Un archivo universal para el asturianu

(Ayer, en La Nueva España) UN ARCHIVO UNIVERSAL PARA EL ASTURIANU Sobre nuestra lengua y nuestra literatura existe un desconocimiento prácticamente general. Se podría pensar que ese desconocimiento lo tienen principalmente los “odiadores”, un grupo de personas, asociadas, por lo general, a un tipo de discurso que ellos llaman “ideología”, que odian el asturiano y lo combaten con todas sus fuerzas (y falsedades), como si tras el amor a la lengua de nuestros padres se escondiese el Maligno. Pero no son únicamente esos tipos: el desconocimiento se extiende por la mayor parte de la sociedad, tanto entre los indiferentes como entre los que teniendo una cierta estima por su tradición, la ignoran. Es curioso que en estos tiempos sea, en general, la derecha quien se manifiesta de forma más hostil hacia el asturiano (lo que, siguiendo una tradición de décadas, siguen llamando “bable”), mientras que una parte de la izquierda, que históricamente le ha sido más indiferente o combativa, que de todo hay y ha habido en la viña del Señor, tiene ahora más aprecio por esa creación histórica del pueblo asturiano. Y es curioso porque, en general han sido la Iglesia -el arzobispo don Manuel Fernández de Castro, por ejemplo-, los universitarios -tal Justo Álvarez Amandi, Félix Aramburu o Acevedo y Huelves- y las gentes de derechas -como el carlista Juan María Acebal- los defensores, amadores y escritores en nuestra lengua. En ese sentido no hay que olvidar la literatura catequética en asturiano (en verso), algunos de cuyos textos me recitó aún hace poco cierta profesora de mi instituto. Por no citar que el impulsor de los estudios de vocabulario y filología fue el propio Xovellanos, quien, incluso, tiene algunos escritos en asturianu y a él le dirigen cartas en nuestra llingua. Digamos, además, que en 1919 se pone en marcha una Real Academia Asturiana, de escasa trayectoria, dirigida a ese fin. Desde los primeros textos literarios conocidos en nuestra lengua, del XVII, han sido miles los escritos y publicados, especialmente en los siglos XIX y XX. Notable resulta destacar que no pocos de esos textos se escriben fuera de España, en la América de la emigración, cumpliendo así un triple propósito, el creativo, el de fidelidad a la lengua propia y a la señardá de la ausencia. Por ejemplo, mi amigo Lluis Ángel Núñez y yo hemos enviado a la Academia recientemente una publicación con catorce escritos dados a la luz en México entre 1870 y 1930. Recientemente, asimismo, dábamos a la luz aquí, en LA NUEVA ESPAÑA (https://www.lne.es/cuencas/opinion/2024/06/21/textu-xeromo-requexu-dolce-sospiru-104071095.html), una composición publicada en 1906 en Cuba, en el Diario de La Marina, con motivo de la inauguración de un busto en Sama de su afamado alcalde, Antonio María Dorado, en el parque que lleva su nombre. Y seguramente, una de las más significativas de las creaciones de la emigración es la que en abril de 1894 se le lee a Fernando de Villaamil en San Juan de Puerto Rico, cuando el primer buque escuela español que da la vuelta al mundo, el Nautilus, atraca en aquel puerto. En asturianu existen y deben de existir miles de escritos y un número de autores en cifras muy considerables. Es cierto que, de entre lo que es literatura, mucho de ello tiene escasísimo valor, aunque lo que se escribe en verso, casi todo, está, por lo general, bien escanciado. Otra parte no es literatura, son anuncios, en verso también muchas veces, o noticias generales o informaciones sobre fiestas o corridas de toros. Es evidente que el interés de muchas de esas piezas es escaso en sí, pero es grande en cuanto que deberíamos tener un archivo de toda esa voluntad creadora y de todo ese material, en el cual, a veces, pese a sus defectos, encontramos interesantes datos y testimonios históricos y sociológicos. En ese sentido, he realizado recientemente una propuesta a la Academia de la Llingua Asturiana: la creación de un Archivo Universal de textos y autores asturianos. El archivo tendría carácter digital, lo que garantiza su limitado costo y su acceso universal. Por otra parte, el archivo no contendría los textos, sino solo la localización digital de los mismos (si sus fuentes son únicamente periodísticas) y el tipo de texto de que se trata (verso, prosa, festivo...) o su ficha bibliográfica y, acaso, la disponibilidad del libro. Sobre los autores, bastaría con las fechas de nacimiento y muerte y los lugares donde ocurrieron esas circunstancias, de saberse, y el conjunto de su obra conocida, y su llamátigu. No se me escapa que de muchos de los escritores, sobre todo los de anuncios y obras festivas, no vamos a disponer más que de su alcuñu, pero es necesario consignarlo. La tarea no es cara, y acaso no dure más allá de cinco años, y con un par de becarios y un sencillo diseño para la aplicación podría llevarse a término en lo fundamental (naturalmente, siempre estaría abierta a ampliaciones). La tarea de archivo, la de saber qué hubo y hay y quiénes estuvieron y están, me parece importante, no solo para los asturianistas, para todos. Es un reto agradable para una empresa privada o para particulares con disposición. Tal vez se interesen por ello. Los invito a este reto cultural e identitario.

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