Una buena propuesta del PP

En el actual contexto de adopción de medidas de restricción del gasto -al que tanto han contribuido (a éste, al gasto) todos los partidos con representación parlamentaria, desde el PNV y CiU hasta IU, PSOE y PP-, Mariano Rajoy acaba de hacer una buena propuesta: la reducción drástica de gastos en las campañas electorales.

Es una buena medida en sí -lo que se dilapida en las campañas electorales es un disparatísimo y no es infrecuente, por otro lado, que estimule las actuaciones financieras irregulares-, pero lo es también en otro punto: porque ayudaría a reducir siquiera fuese un migayín la distancia intersideral que separa la capacidad de presencia mediática y social de unos y otros partidos en las campañas electorales, lo que no es más, por otro lado, de la distancia interestelar que representa la presencia diaria mediática de las formaciones con representación de aquellos que no la tenemos ni en Madrid ni en la Xunta Xeneral. Porque nuestra capacidad de competir en el día a día y en las elecciones -no ya, aclaro, en ser peores ni mejores, más acertados o menos: en transmitir nuestras propuestas, simplemente en que se nos vea y en que se sepa que existimos- está en la proporción de uno frente a varios billones de trillones.

Así que un poco menos de abuso por parte de los grandes estaría bien. Aunque a nosotros nos bastaría con una cosa muy simple: con que fuese el estado quien enviase las papeletas de voto a las casas de los electores.

Y, por supuesto, disponer del mismo dinero que desde ayuntamientos a gobiernos de todo color tienen -pasando por diputaciones- para invitar a comidas a los vecinos, pasear a los jubilados, sufragar gastos de fiestas y pagar los voladores: que lo hacen, por otro lado, como si lo pagasen ellos personalmente de su bolsillo.

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