Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
(Ayer, en La Nueva España)
L’APRECEDERU
EMPEDRADOS DE BUENAS INTENCIONES
BOPA y BOE, están, como el infierno, empedrados de buenas intenciones, es decir, de promesas.
Lamento volver sobre los retrasos en pagos o el incumplimiento de los compromisos sobre ellos. Me centraré en lo relativo a la vivienda. Como saben, la Unión Europea ha impulsado medidas de reforma de los edificios de una cierta edad, con el fin fundamental de reducir el consumo energético. Obviamente, esa actividad anima la industria de la construcción y propicia el empleo. Al tiempo, mediante los instrumentos económicos destinados a estimular y subvencionar esas actuaciones, permite que puedan participar muchos vecinos que no alcanzarían a esos gastos sin las ayudas. El impulso de la Unión Europea, como es natural, se ha trasladado desde el BOE y desde los boletines autonómicos, el BOPA, en nuestro caso.
Pues bien, todas esas buenas intenciones quedan después desatendidas o fracasan en la práctica. Dos ejemplos. El primero, nuestro. En titulares: «Decenas de edificios se quedan sin reformar en Asturias por el retraso de las ayudas». La razón, la demora en tramitar los expedientes por parte del Gobiernu. Es más, algunas de las subvenciones concedidas podrían tener que devolverse, porque las obras no estarían acabadas antes del plazo establecido (30 de junio de 2026). En total: el daño, más de 14 ó 18 millones, en números redondos.
El BOE no le va a la zaga. En uno de esos decretos mangaráu u «omnibus» decaídos este año, venía la prórroga para la deducción por obras para la eficiencia energética, por el que se podía desgravar en cinco años hasta un 60% de lo invertido, cuyo plazo concluía a finales de este 25. ¿Se ha renovado de forma individual esa deducción mediante un decreto específico? No, y, sin embargo, se ha hecho con otras medidas decaídas en los «omnibus»: electrointensivas, coches eléctricos…
¿Interés por la propaganda? Todo. ¿Por la economía real y por los ciudadanos? Muy escaso.
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