L’APRECEDERU
MAGIA
CONFINATORIA: ONDE NIN GALLU CANTA
Etnógrafos y antropólogos han
recogido a lo largo del mundo ejemplos múltiples de magia simpática, aquellas
creencias y rituales que suponen que actuando de determinada manera en o sobre
A se generará un efecto concreto en o sobre B. El vudú es quizás, a través de
novelas y películas, la más famosa de esas prácticas, pero hay muchas más y más
próximas.
En realidad, cualquier rito
propiciatorio, oral o material, es un ejercicio de magia simpática. Es
razonable suponer, por ejemplo, que nuestros antepasados que pintaban o grababan
en El Buxu, El Pindal, Candamo, La Lluera, Tito Bustillo o tantas otras cuevas,
lo que creían hacer era propiciar, facilitar la captura de las presas o el
aplacamiento de los dioses.
Rezos aparte, más cercanas a
nosotros tenemos costumbres como la de anudar en torno a las partes bajas de
san Fortunato una cuerda o pañuelo y amenazarlo: “san Fortunato los coyones
t’ato, si nun me das lo que te pido nun te desato”.
Entre la marinería, tenemos
también muestras de esa variedad de magia empática que podríamos llamar
“conminatoria”. Así, en el pasado, en la primitiva Muravela, los pescadores de
Cuideiro sumergían a san Pedro en la mar, atado con una cuerda, y lo amenazaban
si no traía “muchos besugos”. O este cantar: “san Antonio está dormido debajo
un barril de raba, levántate santu hermosu, vamos a tirate al agua”. Datos
ambos extraídos del Cancionero de Torner.
El ejemplo de rito conminatorio
más antiguo en nuestra patria lo encontramos en la llamada “pizarra de Carrio”,
una pizarra del siglo VIII hallada en el concejo de Villayón que contiene una
imprecación a los ñuberos para que vayan a descargar a parajes inhabitados,
“donde nin gallu canta nin gallina cacarexa”.
¡Ojalá funcionase la magia
empática! Utilizaríamos un conjuro confinatorio semejante al de Carrio, con que
pudiésemos mandar al coronavirus a “donde nin gallu canta nin gallina
cacarexa”.
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