Llingua, PP, oficialidá, Llei d'Usu, Mercedes Fernández,

Asoleyo agora íntegru l'artículu que LA NUEVA ESPAÑA publicó'l 06 d'esti mes.

                   HERAKLES, MEMORIA, DESFACHATEZ

                Después de una década larga de escaso cumplimiento de la Ley de Uso y Promoción del bable/asturiano, el gobierno del PSOE presenta un “planín” para ofrecer algunas asignaturas en algunos colegios en enseñanza bilingüe. El PP y su presidente, doña Mercedes, a la cabeza —con diez cañones por banda y viento en popa a toda vela— están dispuestos a hundir la frágil chalupa del gobierno, haciendo “casus belli” de ello y llevando el asunto a los tribunales; acaso a la manera de Marirreguera: “cuál con un rial, cuál con dos, / seguiremos esti pleitu, / fasta llevalu ente Dios”. No es de extrañar: doña Mercedes manifiesta contra el asturiano, la misma enemiga o repugnancia que siempre mostró.
                Memoria. En el primer año de Sergio Marqués como presidente pactamos con él, a cambio del apoyo presupuestario, que entendíamos como imprescindible para Asturies —y que fue muy fructífero para el empleo, búsquense los datos—, lo que después fue la Ley de Uso y Promoción del asturiano. Por otro lado, desde muy temprano, empezó en el PP, tanto aquí como en Madrid, el “llanto y crujir de dientes” contra su propio gobierno, por discrepancias que empezaron a surgir desde el primer día, unas de índole política, otras de intendencia: los partidos no ganan las elecciones para no tener un razonable reparto de cargos y prebendas. “¿Nun creéis que esti Presidente nun val nada, que había que cambialu por otru?”, nos decía en Madrid don Isidro Fernández a los representantes del PSOE, CDS, IU y PAS pocos meses después de la investidura de don Sergio.
                Podría contar aquí cómo se desarrolló aquella legislatura entre las filas de los populares y cómo, por ejemplo, incluso en actos institucionales, los grupos de la derecha parecían un enjambre de abejas excitado criticando sin discreción alguna a su propio gobierno. En cualquier caso, uno de las cuestiones que avivó la crítica y la ulterior ruptura fue ese acuerdo de la Ley de Uso. Si ya entre la mayoría de los cuadros del PP aquello no gustó nada, su excitación llegaba al paroxismo con las continuas llamadas “al orden” que, personal o telefónicamente, recibían de forma pertinaz, no de la “caverna”, como dice el actual presidente, don Javier; si acaso de “la caverna lingüística”, un grupo notable de ciudadanos ilustres, trabajadores de la inteligencia de todas clases, filólogos, filósofos, expulsos o idos de Perlora…
                De esa forma, había pasado un año y medio —y otros presupuestos aprobados— y no habíamos recibido ni una sola línea sobre lo acordado. Cuando lo reclamamos en la Conseyería correspondiente, recibimos un papel infecto, absolutamente impresentable. Hubimos de apelar al honor de don Sergio y de don Ramón García Cañal para que se cumpliesen los acuerdos. Y allí, en el despacho del Presidente, se negoció la ley de donde salió ese concepto clave, en términos jurídicos, de “lengua tradicional” para el asturiano —que, por cierto, se debe a Xesús Cañedo— y ese doblete “bable/asturiano”, que conjuga antigua y nueva legalidad, sensibilidad de la derecha y sensibilidad del asturianismo. Con todo, el prólogo de la Ley aún conserva el rancio olor de aquel papel inicial
                Herakles. Si aquella época y parte de lo anterior tienen las trazas de una comedia grotesca, la cosa adquiere, sobre mentira, las trazas de un esperpento (tal vez fuese mejor decir, “pa mexase de risa”) cuando doña Mercedes afirma que “la ley de uso y protección de la lengua asturiana fue aprobada por un gobierno del PP, el de Sergio Marqués” o cuando David González Medina, portavoz de Educación de ese partido, asevera que “El único gobierno que ha hecho algo real, concreto y efectivo por el asturiano en la historia de la democracia fue un gobierno del Partido Popular, que aprobó la Ley de Uso y Promoción del Asturiano en 1998”. ¿Ustedes los padres de esa Ley? De serlo, en todo caso, lo serán al modo en que Anfitrión fue padre de Hércules en Alcmena, su esposa, tan solo putativo; o, en términos de hoy, habrán sido ustedes un vientre de alquiler, bien caro, por cierto.
                (Tangencialmente: no me digan ustedes que no tiene virtudes la Ley: ha hecho que don Javier, el Presidente, en un debate con doña Mercedes sobre el “planín”, haya dicho su primera palabra asturiana en público en toda su vida, “préstame”. Hasta los cielos se habrán conmovido).
                ¡Ah! ¿Me dicen que falta una palabra de las tres del titular? Nun cayera nello.


                Xuan Xosé Sánchez Vicente

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