A Sevilla a chirlos mirlos

(Ayer, en La Nueva España) A SEVILLA A CHIRLOS MIRLOS El último fin de semana de noviembre se celebró en Sevilla el cuadragésimo primer congreso del PSOE. Todos marcharon contentos de allí, por lo conseguido en sus reivindicaciones y por lo que trazan para el futuro común. En Asturies parecen satisfechos de sus logros, y así lo manifestó el señor Barbón. Dejemos lo más complejo y confuso para más adelante. Empecemos por lo simple. Los socialistas asturianos pretendieron que el lobo saliese del catálogo de especies intocables y que se pudiese limitar su número. No lo consiguieron. A la mayoría de los socialistas españoles no les importa el terror de las ovejas masacradas, el pánico de los potros y xatos, las pérdidas y desesperación de los ganaderos. No. Probablemente, ni siquiera el lobo. ¿Saben por qué se opusieron a la petición de sus conmilitones asturianos? Porque “podría perjudicar políticamente a Teresa Ribera”, flamante comisaria europea. Hete aquí la causa y razón que están por encima de las víctimas de lobos, animales y personas: Teresa Ribera. No hago comentario alguno, simplemente señalo que en esta materia volvieron con las manos vacías o, en otras palabras, bien poco pesan los socialistas en su organización, y menos aún, los asturianos. Pero vayamos a cosas más complejas (y sibilinas). La preocupación más importante de la FSA, como la de los socialistas de otras comunidades, era la de conseguir una financiación mejor e igualitaria entre todas las comunidades autónomas de régimen común, donde, hasta ahora, se incluye Cataluña. Esa demanda no constituía una pretensión autónoma, sino que se oponía a lo pactado entre el PSOE y los partidos catalanistas para la investidura de Sánchez e Illa, particularmente con ERC. En concreto, se veían como inaceptables estos aspectos del acuerdo: el principio de ordinalidad, en virtud del cual el que más recauda más recibe; la creación de una Agencia Tributaria Catalana con la capacidad de recaudar todos los tributos y devolver parte, según se acordase; el carácter de particular de ese pacto, al margen de los demás. Ese acuerdo bilateral vendría a romper la solidaridad entre las comunidades y la igualdad entre los ciudadanos, y se convertiría, de hecho, en un convenio semejante al de Euzkadi y Navarra. Pueden ver los detalles de la argumentación en https://www.lne.es/opinion/2024/11/17/noticias-psoe-111755246.html. Tras el congreso, los socialistas se han manifestado exultantes con los acuerdos alcanzados. Según ellos, frente a esa pretensión de bilateralidad, de acuerdo entre el Estado y Cataluña, se habría impuesto la multilateralidad (todos los acuerdos han de ser tomados en el Consejo de Política Fiscal y Financiera) y habría desaparecido el principio de ordinalidad. Si lo desean, puedes ustedes leer la literalidad del acuerdo sobre financiación. En conjunto, es un farragoso discurso lleno de palabras biensonantes, de conceptos cuyo contenido no se precisa, de llamadas a la igualdad entre ciudadanos y comunidades y con la apelación a un futuro maravilloso de corte “federal” (sobre la palabra volveremos más adelante). El asenso sobre el acuerdo y el éxito ha sido total, de Barbón a García-Page. Las pretensiones catalanistas habrían sido derrotadas. Ahora bien, permítanme una reflexión pragmática. ¿El PSOE va a incumplir los acuerdos de financiación con ERC, formación de la que dependen los gobiernos y la gobernación, por varios años, de Pedro Sánchez, Illa y Collboni? Me parece dudoso. Añadan más, Salvador Illa ha venido insistiendo en que el acuerdo entre PSC y ERC se cumpliría y que no se sometía a votación en este congreso. Vengamos, pues, al confuso y melífico texto aprobado en Sevilla. ¿Qué dice? Que la financiación “debe dirigirse hacia un modelo de financiación federal” y que “dicho modelo será aprobado de manera multilateral en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera, sin perjuicio de la relación bilateral del Estado con cada comunidad autónoma en función de lo recogido en los diferentes estatutos”. Anotemos, en primer lugar, que, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, el voto del Gobierno central representa el 50%, con lo que es difícil que su voluntad no se imponga, aun contando con la oposición de todos los demás. Pero vayamos más allá. Fijémonos en estas palabras “sin perjuicio de la relación bilateral del Estado con cada comunidad autónoma en función de lo recogido en los diferentes estatutos”; o sea, acuerdos entre todos, menos en aquello que establezcan los estatutos. Y vayamos ahora al Estatuto de Cataluña. 201.4: “La financiación de la Generalitat no debe implicar efectos discriminatorios para Cataluña respecto de las restantes comunidades autónomas”. Y el 206.5: “El Estado garantizará que la aplicación de los mecanismos de nivelación no altere en ningún caso la posición de Cataluña en la ordenación de rentas per cápita entre las comunidades autónomas antes de la nivelación”. ¿No es esto el principio de “ordinalidad”? Y el 204, sobre la Agencia Tributaria de Cataluña: “Se constituirá, en el plazo de dos años, un Consorcio o ente equivalente en el que participarán de forma paritaria la Agencia Estatal de Administración Tributaria y la Agencia Tributaria de Cataluña. El Consorcio podrá transformarse en la Administración Tributaria en Cataluña”. Hacia cuya constitución colaboran con su entusiasmo los congregados en el congreso con la idea de la federalización de la financiación y con la de la “federalización de la Agencia Tributaria”. (Por cierto, ese Estatuto catalán es el que impulsaron los socialistas, del que Zapatero proclamó que lo apoyaría tal cual saliese de Cataluña, y contra cuya razonable limitación por el Constitucional todo el PSOE, encabezado por Montilla y seguido por sus conmilitones de toda España, incluidos los más conspicuos asturianos, proclamó una revuelta semejante a un golpe de Estado, que impulsó lo que vino después: Mas, Montilla, Puigdemont... Y es ese Estatuto el que sustenta jurídica y políticamente los denostados acuerdos entre ERC-PSOE-Gobierno). ¿Son conscientes los disidentes con los acuerdos ERC-PSOE de lo que realmente han acordado en el congreso sevillano? ¿Los han engañado o se han engañado? ¿O, simplemente, saben que han dado una patada hacia delante para salir del momento y a ver qué pasa después? Dice el refrán: “El que lloñe va casar o va engañáu o a engañar”. Acaso les ocurra lo mismo a quienes van a votar al otro extremo de la Península. Por cierto, tanto el señor Barbón como el señor García-Page se han mostrado encantados con los acuerdos y la perspectiva federalizante encumbrada a orillas del Guadalquivir. En concreto, los de Page han manifestado que no ven problema alguno en la invocación al federalismo, porque precisamente esa es la salida "que menos quieren los independentistas". A uno se le ocurre sonsañar aquella pregunta del ahora turiferario permanente López a su entonces rival, Pedro Sánchez: “Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?”. ¿Pero vosotros sabéis lo que ye’l federalismu, rapazos? Porque existen muchos tipos de federalismo o de confederalismo. ¿Y el suyo, aparte del buen sabor de boca de la palabra, en qué se concreta? Y a uno se le ocurre una pequeña maldad: ¿ese federalismo igualitario que se reclama para toda España va a eliminar los privilegios de Euzkadi y Navarra, para que todos, todos, seamos iguales? ¿Y los que, seguramente, se van a conceder a Cataluña? Esperamos la respuesta. Por cierto, los pactos entre ERC y PSOE se van cumpliendo inexorablemente. Illa y Turull ya han anunciado la próxima transferencia a Cataluña de las competencias en inmigración. De ese modo, podrán tener el respaldo de la ley para negarse a lo que ahora se niegan: a aceptar que se mande un cupo de menas a su territorio. Que los digiera España. Prefederal, supongo. Así que. si no me equivoco, a eso han ido a Sevilla, en la práctica, los socialistas asturianos: a chirlos mirlos.

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