¿Cómo estás, Olaya? "Como estoy, estaba"

(Ayer,en La Nueva España) ¿CÓMO ESTÁS OLAYA? “COMO ESTOY, ESTABA” Lo primero que conviene decir sobre estas elecciones es lo que ya se sabía antes de haber comenzado el proceso electoral: ni la eliminación del delito de sedición, ni la rebaja de las penas por malversación, ni el proyecto de amnistía, todo ello, en realidad un escandaloso proceso político y legislativo, han servido para dulcificar o “pacificar” el conflicto, como predicaban -y aún parecen sostener, contra toda evidencia, militantes y acólitos del PSOE- don Pedro y los suyos. ERC, Junts y otros grupos independentistas siguen teniendo como objetivo explícito y pregonado la independencia de Cataluña, mediante un referéndum, pactado o no, pero, en todo caso, al margen de la Constitución, por su concepto, ejecución y ámbito de decisión y, transitoriamente, con el trasvase de fondos del Estado central y un sistema recaudatorio que aumente sus privilegios y disminuya los recursos del resto de los españoles. Que lo consiga del PSOE y de Sánchez no es difícil. En realidad, el camino hacia ese destino lo viene recorriendo el PSOE desde 2003, con el auxilio y el entusiasmo de los socialistas de toda la Península -ya ven la comprensión del Gobiernu asturianu hacia una Agencia Tributaria única en manos del Gobierno catalán-, y puntos de apoyo ya se han puesto en el último Estatut, no digamos en el pulido por el Constitucional en su día. Eso es lo fundamental, y sobre esas bases se desarrollarán las negociaciones a partir de los resultados definitivos que emerjan de las urnas, sin dejar de tener en cuenta que don Pedro-PSOE necesita los votos de los partidos independentistas en Madrid para seguir en La Moncloa, entreteniéndose y entreteniéndonos de vez en cuando en comedias como las deshojar la margarita. Antes, un dato y una anécdota. El dato, la participación es cuatro puntos más alta; con todo, la abstención es notable, un 43%. La anécdota, el robo de cable en los trenes de cercanías, así como los incendios posteriores, que han animado a los independentistas a proclamar una conspiración judeo-masónica y a echar la culpa de ello al discretísimo ministro de infraestructuras y desvelador de consumidores de sustancias, el señor Puente. Vistos los casi definitivos resultados electorales (más del 80% escrutado) y teniendo en cuenta que la mayoría absoluta son 68 escaños, la pregunta es quiénes se aliarán para conseguir una mayoría que supere los votos de otro hipotético candidato rival. Las preguntas siguen siendo las mismas que antes de conocerse los resultados. ¿ERC pondrá el Gobierno en manos de Puigdemont, formando así una mayoría independentista poco paciente, pero sometiéndose a su enconado rival, Junts, y corriendo el riesgo de menguar en beneficio de ello? ¿Correrá por el contrario, el riesgo de sostener a Illa, perdiendo de ese modo atractivo futuro para el voto nacionalista-independentista, mas aún del que ha perdido? ¿Habrá un tripartito del PSC, ERC y los Comunes? ¿Sacrificará al PSC e Illa el señor Sánchez, en favor de sus intereses y lo vestirá con un discurso de “pacificación” y convivencia? ¿O no se conseguirá un gobierno factible y tendremos nuevas elecciones? Como quiera que sea, la apuesta de Pedro Sánchez ha tenido un escaso éxito: ni ha “pacificado” la situación ni ha conseguido para el PSC un resultado tan extraordinario que hiciese difícil no aproximarlo a la presidencia de forma indubitable. Y finalmente, algo que puede hacer definirse los estados de opinión y las alianzas. ¿Se atreverá Puigdemont a cruzar la frontera, sin amnistía y corriendo el riesgo de ser detenido, pero con la garantía del escándalo y la presión sobre Esquerra y las demás formaciones independentistas? Hagan apuestas.

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