Un antepasáu entovía más antepasáu


Do treslláu equí d'un artículu de J. de Jorge en ABC del 08/09/11 (sí, el de la Santina, o el d'Asturies), sobre l'Australophitecus sediba. Ellí los remito pa más precisiones y pa semeyes. Como se ve, y según siempre caltuve, cuanto más retrocedemos más nos sorprendemos que de los primitivos homes (o los tardíos monos) fueren tan asemeyaos a nós.

Hace poco más de un año, la prestigiosa revista Science publicaba un sorprendente hallazgo paleontológico. Se trataba de un homínido desconocido, el Australopithecus sediba, que vivió hace unos 2 millones de años en África y que, según sus descubridores, científicos de la universidad sudafricana de Witwatersrand, podía arrojar nueva luz sobre los orígenes del hombre actual. Los restos fósiles presentados entonces correspondían a un varón de entre 10 y 13 años y a una hembra cerca de la treintena que murieron al caer al fondo de una cueva al mismo tiempo o con unas semanas de diferencia. Ahora, cinco estudios diferentes publicados en la misma revista describen nuevos detalles sobre la anatomía de este antiguo homínido, hallazgos que incluso ponen en duda algunas de las teorías más asentadas sobre la evolución humana. Las investigaciones dejan claro que el sediba tenía rasgos primitivos, como, por ejemplo, un cerebro pequeño, pero también otros muy similares a los humanos, como una pelvis evolutivamente muy avanzada y unas manos «diseñadas» para fabricar herramientas. También caminaba como cualquiera de nosotros. Por esta mezcla de rasgos, los científicos creen que, como sospechaban cuando desenterraron los restos, nos encontramos ante el mejor candidato a antepasado del género Homo, el nuestro.

Las nuevas investigaciones incluyen la descripción más completa jamás realizada de la mano de un homínido temprano, la pelvis más completa jamás descubierta, el escáner de alta resolución más preciso de un cráneo nunca realizado y nuevas piezas del pie y el tobillo. El Australopithecus sediba ha sido examinado de arriba a abajo por más de 80 científicos de todo el mundo.

Una mano pequeña, pero muy evolucionada.

Para empezar, expertos de la Universidad de Victoria en Melbourne (Australia), ayudaron a precisar la antigüedad de la extraña pareja con técnicas paleo magnéticas y con la datación de los sedimentos del yacimiento sudafricano de Malapa, donde aparecieron los restos, que resultaron tener 1,977 millones de años. Esto adelanta la aparición de los primeros rasgos humanos en el registro fósil, ya que hasta ahora, lo fósiles que databan de 1,9 millones de años, la mayoría atribuidos al Homo habilis y al Homo rudolfensis, han sido considerados los ancestros humanos más primitivos. La mayor antigüedad del Australopithecus sediba aumenta la posibilidad de la existencia de un linaje separado y más antiguo del que podría haber evolucionado el Homo erectus.

Un cerebro del tamaño de un pomelo.
Los investigadores de Witwatersrand se encargaron de examinar el cráneo del sediba. Escaneado en detalle en el potente Sincrotrón de Grenoble (Francia), un acelerador de partículas capaz de observar estructuras moleculares como si fuera un grandioso microscopio, contenía un cerebro con forma humana, pero mucho más pequeño -420 cc, apenas el tamaño de un pomelo y poco más grande que el de los chimpancés, cuando el ser humano actual tiene entre 1.200 c y 1.600 cc- aunque con signos de reorganización neuronal en la región orbitofrontal, directamente detrás de los ojos. Según los autores, este resultado pone en duda la clásica teoría de la gradual ampliación del cerebro durante la transición del Australopithecus al Homo.
La pelvis es muy parecida a la humana.

Otro estudio separado señala que este lejano antepasado tenía una pelvis muy parecida a la humana -algunas partes son indistinguibles- que no se correspondía con su capacidad craneal. Las manos y pies del homínido también muestran una importante mezcla de rasgos primitivos y modernos. Expertos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzing (Alemania) analizaron la mano de la hembra y encontraron que tenía un aparato flexor fuerte, lo que indica que estaba acostumbrada a trepar por los árboles, pero también un pulgar largo y dedos cortos, un signo de que podía agarrar con precisión y una de las características especiales del linaje humano. Posiblemente, afirman los investigadores, ya había comenzado a fabricar herramientas incluso antes que el Homo habilis.

Sobre dos piernas.

El análisis de los pies y los tobillos de los dos ejemplares confirma que a veces trepaban a los árboles, pero que también caminaban y corrían sobre dos piernas. La forma del tobillo es tan sorprendente que «si los huesos no se hubieran encontrado pegados, los hubiéramos descrito como pertenecientes a especies diferentes», dice Bernhad Zipfel, de Witwatersrand. La articulación del tobillo recuerda a la de un ser humano, con un arco y un tendón de Aquiles bien definidos, pero el talón y el hueso de la espinilla parecen de simio.

Esta mezcla de rasgos modernos y primitivos «combina características de simios y humanos en un solo paquete anatómico», apunta Lee Berger, descubridor de los fósiles, en lo que parece ser una forma de transición entre los primeros Australopithecus y la aparición del género Homo.

¿Quiénes eran la mujer y el crío?

Desde que fue descubierto en 2008, el yacimiento sudafricano de Malapa ha desvelado unos 220 huesos de homínidos primitivos, cinco individuos ente los que se encuentran bebés, jóvenes y adultos. Las investigaciones publicadas en Science se basan en dos ellos, una hembra y un varón joven que han sido clasificados como Australopithecus sediba. Los dos murieron en el mismo lugar, quizás al mismo tiempo o con una diferencia de horas, días o semanas, como mucho. Alrededor de ellos han aparecido los restos de animales como hienas, antílopes, gatos dientes de sable, ratones, pájaros e incluso serpientes.

La criatura tenía entre 10 y 13 años en el momento de su muerte, en términos de desarrollo humano. Quizás fuera aún más joven, porque maduraban antes. Ella tenía entre 20 y 30 años y posiblemente había dado a luz una vez, aunque los científicos no están seguros. Ambos medían 1,27 metros, aunque el chico podría haber crecido más. La mujer probablemente pesaba 33 kilos y el joven unos 27. Por la cercanía de su muerte y su edad, es probable que los dos estuvieran relacionados, aunque este es un aspecto sobre el que los científicos todavía se plantean interrogantes.

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