En la Nueva España del domingo 15 de agosto, día de la patrona de Xixón, un grupo de vecinos de El Muselín, ataviados con camisetas negras, protestaban en La Feria de Muestras por la repentina decisión de PSOE e IU de incluir en el PGO la idea de hacer desaparecer su barrio. Protestaban, en una palabra, por el expolio a que acaban de ser sometidos. He dicho «expoliar», no «expropiar», porque a los vecinos de ese barrio xixonés no se les va a cambiar su casa por dinero, en el caso de que quisiesen hacerlo, no. Simplemente, se les ha despojado del valor de sus propiedades, aunque puedan seguir ocupándolas veinte o cuarenta años. (Ese mismo día, por cierto, y en este mismo periódico, don Pedro Sanjurjo se jactaba de esa decisión).
Porque, desde el momento en que un Plan General de Ordenación Urbana decide que una casa va a desaparecer en un plazo determinado, por largo que sea, el valor de esa propiedad cae a cero o disminuye notablemente, ya que ¿quién va a dar algo por algo que no va a tener valor en el futuro?
De modo que, a partir de ahora, y por capricho del PSOE y de IU, los vecinos de El Muselín no van a poder hipotecar su propiedad para poner un negocio, venderla para trasladarse a otro sitio —en la ciudad o en otra comunidad—; habrán perdido el capital invertido en su vivienda para dejarlo a sus hijos, etc. Eso es, en palabras claras y llanas, un expolio. Y se hace por puro capricho, por una ocurrencia o por meras razones propagandísticas. Porque el teórico riesgo geológico que se aduce no parece tan grave si la total remoción de los vecinos del barrio puede esperar veinte o cuarenta años. Y, por otro lado, ¿no será mucho más probable el riesgo de los inmediatos depósitos de combustibles o el de la futura regasificadora?
En otro orden de cosas, y para que ningún lector tenga una idea equivocada, El Muselín no es un barrio de viejos o deshabitado. Por el contrario, han ido a poblarlo en los últimos tiempos un número alto de parejas jóvenes o de mediana edad que han invertido para comprar sus viviendas, rehabilitarlas o repararlas y se han endeudado a tal fin. Ahora, de repente, descubren que el ayuntamiento los despoja de su esfuerzo y sus ilusiones y les deja con las deudas contraídas.
Es muy posible que la decisión de PSOE e IU sea una decisión «muy de izquierdas», es posible. Lo que es seguro es que constituye una agresión a los ciudadanos de a pie y a los trabajadores y vecinos que habitan el barrio.
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