LA LLAMADA DE BARBÓN: TÁCTICA Y PROBLEMAS DE FONDO

(Ayer, en La Nueva España) LA LLAMADA DE BARBÓN: TÁCTICA Y PROBLEMAS DE FONDO El último día de la 45.ª Selmana les Lletres, en el solemne acto de l’Academia, el presidente de la entidad incitó a los partidos políticos a reunirse para acordar la cooficialidad de la lengua asturiana. Respondiendo a esa incitación, don Adrián Barbón ha convocado a todos los partidos (menos a Vox) para tratar de llegar a un acuerdo al respecto. Para proclamar la cooficialidad hay que sumar 27 voluntades, y no las hay ni las va a haber en esta legislatura: únicamente dicen a favor PSOE, IU y la exmilitante de Podemos Covadonga Tomé. Se trata, pues, la convocatoria, de un movimiento táctico que persigue que el Partido Socialista destaque como abanderado de la oficialidad y, al tiempo, poner en un aprieto a Foro, que no tiene una disponibilidad evidente y que es competencia principal del PSOE en Xixón, plaza donde tienen los moriyonistas su principal cesta de votos. En la anterior legislatura, al plantearse la cuestión, el voto del diputado forista estaba dispuesto a sumarse a la decisión de la oficialidad a cambio de ciertas modificaciones legislativas en materia impositiva. Ni PSOE, ni Podemos, ni IU quisieron salirse de su camino (o bajarse de la burra) para llegar a un acuerdo. Ahora ya han enunciado que la reunión es exclusivamente para hablar de la cooficialidad, sin ninguna contrapartida, lo que quiere decir que pretenden dificultar al máximo el acuerdo con Foro. El otro objetivo evidente de la convocatoria es acharar al PP, demostrar que no está a favor de la oficialidad, logro que entusiasmará a quienes no votan a los populares, pero que es difícil que les reste un solo sufragio; es más, le vendrá bien en relación con Vox. La oficialidad, como bien saben en países con otras lenguas en conflicto, no es el bálsamo de Fierabrás. Sirve, efectivamente, como una ayuda, pero los problemas del asturiano son muy complejos. En primer lugar, la hostilidad o falta de afecto que un grupo grande de ciudadanos siente hacia nuestra lengua, incluso, aún hoy, en algunos, la vergüenza de usarlo. Ello se traduce en la limitada presencia pública del idioma, en su progresivo encogimiento, en la dificultad de su transmisión a las nuevas generaciones: ese es su verdadero problema, el que amenaza su sostenimiento y futuro. Añádase a ello que existe una enorme ignorancia sobre lo que es, en realidad, nuestra lengua, lo que es y fue nuestra literatura y lo que ha de ser una lengua que se utilice en la vida social. Esa ignorancia es, a veces, simple desconocimiento, teñido, eso sí, de “sabiduría de chigre”; en otras ocasiones responde a bulos malintencionados. (Por cierto, verán ustedes que quienes critican la lengua normalizada o se declaran amantes de “los bables” o de la variante dialectal de su pueblo, jamás, jamás, hablan en asturiano, ni en el tráfico social habitual, ni siquiera para realizar esa afirmación: lo que evidencia que ese proclamado amor no es más que un pretexto para estar contra el uso social del asturiano). Son esas cuestiones las que se deben abordar, en cualquier circunstancia y primordialmente, ellas son el verdadero núcleo donde se van a decidir el presente y el futuro de nuestra lengua. La cooficialidad no es más que uno de los instrumentos para ello. Y, por otro lado, los partidos son solo una parte de la ecuación, detrás están sus afiliados y simpatizantes, y, más allá, el conjunto de la sociedad. En lo relativo al cariño, al respeto, a la voluntad de normalización del asturiano, ninguno de los actuales partidos parlamentarios puede presumir mucho. IU no apostó por la oficialidad hasta 1996 y, ante la reforma de 1999, enredó todo lo posible para que no hubiese cooficialidad; el PSOE fue siempre enemigo de ella e hizo, incluso, lo posible porque no existiese la actual Ley de Uso y Promoción. La postura del PP fue, sobre oponerse habitualmente, enteramente extravagante (circense, tal vez mejor): en la reforma de 1999, tras negarse aquí rotundamente a ello, llegó en Madrid a proponer la oficialidad pensando que así atacaba a Marqués. Después no solo dio un paso atrás, sino que engafentó su postura, llegando, incluso, alguno de sus dirigentes a negarse a asistir a actos de mera cortesía social por temor al qué dirán. En los últimos tiempos, el PP popular viene rectificando su postura con respecto a la lengua asturiana, está en contra de la oficialidad, pero ya no en contra de la lengua por sistema. El señor Queipo ha hecho gestos en ese sentido, tanto en declaraciones como en actos. Ahora bien, como hemos dicho arriba, los partidos no son los militantes y los más directamente enfotaos: representan también a un sector de la sociedad que los arrastra y al que arrastran, en un intercambio mutuo. ¿Cuántos, por cierto, de los seguidores y militantes del PSOE, por ejemplo, después que “camudó”, como dice Barbón, su postura, no seguirán ahora en pos de la oficialidad arrastrando los pies? Lo importante, pues, de la mudanza actual del PP no es lo que digan sus cuadros, sino lo que pueda mover entre sus militantes y votantes para que vean el asturiano de una forma más amable. Al comenzar la legislatura el Gobiernu anunció su intención de explorar la Ley de Uso y Promoción para ver de sacarle el máximo provecho o, acaso, modificarla para mejor (yo diría que, en primer lugar, para cumplirla). La verdad es que en los cuatro años anteriores, el Legislativo, como acaba de señalar el señor Pumares, no ha hecho nada para ello, en la misma línea que muchos gobiernos anteriores, que la han cumplido a medias, malinterpretado u obstaculizado. Y la verdad también es que, en las últimas semanas, el Gobiernu ha publicado unas Instrucciones relativas a los criterios lingüísticos a emplear en el ámbito de la Administración del Principado de Asturias y su sector público, un desarrollo de la Ley, que tienen cierto interés. Por tanto, ¿no sería mejor una convocatoria para tratar de realizar ese propósito, el de cumplir, ampliar y mejorar la Ley, que es lo que es posible en estos tres años que quedan de legislatura, y no el imposible de la cooficialidad? ¿No es, acaso, verosímil que en ese esfuerzo pudiese contarse con el PP, no tanto por sumar a la tarea a ese partido, que también, cuanto por acercar a muchos de sus votantes a otra visión de la llingua asturiana? ¿O, aunque solo fuese, en última instancia, para dejar patente que ni siquiera en el ámbito de la “no obligatoriedad”, donde dicen que se sitúan, son capaces de hacer nada de aquello que pregonan sobre su postura favorable a nuestra lengua? Pero me temo que algunos prefieren los voladores a los logros reales, el enfrentamiento a las soluciones, el “todo o nada”, sabiendo que el resultado es el “nada”, a avanzar por el camino de lo posible y positivo. No solo los partidos, también muchos de los ciudadanos que dicen tener como objetivo prioritario la normalización y supervivencia de la lengua. Coda: Está para la imprenta un libro, L’emprunu camín hacia la oficialidá, donde cuento con todo detalle las posturas, acusaciones, insultos y zancadillas que propinaron partidos, instituciones y paticulares a la marcha hacia la normalización del asturianu, desde el artículo 4º del Estatuto a la Ley de Uso, y las reacciones posteriores. Tendrán ocasión de plasmar y reírse. Tal vez de cabrearse. En todo caso, de saber con quién se juegan los cuartos, esto es, los hechos.

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