Invitación a la risa

(Ayer, en La Nueva España) INVITACIÓN A LA RISA El pasado martes, día 12, tras el concierto de piano del gijonés Martín García organizado por la Fundación Reny Picot en Navia, conversamos sobre la situación política y económica varios de los asistentes al recital, algunos empresarios y tres, digamos, columnistas de medios de comunicación. Uno de nosotros, de vinculación asturiana y madrileña, es especialmente pesimista. Cree que hemos entrado en un proceso de deterioro de la democracia profundo e irreversible y augura que ello tendrá consecuencias económicas y sociales muy negativas. Estimo, ciertamente, que existen motivos de preocupación, pero pienso también que alguno de los actores de nuestra escena nos da motivos abundantes para la jocosidad, y que, sin olvidarnos de lo serio, y aun dramático, de algunas cuestiones, bien está reírse de vez en cuando. Aprovechemos, por lo menos. Actores: Puigdemont, mandos de los Mossos d’Esquadra. Explicaciones sobre la saga/fuga del Molt Honorable. Aclaran que no lo detuvieron porque no esperaban que no se dejase detener, y aclaran que su comportamiento, al no permitirlo, fue más propio de un delincuente que de la persona seria que debería ser, máxime siendo un expresidente. Sí, sí, lean: “Lo que sí que no estaban (los mossos) era preparados o no preveían un comportamiento tan impropio de la que fue máxima autoridad de este país. Por eso nadie estaba preparado en este país para un comportamiento tan indigno”. Y luego el jefe de la Policía autonómica comparó al desaparecido con un tal Jimmy Jump, un espontáneo que se dedica a irrumpir en espectáculos y partidos de fútbol, y lo acusó de “comportamiento desleal” para con el cuerpo policial. ¿Y cómo responde el Honorable desde su jaula de Waterloo? Pues dice que lo que deberían haber hecho con él debería haber sido el proporcionarle una escolta oficial para llegar al Parlamento. Que nunca pensó en dejarse detener y, escuchen, los acusa de haber montado una caza de brujas y, sobre todo, de “españolizarse”, ¡qué horror! (Sobre el resto de la historia, suspendan de momento el juicio, mantengan la sonrisa). Alguien a quien hay que agradecer siempre su incitación al regocijo es la ministra les perres, doña María Jesús Montero. Como les he contado en otro momento, tras el pacto con los independentistas catalanes para traspasar a Cataluña el 100% de los tributos, sampedreó reiteradamente que hubiese tal: "radicalmente falso", "nunca en ningún momento se ha planteado"; y afirmaba que nunca se iba a producir tal cosa, porque rompería la caja común y la igualdad. Y, de repente, este mes de agosto, el día 9, para más precisión, proclama que el acuerdo con ERC es “para sentirse orgulloso”. Y ahora imagínenla ustedes vociferando la buena nueva, brazos al cielo, sobacos al aire, como cuando suplicaba al Supremo que no los abandonase, tras la “Primera epístola a los pininos” del jefe del Ejecutivo. Quien tampoco nos decepciona es este último. 2019. Debate electoral con Pablo Casado, candidato del PP: "A ustedes, señor Casado, se les fugó Puigdemont, y yo me comprometo hoy y aquí a traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la justicia española". No, no, no lo acuso de mentir, ha cumplido su palabra, lo ha hecho de una forma un poco retorcida: a través de la ley de amnistía. Es así como vendrá a España, a rendir cuentas ante la justicia pero sin cuentas que saldar. De momento, faltan algunos flecos que se le han escapado, el juez Llarena y el “desleal” Puigdemont, pero ya se arreglará pronto. Y si no, para eso está el Pumpidonal, perdón, el Constitucional. Sutil, ¿verdad? ¿Reírse? No. Carcajearse. Aprovechen. Hagan su agosto de carcajadas.

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