Asoleyamos equí delles semeyes de los cipreses de Silos, l'esterior y l'interior, el del claustru.
Recordamos tamién que Gerardo Diego fue profesor del institutu Xovellanos, en Xixón. Neses circunstancies fizo daqué poema centráu nesa tierra. Damos equí un d`ellos, de 1925, dedicáu a "mis amigos de Gijón".
Enhiesto surtidor de sombra y sueño,
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza,
devanado en si mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llego a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales;
Como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplos de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
OFRENDA
-mieses agavilladas, calles color de anís-.
amarillo de Soria y grises de París.
¿Comprendéis mi secreto? Mi oído era una urna
de músicas de dancings, donde la moda turna
pastoreaba antiguos rebaños de emociones,
Delicia de los ojos. Playa de San Lorenzo,
La mirada perdida en el confín del lienzo
Y el mar me iba ofreciendo su muestrario de espumas
efímeras estrellas disueltas entre brumas
Naturaleza y Arte. La lección de insistencia,
Porque el mar sólo es eso. Voluntad de presencia
Así para mis versos cursé el aprendizaje,
¿Vuestra? Y mía también. Devané en ella el ocio
Pero no es todo estéril. Cumplí ese sacerdocio
de enseñar lo que apenas se aprende día a día.
Amigos: a vosotros estos versos de ofrenda
El mapamundi me abre sus dos valvas gemelas.
Acompañadme en tanto a remendar las velas
y a educir el elástico tubo del catalejo.
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