Moriscos, romanos y asturianos


Ahora resulta que tenemos que restituir a los moriscos que expulsó Felipe III no sé si el honor, si la vivienda, si los bienes. Ignoro, si en este último caso, si con intereses o no.

La verdad es que estos del PSOE (y sus palafreneros de IU, de ERC y otros), además de maestros en morisquetas, son unos fenómenos. Al modo de la Comunión de los Santos (no olvidemos que la mayoría de esta gente salió de los seminarios, las sacristías y las organizaciones católicas -algunos, también, del armario del ropero-) la Alianza de Civilizaciones no sólo se extiende en sentido horizontal o sincrónico, sino horizontal o diacrónico.

Aunque la verdad, en vez de enfadarnos, criticarlos o morirnos de risa, lo que podríamos hacer los asturianos es aprovechar la corriente.

¿Qué tal si reivindicamos que los romanos -los antiguos, los de César y Augusto-, que nos aplastaron y saquearon, nos devuelvan el oro, sobre todo al precio a que está la onza en estos momentos? Aunque no deberíamos permitir que lo gestionase nadie del PSOE, pues ya vemos lo que ha hecho el Banco de España en estos últimos tiempos (ver, en este blog, el guañu del 29/11/09, "El oro y la crisis: más éxitos del PSOE"): vender a la baja cuando ya se anunciaba la subida.

Podíamos, además, encerrizar al PSOE fácilmente diciendo que aquellos polvos, los romanos, son los antecesores de estos lodos (Berlusconi). No haría falta más que tocarles una o dos veces la campana berlusconiana para que rápidamente segregaran una moción o proposición de ley y hasta para que pusieran en marcha a Baltasarín (qué mayor genocidio, por cierto, que el que los romanos cometieron con nosotros, los astures).

¡Y ojo! Cuando consigamos que nos devuelvan el oro y nos indemnicen, por lo menos que no nos lo devuelvan en retretes, como hizo Castro con González para pagar algunos de los bienes expropiados en Cuba a los asturianos. Al menos, para los varones, si no nos ha de mandar el oro o divisas convertibles, que nos lo devuelvan en velinas. De curso legal, claro. Y, si es posible, vacunadas contra la gripe porcina. No vaya a ser que, como los compañeros de Ulises por Circe, nos veamos convertidos en suidos nutricios.

(Y, si lo somos, por lo menos, que lo seamos en suidos teberganos, "esos de la oreya llarga").

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