Ayer, en LNE: Blanco, negro, sidres y rises


                                           L’APRECEDERU

                                BLANCO, NEGRO, SIDRES Y RISES

                Frente al negro de las malas noticias también en el presente existe el blanco, novedades positivas: la pandemia parece confinada, la actividad económica se reanuda y aunque hay golpes graves (Nissan, Alcoa) que nos afectan directa o indirectamente, se constituyen asimismo hechos importantes. Solo dos ejemplos:                Astilleros Gondán acuerda un contrato que garantiza trabajo para dos años; el encargo a Trubia del 8 por 8 parece que camina hacia una solución feliz.
                En el campo cultural van abriéndose museos y otras instituciones. En ese ámbito creo que es destacable el proyecto de recuperación de la Casa del Pescador de Llastres. El edificio, que contiene una biblioteca con algunos ejemplares muy notables, venía arruinándose progresivamente y sus libros se deterioraban día tras día. Ahora bien, acaso lo más noticiable es que el dinero para la rehabilitación (200.000 euros) saldrá de la Cofradía de Pescadores, y no del bolsillo común de presupuestos municipales o autonómicos.
                Entre la turbación, el dolor y el miedo de estos tiempos, llamean de vez en cuando cuadros que nos suscitan la sonrisa. Dos que tienen que ver con la sidra. ¿Recuerdan ustedes un reportaje de La Nueva España, al comienzo de la pandemia, donde chigreros y sidreros de Gascona alardeaban de no tener miedo al virus ni tomar precauciones especiales, dada la virtud antiséptica de la sidra? Pues vuelven ahora a estas páginas proclamando que van a desaparecer ciertas tradiciones y que se va a entregar un vaso distinto a cada cliente.
                Entrevista a una concejala de una céntrica ciudad. Se designa en ella la tradicional “preba la sidra” como la “prueba del caldo de manzana” (¡Ay, aquella historia de “cago en el garabatu…”, cómo define a cierta gente!). Ante las risas homéricas, el Sumiciu, caritativo, ha hecho desaparecer aquella cursilada de la web donde se hallaba para sustituirla por la denominación tradicional.
                ¡Y todavía hay incrédulos que no creen en él!




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