, a Juan Cofiño, en particular, «porque habla mucho con los empresarios», me echo a temblar. Por cierto, he aquí otro sector de donde han desaparecido los capitales asturianos, el fútbol. Ha sido el capital mexicano el que ha venido a sustituirlos. Y, si tenemos un poco de memoria, muy reciente nada más, recordemos cuánto hemos celebrado la desaparición de esos capitales asturianos y cuánto hemos hecho para echarlos. Una muestra más de una de esas pulsiones dominantes en nuestra sociedad con las que corremos entusiasmados hacia un fracaso que perseguimos en pos de lo que fabulamos como un éxito o como una parte de nuestra identidad.

Dos estilos frente a frente (sobre'l debate)

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(Ayer, en La Nueva España) DOS ESTILOS FRENTE A FRENTE Es lo fundamental del debate: un estilo más agresivo el de Pedro Sánchez, más contenido el de Núñez Feijóo. La agresividad del Presidente se manifestaba en su gestualidad, en la interrupción casi permanente al aspirante y en su argumentación: repetidamente reiteró el argumento de la yunción PP-VOX, fáctica o teórica. En consecuencia, la igualdad de tiempos que en los marcadores campeaba constituyó un punto de ficción. ¿A quién benefició más esa actitud, previamente estudiada? Lo ignoro. Por otro lado, frente a esa insistencia en la argumentación de la igualdad entre PP y VOX, Feijóo insistió en la ligazón del PSOE con Bildu y ERC, recordando sus apoyos, la ligazón de uno con ETA y el golpe sedicioso del otro. Uno y otro fueron los argumentos centrales del debate. Por otro lado, Feijóo insistió en buscar un pacto para que gobernase la fuerza más votada, de lo que escapó Sánchez como un esculibiertu. En las demás materias, economía, vivienda, pensiones, educación, sanidad, derechos sociales, protección de las mujeres, pactos, política territorial, política exterior cada uno escapó de aquello que no le convenía y subrayó lo que le venía bien o hacía daño al contrario. En lo relativo a los datos, bastaba con tomar fechas distintas para que los resultados fueran distintos; en otras ocasiones, a los datos del presente se oponían planes de futuro, por ejemplo, en materia de vivienda, como hizo el actual presidente. En fin, que «-¿A dónde vas? –Manzanas traigo», como ocurrió al discutir sobre Marruecos y apareció Irak. Así discurrió el debate.

Recomendación: Me han hecho un tattoo

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Recomendación: "Tienes en tus manos, lector, una magnífica historia. Es una historia personal, la de la autora, pero también colectiva, la de los tiempos más duros del coronavirus y del confinamiento. Hospitalizada, con riesgo de su vida por errores médicos, nos cuenta esos momentos angustiosos y los recuerdos y esperanzas que a su memoria acuden. Narradas vivamente esas horas, con una prosa preciosa y precisa, junto al dolor y al temor, aparecen reflexiones y humor que nos hacen admirar la persona de Olga Pérez, más allá del personaje que se debate entre la muerte, el miedo y el amor". (Pallabres míes de la contraportada).

UN DOCUMENTU ESTREMECEDOR Y ESCLARIADOR

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Un documentu estremecedor y esclariador: Invito a lleellu, tanto a los qu'esperen la Parusía ensin facer nada pa que baxe del cielu, como a los reburdiadores contra l'asturianu qe desconocen cómo fue y ye la persecución contra la nuestra llingua, esto ye, l'insultu y l'escarniu a los sos falantes: DIZ AMBÁS, EL NIETU CELESTINA CA SANCHU, QUE TENEMOS QUE PONELLO COMO LO DICIMOS Eduardo Lagar 07•07•23 | 04:00 ASTURIANOS EN GRAU: Xosé Ambás JULIÁN RUS Xosé Ambás, enfermero, estudioso y recopilador de la cultura tradicional y músico. Xosé Antón Fernández Martínez, "Xosé Ambás" ha salvado del olvido un ingente patrimonio inmaterial de cantares tradicionales, que difunde y sigue recopilando con ayuda de Ramsés Ilesies. No hay pueblo de Asturias donde no conozcan a este enfermero que trabaja en el HUCA y que, ahora que va a cumplir los cincuenta, ya él mismo se ha convertido en un tesoro viviente de la cultura asturiana -Na prensa, na tele, nos medios de comunicación, la xente ponte títulos que nun tienes. Ya, caro, a la xente parez-y que yas tu’l que te pones los títulos. Entós, Eduardín, nun me pongas antropólogu, nin etnógrafu, nin musicólogu, nin historiador, nin folklorista. -¿Qué pongo entonces? -Ponme Xosé Ambás, enfermeiru de profesión, estudiosu ya recopilador de la cultura tradicional por pasión ya, por supuestu, músicu tradicional. Xosé Antón Fernández Martínez, llamado “Xosé Ambás” por el pueblo de Grau donde nació, en la familia quesera de Ca Sanchu, y con los títulos citados anteriormente, es un tesoro regional. Genio y figura. Son incontables los cantares que ha ido recopilando desde los catorce años, recorriendo incansablemente todos los pueblos de Asturias. Un ingente patrimonio inmaterial que salvó del olvido y que sigue difundiendo con ayuda de Ramsés Ilesies, su mano derecha en el Archivu de la Tradición Oral d’Ambás (ATOAM). Así cuenta Ambás su vida y sus referentes vitales: “You nací nos setenta. Nací en mayu del setenta y cuatro, faltaba un añu y mediu pa que morriera Pachu. Presumo you cola xente de que me tocóu todavía la dictadura, o sea, presumo de vieyu. Poucu, pero tocóume, eh. Asina que tou rayando’l mediu sieglu”. “You nací n’esta casa au tas. Esta casa llámase Ca Sanchu, en conceyu Grau. En tolos llugares del conceyu Grau la tradición yá que las casas tengan nombre. Del Centru pal Oriente esa tradición piérdese. N’esta zona todos sabemos de qué casa somos”. “Ya miou pá yá Sanchu, pero yá José Antonio. Ya miou güelu era José Antoniu Ca Sanchu. Ya you, pa mucha xente d’esti territoriu del suroccidente de Grau, pa la xente d’estos pueblos, sou Sanchín. You, bautizáu, sou José Antonio. En castellanu, como miou pá, como miou güelu. Apellídome Fernández Martínez. Hai un apellidu noble que lu perdí pol camín, Cienfuegos, pero tou mui arguyosu, anque nun reivindico nada los apellidos nobles. Miou buelu maternu llevábalu de segundu”. “Yá te dixe que, bautizáu, soi José Antonio. Pero pasaos los años, ya metíu cada vez más na reivindicación cultural ya llingüística, llegóu’l tiempu nel que decidí cambiallu ya poner Xosé Antón Fernández Martínez. Ya hai un setor de la población, el mayor, que de magar marchéi pa Uviéu pa estudiar, empecipióu a llamame Ambás, que tamién yá bastante tradicional llamar a la xente pol llugar d’au vienen”. “Atiende, you cambiéi’l nombre pos igual con 18 años, namás que pude. Las cousas túvelas claras yá de mui rapacín, eh. Tuve mui clara la cultura, la identidá, d’a ú vinía, lo que revindicaba ya lo que me gustaba. Ya you namás que vi qu’eso podía faello, cambiéime a Xosé Antón. Nel ambiente sanitariu tol mundu me llama Xosé o Xose, pero nel mundu de la cultura tradicional, Ambás”. “Ya en casa, llámanme Jose. Porque foi como me bautizanon. ¿Val? Asina que mira cuántas maneras de llamame pa tan pouca cousa”. Miou buelu. “Ya you lleguéi a estudiar enfermería a Uviéu. You tenía una tradición familiar que me feixo arimame a la enfermería. Miou buelu, el d’esta casa, José Antonio Ca Sanchu, que foi presu políticu ya taba mui marcáu políticamente, era un home comunista que na posguerra foi presu políticu na cárcel d’Uviéu. Era un home que n’estos pueblos, sin tener formación académica n’enfermería, pero siendo más qu’un curiosu, feixo de praticante. ¿Ya por qué digo que siendo más qu’un curiosu? Porque na tradición había curiosos ya curiosas que casi siguían un métodu tradicional p’atender partos, pa curar a la xente. Miou buelu era un home que nunca pudo estudiar, por falta de medios como tanta xente, pero non por falta d’intelixencia. Pero gustába-y la medicina ya gustába-y el trabayu d’atender ya curar a la xente. Ya entós tenía llibros. Ya era mui bonu atendiendo partos. Pero científicamente, non col métodu tradicional. Él formóuse él”. “Conservamos la ferramienta, el maletín. Era un home qu’estudiaba por sou cuenta la enfermería, la medicina, lleía muchu. Yera de convinciones comunistas. Miou güelu sí que tenía ideales. Era padre de miou pá, el padre de Sanchu. Miou buelu, col que me criéi, el home de Celestina. Él pa mí foi mui importante na tresmisión d’ideales ya del oficiu de praticante. Por eso tou marcáu pola enfermería. Me parez que muríu’l probe nel 1996. You acabo la carrera en 1995. Tocó-y veme formame ya trabayar un añu de praticante”. “Fui prácticu, foi una decisión de buscar avíu. D’aquella, enfermería era una carrera curtia de tres años, pero que tenía futuru. La xente salía ya trabayaba. Ya you quería tener un trabayu lluegu pa poder dedícame a lo que más me gustaba, recopilar cantares. Pero fícela teniendo vocación porque la carrera, igual Medicina qu’Enfermería, hai que tener vocación, tien que gustate curar ya atender a la xente”. Celestina Ca Sanchu. “Home, a la buela Celestina disfrutéila hasta los cuarenta y muchos. Mi buela, cuando muríu tenía 98 años, llevaba-y doce años a miou buelu. Por eso tuve la suerte de tener a la buela tantu tiempu. Foi la meyor amiga que you tuve, la meyor maestra que you tuve, la meyor informante, la que falaba un asturianu perfeutu cien por cien. Pa mí foi fonte d’inspiración, el diccionariu del que chaba mano you siempre. Échola en falta. Pero nun tengo esa sensación de pena, de ‘tenía qu’haber aprovecháu más a mi buela’. ¡Aprovechéila tantu qu’acabóu fartuca de mí! Pero ella taba contenta, a ella prestába-y. Cada vez que venía ya se alcordaba d’algo que-y paecía interesante dicíame: ¿a que nun sabes qu’yá esto?” “Hai una anécdota… Una vez vienen de la conseyería a vella, nun séi quién sería. Taba miou buela, taba mi ma, que normalmente dicen: “Ya cousa del neñu que lo quier poner n’asturianu, nun somos nosoutros, yá él que gusta-y eso”. Pero mi buela tuvo una esplicación tan bona… Aquella rapaza garróu la etiqueta de Grau ya dixo: ¿Pero cómo ponéis Grau? Ya mi buela, qu’era una llabradora, que nun sabía esplica-y científicamente nin llingüísticamente por qué había que dicir Grau, díxo-y: “Bono, ponemos Grau porque diz el miou nietu que tenemos que ponello como lo dicimos”. Ya dixo ella: “Ya you digo Grau”. Así qu’aquella muyer, Celestina, una llabradora, n’esi momentu atrevióuse a dicillo n’asturianu. Nun dixo: “Ye que falamos mal”. Dixo: “Ye que lo ponemos como lo dicimos”. Los comienzos de un investigador. “Con 14 años, n’esti pueblu d’Ambás, lo que you tinía era afición pola música tradicional. A mí gustábame la gaita, you quería tocar la gaita. Ya you quería que me cantaran cantares porque you quería tener repertoriu pa la gaita. You dicía: ‘Bulita, cántame cantares’. ¿Qué sabía you lo qu’era archivu nin tradición oral, nin patrimoniu inmaterial? Qu’iba a saber. Nun sabía nada”. “Esas primeras grabaciones que you faigo son sin métodu, a lo xo. Siempre-yslo digo a esta xente con tanta titulitis, con tantu clasismu, con esa enfermedá qu’inculca la universidá. Porque la universidá, a investigadores como you, investigadores que lo fixenon pola pasión más que pola formación, pero que desarrollanon una formación brutal ya que tan pa dar clase na universidá de muchos telares, nun se nos quier demasiáu. Ya a mí eso duelme. Cuéntote eso porque tou recién salíu d’una historia que me mancóu a esti nivel, precisamente. Una persona dixo: ‘¿Cómo yá qu’anuncian a Ambás como investigador?’ Ya you dixe: ¿Pues dicíime cómo me tenéis qu’anunciar? Eso yá mui dolorosu pa una persona que lleva 30 años recopilando patrimoniu inmaterial, que yá fonte d’información pa una pila d’estudiantes d’una pila de carreras que pican a la nuesa puerta”. “You na universidá tamién tuve. La universidá, la que me formóu en folclor, n’antropoloxía, en cultura tradicional, au you tuve tantos profesores qu’iba llevame tiempu dicítelos, fonon cientos de muyeres ya de paisanos que me tresmitienon esos conocimientos qu’outra xente con más formación que you sigue buscando n’esos llibros míticos publicaos va cien años: Aurelio del Llano, el cancioneru de Martínez Torner. Cuando muncha xente ta na biblioteca faendo’l refritu del refritu. Pero hai una realidá ahí fuera. Hai un patrimoniu oral vivu qu’hai que recoyer. N’esti tiempu”. La trasmisión. “Cuando era un rapacín, ya you nun tenía nin métodu nin nada, lo que buscaba era cantares porque you quería tocar la gaita. Un rapaz de 14 de años que taba n’esti pueblu tovía, que baxaba a Grau al institutu. Ya pasaos los años paséi a Uviéu a estudiar la carrera d’Enfermería. Ahí yá yá au you me pongo en comunicación con outra xente, au conozo más mundu. Por eso yá tan importante abrir la cabeza, viaxar, conocer xente. Entós you, col pasu’l tiempu, yá cuando m’entero de qu’eso que you taba fayendo era recoer patrimoniu. Amás you víalo sin que naide me lo dixera. You vía perfetamente que las muyeres qu’a mí me cantaban ya me contaban eran vieyas que desapaicían. Dime cuenta qu’esa llabor era importante porque si nun se recopilaba, si nun se grababa, iban a desapaicer”. “Ya you vía qu’esi patrimoniu que sabían las vieyas nun lo sabían los fíos ou las fías. Ou sabían poucu. Ya foi au me di cuenta de qu’esa tresmisión taba partida. Ahí yá au entra’l papel del recopilador. Porque si la tresmisión oral siguiera viva… ¿pa qu’iba tar you? Eso ta paráu. ¿Quién escucha un cantar de los buelos?, ¿quién atiende pa un cuentu?, ¿au tán los buelos agora?, ¿a ú tán las familias troncales au nos criamos tres xeneraciones como me criéi you?” “Siempre que dou conferencias ou esplico, digo esto: ‘Todos tenéis un patrimoniu de casa. ¿A que sabéis algún dichu de la buela?’. Entós, el que más ya’l que menos, sabe algo del buelu ou de la buela. Pero’l tiempu pasóu. Vou faer 50 años. El mundu rural foi a menos, la familia troncal ta n’extinción. Los buelos tán en residencias. Los nietos ven poucu a los buelos. Hai tele, hai internet, hai Instagram, hai Facebook. ¿Quién escucha a un buelu contar un romance de siete minutos?” Un apache. “Los buelos eran importantísimos na tresmisión d’esa cultura tradicional. Miou buelu díxome cómo se llamaban los páxaros, los árboles. Díxome que los güevos d’esti nial eran pintos ya d’esti color porque eran de tordu. Estos outros de cerrica. Ya esti refrán pa sacar una xiblata. Ou esti outru qu’hai que dicir cuando canta’l cuquiellu: ‘Cuquiellín del rei, paliquín d’escoba, ¿cuántos años faltan pa la miou boda?’ Esi patrimoniu oral nun foi’l qu’Ambás foi a recopilar, foi’l qu’Ambás mamóu. You tengo un patrimoniu de casa que vien comigu. Criéime n’esi mundu, nun me criéi nun mundu urbanu. Ambás yá de los poucos investigadores que nun vien d’esi mundu urbanu. Ya esto sí tienes que recalcallo, que vien del pueblu. Ambás nun investiga los apaches. Yá qu’Ambás yá un apache” [risas]. Las señas de identidad. “Esti trabayu míu val, primeiru, pa nun perder las señas d’identidá que nos definen como pueblu. Porque you tamién puedo dicir: ¿pa qué you sigo falando como falo si los políticos odian esta llingua, si hai una guerra, si la tán politizando? Yá, pero resístome a perder la identidá na que me criéi. Más cuando se m’inculcóu ya se m’educóu pa que la rechazara. Inculcóuseme pa esto: ‘Hay que marchar d’eiquí’, ‘esto nun val pa nada, nin’, ‘Somos analfabetos’, ‘Nun falamos, lladramos’. Esa frase parezme desgarradora. Cuando me dicían las muyeres d’eiquí: ‘Home por dios, qué vamos a dicir nosoutras si nun sabemos falar. Nosoutras lladramos’. Comparaban la nuesa llingua col lladrar d’un perru. Tenían a mengua lo sou, porque desde fuera-ys fixeran tenella a mengua porque se rían, porque cuando iban a tal sitiu mirábanlas ya dicían: ‘Sabe Dios de qué braña son esa xente’. You esto túvelo en casa. ¿Cuntáis qu’en miou casa-ys prestaba que you siguiera falando como ellos? Non. Dicíanme: ‘Nun faigas la comedia, por dios. A los médicos nun-ys fales asina que van rise de ti’, ‘Fala bien, eh, que nun se rían de ti como se rienon de nosoutros’. ¿Por qué ta vacíu’l mundu rural? Coño, porque formáronnos pa marchar, qué tristeza, pa despreciar lo propiu. Naide nos formóu pa quedar. Pero you, como tou a la contra, nun me fixenon odiar lo miou, fixénonme sintir arguyu”. Bulita, fala como falamos. “Entós esto vien a colación de que you, na escuela, en Grau tuve suerte. Tuve un profesoráu que punxénonme en valir el mundu rural. Siempre lo cuento. Ya fiximos como salidas de campu polos pueblos. Non col tema llingüísticu. Pero sí col mundu rural. Vou contate una anécdota. Primeiros de los años 80. Ponte que tuviera once añinos. Grabamos a miou buela filando. Bulita sacóu las escardas ya púnxose a filar, you taba arguyosu de mi buela. Tenía un arguyu, dios, de ver a mi buela… arguyu del mundu rural, de lo qu’éramos. Nun me daba vergüenza, non. Entós tábamos allí filando ya mi buela, como eran maestros, tenía prexuíciu llingüísticu. Ya mi buela dixo esto: ‘Bueno, ahora cogemos la lana y entonces damos así para hacer el hilo”, ya you era como ver a miou buela falando en chino. Ya d’aquella nun sabía mui bien por quéi. Como la sentí rara, na grabación oíaseme dicir: ‘Bulita, tu dilo como lo dicimos’. You nun sabía nin de llingua nin de nada. You era inconsciente, pero vi que mi buela cambiaba aquellu ya qu’era como ortopédicu. You ehí dime cuenta de que taba pasando algo. Siendo un guah.e”. Autoodio. “You pienso que la identidá d’unu faite apreciar la identidá de tolos pueblos del mundu. Ya you pienso que nun tenía que tar politizáu. Atención, en Galicia, el PP fala galego, nun tienen problema. ¿Por qué la derecha asturiana, ya parte de la izquierda, una parte del PSOE tamién, tienen problema col idioma? Yá l’autoodiu del pueblu asturianu. Hai un autoodiu que nos mata, negamos la realidá. Dícente: ‘¿D’ú sacas eso?, ‘Tas inventándolo’, ‘En cada llau fálase diferente’. ¡Claro, tolos idiomas tienen variantes llingüísticas! ¿Ou pensáis que’l castellanu ye igual en Murcia qu’en La Rioja? Tou yá buscar un problema. Somos un pueblu grandón fuera de Payares, pero mui autodestructivu. Dame una pena… “Siéntome queríu pol pueblu asturianu. Siento que’l trabayu que fixe valórase, siéntome profeta na tierra. Pero siéntome en minoría con outros planteamientos ideolóxicos, como’l querese más, como’l sentir arguyu de la llingua de casa. De tantas cousas. Dame pena que tengamos una cultura cachopera. Qu’agora pensamos que’l cachopu ye una seña d’indentidá. O sea, tenemos una gastronomía espectacular ya exportamos el cachopu como seña d’identidá. Yá terrible”.

Dos reflexiones desde un cuarto hospitalario

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L’APRECEDERU DOS REFLEXIONES DESDE UN CUARTO HOSPITALARIO Un leve problema me lleva a ingresar en Cabueñes. Desde mi habitación veo parte de los cordales de Deva y La Camocha. A última hora de la tarde, contemplo el vuelo de seis garcillas, pero no es eso lo que llama mi atención, sino la huella humana en los cordales. Subsisten algunos prados, todos segados, de un verde brillante, pero la mayor parte del territorio está ocupado por eucaliptos, algunos en pequeñas matas, otros en grandes manchas. En pocos años, la mayoría de los prados desaparecerá y aun hoy, seguramente, su aprovechamiento es más para el ganado de carne que para el de leche. De modo que el paisaje ya no será “el nuestro” de hoy, como hoy ya no es el de ayer. A otra reflexión me induce la vida del hospital. No solo los médicos, en sus diversas especialidades, y las máquinas para explorar y diagnosticar, lo más visible. Está el capital invertido en su instalación y conservación. Pero, además, hay un flujo incesante de servicios que se prestan a quienes acuden a consulta, incluidos los administrativos. Y no digamos nada de ese río que en un correr de veinticuatro horas atiende a los ingresados: las enfermeras que toman las constantes del enfermo, lo vigilan o le proporcionan las medicinas; las limpiadoras. Y después los suministros: los alimenticios, desayuno, comida, merienda y cena con sus especificidades para quienes necesitan una dieta particular; la ropa limpia de cama, las toallas, el pijama diarios. Todo ello, además, es un flujo que sale fuera del edificio: hacia las cocinas, donde laboran otros operarios, y los proveedores que a ellas acuden. Y, menos visibles pero no menos necesarias, las cañerías y el agua que el Ayuntamiento suministra, la basura que recoge y transporta a Cogersa, los barrenderos, los jardineros… Un universo costoso, eficaz e imprescindible del que no solemos darnos cuenta cuando nos preguntamos por nuestros impuestos.

Y, sin embargo...

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Y, SIN EMBARGO… Las palabras del presidente de la Confederación Asturiana de la Construcción, Joel García, pidiendo desviar fondos de Educación y Sanidad al mantenimiento de infraestructuras han causado un notable escándalo. Y no me extraña; dichas así, en crudo, da la impresión de que la CAC carece de un responsable de comunicación, o que, de tenerlo, hace tiempo que no le paga. Y, sin embargo… La presidenta de FADE, María Calvo, ha apuntado hacia el mismo problema, la estructura de nuestro presupuesto y las limitaciones del gasto, pero lo ha hecho con mayor prudencia: «Así que habrá que gastar mejor. Pero esto habrá que hacerlo sin deteriorar la educación y la sanidad». Pero cuando volvemos a alguna de las palabras literales de Joel García encontramos en ellas un punto de reflexión: «No es posible –dice– que con caída de natalidad haya más gasto en educación». ¿Es así? Lo es. Y la razón es que nadie, sindicatos, padres, ayuntamientos, quiere renunciar a nada, aunque las aulas se queden casi sin alumnos, aunque la proporción de alumnos por profesor sea ridícula. Se exige más: el mantenimiento de las aulas, los refuerzos de profesores, la disminución de la ratio de alumnos por docente… siempre más. Y en sanidad ocurre otro tanto de lo mismo: más médicos en atención primaria, más contratación en los hospitales, más plazas en salud mental, nuevos tratamientos y fármacos, apertura de nuevos centros de salud… Probablemente todas las demandas tengan un punto de razón o, incluso, de justicia. El problema es que todo el mundo exige más, desde los usuarios a los profesionales, sin que nadie se pregunte nunca de dónde va a salir el dinero para ello, como si, al igual que el maná, cayese del cielo o saliese del depósito inagotable del burru Cagarriales, al que bastaba levantar la cola para que eyectase monedas de oro. Y, sin embargo, nuestras cuentas públicas están al límite, el gasto ordinario consume la mayor parte de estas, quedando poco dinero para inversiones, en infraestructuras o de estímulo a las empresas y al sector productivo. De momento, estamos destinando dinero público a la inversión principalmente gracias a los fondos europeos (por cierto, en buena parte, en instalaciones absolutamente improductivas), pero en cuanto se agoten —y habrá que pagarlos, además, de una forma u otra, en mayor o menor plazo— esa bicoca se acabará. Por otro lado, nuestros presupuestos, ocupados en gran medida por el gasto corriente, están dopados extraordinariamente por el déficit y la deuda, los del Estado, los de las autonomías, los de la mayoría de los ayuntamientos. E, inevitablemente, además de gastar mejor, habrá que reducir el gasto en algún momento. Es cierto que un aumento notable de la recaudación vía crecimiento de la productividad y del empleo podría mejorar la situación; pero no se ve cómo va a ocurrir esto ni en el conjunto de España ni en Asturies, que está a la cola en ambos parámetros. No hace falta explicar, además, que el esfuerzo fiscal es ya lo suficientemente alto, con salarios y beneficios empresariales, especialmente los primeros, devorados por la inflación. De modo que no se ve fácilmente cómo va a abrirse una bocana por donde alumbre el sol. En otro orden de cosas: la paralización de la justicia a lo largo de meses es uno de los mayores escándalos de la democracia en años. Digámoslo con claridad.

Una crítica de Vicente García Oliva al mio Como yéramos

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http://www.trabayudecampu.com/lliteratura/como-yeramos/
«COMO YÉRAMOS» 02 JUL Esi ye’l títulu del últimu llibru del anterior Premiu Nacional de Lliteratura, Xuan Xosé Sánchez Vicente, acabante de salir en llibreríes y col que tuvi’l placer de presentar los mios cuentos de fútbol, recoyíos en «Un par de botes». Quiciás por casualidá, o igual por edá, peme que, anque los cuentos de Xuan Xosé y los míos son mui estremaos, tienen de dalguna manera dalgo de complementarios. Nun voi a insistir nello porque eso daría pa otra entrada distinta d’ésta y lo que yo quiero, equí y agora, ye falar (o escribir) de los d’él. «Como yéramos» atropa 14 cuentos inéditos (menos un publicáu en LNE) que podríen agrupase en dos estayes bien diferenciaes: los trece primeros son mui homoxéneos en tiempu, temática y personaxes, al puntu que podríen formar distintos capítulos d’una mesma novela. Los caberos tres compónenla, una pequeña pieza teatral, una especie de memoria novelada y un cuentu pa rapazos que se desendolca n’actualidá. Toos ellos perfaen una obra aparentemente cenciella, d’un xéneru que podría considerase costumista, pero que’n realidá enzarra una güeyada mui aguda sobre los años de la posguerra española. Una güeyada qu’asoleya toles servidumes, toles miseries, tolos suaños esbayaos d’unos seres que lluchen por aflorar nuna sociedá mísera, que tien como única posibilidá de salvación la fuxida al estranxeru. La emigración… o la suerte, que nun suel ser abonda pero que, dacuando, pudiere algamate. Asina, ente «ciudadeles» y casines probes pa probes, vamos viendo lo difícil que fue pa munchos de los nuestros antepasaos, güelos ya inclusive padres, sobrevivir con un aquello de dignidá a la falta de trabayu o a los mil emplegos qu’había que facer, non pa llegar a fin de mes, sinón mesmamente pa llegar al día siguiente. Cuentos que se lleen con un ciertu «aforfugu», porque prestaríate poder entrar nes páxines del llibru pa echa-yos una mano a los protagonistes d’unes vides tan escures, tan -diba dicir- inútiles, anque la vida humana siempre tien una xustificación, nunca ye inútil del too. Son estos cuentos de Sánchez Vicente de lo más guapo que tien escrito en narrativa, si ye que podemos emplegar la pallabra «guapo» a unes histories que seríen (y quiciás lo son) sórdides, a nun ser pol toque d’humanidá que l’autor consigue tresmitir a los sos personaxes pa que consigamos velos como lo que son: persones desdichaes nun mundu que los maltrata. Falamos, pues, de perdedores, anque cuasi siempre, por mor de la mano del autor, consigan salvar la so dignidá. Pequeñu/gran llibru, pues, d’un escritor que tovía tien munches coses que nos contar. Dafechamente recomendable.