Anoten ustedes: «Si no llegamos a tiempo para la reforma, perderemos dinero»; «De no correr a modificar nuestro estatuto, otras comunidades pueden sacar ventajas económicas». Estas frases, y otras semejantes, las pronunciaron a lo largo del año 2006 el Presidente Areces, el Secretario Fernández, el portavoz Lastra, la mayoría de los que en el PSOE pintaban y pintan algo. Y el 09/12/2006 don Jesús Gutiérrez, Secretario de Organización de la FSA (denominación en Asturies de la franquicia PSOE), expresaba con meridiana claridad lo que supondría concurrir de los últimos a remendar nuestro texto político matriz: «Si llegas de los últimos, comes, pero posiblemente ya no puedas escoger, y a nosotros nos gusta llegar de los primeros para poder elegir. El tiempo que se pierde ahora es irrecuperable».
Estamos en el año 2010, caminando ya hacia la mitad, y no sólo no sabemos nada de la reforma estatutaria, sino que aquel afoguín que en épocas pasadas manifestaban los responsables socialistas ha desaparecido.
Pero no crean ustedes que eran únicamente los discípulos de Pablo Iglesias los que sentían en sus carnes el pruyimientu reformatorio. Durante algunos meses, en aquellas fechas, el PP, a través de don Ovidio, manifestó que ellos querían para Asturies «un estatuto como el catalán», aunque, es verdad, su entusiasmo enfrió antes que el del PSOE.
Quizás podamos completar el panorama recordando que el Presidente Areces manifestaba ya en el 2002 su voluntad de reformar con urgencia el estatuto y que IU, que siempre se consideró abanderada de una modificación estatutaria profunda, está en este tema «calláu como un afogáu» y que prefiere manifestar su singularidad frente al PSOE en otros temas más «verdes», como la incineradora o el embalse de Caleao, o más «constructivos», tal el asunto de El Vasco o el de Villa Magdalena.
¿Qué ha pasado para que se haya establecido este silencio absoluto sobre nuestro estatuto y para que haya desaparecido la supuesta urgencia de su reforma para garantizar nuestros dineros?
Pues, en primer lugar, que se encuentran todos pillados por el Estatut: el PP, con cierta incomodidad por su recurso y los efectos sobre el voto catalán que ello pudiera conllevar; el PSOE por las tensiones internas que la actitud del PSC y Montilla han hecho aflorar en el interior de la empresa socialista y, asimismo, por las repercusiones de la sentencia del Constitucional y por el conflicto institucional en torno a ella. IU, posiblemente, porque debe entender que ya tiene bastantes frentes abiertos con el PSOE en el Gobiernu y porque tal vez piense que el tema estatutario no suscita demasiadas pasiones populares (aunque, de los tres, es IU la formación que pudiere obtener una ventaja táctica mayor con la apertura de una nueva discusión sobre la reforma asturiana).
En todo caso, resulta, una vez más, palpable qué nada les interesan a los tres partidos las cosas de Asturies (lo que es decir las de los ciudadanos asturianos). Uno de ellos, el PSOE, empezó un largo camino en el año 2003 (30 de agosto, Manifiesto de Santillana) a fin de conseguir para Cataluña un trato diferencial legal y una financiación también discriminatoria con respecto al resto de los españoles. Conseguido ello, los socialistas asturianos, han perdido enfotu en las reformas del texto matriz de nuestra comunidad, objetivo muy secundario para ellos. Del mismo modo se ha comportado IU. En cuanto al PP, ellos han puesto todo su interés en lograr estatutos para las Baleares, Valencia y, secundariamente, Andalucía. Alcanzados esos fines, lo de Asturies les ha importado menos.
A esa razón fundamental para que hayan cesado en su carrera reformadora tras conseguir sus objetivos principales, hay que sumar otra: sus respectivas casas centrales les han ordenado ahora que no «meneen» lo de Asturies hasta tanto no aclare la coyuntura. Y, ellos, meros palafreneros de sus jefes de Madrid, han acatado la orden, no sólo con alivio, sino con entusiasmo.
Relean ahora las declaraciones del principio. ¿Se burlaban de nosotros entonces o se burlan ahora? En ambas ocasiones: siempre con la connivencia de quienes nunca les pasan factura ni por mofarse de los asturianos ni por perjudicarlos.
P.S. La semana trae enhorabuenas. Para Santi Pérez, recuperado, y para el prometedor Joaquín Sobrino. Para el Biesca, tres veces ganador en Europa. ¡Magníficas, éstas!
Estamos en el año 2010, caminando ya hacia la mitad, y no sólo no sabemos nada de la reforma estatutaria, sino que aquel afoguín que en épocas pasadas manifestaban los responsables socialistas ha desaparecido.
Pero no crean ustedes que eran únicamente los discípulos de Pablo Iglesias los que sentían en sus carnes el pruyimientu reformatorio. Durante algunos meses, en aquellas fechas, el PP, a través de don Ovidio, manifestó que ellos querían para Asturies «un estatuto como el catalán», aunque, es verdad, su entusiasmo enfrió antes que el del PSOE.
Quizás podamos completar el panorama recordando que el Presidente Areces manifestaba ya en el 2002 su voluntad de reformar con urgencia el estatuto y que IU, que siempre se consideró abanderada de una modificación estatutaria profunda, está en este tema «calláu como un afogáu» y que prefiere manifestar su singularidad frente al PSOE en otros temas más «verdes», como la incineradora o el embalse de Caleao, o más «constructivos», tal el asunto de El Vasco o el de Villa Magdalena.
¿Qué ha pasado para que se haya establecido este silencio absoluto sobre nuestro estatuto y para que haya desaparecido la supuesta urgencia de su reforma para garantizar nuestros dineros?
Pues, en primer lugar, que se encuentran todos pillados por el Estatut: el PP, con cierta incomodidad por su recurso y los efectos sobre el voto catalán que ello pudiera conllevar; el PSOE por las tensiones internas que la actitud del PSC y Montilla han hecho aflorar en el interior de la empresa socialista y, asimismo, por las repercusiones de la sentencia del Constitucional y por el conflicto institucional en torno a ella. IU, posiblemente, porque debe entender que ya tiene bastantes frentes abiertos con el PSOE en el Gobiernu y porque tal vez piense que el tema estatutario no suscita demasiadas pasiones populares (aunque, de los tres, es IU la formación que pudiere obtener una ventaja táctica mayor con la apertura de una nueva discusión sobre la reforma asturiana).
En todo caso, resulta, una vez más, palpable qué nada les interesan a los tres partidos las cosas de Asturies (lo que es decir las de los ciudadanos asturianos). Uno de ellos, el PSOE, empezó un largo camino en el año 2003 (30 de agosto, Manifiesto de Santillana) a fin de conseguir para Cataluña un trato diferencial legal y una financiación también discriminatoria con respecto al resto de los españoles. Conseguido ello, los socialistas asturianos, han perdido enfotu en las reformas del texto matriz de nuestra comunidad, objetivo muy secundario para ellos. Del mismo modo se ha comportado IU. En cuanto al PP, ellos han puesto todo su interés en lograr estatutos para las Baleares, Valencia y, secundariamente, Andalucía. Alcanzados esos fines, lo de Asturies les ha importado menos.
A esa razón fundamental para que hayan cesado en su carrera reformadora tras conseguir sus objetivos principales, hay que sumar otra: sus respectivas casas centrales les han ordenado ahora que no «meneen» lo de Asturies hasta tanto no aclare la coyuntura. Y, ellos, meros palafreneros de sus jefes de Madrid, han acatado la orden, no sólo con alivio, sino con entusiasmo.
Relean ahora las declaraciones del principio. ¿Se burlaban de nosotros entonces o se burlan ahora? En ambas ocasiones: siempre con la connivencia de quienes nunca les pasan factura ni por mofarse de los asturianos ni por perjudicarlos.
P.S. La semana trae enhorabuenas. Para Santi Pérez, recuperado, y para el prometedor Joaquín Sobrino. Para el Biesca, tres veces ganador en Europa. ¡Magníficas, éstas!
Nota: asoleyóse na Nueva España del 08/05/10.
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