La definitiva anulación de los planes urbanísticos de Llanes (esto es, el rechazo a la revocación de la anulación de los mismos, por el Supremo) constituye uno de los mayores escándalos de las últimas décadas, no sólo en Asturies, sino en España.
Porque, en efecto, al margen del olor o las sospechas que puedan desprenderse de toda la historia urbanística de Llanes (ahora, por cierto, tangencialmente sacudidas por la exigencia de ejecución de sentencia para reponer a Gracia Noriega como cronista de la citada villa), lo cierto es que las sucesivas mayorías socialistas del ayuntamiento de Llanes han venido realizando de forma incorrecta (ilegal, por tanto) toda la planificación urbanística (las normas, pues, que configuran la legalidad urbanística) del concejo, y lo han hecho a sabiendas y con contumacia.
Han puesto, por tanto, en peligro inversiones, expectativas de ganancias y puestos de trabajo. Han arruinado probablemente a familias, han sambrado la incertidumbre sobre el futuro e instaurado la discriminaciónentre propietarios, barrios o pueblos. Y todo ello, repito, con contumacia y con plena consciencia de ello.
Las preguntas ahora son dos: la primera sobre las responsabilidades personales de quienes han tomado esas decisiones; la segunda sobre el pueblo soberano (sobre la "vox Dei"), sobre el conjunto de cada uno de los ciudadanos. ¿Cuál será su respuesta? ¿Les dará todo igual? ¿Volverán a votar a los suyos a tuerto o a derecho? ¿Preferirán la injusticia dentro de "su orden" a la justicia dentro de "otro orden"?
Yo, por supuesto, tengo mi criterio, del que me gustaría estar equivocado. ¿Cuál es el suyo, el de cada uno de ustedes? ¿Y usted, en concreto, llaniscu o llanisca?
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