Sentencias (¡No hay derecho!)

                             (Asoleyóse en La Nueva España de 10/2/10)


                                  L’APRECEDERU

                         SENTENCIAS (¡NO HAY DERECHO!)

                Hace poco más de una semana los asturianos habrán, como yo, leído con sorpresa y rechazo la información sobre una sentencia: una persona condenada por envenenar a sus compañeros de trabajo en el hospital de Les Arriondes tenía que ser reincorporada o ser indemnizada con 51.000 euros porque su despido se había tramitado mal, según el tribunal sentenciador. El pasmo es inmediato y el sinsentido de fondo no se borra nunca. ¿Cómo es posible? se pregunta uno.  ¡No hay derecho!, exclama a continuación. Y no se trata de que la sentencia no se ajuste a derecho, ni de lamentarse por lo que puedan haber sido fallos en la tramitación del expediente de expulsión. No: se trata de que la injusticia de fondo (que usted y yo pagamos), la falta de sentido, es insubsanable. En otros términos: falla el derecho, la legislación.

                Esa inadecuación al respecto de lo que parece justo, ecuánime o razonable se da en otras muchas actuaciones judiciales. Los casos más llamativos se producen sin duda en el orden penal, en el de las relaciones entre padres e hijos o en el de las relaciones entre parejas.

                Así, llaman la atención las puestas en libertad inmediata o las sentencias sin ingreso en prisión de delincuentes contumaces; la ridícula (y generalmente ineficaz) condena de limitación de proximidad de unos metros entre víctima y agresor o las exageradas condenas a los progenitores por castigar a sus hijos, decisiones que más bien empeorarán la situación en el futuro entre unos y otros.

                Se trata, sin duda, de una legislación deficiente o ilusoria. A veces, también, de una cierta predisposición del juzgador.

                Y, en fin, qué decir de sentencias que obligan a los padres a seguir pagando a sus hijos los estudios ad infinitum, sea cuál sea su edad y las circunstancias del padre.

                Acaso se pronuncien así los jueces únicamente por contradecir a la ministra Celaá.

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