Más allá de la retórica (burocracia, empresa y empléu)

(En La Nueva España del martes 04/06/2024) MÁS ALLÁ DE LA RETÓRICA Sobre el empleo, las inversiones, las empresas y, en general, la actividad económica, partidos y sindicatos suelen manifestarse con frases hechas -pleno empleo, empleo de calidad (variante, “digno”), defensa de los puestos de trabajo- y con consignas o posturas que son puro voluntarismo o no tienen en cuenta la realidad, por ejemplo, el empeño en que Mittal lleve a cabo una inversión que, al menos en estos momentos, no es rentable. En general, las demandas políticas y sindicales no tienen en cuenta dos elementos sustanciales del desenvolvimiento de una empresa: uno, que es un negocio que debe asegurar rentabilizar sus inversiones; dos, que las empresas se mueven en un mercado que va más allá del Payares y de los Pirineos, tanto más allá cuanto mayor la empresa. Y si ello es general, aquí, en Asturies parece que siempre opera el ensueño del socialismo de Estado del franquismo, y que es el Estado el que debe resolverlo todo. No es cosa de repetir aquí nuestros condicionamientos históricos, ya señalados por Xovellanos en los incipientes momentos del crecimiento del comercio y la economía industrial: lo limitado de nuestro mercado y la escasez de capitales. Ambos factores siguen condicionando actualmente el nacimiento y el crecimiento de las empresas. Miren estos dos titulares de La Nueva España: «La falta de inversores en Asturias, la principal traba entre los jóvenes para el emprendimiento» (10/05/2024); «El mercado regional da para lo que da, las empresas tenemos que salir para crecer» (12/05/2024). Tenemos en Asturies una serie de empresas que llevan años creciendo e innovando, algunas de la cuales hemos premiado, por cierto, en su día, como reconocimiento a su labor: Gondán, Zitrón,Talleres Alegría, y un relativo largo etc., entre las que se halla algunas del sector de la alimentación, que también se han diversificado y crecido fuera. Ahora bien, sumadas todas ellas más los restos sobrevenidos de la antigua industria estatal autárquico-franquista dan para un empleo limitado y poco satisfactorio, con mucho desempleo y emigración, frecuentemente este, de gente muy cualificada. PSOE y PP van a acordar una llamada Ley de proyectos estratégicos, que, para las inversiones que vayan a crear más de 100 puestos de trabajo e inviertan más de 30 millones, reducirá los plazos a la mitad. A uno le choca un poco el volumen de empleo requerido para que una empresa se acoja a ese procedimiento especial, pero, sobre todo, se pregunta: ¿y por qué no esforzarse, puesto que se puede, en reducir los trámites y procedimientos para todo tipo de empresas e inversiones, de la grande a la pequeña, ya que esos largos períodos de espera son causa de costos y de retracciones? Me da la impresión de que el discurso político social está volcado hacia la inversión milagro (nuestro particular Míster Marshall), hacia el ensueño de la «empresona», que emule aquellas otras del pasado. Y, sin embargo, las empresas reales, las que viven, sobreviven y emplean, se encuentran a diario con problemas que no se enfrentan por los gobiernos o se enfrentan mal, como el precio de la energía, o con reglamentaciones absurdas. Algunos de estos problemas dependen o son causados por el Gobierno central, otros encontrarían aquí su solución, puesto que aquí está su causa o la inacción frente a ellos. He aquí las palabras del responsable de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía: «Aunque haya bajado el precio de la luz sigue siendo insostenible para la industria», y comparaba la desventaja con empresas similares de Francia, Alemania o Portugal. O las de una directiva de una empresa asturiana que ha crecido fuera: «La industria asturiana sufre una muerte dulce y a las empresas se les ponen trabas cada dos por tres». Podría multiplicar las citas, sembrar este artículo de datos, pero creo que es suficiente. Subrayo: acaso se mira poco por lo que hay (más bien se lo castiga, en la práctica) mientras se sueña con la empresona milagro. Y, por otro lado, la mirada debería descender a lo más raso: los pequeños y medianos negocios están desapareciendo a pasos agigantados, en parte por la competencia de las grandes superficies -con más oferta, más variedad, más comodidad para aparcar- y del comercio por interné. Esa desaparición supone la evaporación de pequeños capitales locales y la imposibilidad de su crecimiento o la aparición de otros nuevos, y ese detrimento va en favor del acrecentamiento de la riqueza exterior, no solo de la de otras partes de España, sino, sobre todo, de Europa o del resto del mundo. Y aunque la tendencia es imparable, es seguro que el Gobiernu y los ayuntamientos algo más pueden hacer en favor de esos negocios, en positivo, de un lado; eliminando cargas y trabas susceptibles de ser eliminadas, de otro.

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