Los peces de La Griega y La Celestina


El 28/09/2006 aparecieron miles de pexes muertos en la playa de La Griega. La noticia recorrió el mundo, soltaron las alarmas, gozaron los del cambio climático, se expusieron decenas de teorías, la Guardia Civil intervino para multar a quienes cogían los peces muertos, porque entendía que estaban pescando sin licencia, etc. ¿Quién se acuerda hoy de ello, tan solo tres años después?

Pues a nosotros nos puede servir para una reflexión y, al mismo tiempo, para una relectura del parlamento de Sempronio al comienzo del acto III de La Celestina. Sonrían y déjense entintar suavemente por la señardá, por la melancolía:


Ninguna llaga tanto se sintió, que por luengo tiempo no afloxase su tormento ni plazer tan alegre fue, que no le amengüe su antigüedad. El mal e el bien, la prosperidad e aduersidad, la gloria e pena, todo pierde con el tiempo la fuerça de su acelerado principio. Pues los casos de admiración e venidos con gran desseo, tan presto como passados, oluidados. Cada día vemos nouedades e las oymos e las passarnos e dexamos atrás. Diminúyelas el tiempo, házelas contingibles. ¿Qué tanto te marauillarías, si dixesen: la tierra tembló o otra semejante cosa, que no oluidases luego? Assí como: elado está el río, el ciego vee ya, muerto es tu padre, vn rayo cayó, ganada es Granada, el Rey entra oy, el turco es vencido, eclipse ay mañana, la puente es lleuada, aquél es ya obispo, a Pedro robaron, Ynés se ahorcó. ¿Qué me dirás, sino que a tres días passados o a la segunda vista, no ay quien dello se marauille? Todo es assí, todo passa desta manera, todo se oluida, todo queda atrás. Pues assí será este amor de mi amo: quanto más fuere andando, tanto más disminuyendo. Que la costumbre luenga amansa los dolores, afloxa e deshaze los deleytes, desmengua las marauillas. Procuremos prouecho, mientra pendiere la contienda. E si a pie enxuto le pudiéremos remediar, lo mejor, mejor es; e sino, poco a poco le soldaremos el reproche o menosprecio de Melibea contra él. Donde no, más vale que pene el amo, que no que peligre el moço.

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