Inocentadas anticipadas

(Ayer, en La Nueva España) INOCENTADAS ANTICIPADAS Lo que van a leer a continuación no constituyen noticias ciertas. Las invento yo como inocentadas, ya que para esa fecha, el 28 de diciembre, no voy a poder escribir. El ínclito ministro de Cultura, Ernest Urtasun, enemigo a muerte de los toros, hasta de los de Guisando, ha manifestado que el poeta Miguel Hernández murió fusilado durante el franquismo. Miguel Hernández murió durante el franquismo, es cierto, en la cárcel, en Alicante (1942). Murió de tuberculosis, enfermedad que arrastraba hacía tiempo -como, por cierto, nuestro Pachin de Melás, que murió en El Coto, también de enfermedad pulmonar-, y su inicial pena de muerte le había sido conmutada. No crean que Urtasun no sabía esto. Lo sabía pero quiso gastar una inocentada a los españoles, tal vez para remedar aquella otra de su jefe, don Pedro Sánchez, cuando afirmó que Antonio Machado había muerto en Soria, conociendo, como conocía, que lo hizo en Colliure, donde yace. Los vecinos de Xixón, opuestos como media Asturies a cualquier explotación minera o instalación industrial, están en contra de las prospecciones de fluorita. Este es su razonamiento: “No nos fiamos de la empresa y lo que tenemos claro es que parando los sondeos se para la mina, porque si encuentra algo, la habrá, es un mineral muy demandado”. No, hombre, no, la empresa solo opera por gastar una inocentada. Y esto sí que es una inocentada: créanme, nunca ha ocurrido, aunque haya aparecido en los medios. El recientemente reelegido secretario general de la UGT, el heisenbergiano José María Álvarez, Pepe Álvarez, Jusep Álvarez -asegún- ha viajado a Waterloo para entrevistarse con el que llama “el President Puigdemont”, a fin de negociar con él la ley para la reducción de la jornada laboral. Sin importarle que esté buscado por la justicia ni que no sea President más que de su partido. ¿Cómo va a ser verdad? Les gusta gastarnos inocentadas.

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