Palabrerías

(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU PALABRERÍAS «Pensatible, plasmáu y silenciosu…», leo las declaraciones de Alba González, aspirante a candidata de Podemos. Su programa es que los jóvenes no tengan que emigrar y «darles una vida digna en Asturias». Me hago una pregunta ¿qué es una «vida digna»? Supongo que implica un trabajo. ¿Cuál ha de ser su remuneración para que sea «digna»? ¿La vida digna incluye un piso? ¿En propiedad, en alquiler, gratuito? ¿Exige un vehículo —eléctrico, por supuesto— propio? ¿Debe devengar su trabajo lo suficiente para unas vacaciones en el extranjero? Háganse preguntas, para ninguna obtendrán respuesta. «Digno, digna» no es más que una palabra-camelo, una palabra para hipnotizar incautos o excitar a fieles. Pero lo del vocablo no es sino la epidermis del problema, que es otro: para que los jóvenes no emigren deben crearse aquí un amplio número de puestos de trabajo. ¿Cómo se crean? ¿De dónde se sacan las empresas que los creen y los mantengan, que sean, por tanto, competitivas en un mercado nacional o global? ¿Y cuál ha de ser su nivel de competitividad para que puedan pagar salarios dignos que garanticen una vida digna y eviten la emigración en busca de otros salarios «más dignos»? Mi trasgu particular, Abrilgüeyu, aparece y me recrimina: ¡Eres un caso. Nunca estás satisfecho con nada! ¿A quién se le ocurre preguntar por esas minucias? ¿Qué importa la realidad si la proclama es buena? Y más palabrería: la de los que dicen luchar contra el despoblamiento del campo y hacen todo lo posible por vaciarlo. No son solo los lobos, o los jabalíes o los parques. De esta semana, en Vega de Poja: 300 euros de sanción porque los mugidos de Carmina y el ruido de una motosierra superaban los decibelios permitidos. ¿Pero es que el campo es como la ciudad? ¿Pero no se pueden realizar en el campo faenas agrícolas? Pues no, lárguense ustedes y desparezcan. Todo palabrería.

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