La cooficialidad y la Asturias que puede ser

Ún de los testos más importantes de los caberos tiempos a favor de la oficialidá del asturianu. Razón: la persona y el trabayu del autor, qu'opina dende fuera de los grupos habituales favoratibles o a la escontra, con argumentos reposaos y ensin dexar de ver les cuestiones difíciles: La cooficialidad y la Asturias que puede ser Proteger el asturiano y el eo-naviego para combatir la inseguridad de la región para encarar su futuro Eduardo Fernández Luiña es politólogo, decano de la Escuela de Posgrado de la Universidad de las Hespérides, profesor en la Universidad Francisco Marroquín y coordinador de Formación y Relaciones Internacionales del Instituto Juan de Mariana Cuesta escribir algo que se lleva dentro muchos años, pero que pocos conocen. Existe un miedo interior que lo invade todo y que coloca a la persona que lo siente en una situación compleja, en un callejón sin salida. Esa sensación recorre mi espíritu y ánimo desde hace años, pues es mucho el tiempo que he defendido en la sombra, casi en silencio, la cooficialidad de la lengua asturiana, mi lengua materna. Las razones son muchas, pocas las personas que las conocen. Y es que al hablar de la cooficialidad de una lengua, la identidad emerge y con ella las pasiones, los sentimientos y a veces la irracionalidad. Intentando deshacer el entuerto, escribo estas líneas con objeto de meditar sobre el valor de proteger nuestra(s) lengua(s). Decía Bernardo Atxaga que una lengua no es más que una poética. La lengua muestra de alguna manera qué somos. En palabras del escritor vasco, la lengua forma parte de «nuestra instalación en el mundo». El asturiano en sus distintas variantes (asturianu y eo-naviego) conforma un patrimonio cultural de gran valía para todos los que nacimos aquí. También, para las generaciones que vienen y aquellas personas que no siendo astures de nacimiento sienten la tierrina como propia. Sería triste como pueblo, que nuestra forma de ver el mundo, nuestra poética, se diluyese en la historia y desapareciese. Y esto, la pérdida de nuestro patrimonio lingüístico es ya una realidad. Creo que nadie puede atreverse a negar que la lengua asturiana se encuentra en peligro de extinción. Solo tenemos que salir a la calle para verlo, abrir la ventana, como decía Seymour Martin Lipset. La cooficialidad sería una herramienta de conservación que ayudaría a proteger eso que ha existido durante siglos y que ha contribuido a dar forma a nuestra identidad. Y es ahí donde brota la segunda de las razones. Asturias siempre ha sido para mí (que soy emigrante) un sueño en proceso, una realidad que puede ser y que desafortunadamente, no es. Anhelo una Asturias orgullosa de sí misma (sin charranerías) y sin miedo a la hora de afrontar el futuro. Una tierra que lo tiene todo para triunfar, parece condenada al estancamiento y a la decadencia próspera, en palabras de Ross Douthat. Muchas veces los astures somos sin ser, pues son innumerables las situaciones en las cuáles se observa el complejo, la vergüenza de utilizar las palabras que nuestros ancestros nos han legado a lo largo de la historia. Eso, que puede parecer una tontería, influye en nuestro carácter y en nuestra inseguridad a la hora enfrentar lo que viene. La cooficialidad acomodaría muchos de nuestros miedos identitarios, eliminando una diglosia que por décadas ha marcado a los que nacimos n’Asturies. Hay que orientar el orgullo por el sendero correcto y la cooficialidad puede contribuir a ello. La tercera razón es jurídica. La complejidad legal que lo inunda todo hace daño a quienes no disfrutan de igualdad de derechos a la hora de utilizar oficialmente una lengua que es suya. Han sido muchos quienes a lo largo del tiempo han mostrado un compromiso con Asturias y el asturiano. Jovellanos y su hermana, Xosefa, el gran Acebal o el padre Galo. Todos querían salvaguardar la lengua para garantizar la igualdad entre aquellos que somos iguales y proteger la dignidad que como pueblo tenemos. No es algo menor defender la igualdad jurídica de aquellos que son conciudadanos y paisanos. En los últimos tiempos, organizaciones como Conceyu Bable, Iniciativa pol Asturianu, intelectuales como Xuan Xosé Sánchez Vicente y Xosé Lluis García Arias, escritores como Xuan Bello, la Academia de la Llingua, los dos últimos rectores de la Universidad de Oviedo, comunicadores como Inaciu Galán, empresarios como Inaciu Iglesias y Felechosa, y con ellos miles de ciudadanos, han dejado tiempo, dinero y mucho esfuerzo por hacer posible la cooficialidad de nuestras lenguas. ¿Tiene problemas la medida? Por supuesto que sí. A la hora de realizar una intervención de estas características surgen un sinfín de incentivos potencialmente perversos, como en toda política pública. Y esto, la cuestión de los incentivos, puede representar una dificultad a la hora de diseñar una actuación que sirva para resolver los retos (históricos, identitarios y jurídicos) presentados líneas atrás. Afrontar la oficialidad del asturiano implica pensar adecuadamente en los procesos, teniendo siempre presente uno de los principios esenciales de toda democracia liberal: La igualdad ante la Ley. Igualdad ante la Ley diseñando procesos adecuados y garantizando 2 que todos tengan acceso a este recurso cultural. El hecho de ser conscientes de la existencia de “buscadores de renta” puede ayudarnos a diseñar procesos/instituciones de mejor calidad que reduzcan el margen de actuación de aquellos que busquen beneficiarse económicamente a costa de la promoción y defensa de la lengua asturiana. Dicho esto, debemos ser conscientes de quiénes han sido las víctimas a lo largo de la historia. Y estas, es más que evidente, han sido los asturfalantes. El hecho de querer hablar asturiano no debe ser entendido como una ofensa. Nada más lejos de la realidad. Por ello, los miembros de la Administración Pública deberían ser conscientes de que el asturiano forma parte de la vida de esta tierra y de que las personas que así lo deseen, tienen derecho a utilizar su lengua materna en cualquier procedimiento y proceso de carácter público. La lengua no debe ser un hecho fragmentador, ni mucho menos polarizante. Pero todos, hablantes y no hablantes del asturiano, tenemos una porción de responsabilidad individual para evitar que esto ocurra. Se trata de ser más civilizados y respetuosos, sobre todo con los asturfalantes, que han sido siempre los marginados y las víctimas. Han sido ellos los que nunca han podido utilizar de manera formal su poética, su forma de ver el mundo. Se trata de aplicar el sentido común y acatar la Constitución, de moderar las posiciones y ser respetuosos con el otro, siendo conscientes de que la identidad asturiana, que es maravillosa, es plural y por tanto compleja. De ser así, podemos iniciar un proceso que resuelva los problemas lingüísticos (conservación), identitarios y jurídicos que afectan a nuestra tierra. El castellano, el asturiano y el eonaviego pueden -y deben- convivir en armonía. Superar este problema, abriría un gran número de oportunidades y pondría la primera piedra en la reconstrucción de lo nuestro. Los pueblos no pueden avanzar si no creen en algo. Afortunadamente, son muchos los asturianos que creen en su identidad lingüística y cultural y en lo que nuestra pequeña-gran patria puede ser capaz de realizar. Honestamente, solo la cooficialidad puede rescatar al asturiano y al eonaviego. Se trata de una obligación moral, de un compromiso con las generaciones futuras. Y todo con un único objetivo: Que Asturias siga siendo lo que es, consciente del valor de su identidad. Una tierra con identidad múltiple. Una sociedad acogedora y abierta, capaz de convertirse en un potencia cultural y económica si finalmente cree en sí misma.

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