El héroe asturiano de la aviación cubana
Cuba y España rinden homenaje al emigrante sotobarquense Antonio Menéndez Peláez, el primer piloto que voló en solitario de la isla a España, hace ahora 75 años
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Casi desapercibido en España, Menéndez Peláez (1898-1937) es uno de los héroes escondidos de la emigración asturiana, un sotobarquense de nombre oculto apodado «El águila asturiana» en algún relato de la época en Cuba. Menéndez Peláez salió de Asturias a los trece años y siguiendo los pasos de su padre se estableció en la provincia cubana de Cienfuegos, donde pronto se sintió atraído por la incipiente aeronáutica de principios de siglo, en plena «etapa romántica de la aviación mundial». Con la ayuda de un bodeguero español, estudió aviación comercial en la Lincoln School de Chicago y fundó, de vuelta en la isla, un servicio de taxi aéreo en Cienfuegos hasta que en 1933 ingresó como piloto en la Marina de Guerra cubana.
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Entre el 12 de enero de 1936 en el aeropuerto civil de Camagüey y el 14 de febrero en la base aérea de Tablada (Sevilla) hubo un mes largo con nueve etapas y 12.000 kilómetros, 33 días y en total 77 horas y 40 minutos de vuelo. El salto atlántico, 3.200 kilómetros en 17 horas y 25 minutos, contando los desvíos por el mal tiempo, lo realizó entre la ciudad brasileña de Natal y la Banjul, en Gambia. Los relatos de aquel viaje, recopilados por el médico español residente en La Habana Manuel Barros, incluyeron entonces un recuento de vicisitudes, anécdotas y situaciones de peligro que incluyeron un aterrizaje de emergencia en Guyana por una avería que necesitó trece días de reparaciones en Trinidad y Tobago, una detención en Belem (Brasil) porque el piloto había olvidado el pasaporte en Guyana o una gran tormenta en medio del océano con cuatro horas de vuelo «prácticamente a ciegas y casi a ras de mar».
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En Cuba hay dos placas para que no se olvide la proeza del aviador asturiano, una en el aeropuerto de Camagüey y otra en Cumanayagua, la ciudad de la provincia de Cienfuegos donde el piloto residió con su esposa y que tiene además una calle a su nombre. En la conmemoración del 75 aniversario del vuelo transatlántico, en la sede de la Federación de Asociaciones Asturianas de Cuba, había representantes diplomáticos y militares, componentes de la emigración asturiana en la isla y los dos nietos del aviador asturiano, Liliam y Lisandro Menéndez, y su bisnieto, Jesús Antonio. En Sevilla se descubrió además una placa conmemorativa y se inauguró la exposición «El aguilucho cubano», con cuadros, fotos de la época y dibujos elaborados por niños cubanos sobre el histórico vuelo.
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