La reciente visita de Víctor Morlán, el apéndice de Zapatero para los asuntos de ferrocarriles, a Asturies ha provocado una cierta apariencia de indignación entre algunos ciudadanos residentes (parte de ellos naturales) en nuestro país. La ha provocado por dos razones: la primera porque, frente a lo prometido por la mano ministerial de Zapatero llamada Blanco, no ha dado fechas para la llegada del AVE a Asturies; la segunda, porque ha afirmado que «guste o no, Asturias ya tiene AVE (en forma de alguno de los trenes que circulan por las líneas de alta velocidad)». Eso último, en concreto, ha sonado a burla, a tomadura de pelo, a engaño a los asturianos. ¿Y por qué no iban los socialistas zapaterinos a reírse de nosotros, si lo hacen en nuestras barbas y babeamos agradecidos?
Nos promete Zapatero eliminar el peaje de El Huerna y no nos lo quita (el señor Cascos, que conste, ya nos lo había ofrecido también en el 95, para cuando ganasen). El leonés don José Luis nos promete, asimismo, que el AVE estará en Asturies en 2009. Tanto él como otros próceres socialistas de aquí nos aseveraron que en el 2009 (luego, en el 2010, luego en el 2011) estaría conclusa la autovía del Cantábrico. Frente al resto de las comunidades del norte de España el PSOE se opone a un trazado de alta velocidad por la cornisa. Nuestros próceres socialistas (los de aquí y los de allí) persiguen desde 2003 una financiación que discrimine negativamente a Asturies frente a Cataluña, y lo consiguen. Los mismos fenómenos apoyan y aplauden un estatuto para Cataluña que discrimina políticamente a los asturianos, y lo logran…
La lista podría seguir —es amplia, créanme—. En todo caso lo importante no es su amplitud, sino el estribillo que sigue después de cada punto, siempre el mismo: «Y aquí, en Asturies, no pasa nada, absolutamente nada». El gobierno socialista del Estado sabe que aquí tiene un «detente», un «pararrayos», «un escudo antimisiles» que evita el que se produzca cualquier deterioro en su bolsa de votos, sea cual sea la entidad de la tomadura de pelo o el volumen del engaño, así que, ¿para qué preocuparse? Lo grotesco es que, de ese «detente», de ese mecanismo ocultador de la realidad, no sólo forman parte la FSA y el gobierno socialista, sino sus palafreneros sociales y sindicales y algunos partidos que dicen ser oposición al socialismo, y que, cuando las cosas llegan muy a mayores, hacen como que s`espreceten y espatuxen, pero sin que ni su fidelidad hacia su señor y ni el servicio a su causa decaigan un ápice.
No son los únicos. Si Bernard Madoff saliese de la cárcel, ¿ustedes volverían a confiarle sus fondos? Pues aquí hay asturianos, por miles, que, sea cual sea el tamaño de la estafa electoral o de la burla, vuelven a depositar sus ahorros en la misma casa. Con idéntica confianza, con igual enfotu.
Misterio de ciertos grupos humanos. Cuando doña Baldomera Larra Wetoret, conocida como «La Patillas», hija del afamado Mariano José de Larra y precursora de Madoff, vino al fin a ser juzgada, la mayoría del pueblo mostró hacia ella su simpatía y comprensión. Y, más cerca, miren ustedes las páginas de los periódicos y escruten lo que sobre Pepe el del Popular, dijeron, a su vuelta de México, sus vecinos y parte de sus «clientes».
Esti artículu asoleyóse na Nueva España del 12/08/09
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