Gracias, don José Luis; gracias, don Javier

Barcelona. Fiesta de la Rosa. Acto socialista. Don Zapatero: «Cataluña tiene más competencias que nunca, la mejor financiación y la mayor inversión en infraestructuras».

Meditación del más distraído de los lectores: «Si Cataluña tiene mejor financiación y mayor inversión en infraestructuras, es que otros tienen peor financiación y menor dotación en infraestructuras».

El distraído lector pasa entonces revista por la prensa de días atrás y, sin ir más allá de las portadas de LA NUEVA ESPAÑA, encuentra: «Asturias cerrará el año sin el 20% de inversión que prometió el Gobierno», «Asturias es la comunidad a la que mayor inversión recorta el Estado desde la crisis», «La autovía no estará lista hasta 2015. Los principales tramos del Occidente son los grandes sacrificados en la nueva programación de Fomento. El dinero para Llanes-Unquera, un 69% menos», «Asturias pierde el 40% del dinero para obras. La región, entre las más castigadas por el recorte del Presupuesto del Estado». Y el distraído lector dice: «¡Ah!».

Un poco más tarde el lector acude a su memoria y recuerda aquellas palabras de don Pedro Solbes, cuando hablaba de que, tal como iban marchando los estatutos de autonomía renovados, la financiación de las comunidades y la partida de infraestructuras iban a constituir «un sudoku de difícil solución». Y únicamente por comprobar cómo andan las cosas, relee los Presupuestos para el 2011 y se encuentra con que Cataluña se lleva el 18,59% del total de las inversiones regionalizables y Andalucía el 18,59%, es decir, cerca del 38% de la inversión estatal. Y que, en forma directa o mediante propinas -propinas que también recibe Cataluña-, Aragón, Baleares y Castilla y León tienen también un porcentaje fijo de la inversión regionalizable, con lo que, en total, estas cinco comunidades con estatutos ya reformados se llevan y se llevarán para siempre más del 50% de dicha inversión.

El que hasta hace poco era plácido lector comienza a advertir que su sangre alcanza velocidades de circulación multables por el recaudador radar cuando su memoria le dice ahora que don Javier Fernández, don Vicente Alberto y otros próceres del PSOE asturiano prometieron que en la reforma estatutaria asturiana iban a introducir «una financiación a la carta» y que no tolerarían nunca que otros estatutos «contuvieran elementos discriminatorios para los asturianos». Aunque de mala gana, se ríe un poco cuando evoca a un responsable de la FSA afirmando con gesto admonitorio: «Hay que darse prisa para reformar nuestro Estatuto, porque el que llega tarde puede salir perjudicado en materia de financiación».

Es entonces cuando nuestro protagonista da gracias porque el Tribunal Constitucional haya puesto coto a algunos aspectos claramente discriminatorios en materia económica del Estatut, especialmente el 208,3, que señalaba en qué condiciones se podía transferir dinero del Estado a otras comunidades que no fueran Cataluña, aunque teme que tal limitación, como otras, se quede en nada, pues don Zapatero y el PSOE ya han anunciado que van a pasarse la sentencia del Constitucional por debajo de la entrepierna.

Le asalta después la ira al recordar que todo ese proceso viene siendo apoyado, jaleado, votado, aplaudido (casi como «la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, presentes ni esperan ver los venideros para España, Asturies y la izquierda») por los socialistas de toda España y, especialmente, por los turiferarios asturianos, incluido el futuro saliente, don Vicente, y el aspirante a futuro entrante, don Javier, el sostén de los catalanes. La melancolía, si no olvida que ese largo proceso de injusticia, discriminación y traición, pese a ser sabido, fue una y otra vez apoyado con su voto por los ciudadanos a quienes despojaba y de quienes se burlaba.

P. S.: Mi amigo José Girón Garrote me presenta un largo informe sobre lo que parece, a todas luces, un expolio. A principios de julio yo me había alegrado cuando LA NUEVA ESPAÑA publicó que, entre los 24 nuevos catedráticos de la Universidad, Girón aparecía con el número 15. Al encontrarlo en septiembre me explicó que no era así y que una conjura con visos de total irregularidad administrativa y de pugna ideológica había dejado su nueva dignidad en «veremos». Desde luego, de los datos objetivos no parece desprenderse otra cosa, así como una inexplicable inacción del rector ante las anomalías del proceso.


Asoleyose en La Nueva España del 18/10/2010

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