El Gobierno de Sánchez en palabras de Sánchez

(Ayer, en La Nueva España) EL GOBIERNO DE SÁNCHEZ EN PALABRAS DE SÁNCHEZ El nuevo gobierno de Sánchez se parece, en lo milagroso, a la sotana del licenciado Cabra, el tacañísimo preceptor de La vida de El Buscón, porque cada comentarista le ve varias utilidades o finalidades, y, entre todos, innúmeras: para reconciliarse con el aparato del PSOE, para preparar el cuadragésimo congreso federal, para aliviar el divieso catalán, para enfrentar la recuperación económica, para mejorar la imagen del Ejecutivo librándose de los ministros más quemados (de algunos, únicamente), para promocionar futuras lideresas, para mandar un aviso a los barones díscolos… Pueden ustedes seguir esbillando, yo no sigo porque se me agotan los “para” en el teclado. No me digan que no es tal cual: “La sotana, según decían algunos, era milagrosa, porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por cuero de rana. Otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra, y desde lejos entre azul”. ¿Tiene esa brutal (e inesperada por su cuantía y por alguno de los cesados) reconfiguración gubernamental todas esas finalidades? Y, sobre todo, ¿servirá para cumplirlas, si es que son esas? Otro Sánchez, don Francisco, el Escéptico, allá por el siglo XVI publicaba un libro titulado Quod nihil scitur, “que nada sabemos”, que, según él, era todo el saber a que podemos aspirar. Pues igual ocurre con los motivos de capa del dómine Cabra (de Cabra, “egabrense”, es precisamente doña Carmen Calvo) del Sánchez hodierno, nada de verdad sabemos. Más aún, ¿lo sabe él con certeza? Y, sobre todo, tendrán las virtudes terapéuticas o taumatúrgicas que, en su caso, el autor les atribuya. Ahí sí que, especialmente, a las palabras de Sánchez, el antiguo. Algunos de los conceptos con que se ha calificado desde dentro de casa el “se revuelve el tinglao”, como se cantaba en la lotería familiar la remoción de las fichas al salir un número “pelao”, no muestran más que un pensamiento confuso, aunque atento, eso sí, a los estímulos paulovianos. Don Adrián: “Es un Gobierno más joven, más feminista y más municipalista”. Don Pedro: “Un Gobierno feminista, ecologista, europeísta y social”. Y: “El único gobierno del mundo con cuatro vicepresidentas” (además de presumir de juventud). Pero, en concreto, ¿todo eso, qué significa? ¿Es que, acaso, hasta este momento, no era el Gobierno “feminista, ecologista, europeísta y social”? ¿O, tal vez, no lo eran quienes ahora se van por el escotillón? ¿Ha cambiado el rumbo? Y respecto a los valores que entraña en sí el ser joven, ¿qué quieren que les diga? Hagamos, entonces, un gobierno de imberbes o de infantes. En cuanto al constituirse en mejor por tener más mujeres, pues dependerá de cómo lo hagan. ¿No eran también féminas las Calvo, Celaá, Laya? ¿Y es mejor gestor o persona cualquier ser humano únicamente por ser mujer? ¿Presumirían de ello si esas mujeres fuesen Isabel la Católica, Golda Meir, Margaret Thatcher o Ángela Merkel? ¿O por ser de derechas no fueron mujeres decisivas en su gobierno? ¿O, por serlo, no son mujeres? Palabrería pauloviana, pues. Y por lo demás, las palabras de Sánchez el antiguo: quod nihil scitur. Bueno, sí, una cosa está clara: puesto que Sánchez, amo y señor del partido y del Ejecutivo (en su finca, que no en la de Podemos), ha tenido que rectificar, es que las cosas no le iban bien, es decir, que su política estaba equivocada. ¿En el futuro, con este “se revuelve el tinglao”? Pues ver veremos si van bien, no a él, quiero decir, sino a los ciudadanos, a nosotros. Lo único importante.

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