¿Quién paga?

(Ayer, en La Nueva España) ¿QUIÉN PAGA? Un alumno talludo y calvatrueno se examina de anatomía. De las partes del oído nada sabe, pero un compañero, detrás de él, se las va soplando: martillo, yunque, estribo, caracol, trompa de Eustaquio… Al llegar aquí, el calavera, que ha venido repitiendo con recelo los anteriores nombres, al ver que el tribunal asiente, se lanza incontenible: el piano de María, los alicates, el pedal… No me extrañaría nada que, si Bruselas da por buena la reforma del plan de pensiones (primera parte) que España va a presentar allí, crecido por el éxito, al igual que el examinando sobre las partes del oído, el Gobierno se lanzase a proclamar como planes de ahorro cosas tales que el reciclado de los huesos de las aceitunas y los tucos sobre los que se envuelve el papel higiénico, o, como fuente de ingreso, un impuesto sobre las toses emitidas entre las doce de la noche y las tres de la mañana, por un suponer. Y es que “el gran acuerdo” sobre la reforma de las pensiones, firmado por los agentes sociales y el Gobierno, que ha sido presentado con trompetería como un gran éxito, es simplemente un camelo. Contiene un triunfo político, especialmente para los sindicatos, al eliminar dos elementos cruciales del plan de reforma del PP de 2013 que tenían como objetivo garantizar la viabilidad futura de las pensiones, esto es, la limitación del volumen de sus prestaciones y la garantía de la continuidad de las mismas: el llamado factor de sostenibilidad y el desligar la subida de las pensiones del IPC. Al mismo tiempo, realiza un ejercicio de prestidigitación y traslada el cuantioso volumen de prestaciones que se consideran “impropias” —unos 24.000 millones el año que viene—de la Seguridad Social, que hasta ahora se las venía apuntando, a las cuentas generales del Estado, es decir, cambia el pufo a otro sitio. Paralelamente, una serie de medidas tratan de incentivar el seguir trabajando más allá de la jubilación y de castigar los retiros anticipados. Pero es dudoso, muy dudoso, que esas medidas vayan a suponer una variación sustancial en el déficit de las pensiones. Ahora bien, deja para un concierto posterior todo aquello sobre lo que no hay acuerdo y sobre lo que durante décadas ha venido suponiendo la imposibilidad de enfrentar el problema en el marco del Pacto de Toledo: el creciente déficit que provocará el incremento próximo de pensionistas y el progresivo crecimiento de la cuantía de las pensiones, las cotizaciones de los autónomos, el problema de ligar la subida anual de las pensiones al IPC si este se dispara, la búsqueda de un nuevo “factor de sostenibilidad” que ahora se llamará de “equidad intergeneracional” (tenemos el nombre, pero no el qué ni el cuánto), que entrará (¿será “entrarióla”?) en vigor en 2027. ¿Qué celebran, pues, los fuegos artificiales hodiernos? Pues poco más que nada entre dos platos y el que entre los interlocutores hayan buscado un acuerdo temporal que escapa del problema, sabiendo que lo difícilmente acordable (y la realidad de los números y el futuro) les espera a la puerta. En otro orden de cosas, es una consideración general la de que cualquier acuerdo “de paz” con la Generalitat nos costará, en cualquier caso, dinero a los españoles y, por tanto a los asturianos. Les recuerdo que el parcialmente anulado maragalliano-zapateril-masiano estatuto catalán de 2006 limitaba la aportación de Cataluña al resto, garantizaba in aeternum el sostenimiento de su puesto en la renta per cápita entre comunidades, y establecía la participación con voz propia de la autonomía en la mayoría de los organismos estatales, es decir, estatuía un trato desigual para esa comunidad y configuraba un trato económico privilegiado para ella. Las cosas de la negociación llevan ahora el mismo camino (y hay otros a la cola, no lo olviden). Es más, ante la propuesta del PSC de una “financiación federal” que prime a Cataluña, Valencia y Baleares, el Principado (LA NUEVA ESPAÑA, 28/06/21) “apela al “frente común” con otras regiones para la nueva financiación”, esto es, busca defenderse, como siempre, de los suyos. ¿Y esto quién lo paga, lo de las pensiones en el futuro, los regalos a Cataluña y tal vez a otros que pesan más? ¿Pues quién los va a pagar? Los ustedes y los nosotros, los asturianos y los españoles, sea cual sea su condición, sexo o voto. ¡Ay de los probinos! Última hora: 01/07/21, comparece el ministro Escrivá y afirma que el desaparecido “factor de sostenibilidad” del PP, convertido ahora en “factor de equidad intergeneracional”, lo pagarán principalmente los nacidos entre finales de 1950 y mediados de 1970. Las voces se oyen en Marte. 02/07/21. Asoma otra vez. “No tuve mi mejor día” (tal vez venía de “la fiesta de Blas”, ya conocen la canción). “No transmití adecuadamente”. Cuando miente es ahora, pero es normal, es la conducta habitual de este Gobierno, mentir para rectificar y rectificar para mentir. Cada uno de sus miembros lleva al cuello una medallita con la acuñación de Romanones: “Cuando digo jamás, quiero decir hasta esta misma tarde”. Por cierto, Garamendi y la CEOE salieron a hacer coro con los sindicatos en el griterío contra las verdades de Escrivá. Pregunten a cualquier empresario mediano o pequeño lo que piensan del hombre y de la institución: “Otro sindicato”, es lo más suave que les dirán.

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