Veinte años sin muro: los muros que Zapatero nun quier baltar

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Con esti guañu piesllo, creo, la conmemoración del argayu del muriu de Berlín y de les dictadures del socialismu real (que, por cierto, el PCE, o sea, IU, reivindica n'España).

Como saben, el maestru Zapatero tuvo en Polonia y ellí, entrugáu sobre'l muru, faló "d'otres muries que queden por baltar" y (¡cómo non!) de la muria de la dictadura franquista. Dempués dixo otres babayaes-caxigalina, d'eses tautoloxíes tan del gustu del maestru Zapateru y fuese, él tan clásicu, al mou y manera cervantinos: caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

Pero non faló d'otros murios el Presidente del Gobiernu, d'esos murios de les dictadures socialistes-comunistes, y especialmente, nun faló de la muria de Cuba, que tanto defende delantre la UE y cola que paez afayase tan ricamente.

Pues, pa que vean cómo les gasten ehí, nesos murios que silencien y agabiten el PSOE y Zapatero, voi invitalos a que llanquen nesti blog http://www.desdecuba.com/generaciony/, de la conocida bloguera Yoani Sánchez (a lo meyor ye daqué de mio), y van ver los palos y les prisiones colos qu'acostinen los que nun s'abanguen delantre les dictadures socialistes (del socialismu real).

Vaigan elli y pinchen, fagan el favor, y mírenlo bien, qu'eso son "la revolución", "l'home nuevu", "la dictadura del proletariáu", "el partíu del pueblu y del obreru", la "democracia popular", el "socialismu y el comunismu reales", e tutti quanti.

Nun dexen d'amiralo. Ye una bona forma de recordar el vixésimu aniversariu de la cayía del muru de Berlín.

Y de seguir colos güeyos abiertos xixilando a los que defenden los qu'hai, ensin dulda porque-yos prestaría llevantanos otros (por supuestu, pa salvanos, enseñanos el camín y llevanos al trunfu final).

Veinte años sin muro: el hombre nuevo

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A propósito del vigésimo año de la caída del muro de Berlín conviene meditar sobre uno de los aspectos más terroríficos que estaban ocultos tras el muro (sólo para quien no quería verlo, pues ya se sabe que "fe es no creer lo que vemos) y que ha sido un constituyente fundamental de muchas de las últimas décadas de los siglos XIX y XX, especialmente de esto: la sangrienta búsqueda del hombre nuevo. Pongo aquí, para ilustrarlo, unas palabras de mi novela«No miréis al mar»:

«No miréis al mar» de Xuan Xosé Sánchez VIcente

Debéis despojaros, por lo que mira a vuestro pasado, del hombre viejo, que se corrompe según los deseos depravados del error, y renovaros en el espíritu de nuestra mente, y revestiros del hombre nuevo, el creado según Dios, en justicia y santidad verdadera. La nueva Jerusalén, el nuevo Paraíso, traerá un nuevo hombre, un hombre puro, generoso, cazador, pescador, artesano, intelectual, solidario, que dará en razón de sus capacidades y pedirá exclusivamente en virtud de sus necesidades, un hombre-en-sí, no alienando, no enajenado, dueño de su actividad, de su persona, de su trabajo. Pero lo mismo que la Historia -en su incapacidad o en la impaciencia de sus hijos- necesita de parteras para sobrevenir, así el hombre nuevo requiere de crisoles y hornos donde, con la ayuda de fundentes, se separe la ganga de la mena (pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los homicidas, los fornicarios, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el estanque ardiente de fuego y de azufre: esta es la segunda muerte), se aparte la escoria del material noble, para que, ya a la entrada del Nuevo Mundo o a medida que éste va construyéndose, desaparezca el hombre viejo y de sus desechos, salga, como de una crisálida, el nuevo hombre, en luminosa homología con la nueva Jerusalén. Crisoles, hornos y fundentes que adquieren diversas tipologías y denominaciones, que se expanden desde los hielos de Siberia hasta los páramos chequistas de España, desde los campos de reeducación de Camboya hasta las fosas del hambre de Corea del Norte. Pero sean cuales sean los procedimientos seleccionados para el achatarramiento del hombre viejo -su definitiva retirada de la circulación, como un producto no sólo obsoleto, sino, sobre todo, nocivo para el ordenado nuevo orden social- y la fabricación y distribución del hombre nuevo -que, una vez constituido como producto acabado, debería ser producido en largas series y distribuido por todo el orbe, de acuerdo con el mandato genesíaco: creced, multiplicaos, ocupad la tierra-, sean cuales sean esos procedimientos, se constata siempre, reiterada, inevitablemente, que la realidad tiene una textura diferente a la de los sueños, y que es refractaria a ellos, intraspasable por ellos. Constituye esa la razón de que, finalmente, tras años, tras lustros, tras décadas, los experimentos crisolarios, horneros y reeducativos deban ser abandonados, dejando tras sí barracones, expedientes, tumbas, huesos, y la memoria silenciosa de un caudaloso río de tortura, soledad, angustia y sangre. Y es su olor, el hedor insoportable de los miles o millones de cuerpos traspasados por el laceramiento, la soledad y el terror, el que podrá guiaros hasta ellos, hasta los campos donde está teniendo lugar o tuvo lugar o va a tener lugar la búsqueda del hombre nuevo, un hombre nuevo para el que, hasta ahora, los alquimistas-profetas no han dado con ninguna otra piedra filosofal, con ninguna otra sustancia prima transmutativa, que no sea la de la sangre: arroyos, torrenteras, mares, océanos de sangre.

García Arias: ¡Norabona!

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El señor García Arias acaba de sacar la cátedra de Dialectoloxía Hispánica na universidá d'Uviéu. Apériase asina una inxusticia clamorosa de fai más de venti años. Al mesmu tiempu, reconócense, de forma indirecta, les aportaciones de García Arias a la filoloxía asturiana. ¡Norabona!


Nota: la semeya de Farpón, sacada de la Nueva España, recueye un momentu de la oposición.

Veinte años sin muro: el comunismo

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A propósito de los comunismos (del comunismo), que bien al descubierto quedaron tras la caída del muro de Berlín para quien haya querido verlo (ya se sabe que fe es "no creer lo que vemos") pongo aquí unas palabras de mi novela «No miréis al mar»:

«No miréis al mar» de Xuan Xosé Sánchez VIcente

Pero pese a su carácter laico, a su radical negación de cualquier trascendencia transmundana, las nuevas organizaciones no pueden escapar a la imperiosa necesidad de configurarse, ellas también, como Iglesias. Es acaso el arrastre cultural de tantos siglos el que paulovianamente lo exige o, tal vez, la propia conformación cerebral del ser humano, sus visionarios lóbulos frontales, que requieren una explicación y una teoría –global y, al mismo tiempo, simplificadora- para todo. En cualquier caso, y sea cual sea la causa, esa constitución como Iglesia crea su cuerpo sacerdotal -los miembros del Partido, que administran doctrina y sacramentos a los fieles-, su sanedrín o cónclave, con su Sumo Sacerdote General, sus teólogos -llamados aquí ideólogos, capaces de analizar con otros teólogos más orientales y más amarillos las diferencias de interpretación de los textos entre la Iglesia oriental y la occidental, y por ello, y por otras cosas, suslovizados dos veces con la medalla de la Orden de Lenin-, sus exégetas de los libros sagrados, no necesariamente miembros orgánicos de la institución, aunque sí intelectuales -Gramsci, Lukács, Adorno, Althusser, Sartre Resartus-, incluso, a veces, intérpretes contestatarios o desviados –Marcuse, Berstein, Luxemburgo, Tugan-Baranovskji-; rinde especial culto y reverencia a los fundadores de las diversas congregaciones nacionales –Pedro, Hoxha, Ho Chi Min, Mao Tse Tung, Vladimiro-; canoniza sus santos y expone sus cuerpos, ya que no resucitados, sí ungidos, sí conservados amojamados –otra forma de eternidad- para siempre; establece su propia infalibilidad, en virtud de la cual el partido, aunque se equivoquen sus miembros y directivas – “Ejecutiva”, palabra de ambiguas resonancias, es, más bien, el término correcto-, nunca se equivoca, no puede errar –la idea sería simplemente un sinsentido schopenhauershakespeariano, un imposible dialéctico-, porque siempre nortea en la dirección correcta de la Historia, madre tutelar que lo protege y guía, como a vástago suyo que es, y de la cual es la encarnación; de ahí que sus hijos mártires se envereden, cuando llega la hora de las purgas y los juicios revolucionarios, cantando salmos hacia la muerte, porque saben que, aun siendo injustamente acusados, aniquilados, destruidos, polpotizados, gulagizados, maosetunizados, estalinizados, fidelcastrizados, no son más que un instrumento glorioso -pues también la Historia y el Partido, como Dios, escriben derecho con renglones torcidos-, que coadyuva al santo advenimiento -y lo acelera- de la nueva Jerusalén: no de otra forma a como aquellos primitivos cristianos se ofrecían a la degollación o a ser devorados entonando himnos al que les permitía inmolarse en su nombre, a manera de semilla para un futuro más glorioso que habría de llegar a la estirpe de los elegidos, en el inevitable alborear del próximo mañana. Y, como ápice, pináculo o superestructura, y pese su carácter secular, no sacro, no se limitan a la excepcionalidad ontológica de sus santos y sus mártires y sus teólogos y sus sumos sacerdotes u oficiantes, sino que formulan y activan la máxima / regla más importante de cualquier entidad totalitaria, de cualquier organización que dice ser y representar el alfa y el omega del mundo, de la sociedad, de la verdad: “Fuera del Partido no hay salvación”. Y en prueba de un vívido eclecticismo que no hace sino probar su materialismo ateo, toman de otras Iglesias no occidentales, del islam, por ejemplo, el modelo del fiat de la fatwa, a fin de que nadie olvide el carácter no retórico, sino dialéctico, de la máxima holística de que fuera de la Iglesia no hay salvación. Ni vida, como bien saben, por un citar, Andréu Nin, León Trotski y esa cáfila de innumerables seres tan apóstatas como anónimos que han sido ubicuos mártires, esto es, testigos, desde la vieja Europa hasta la nueva América, desde el África al Asia, del riguroso cumplimiento de tal principio. Coinciden, así, unas y otras instituciones pastoreadoras-iluminadoras-guías, en su sustancia elemental, en su última raíz constitutiva: una voluntad totalitaria de gobernar y organizar este mundo con el pretexto del otro, eminente o inminente.

El carbayu lliterariu: Dende a llareira con señardá

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La Fundación Nueva Asturies acaba d'editar «Dende a llareira con señardá. Cocina de Bual y del occidente asturianu», del que ye autora María Teresa López García. De María Teresa López García editó la fundación «Vocabulariu de Bual y algúa cousa más» y tien otru llibru asoleyáu dedicáu a la etnografía y les costumes tradicionales del conceyu.

Mañana, xueves, 12 de payares, va facese la presentación del mesmu, en Xixón, na Escuela d'Hostelería (Paséu de Begoña, 30), a les 8 la tarde. La presentación de l'autora y del llibru van correr por cuenta de José Antonio Fidalgo Alonso, profesor, escritor y críticu na materia coquinaria.

Al actu tán invitaes cuantes persones-yos preste dir y a caún de los asistentes va entregáse-yos gratuitamente un exemplar de la obra (hasta fin d'esistencies).

Churchill y el muru. Nel vixésimu aniversariu

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Fue Churchill el que fizo popular la espresión "telón d'aceru" ("Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente un telón de acero"). El muru de Berlín nun yera'l telón d'aceru sopelexáu por Churchill (fue, per otru llau, más seroñu nel tiempu), pero yera la visualización práctica y simbólica d'esi "telón d'aceru".

Por eso, pa recordar lo que yeren el telón d'aceru y el muru (tan bien vistos, vamos volver repetilo, por una parte la "intelixencia" y la manzorga occidentales -y entá recordaos con señardá por parte d'ellos-) convién apuntar lo que, na práctica, suponíen de falta llibertá pa la xente corriente, y lo que teníen de "dictadura de los señoritos"("señoritos del partíu", pero señoritos), dispuestos a empobinar pela "senda de la virtú hacia'l bien" al común de los mortales, a llevalos hacia "la salvación" inclusu escontra la so voluntá, según aquel asioma tan común a les dictadures de tolos tiempos: "palu al burru blancu, / palu al burru prietu, / y palu a tol burru / que nun ande drechu" (peronde yo lu quiero llevar). Y naide meyor que Winston Churchill pa decir lo que significa de verdá la democracia y lo que nun ye la democracia, llámese "dictadura" a seques, llámese "democracia popular". Son dos retayos de dos discursos del políticu inglés. El primeru, a propósitu del programa absolutista de los llaboristes cuando se convocaren les elecciones al términu de la guerra n'Europa (1945). El segundu, nun debate parlamentariu,cuando los llaboristes acusaben al gobiernu tres la intervención de los británicos en Grecia pa amparar al gobiernu griegu y impedir el golpe d'estáu comunista del ELAS.

Ehí va'l primer retayu:

"Yo defendo la soberana llibertá del individu dientru de les lleis que Parlamentos llibremente escoyíos aprueben con toa llibertá. Defendo'l derechu del home corriente a decir lo que piense del Gobiernu qu'esista, por poderosu que sea, y, asinamesmu, el so derechu a baltar esi Gobiernu si cree que con ello va ameyorar el so humor o va ameyorar la so casa o'l so país, y siempre que, p'algamalo, convenza a xente abondo que vote como él."
Y el segundu:

"Plantéase la cuestión, y ta bien aparase nella nun momentu, de quién son los amigos de la democracia y cómo debe interpretase la palabra "democracia". La mio idea d'ello ye que l'home cenciellu, humilde, común, el paisanu corriente que caltién la so muyer y la so familia, que pelea pol so país y vota cuando toca, señalando con una cruz el candidatu que quier escoyer, ye'l fundamentu de la democracia. Y ye tamién esencial nesi fundamentu que'l talu home o muyer faga eso ensin llercia y ensin dala forma d'intimidación o de peligru personal. [...] Pero nun opino lo mesmo de lo que ye una estafa a la democracia, d'una democracia que se llama d'esi mou a sí mesma sólo por ser una forma de manzorga. Pa facer una democracia necesítase a toos, nun solo a los izquierdistes o a los comunistes. Nun consiento qu'un partíu represente necesariamente la democracia pol fechu de volvese más violentu a medida que se torna menos numerosu. [...] Enunciaré esi principiu nos más amplios y familiares téminos: gobiernu del pueblu, pol pueblu y pal pueblu, afitándose nuna elección por sufraxu llibre y universal, ensin intimidaciones y con elección secreta."

El tuétano de la enseñanza

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El último ministro de Educación, Ángel Gabilondo Pujol, ha lanzado dos ideas: la de la necesidad de un pacto sobre la enseñanza y la de prolongar la educación obligatoria hasta los dieciocho años. Acerca del pacto soy absolutamente escéptico, ante todo, porque el discurso de negación de la postura del otro viene constituyendo un elemento emocional simbólico en la identidad política partidaria, especialmente en la izquierda; además, porque, salvo a una parte del profesorado, nunca he oído discutir sobre la enseñanza, sino sobre los discursos que dicen hablar sobre la enseñanza. Y ello nos lleva a la segunda de las cuestiones, la hipótesis de que la educación obligatoria incluya lo que ahora es el Bachillerato.

Pónganse ustedes en una clase de un centro de enseñanza secundaria adonde acuden vástagos de la clase media y media-alta. Sitúense ahora en un aula de Bachillerato, tramo de instrucción en que no se está por obligación, sino por voluntad. Pues bien, si el curso es normal, es decir, si no es especialmente conflictivo, deberán dedicar un veinte por ciento del tiempo de clase a reclamar silencio y atención, ahora a éste, ahora a aquél, ahora a dos o cuatro escolinos. Eso mientras usted explica o trabaja en interacción con ellos. Si la actividad es labor del alumno (redacciones, problemas, análisis, etc.), un porcentaje alto pasará el tiempo lectivo sin hacer absolutamente nada, otros empezarán la tarea y sólo una pequeña parte habrá trabajado con interés y continuidad. Este es el problema real de la enseñanza en el más óptimo de los ámbitos y con la mejor condición del alumnado. A partir de ahí, las situaciones reales son peores o mucho peores. Podemos hacer una traducción e imaginar, mutatis mutandis, cómo veríamos las cosas si en una cadena de montaje cada uno trabajase cuando le diese la gana o si en una oficina no hubiese nadie en varias horas para atender al público. Pues para ese fiasco y ese fraude se invierte mucho esfuerzo individual y mucho dinero público.

Añadamos un dato importante y es el de que la presión a favor del aprobado, desde los ámbitos institucionales y sociales, es tan grande que, pese al alto fracaso escolar español, es seguro que no menos de un diez por ciento de los aprobados, lo son ficticios, «de regalo».

Cualquier actuación en la enseñanza que no tenga en cuenta ese problema real de escaso rendimiento personal y de despilfarro inversor es pura palabrería. Ahora bien, ¿es posible modificar esa situación, dada la mentalidad imperante en el conjunto de la sociedad acerca de los «derechos» de los estudiantes, la poca exigencia de esfuerzo y la conmiseración casi mística con que se compadece a hijos y jóvenes en general si tienen que sacrificarse o trabajar? Es bastante difícil. En todo caso, para esa ardua tarea sería necesario cambiar un par de conceptos básicos sobre la enseñanza.

El primero es la idea de que el derecho a la enseñanza consiste en la obligación de estar enclaustrado en un aula durante las horas de clase, lo que tiene como corolario la idea de que se aprende sólo con estar en el recinto escolar y de que ello no exige ningún esfuerzo. Sobre este entendimiento disparatado de lo que son la enseñanza y el aprendizaje está montado todo el sistema escolar: las orientaciones pedagógicas, la panoplia de derechos y deberes de los alumnos, la concepción que los alumnos tienen sobre sus obligaciones y tareas, la ligazón de los mismos con el recinto a donde acuden y una amplia jurisprudencia en todos los ámbitos de la vida escolar y social. En consecuencia, mientras esta idea —eje de tantas cosas— no se modifique, no se podrán solucionar los problemas de la enseñanza.

El segundo concepto que es necesario cambiar es el de que todos deben estudiar lo mismo, tener el mismo tipo de enseñanzas, a lo largo del tiempo de escolarización obligatoria. Los efectos de ello son variadamente negativos: rebajas sucesivas en la exigencia, a fin de aprobar a más población escolar; permanencia en las aulas de personas que no quieren o no pueden entregarse al tipo de estudios diseñados para la generalidad; conflictos más o menos intensos; malestar y quemazón del profesorado, etc.

Sin abordar esas cuestiones, la ampliación del tiempo de enseñanza obligatoria no haría otra cosa que empeorar los problemas y los males de la enseñanza actual, sin ninguna ventaja ni para los individuos ni para la sociedad y exigiendo una inversión mucho mayor.

Un par de cosas más. La primera es sobre la validez del diagnóstico que aquí se realiza acerca de los problemas medulares de la enseñanza. Es verosímil suponer que lo comparte la inmensa mayoría del profesorado, no así las soluciones esbozadas, con respecto a las cuales no sólo habría otras opciones más o menos razonadas o fundadas, sino que se entraría en el campo de lo que arriba llamo «los discursos que dicen hablar sobre la enseñanza». La segunda: ¿los ministros de Educación, desde Maravall hasta hoy, ¿han pisado alguna vez algún centro de enseñanza primaria o secundaria? Peor aún: ¿se han asesorado con alguien que haya pisado alguna vez un aula de enseñanza de esos niveles? Y, en la perhipotética suposición de que lo hayan hecho, ¿dónde diablos habrán ido a buscar a esos tipos?


Nota: esti artículu asoleyóse na Nueva España del 09/11/09

Veinte años sin muro: celebración

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Hoy, 9 de noviembre, se cumplen veinte años de la caída del muro de Berlín. O, por mejor decir, de la careta que enmascaraba la mentira de un sistema de ruina, cárceles, campos de concentración y dictadura. Y de la cortina que permitía a muchos occidentales negar la evidencia y añorar un sistema que adoraban porque creían que, en otro igual, ellos serían quienes dictasen a la gente lo que debería hacer, quienes los pastoreasen, quienes los "encaminasen hacia el bien y la verdad".

Pero, especialmente hay que felicitarse porque, el colapso (el argayu, diríamos con una gráfica palabra asturiana) del muro y del sistema soviético (con su instrumento de opresión, el Pacto de Varsovia) permitió a millones de seres humanos gozar de la libertad y volver a ser seres humanos plenos.

Más sobre Cajastur

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Sé que mis lectores son, en general, cultos, inteligentes e informados, por lo que tratar de añadir a toda la información que ya poseen sobre la fusión de Cajastur con Caja de Castilla La Mancha algún dato nuevo resulta casi una impertinencia.

Con todo, yo quisiera recordar aquí un elemento del contexto bancario, tanto español como europeo.

Ese elemento a considerar es que la banca se encuentra en un proceso de concentración (por compra, por lo general) entre entidades y de crecimiento en tamaño y expansión de los "ganadores". Por no irse lejos, basta con mirar al BBVA y al Santander, que crecen en Inglaterra, en EEUU y, sobre todo en Sudamérica, donde están obteniendo una parte importante de sus beneficios.

En el sector bancario español, y dentro del propio país, vamos a asistir también en los próximos años a cambios importantes, especialmente en el terreno de las cajas, con "fusiones virtuales", fusiones reales o compras, que tendrán como consecuencia la reducción del número de cajas y el aumento de tamaño de algunas.

Por no recordar más que los últimos años, hay que rememorar que existieron o existen, por ejemplo, procesos de ese tipo en Euskadi, Cataluña, Andalucía y Galicia.

Y por venir a nuestra nación y a nuestra Cajastur, no hay más que recordar que Cajastur ya tiene acuerdos de funcionamiento para compartir servicios y logística con Cajamurcia (Infocaja), con Caixa Galicia y Caixanova (Itínere).

De la misma forma no estaría de más tener en cuenta que entre el empresariado (y parte de los políticos) gallegos existe la pretensión de que Caixanova y Caixa Galicia absorban Cajastur. Tampoco estaría de más acordarse de que tan sólo hace dos meses el rumor era que Caja España se comería Cajastur.

De modo que ese es el panorama en que nos movemos y no es de descartar que, en un futuro no muy lejano, se produzcan más movimientos, vía absorción, fusión o acudiendo al Sistema Institucional de Protección.

Oído al parche. O, como se decía en las acotaciones del teatro del Siglo de Oro, cuando andaban las tropas próximas al escenario: "suenan cajas".

Del 24% al 43%: cuentos para bobos

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La modificación de la llamada "Ley Beckham", eliminando los tipos impositivos especiales para "genios importados", que ahora tienen un tope del 24%, constituye una absoluta tomadura de pelo: un discurso para creyentes, esto es, para tontos que quieran dejarse engañar.

Recordemos que el PSOE lleva gobernando cinco años y que a lo largo de estos cinco años la Ley, creada por el PP, ha estado vigente, sin que el PSOE hubiese pensado nunca en modificarla, es decir, nunca le importó. Ahora, como necesitan los votos, hacen como si les importase y como si lo hubiesen descubierto ahora.

Pero, por otro lado, la medida, tal como se propone, es un absoluto engaño: no se dirige a los contratos ya existentes, sino a los futuros, esto es, nada de nada.

Respecto al fondo, la actual legislación es absolutamente impresentable y va contra el mercado: que la pata de futbolista jabugo tenga menos impuestos que la pata de futbolista secado de Tineo es de todo punto inaceptable.

Y en fin, ¡asturianos, es hora de despertar!