A lo tradicional, por favor, y a pastorear la lengua.

(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU A LO TRADICIONAL, POR FAVOR, Y A PASTOREAR LA LENGUA Uno es amante de las tradiciones, por eso, en ocasiones, echa de menos que los demás no se ajusten a ciertos usos inveterados. Es evidente que don Pedro Sánchez ha tomado las acusaciones del presidente argentino contra su mujer como un ultraje. Ahora bien, el ultraje lo es en el plano familiar, no en el institucional. La reacción tradicional ante un agravio de esas características sería retar al ofensor para limpiar el honor mancillado. Al modo clásico, sería un duelo a primera sangre. Sin embargo, no sería fácil aceptar hoy un lance así, por lo que cabría otro tipo de competición, por ejemplo, una pugna de rap con insultos o ingeniosidades, algo que no provocase otra sangre que la de la derrota. La lid podría celebrarse en terreno neutral, como se desarrollan los encuentros entre Santos Cerdán y Puigdemont, y los contendientes podrían contar con auxiliares de lengua viperina; en el caso de don Pedro, con el señor Puente, por un decir. Doña Yolanda Díaz, icepresidenta segunda del Gobierno, en su afán indesmayable por llamar la atención, ha proferido desde la tribuna una frase que desea la aniquilación del estado de Israel y de sus habitantes, clamando por una Palestina «desde el río hasta la mar». Después se ha justificado diciendo que, cuando eyaculaba esa frase, no quería decir lo que decía, sino otra cosa. Una facecia vasca cuenta que yendo Patxi a misa, arrastrado por una riada, se salvó porque se agarró a un palo de la orilla. El domingo siguiente el cura predicaba que Patxi se había salvado gracias a Dios, a lo que retrucó aquel: “gracias a Dios, no; gracias a palo, que la intención de Dios bien se veía”. Pues igual podrían decir los israelitas: “la intención de Yolanda bien se veía”. Salvo que pensamos que no sabía lo que decía, que bien podría ser, es decir, que es una mentecata.

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