Ayer, en LNE: La sombra del Reino: del pasado y los vivos


L’APRECEDERU

                      LA SOMBRA DEL REINO: DEL PASADO Y LOS VIVOS

                Días atrás, una noticia sorprendía a muchos. “Hallan los campamentos de las legiones de Augusto que asediaron un gran castro astur”. Lo que llamaba la atención era que el castro astur estaba situado en Las Labradas, Zamora. ¿Astur?, se preguntaban. ¿Cómo puede ser? Y es que, dadas las carencias de nuestra educación y nuestra falta de patriotismo fundamentado, muchos asturianos desconocen que existe desde antiguo una profunda comunidad étnica y cultural que desde el Cantábrico corre por León, Zamora, Salamanca, parte de Extremadura y Portugal. Astures ocupaban esos territorios, antepasados nuestros, pues, con muchos elementos culturales comunes.
                Menéndez Pidal subraya esa conexión y esa ignorancia: “Los asturianos suelen mirar su bable como cosa muy peculiar, casi exclusiva, por el contrario, un zamorano o salmantino creerá que el habla vulgar de su tierra es castellano, á veces mal hablado, sin pensar que en ella haya restos de un dialecto de origen y desarrollo diverso del castellano, y, en fin, el lenguaje de Miranda ha sido considerado como dialecto portugués. Todo esto se explica por faltar un cuadro de conjunto del dialecto leonés”.
                Ahora bien, esa necesidad de que el pasado forme parte viva de nuestro presente y de que nutra nuestro orgullo, no debe hacernos olvidar que el presente pertenece a los vivos, como aseveraba Jefferson, y que las actuaciones del Gobierno no deben pretender congelar el pasado contra los intereses del presente. Así, bien está proteger los hórreos, pero no legislar de modo tan conservador que, en realidad, desaparezcan. Bien proteger el camino de Santiago, pero no fastidiar a todos sus vecinos.
                Doña Berta ha prometido modificar la normativa de esta última cuestión. Veremos si, como todo lo nuestro, no se dilata ad kalendas, como “la variante”, el soterramiento de Llangréu, el aparcamiento de La Mayacina, la estación de Xixón y tantos otros. Porque los asturianos, tan inmovilistas, somos el paradigma de la evolución pendiente.



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