Socialismo, obra pública y vaselina

Este es un artículo fácil de escribir. No tiene uno más que sentarse a la puerta de la hemeroteca, extender las palmas, como una asociación amiga del Gobierno ante los Presupuestos, y esperar a que se nos llenen las manos.

En el año 2005 el PSOE y el Gobierno nos aseguraron que la variante ferroviaria del Huerna estaría concluida en el 2009 hasta Pola de Lena. Poco después el propio Rodríguez (reivindiquemos los apellidos paternos mientras aún se pueda) refrendó solemnemente que para dicha fecha ya se podría viajar en AVE entre León y Uviéu.

Si nos desplazamos hacia atrás en el tiempo, recordaremos que lo primero que hizo el PSOE al acceder al Gobierno en 1982 fue suspender la licitación del nuevo trazado ferroviario hacia Asturias y que, después, ante diversas propuestas en las Cortes, se opuso reiteradas veces a la modernización de nuestras comunicaciones por tren. Si nos acercamos un poco más, habremos de recordar que la primera decisión de doña Magdalena Álvarez como ministra del primer Gobierno de Zapatero, en el 2004, fue retrasar todas las programaciones de las obras de Asturies, especialmente, las ferroviarias.

En los primeros meses de este año de 2010, cuando se iba conociendo que habría drásticos recortes en casi todas las infraestructuras del país, don Vicente Alberto Álvarez Areces corrió a decir que «El recorte no afectará a ninguno de los grandes proyectos» y el señor Buendía, consejero de Infraestructuras, provocó este titular: «Buendía dice que el Principado velará por que las obras en marcha no sufran un "parón" que cree improbable». Y en agosto, el todavía entonces candidato a candidato, don Javier Fernández, hizo correr la voz de que él había convencido a Moncloa para que se implementase en 500 millones de euros la partida de infraestructuras, a fin de que, así, no hubiese retraso en las obras de Asturias, lo que se concretó en que se aceleraron los trabajos en Andalucía y Valencia y se traspasó dinero para Cataluña y Euskadi.

Pero es en estos días cuando esa larga historia de retrasos, agravios, mentiras y tomaduras de pelo alcanza su cenit. A las puertas mismas de la FSA el 8 de noviembre, lunes, el ministro Blanco y el ya candidato, don Javier Fernández, anuncian, impasible el ademán, que el AVE sufrirá un nuevo retraso, esta vez de «solo seis meses», hasta el 2013. «Compromintiendo», como siempre. Y todavía, a continuación, con impávido rostro cementil, la Ejecutiva de la FSA corría a defender la trayectoria y las inversiones del PSOE en esta materia. Así, don Fernando Lastra (10/11/10): «Asturias ha sido siempre bien atendida desde el punto de vista de la inversión pública por parte del Estado».

Ahora bien, tras esa postura inicial, en los días posteriores parece haberse desatado una ofensiva socialista para tratar de disimular lo grosero de la ofensa y el desprecio perpetrados por don José Blanco y don Javier Fernández. De ese modo, el Gobierno asturiano ha anunciado que «exigirá al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que cumpla con el calendario previsto para la variante de Pajares y la Autovía del Cantábrico o Transcantábrica» y que «no renuncia, y así se lo vamos a pedir al Ministerio de Fomento, a que los plazos del AVE sean los que se habían establecido hasta el momento», para concluir con un «queremos que Asturias sea lo que ha sido hasta este momento: una prioridad».

Como nunca se ha conocido una sola actitud de protesta, ni siquiera un mohín de desagrado hacia el Gobierno central cuando está en manos de los suyos, me conmuevo profundamente y lágrimas de emoción (histórica) pugnan por fluir de mis lagrimales. En ello estoy, dispuesto a reconocer en el PSOE asturiano un sorprendente cambio de actitud, una insólita postura gallarda y decorosa, cuando en la torre de mi ordenador desurde Abrilgüeyu, mi trasgo particular. Viene hoy vestido de forma extravagante: lleva un vestido amplio y corto, tipo años veinte del siglo pasado; las piernas, depiladas; los labios, pintados; un sombrero a modo de casquete, un collar de tres amplias vueltas y una larga boquilla en la que humea un cigarrillo. Me guiña un ojo y, como quien anuncia una actuación escénica, me anuncia: «"La vaselina". La Bella Dorita». Y arranca a cantar mientras se contonea y arroja el humo hacia los cielos:

«Estoy muy sobresaltada,
porque ya se acerca el día
que del brazo de mi novio
entraré en la vicaría.

Ya me han encargado el traje,
que es de encaje y seda fina,
y mamá para ir de viaje
me ha comprado vaselina.

Todos me aseguran
que medida tal
es muy conveniente
para no andar mal.

Pero soy tan inocente,
que no acierto a comprender
para qué es la vaselina
y en qué sitio la pondré.

Si usted ya lo sabe,
me debe explicar
si el día del voto
se debe de usar.

Aseguran mis amigas,
las viuditas y casadas,
que poniendo vaselina
no se nota casi nada.»

Y, con las mismas, desaparece, tras volver a cucarme mientras levanta y agita la falda sobre las rodillas.

Yo, de verdad, no sé a cuento de qué trae mi trasgo particular este cuplé de la Bella Dorita. Seré muy inocente, ¿pero a qué viene la introducción de la vaselina en el tema de la carta gemebunda del Gobierno asturiano al de Madrid? ¿Y qué tiene que ver ello con el voto y el día del voto? Y, sobre todo, ¿para qué será la vaselina y dónde la habrá que poner mientras se vota? ¿Y quiénes?

No entiendo, de verdad, cuál es la sugerencia de Abrilgüeyu. ¿Ustedes?


[Asoleyose en La Nueva España el 22/11/2010]

Mientres lleen (o repasen) esti artículu pueden escuchar esti acompañamientu musical:



No hay comentarios: