Ellos sí que lo son

(Ayer, en La Nueva España) ELLOS SÍ QUE LO SON Tras la proyección del magnífico reportaje cinematográfico de Inaciu Galán que revisaba los comienzos -hace cincuenta años- de Conceyu Bable e indagaba en los logros de aquella iniciativa, se me invitó a hacer alguna consideración. Entre otras, manifesté mi desazón con el himno de Asturies, desde el primer momento en que la canción astur-cántabra se convirtió en tal. Entiendo que, al hacerlo, Pedro de Silva evitó una larga polémica sobre la letra para llegar a un resultado que sería para muchos insatisfactorio y aprovechó una composición ya conocida universalmente, que no necesitó promoción. Sin embargo, la segunda y la tercera estrofa de nuestro himno -bueno, la primera, con su desiderativo “estuviera” y su temporal “en todas (antes “en algunas”) ocasiones” tiene ya su aquello, pero dejémoslo-, que no son más que una apegadiella a la primera, constituyen una verdadera perla: subir a un árbol a coger una flor como regalo de cortejo (“al monte”, circula en una de las versiones primitivas de la canción aún no himno) no es escasa muestra de despiste o tacañería: ¿qué flores dan los árboles que valgan de obsequio de galantería? Y la tercera, ese empeño en subir al árbol a por la flor, la quiera o no la cortejada, ¿no es un ejemplo de necedad y testonería?, ¿de que, en realidad, el objetivo de esos actos no es el cortejo, sino el mero esguilar y recoger? Por eso no les extrañe que, aún hoy, prefiera uno tararear esas estrofas -como si fuese el himno de España- antes que verbalizarlas. En 2021 don Pedro Sánchez y Mittal se encontraron y acordaron -afirmaron- la descarbonización de las plantas de Asturies. Las mismas aseveraciones reiteraron en 2022 y todavía en enero de 2023, en Davos. 450 millones de ayudas se ofrecieron desde el Gobierno y la UE. Ahora bien, a medida que pasaba el tiempo las advertencias de las industrias y de los expertos eran unánimes: el hidrógeno verde, energía clave para la puesta en marcha del DRI, está aún verde, es muy alto el costo de su obtención, lo que hace inviable la nueva planta porque sus productos tendrían un precio que los invalidaría. Al margen de ello, toda Europa se encuentra sumergida en una profunda crisis industrial, como nos avisan los despidos y cierres en el sector de fabricación de acero o de coches, debido a la competencia ilegítima, los altos precios de la energía y las urgencias descarbonizadoras. Tan es así que, aquí mismo, en Asturies, Reny Picot y Central Lechera Asturiana han renunciado estos mismos días a las ayudas para llevar adelante planes de descarbonización. El que tiene que producir para vender -y mantener las fábricas abiertas y sus empleos- ha de hacerlo en términos que permitan vender en competencia con otros, y no cerrar, cosa que obvian a menudo los discurseadores y ciertos políticos. En ese panorama, ArcelorMittal ha decidido suspender todos sus proyectos europeos de DRI. Lo sorprendente son las reacciones reiteradas que, ante ese panorama, han manifestado los gobiernos asturiano y español: “Barbón anuncia que se buscará una alternativa a ArcelorMittal si la multinacional descarta invertir en Asturias” (aclaremos, esa concreta inversión, que otras las está haciendo). “El Gobierno negocia con varias empresas para que construyan la planta de DRI que descarta Arcelor” , y así lo ha afirmado (o amenazado) Jordi Heréu, el ministro del ramo. “El futuro del proyecto no está en duda en ningún caso”, recalca la secretaria de Estado de Industria. Y muchas más declaraciones en ese sentido. De modo que si Arcelor no construyese la planta de DRI se buscaría a otra empresa para que lo hiciese y, al parecer, con la finalidad de, aquí son más oscuros los augurantes, ponerla después a disposición de Arcelor. Y uno, que es ignorante en casi todas las materias, se pregunta: en ese caso, ¿en qué terrenos?, ¿en los actuales de Arcelor? Y construida, ¿se encargarían los que la hiciesen de suministrar el material producido a las plantas de Arcelor de Xixón y Avilés? ¿A qué precio? ¿Con pérdidas que el Estado sufragaría para que el producto fuese competitivo en el mercado mundial o a su costo real? ¿Lo querría entonces Arcelor? Y si se entregase, digamos, gratis, ¿podría utilizarla la siderurgia con unos costos energéticos de producción fuera de mercado? Bueno, todo eso no importa, el caso es que, si Arcelor no quiere, nosotros construiremos la planta de DRI. Sí, sin duda, estos muchachos son mucho más asturianos que yo, de subir al árbol a coger la flor, póngala o no la morena en el balcón. “Que lu quiera Arcelor, / que nun lu quiera Arcelor, / tengo de facer el DRI, / y dempués… yá dirá Dios”. Asturianísimos. ¡Tan como del himnu...!

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