Ayer, en LNE: Nunca es tarde

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                                            L’APRECEDERU


                                NUNCA ES TARDE

                El Gobierno anuncia la reforma de la Administración, para buscar una mayor eficacia y abaratar costos. Era necesario hace mucho tiempo, así que, si lo lleva a cabo, la dicha, aunque tarda, es buena.
                ¿Reacciones? Lo esperable de cada uno de los actores del teatro público-representativo: Podemos e IU se han preocupado fundamentalmente por los funcionarios (¿pero acaso no representan a los ciudadanos?), igual que los sindicatos, y el PP ha aprovechado para decir que Barbón la tiene pequeña, o algo así. Un sindicato ha llegado a decir, incluso, que hacen falta más funcionarios. C’S ha estado prudente y los empresarios han aplaudido.
                ¿Cuál es el estado de la cuestión? ¿Sobran funcionarios? Probablemente en el ámbito de la administración general, sí. No tiene sentido que, tras años de progresiva informatización, no pare de crecer el número de ellos. Y, por otro lado, es seguro también que son necesarios en ciertas actividades los que de momento lo están en otras sin mayor ocupación. Además, es precisa una reforma general de la estructura administrativa en virtud de las realidades y necesidades actuales.
                Mas la reforma fundamental, la que hará que la maquinaria sea más barata y atienda con mucha mayor rapidez al ciudadano, no es principalmente una cuestión de empleos y puestos: es la simplificación de la normativa y de los procedimientos, hay que eliminar drásticamente los efectos de un vientre suelto legislativo y normativo de décadas.
                Tampoco anda muy bien la maquinaria informática del Principado, ni en terminales, ni en servidores: hay todavía auténticas patatas por las oficinas.
                El Gobierno se enfrenta a una hercúlea tarea. Va a encontrar reticencias y resistencias de todo tipo: derechos adquiridos, oposiciones corporativas y pleitos. Item más: para algunas actuaciones carecerá de competencia legislativa.
                Merece la pena la tarea. Esperemos que no ocurra como con el parto de los montes, que, tras gran estrépito y expectación, parieron un minúsculo ratón.




Ayer, en LNE: Cuando llegue septiembre

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                                              CUANDO LLEGUE SEPTIEMBRE


                “Todo será maravilloso”, dice el cantar. Pero no será así en el mundo de la enseñanza, será extremadamente problemático, aun en la perspectiva actual, es decir, suponiendo que los contagios no se acerquen al nivel de catástrofe.
                La experiencia previa. La enseñanza a distancia durante estos meses ha demostrado cuántos problemas conlleva: menor rendimiento, incluso en los mejores escolares; pérdida de motivación en los alumnos; disminución de los aprendizajes. Además, el aprobado general que de facto se ha dado constituye un incentivo para que en el futuro algunos alumnos entiendan que esa especie de “derecho” (que, por cierto, se refuerza con ciertos discursos institucionales) los libra del esfuerzo por superar metas difíciles.
                La enseñanza en casa, además, refuerza las diferencias en el aprendizaje según del tipo de familia de que cada alumno provenga, en lo relativo a estímulos, ayudas, ambiente cultural etc. La escuela palía en alguna medida esas diferencias, por la ayuda y la competitividad entre los escolares, por la presencia directa e inmediata de un educador, lo que no puede hacer la familia. Porque el mayor problema de la instrucción en casa no es el de la brecha digital, como el papanatismo contemporáneo reitera, sino el de la brecha familiar.
                Y finalmente, la ausencia de los amigos, los compañeros, los juegos y la soledad generacional provocan problemas de índole variada, cuya gravedad no sabemos evaluar con precisión y seguramente distintos en cada individuo, pero no triviales.
                Señalemos también que el alumno en casa solo no puede estar, de modo que es un problema si los padres trabajan fuera, pero también si lo hacen en el hogar, pues en este caso el que lo hace tiene una doble ocupación, no siempre compatible.
                El próximo curso y los pollos sin cabeza. Si se tratase de echar unas risas, demóstenes Celaá sería una tipa estupenda, como ministra es más bien penosa. Por un lado, sus opiniones duran lo que un paquete de golosinas a la puerta de un colegio. Así, en poco más de un mes ha pasado de proclamar para el próximo curso una enseñanza fundamentalmente a distancia o alternante a requerir una enseñanza presencial. Ello con ocurrencias como las de unos “grupos burbuja” que nadie sabe lo que son, o dar clase en los patios, los gimnasios y en espacios municipales fuera del centro.
                Enseñanza presencial. Es una convicción universal que el próximo curso la enseñanza debe ser presencial y continuada, igual para todos los alumnos de cada curso y grupo. Ahora bien, se presentan varios problemas. El de la distancia entre mesas es el primero. Se ha señalado como ideal la de dos metros, la norma ahora (por el acuerdo más surrealista jamás visto, entre C’S y Gobierno) es de metro y medio; algunas comunidades proponen un metro. El de las mascarillas es otro: hasta los diez años, se dice ahora, no habrán de llevarlas. Concuerda mal ello con que en la calle las tengan que llevar desde los seis años. El tercero es el del tamaño de las aulas y el número de alumnos en ellas. Si se va a una reducción de ocupación son necesarias, no en todos los casos, más aulas y más profesores. ¿Hay más aulas? Las propuestas de Celaá y otras semejantes no parecen muy convincentes. Para multiplicar el número de profesores hará falta un dinero que seguramente no existe (cuarenta millones, ha calculado la cicerón de nuestro ministerio llariegu de Educación, émula de Celaá en el  discursear con escaso rigor). Al final, supongo, se hará lo que se pueda. En todo caso, el objetivo es la enseñanza presencial, salvo desastre social generalizado.
                Por cierto, desde que pueden salir a la calle, la generalidad de los niños juegan juntos y sin mascarillas en los parques; los mozalbetes, en su mayoría, circulan en tropa y sin medidas de protección. No parece que ello haya tenido mayor influencia en la cifra de contagios de esas cohortes, otra cosa es que sean portadores asintomáticos. Debería ser un dato para considerar, lo mismo que parece obligatorio aprender de la experiencia que ya tienen otros países. Puesto que ya “inventaron ellos”, copiemos nosotros.
                La cabeza sin pollo. Lo relativo a la enseñanza universitaria flota aún más en la confusión y en la indefinición. Hemos de señalar, además, que si en los ámbitos de la educación primaria y la secundaria nuestras luminarias, la de aquí y la de allí, deambulan sin rumbo y desorientadas, como pollos sin cabeza, el ministro Castells –cuya fama pretérita ahora que se encuentra bajo los focos de la plaza pública parece un tanto injustificada– se asemeja más bien a una cabeza sin pollo detrás o, tal vez, solo a una cresta.
                Ya lo decía quejumbrosa la esposa traicionada al saber que su marido tenía un asunto con una charlatana vecina de su mismo portal:
                –¡Ay, qué desgracia! Colo mal que lo fai. Ahora todo el mundo se va a enterar.
                ¿Los escogerán por eso, o sea, para que todo el mundo se entere?

Güei, en LNE: Cuando llegue septiembre

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Cuando llegue septiembre

La enseñanza en la nueva normalidad
(Enseñanza presencial y con problemes d'espaciu, llocales y salú)


Ayer, en LNE: La realidad fingida

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                      L’APRECEDERU


                LA REALIDAD FINGIDA

                La persecución del coche utiliza un lenguaje entre mágico y melodramático. He aquí uno de esos ejemplos: “Hay que hacer público lo privado” y “devolver a los ciudadanos las calles, que les habían robado los coches” (LA NUEVA ESPAÑA, 15/06/20). ¿Pero los coches quiénes son? ¿Robots autónomos? ¿Alienígenas? ¿Acaso no van ocupados por ciudadanos?
                Y no es verdad que las calles fuesen anteriormente amplias para los peatones y que fuesen después ocupadas por los automotores; es que, sustancialmente, se han hecho amplias para el tránsito de carruajes, primero, y de coches, después.
                He señalado otras veces que, sobre violentar la voluntad o la necesidad de unos, ese discurso de la ciudad para el ocio es un discurso contra el trabajo y, sobre todo, olvida que todo el sustento de la ciudad y del mismo ocio tiene su base en la actividad económica, y que la riqueza no cae del cielo.
                De alguna forma, esa mentalidad medra sobre una realidad, la crisis y la progresiva ruina de nuestro empleo industrial, su evaporación, y la jibarización de nuestra economía. Solo mirando a las últimas semanas: cierres, ERTES, despidos, recortes: Alcoa, Saint-Gobain, ArcelorMittal, Vauste… Y Europa y el Gobierno ayudando, aquella negándose a eliminar el dumping social en la importación de aceros y amenazando gravemente, por ello, nuestra industria; el pedropablismo rechazando ayudas para proyectos superiores a los 800.000 euros, esto es, para los grandes proyectos. Pero que desaparezca de la vista esa actividad quiere decir que desaparecen también su empleo y sus impuestos, no que podamos vivir sin ella o contra ella.
                Y volviendo al coche. Después de haberlo perseguido por tierra, mar y Ribera, ahora el pedropablismo descubre cuán necesaria es esa industria. Pero nefelíbatico y progresista, concede unas ayudas a la renovación de vehículos no eléctricos que son ridículas y, destina las de mayor cuantía al coche que pueden comprar los adinerados.
                Ensueños, discursos: ideología.




Ayer, en LNE. Hasta los mismi, como don Estanislao

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                                  HASTA LOS MISMI, COMO DON ESTANISLAO


                Estoy seguro de que muchos de ustedes estarán, como yo, hasta los mismi, no de la inevitable enfermedad, sino de muchos de los actores de nuestra vida social, empezando, naturalmente, por esos establos de Augias que son las Cortes Generales. No es solo que ahí los parlamentarios griten, se insulten, vociferen, es que la mentira y el engaño son la estrategia permanente de casi todos los partidos y diputados (he dicho “casi”, y así es).
                Esa mentira y engaño no tienen como objetivo fundamental defender los errores propios, sino, uno, vestir al contrario con los ropajes del mal absoluto; dos, mantener en estado de excitación a los fieles, es decir, a sus votantes, que son el objetivo principal de esos procedimientos; tres, desmovilizar a los votantes de los rivales o, cuando menos, hacerlos retirarse del combate público por temor a ser insultados, y, si puede ser, dividirlos. Porque, no se engañen, el objetivo fundamental de la política es el negocio propio: el aumento del territorio propio, con su poder, sus cargos y sus empleos. La solución de los problemas colectivos es cuestión importante, pero no la prioritaria.
                De esa farsa en el Parlamento estatal señalaré dos de los mentiremas de moda: el de que exige unidad a la oposición y la acusa de ir en contra del bien común por no buscarla. La práctica real es que no se habla con ella, no se escuchan sus propuestas y, en el fondo y en la práctica, tanto el Gobierno como sus socios escapan de los acuerdos como, dicen, el diablo del agua bendita: les viene bien situar a la oposición en el rincón del mal, deturpada, además, por Vox. Y, ahí, actuando en la categoría especial de “martillo de herejes” tenemos, en competencia con los Pablos a nuestra doña Adriana, esa Menéndez Pelayo riosellana.
                ¿Creen ustedes que Pablo, Echenique, Pedro y otros creen de verdad que la derecha prepara un golpe de estado? Esa palabrería no tiene más verdad que la fáctica de saber que encandila a sus fieles. Para ellos es el “mentirema”.
                Hasta los mismisi está uno de aquellos medios de comunicación que no son más que una trinchera (o un basurero, desde otro punto de vista). Militan ahí no solo una gran cantidad de medios digitales, sino también medios impresos, emisoras y televisiones, no todos, pero sí muchísimos. Los procedimientos van de la mentira y el engaño al sesgo deformador en la información o al silenciamiento de lo que beneficia al contrario. Dos son en estos momentos las más escandalosas manipulaciones de esa práctica, el recuento de los muertos y la batalla del 8-M. Vengo señalando desde el primer día, aquí en LA NUEVA ESPAÑA, la desorientación y rectificaciones del gobierno apostólico de Pedro y Pablo, las últimas, la apertura de la frontera con Portugal y las posturas cambiantes para el próximo curso escolar. Ahora bien, con respecto al 8-M como causa fundamental de la propagación del virus, ya manifesté no solo que hubo otros muchos actos colectivos –y llegaban aviones de la ya cerrada Italia o circulaba el metro– en aquella semana, y que casi todos los gobiernos europeos tomaron con retraso la decisión de restringir los movimientos. Fijarse solo en el 8-M no es más que discurso político.
                Ocurre lo mismo con el número de muertos. Señalar que del número extraordinario de defunciones de estos meses los debidos al Covid son más de los que se dice no tiene como objetivo la dignificación de esas personas ni el respeto a su memoria, como afirman quienes se afanan hora tras hora en el recuento, sino, al menos principalmente, el desgaste del Ejecutivo.
                ¿Y qué decir de las redes sociales, verdadero muestrario de sectarismo, pasiones de la psique, ceguera discursiva (que suelen llamar “ideológica”), trincheras de combate, odio?
                Al llegar aquí, se acuerda uno de don Estanislao Figueras, primer presidente de la primera República, que, cansado de debates y palabrería estéril, proclamó: “Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Al día siguiente cogió el tren y se exilió en París.
                En la pantalla de mi ordenador se me aparece mi viejo y particular amigo, el trasgu Abrilgüeyu. Me dice: –No desesperes. Siempre habéis sido así. Los tiempos de hoy no son peores que los de ayer. Acuérdate de lo que decía Donoso Cortés: “Cada español lee el periódico de sus opiniones; es decir, cada español se entretiene en hablar consigo mismo”. O de aquello que se quejaba Castelar: “Aquí, en España, todo el mundo prefiere su secta a su patria, todo el mundo”. Así, que “nihil novum sub sole”. No desesperes. De otras peores salimos.
                Pero de pronto ocupa la pantalla otro ente semejante a Abrilgüeyu, pero este no lleva montera picona, sino un exótico sombrero panamá. “¿Y tú?”, le pregunto. “Camientuhistóricu, me llamo”, responde. “¿Y qué quieres”? “Pues avisarte de que siendo cierto lo que dice Abrilgüeyu, que siempre hemos sido así, deberías recordar cómo hemos acabado a veces por ser siempre así y no hacer mudanza en la costumbre”.




El mayor escándalu mundial d'estos meses

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Cuatro meses llargos lleven enterraos y esapaecíos na escombrera de Zaldívar Joaquín Beltrán y Alberto Sololuze. ¿Qué será de les probes families?

Y l'escándalu del silenciu casi absolutu de los medios, la opinión pública, los axitadores profesionales habituales de medios y tertulies, el del Gobiernu vascu.





Güei, en LNE: Hasta los mismi, como don Estanislao

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Hasta los mismi, como don Estanislao

La mentira y el engaño, la estrategia de casi todos los partidos (y el sectarismu de la mayoría los medios)


Ayer, en LNE: Por eso somos progresistes

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                                      L’APRECEDERU


POR ESO SOMOS PROGRESISTES


                A finales del sieglu VIII, l’obispu de Toledo, Elipando, sostuvo lo que se llamó la doctrina adopcionista, que predicaba que Xesucristo nun yera Dios ab initio, sinón humanu adoptáu y fechu Dios pol Padre. Dende Asturies aldericó violentamente escontra él Beato de Liébana (autor del guapisimu Comentariu al Apocalipsis), diciendo que taba llocu y llamándolu “coyón del Anticristu”.
                Dende entós, esa pasión poles disputes y les engarradielles doctrinales y teóriques vien siendo una constante na sociedá asturiana, ignoro si por razones culturales o xenétiques (¡vaya usté a saber lo que pasó ente Neanderthales y Sapiens!).
                Por solo venir a los caberos años, ehí tienen el trazáu Unquera-Llanes de l’autovía del Cantábricu, paráu más de diez años nel debate si debía dir pel Valle Oscuru o non. O’l trazáu ferroviariu pel Güerna. Proyectáu nel 1982 y paráu inmediatamente pol PSOE, cuando yá entamó camudó delles veces el proyectu por si debía tener anchu ibéricu o européu, si debía ser compatible con mercancíes o non, según el pesu que’l partíu d’Álvarez Cascos tuviese en Madrid. El casu ye que, venti años más tarde, la cosa sigue ensin finalizar.
                (Pa que s’entretengan: feches que se dieron de terminación. Zapatero: 2009, 2012; Javier Fernández: 2013).
                Y en Xixón, llevamos tamién más de venti años discutiendo en torno a los 300 metros más alantre o atrás de la “futura” estación, y ensin perspectiva d’ella. Y, porque nun falte nada, aquella humorada d’Areces ofreciendo una llanzadera espacial pa los menos de quinientos metros de diferencia.
                 “Lloñe de nós la funesta manía de pensar” glayó’l reaccionariu rector de Cervera delantre de Fernandosétimuusabapaletó. Nós non, nós pensar, repensar, y discutir ensin aparar.
                Por eso la sociedá asturiana ye mayoritariamente progresista, nel votu y nel pensamientu dominante: repiensa les coses.
                (Por ciertu, l’estos díes tan aponderáu Álvarez Cascos tien que ver con eses tres obres tan pensaes y debatíes. Col adopcionismu, que sepamos, non).




Güei, en LNE. Por eso somos progresistes

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L'APRECEDERU

Por eso somos progresistes


Frente al reaccionariu "lejos de nosotros la funesta manía de pensar", los asturianos pensamos y repensamos (y discutimos) tolos proyectos y obres, de mou y manera que nunca los facemos, pero sí los repensamos y discutimos. 



Ayer, en LNE: La ciudad para rentistas y parados

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                               LA CIUDAD PARA RENTISTAS Y PARADOS       
    
                ¿Se han fijado con cuánto entusiasmo, con que febril, orgiástico entusiasmo celebran muchos la caída de la contaminación en las ciudades o la vuelta a ella de animales o plantas antes confinados en su periferia? ¿Qué festejan en realidad? Pues la causa del efecto: el enclaustramiento de las gentes, la falta de actividad económica, la destrucción de empleo, la miseria de tantos. Para casi todos ellos, todo iría mejor si las cosas siguiesen así, si la naturaleza se enseñorease de los espacios urbanos a costa del sufrimiento y la miseria humana. Tertium non datur.
                ¿O acaso es que son incapaces de ver que las consecuencias no ocurren sin las causas, y, como la paloma kantiana, que al sentir la resistencia del aire en sus alas pensaba que podría volar mejor sin este, creen que sin la actividad económica humana podría haber la salud –alimentación, hospitales, medicinas, médicos– que ella protege? Yo no descarto que en algunos de estos individuos no haya un grupo notable de misántropos, gente que prefiere el místico ideal de la naturaleza a la contradictoria realidad del ser humano.
                Pero esa específica mentalidad no es una entidad aislada, engarza con otra muy generalizada que lleva la voz cantante, tanto en España como en Europa. No busca esa mentalidad exactamente una ciudad vacía, sino una ciudad en la que la actividad económica esté diluida o casi desaparecida, y en que las calles estén destinadas al ocio y al paseo, una urbe fundamentalmente para rentistas y parados.
                Las patas sobre las que se asienta ese diseño son cuatro: calles peatonales, ausencia de coches o limitación extrema de su circulación, bicicletas, transporte público. Si examinamos con detención esos presupuestos observamos, en primer lugar, que dificultan y encarecen el trabajo: el de comerciales, repartidores, reparadores, quienes necesitan llegar justo y en tiempo a su destino con su carga o herramienta; pero también el de aquel que se dirige a su puesto de trabajo, ya sea en el centro, ya porque tenga que desplazarse durante el mismo. Y digámoslo con claridad: el transporte público es y será siempre un medio más lento y más incómodo para desplazarse, salvo para aquellos que coincidan justo en su trayecto.
                Por otra parte, la pata y la bicicleta –métodos de desplazamiento idealizados y sacralizados– son poco democráticos: excluyen a una parte importante de la población, especialmente este último: al de cierta edad, al poco hábil, al impedido o al enfermo, y eso cuando no llueve o cuando no se trata de una ciudad cuestuda. Llama la atención, además, que nadie quiera admitir la evidencia de que, salvo en las rutas y usos de recreo, y en determinados meses, la bicicleta que usa el carril exclusivo no tiene apenas uso. Podrá argumentarse lo que sea, pero esa es la realidad. Y frente al empeño en imponer su empleo como un objeto más o menos sacro y universal, me viene a la memoria la objeción que Josep Pla ponía al entusiasmo de Pujol al hablar del modelo sueco para Cataluña: “ya, pero aquí no hay suecos”.
                Me da la impresión de que este entusiasmo general de los políticos, ya digo, también europeo, por peatonalizar y carrilear tiene mucho que ver con el estado actual de las ciudades: ya no hay mucho que trazar, hermosear o construir, de modo que algo hay que inventar para seguir recaudando y, así, “haciendo que hacemos”, es decir, dando contenido al cargo (y al sueldo).
                Y quedan por efectuar las puñeteras preguntas de la realidad, preguntas que no he visto nunca formular al respecto: si eliminamos los coches, ¿de dónde va a salir el dinero que aportan vía impuestos y consumo? ¿Lo pagarán otros vehículos? ¿Puede seguir cobrándoseles los mismos impuestos municipales, limitando su circulación? Y otra más genérica, fuera ya del ámbito municipal: los puestos de trabajo que crea el automóvil, ¿con qué los vamos a sustituir, con qué otra actividad, circulatoria o no? Creo que algo de eso, aunque por otros motivos, estamos sufriendo en estos momentos.
                Los habitantes de Sybaris proscribían los trabajos ruidosos en la ciudad. Pero es que eran rentistas y colonialistas que vivían del trabajo de otras polis. ¿Tenemos nosotros esa capacidad? ¿O solo la de producir parados por imperativo de la realidad o por designio de don Pedro, doña Ribera y los costaleros de su procesión?



Floreu de Remis - Ivan de Trubia

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Güei, en LNE: La ciudad para rentistas y parados

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La ciudad para rentistas y parados

Las medidas que dificultan el trabajo en las urbes





Ayer, en LNE: Blanco, negro, sidres y rises

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                                           L’APRECEDERU

                                BLANCO, NEGRO, SIDRES Y RISES

                Frente al negro de las malas noticias también en el presente existe el blanco, novedades positivas: la pandemia parece confinada, la actividad económica se reanuda y aunque hay golpes graves (Nissan, Alcoa) que nos afectan directa o indirectamente, se constituyen asimismo hechos importantes. Solo dos ejemplos:                Astilleros Gondán acuerda un contrato que garantiza trabajo para dos años; el encargo a Trubia del 8 por 8 parece que camina hacia una solución feliz.
                En el campo cultural van abriéndose museos y otras instituciones. En ese ámbito creo que es destacable el proyecto de recuperación de la Casa del Pescador de Llastres. El edificio, que contiene una biblioteca con algunos ejemplares muy notables, venía arruinándose progresivamente y sus libros se deterioraban día tras día. Ahora bien, acaso lo más noticiable es que el dinero para la rehabilitación (200.000 euros) saldrá de la Cofradía de Pescadores, y no del bolsillo común de presupuestos municipales o autonómicos.
                Entre la turbación, el dolor y el miedo de estos tiempos, llamean de vez en cuando cuadros que nos suscitan la sonrisa. Dos que tienen que ver con la sidra. ¿Recuerdan ustedes un reportaje de La Nueva España, al comienzo de la pandemia, donde chigreros y sidreros de Gascona alardeaban de no tener miedo al virus ni tomar precauciones especiales, dada la virtud antiséptica de la sidra? Pues vuelven ahora a estas páginas proclamando que van a desaparecer ciertas tradiciones y que se va a entregar un vaso distinto a cada cliente.
                Entrevista a una concejala de una céntrica ciudad. Se designa en ella la tradicional “preba la sidra” como la “prueba del caldo de manzana” (¡Ay, aquella historia de “cago en el garabatu…”, cómo define a cierta gente!). Ante las risas homéricas, el Sumiciu, caritativo, ha hecho desaparecer aquella cursilada de la web donde se hallaba para sustituirla por la denominación tradicional.
                ¡Y todavía hay incrédulos que no creen en él!




Güei, en LNE: Blanco, negro, sidres y rises

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                    BLANCO, NEGRO, SIDRES Y RISES


Proyectos y contratos industriales importantes, cambiu de vezos cola sidra, l'ayalga lésica del añu: "caldo de manzana".




Ayer, en LNE: Todos queremos más

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                                             TODOS QUEREMOS MÁS

                Sé que muchos lo han pasado mal estos meses de cierre o confinamiento, que muchos autónomos y empresas pequeñas se encuentran en muy difícil situación y que les esperan aún tiempos difíciles, incluso en el supuesto de que no haya retrocesos en la lucha contra la pandemia. Por tanto, todo el mundo tiene derecho a quejarse y pedir. Pero, en todo caso, el nivel de peticiones da la impresión de ser inabarcable por ningún tipo de presupuesto, ni siquiera en forma de maná europeo o celeste.
                En una muestra de demandantes, ocupan el primer lugar, por su número, los autónomos, pequeños comerciantes, comerciales o trabajadores por cuenta propia, reparadores, artesanos, ganaderos, queseros…; sigue después el mundo de la cultura: músicos, actores, pintores…, y de sus representantes y gestores o de los empresarios del sector (galeristas, por un decir). Particular y no menor es la cuenta de los hosteleros, hoteleros chigreros (un sector de la primera lista hecha en este párrafo), empresas ligadas al turismo y los viajes, y sus empleados. Pero también han acudido a la queja y demanda de ayudas sectores industriales poderosos y, en el gremio hostelero, hasta han llegado a manifestarse ante el Congreso 200 altos chefs. Es decir, “desde la princesa altiva, a la que pesca en ruin barca”.
                Caso especial es el de los 3,4 millones trabajadores de estas empresas colocados en ese limbo que son los ERTE, en el cual se encuentran como el gato de Schrödinger: no saben si, abierta la caja, volverán a su puesto o acabarán en la calle. Por cierto, y en relación con ellos, un dato escandaloso: a finales de mayo, después de casi tres meses, novecientos mil trabajadores seguían sin cobrar  la prestación.
                (Dos notas positivas: la primera, la reactivación económica ha empezado, se nota la actividad en las calles, muchos han vuelto a sus trabajos, incluso ha regresado gente sin cobrar el ERTE; segunda, aunque todo el mundo ha perdido dinero, es evidente también que no pocas de estas empresas han podido reabrir).
                Un grupo especial del “todos pedimos más” lo constituye el gremio hostelero, que, aparte de solicitar un plan de rescate del sector “como el de la minería y la siderurgia”, reclama aumentar el aforo y disminuir la distancia de respeto a un metro, como si ya no existiera el riesgo del coronavirus y como si no viésemos todos los días que es imposible mantener la distancia de dos metros entre los clientes que se sientan en las mesas.
                Queda finalmente, en otro nivel del discurso, el de los porcentajes del PIB. No hay aquí tampoco sector manifestante –incluye tanto trabajadores del sector como economistas o políticos que sobre él hablan– que no haga hincapié en la distancia que separa su participación en el PIB con la que en otros países europeos existe. Así, en sanidad, en investigación, en universidades, en industria, en defensa, en enseñanza, y un largo etcétera, todos predican que debe subir su participación en el PIB, sin que nadie señale qué debe bajar, de modo y manera que la totalidad del PIB (100%) debería ser en realidad una totalidad de 150% u otra cifra mágica y matemáticamente imposible.
                ¡Qué le vamos a hacer! La vara de pedir y exigir es larga, la de dar y solucionar está limitada por la dolorosa vara de castigo de lo factible, de la realidad. Aunque es posible que algunos de los peticionarios, al igual que doña Carmen Calvo manifestó que el dinero público no es de nadie, piensen que el dinero no es nada, que son sencillamente números que se materializan al solo conjuro de la voluntad.
                O que los proporciona el burru cagarriales, aquel engaño con que unos feriantes hicieron creer a un incauto que el animal proporcionaba reales de oro con solo levantar su rabo.
                ¡Ah!, ¿pero que saben ustedes quiénes son los feriantes? Comuníquemelo, por favor; ya ven, yo aquí, en mi eterno despiste, sin enterarme.




Güei, en LNE: Todos queremos más

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                             TODOS QUEREMOS MÁS

                     Las múltiples demandas tras la pandemia



La vara de pedir es larga, la de dar está limitada por la dolorosa vara de castigo de lo factible. Aunque es posible que algún peticionario, al igual que doña Carmen Calvo, piense que el dinero público no es de nadie.


Ayer, en LNE: La sombra del Reino: del pasado y los vivos

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L’APRECEDERU

                      LA SOMBRA DEL REINO: DEL PASADO Y LOS VIVOS

                Días atrás, una noticia sorprendía a muchos. “Hallan los campamentos de las legiones de Augusto que asediaron un gran castro astur”. Lo que llamaba la atención era que el castro astur estaba situado en Las Labradas, Zamora. ¿Astur?, se preguntaban. ¿Cómo puede ser? Y es que, dadas las carencias de nuestra educación y nuestra falta de patriotismo fundamentado, muchos asturianos desconocen que existe desde antiguo una profunda comunidad étnica y cultural que desde el Cantábrico corre por León, Zamora, Salamanca, parte de Extremadura y Portugal. Astures ocupaban esos territorios, antepasados nuestros, pues, con muchos elementos culturales comunes.
                Menéndez Pidal subraya esa conexión y esa ignorancia: “Los asturianos suelen mirar su bable como cosa muy peculiar, casi exclusiva, por el contrario, un zamorano o salmantino creerá que el habla vulgar de su tierra es castellano, á veces mal hablado, sin pensar que en ella haya restos de un dialecto de origen y desarrollo diverso del castellano, y, en fin, el lenguaje de Miranda ha sido considerado como dialecto portugués. Todo esto se explica por faltar un cuadro de conjunto del dialecto leonés”.
                Ahora bien, esa necesidad de que el pasado forme parte viva de nuestro presente y de que nutra nuestro orgullo, no debe hacernos olvidar que el presente pertenece a los vivos, como aseveraba Jefferson, y que las actuaciones del Gobierno no deben pretender congelar el pasado contra los intereses del presente. Así, bien está proteger los hórreos, pero no legislar de modo tan conservador que, en realidad, desaparezcan. Bien proteger el camino de Santiago, pero no fastidiar a todos sus vecinos.
                Doña Berta ha prometido modificar la normativa de esta última cuestión. Veremos si, como todo lo nuestro, no se dilata ad kalendas, como “la variante”, el soterramiento de Llangréu, el aparcamiento de La Mayacina, la estación de Xixón y tantos otros. Porque los asturianos, tan inmovilistas, somos el paradigma de la evolución pendiente.



Güei, en LNE: La sombra del Reino: del pasado y los vivos

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                    La sombra del Reino: el pasado y los vivos


Un castro asturiano en Zamora, la nación asturiana y su territorio. Los asturianos: paradigma de la evolución pendiente.



Virusaes (9) Curiosidaes del caleyar d'esta mañana

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1. Bodega de munches décades d'esistencia. Plaza Europa, Xixón. Nun tien que ver colos revolucionarios mexicanos, camiento.

Anunciu: "Tenemos vermú del bar de la estación de RENFE de Avilés". Pues yá tien que ser la ¡hos! (en traducción, "víctima d'un sacrificiu") esi vermú pa tener esa sonadía.

2. Aparcamientu d'un xeriátricu de muncha sonadía estos díes, allá de Los Campos (o Los Capuchos) pa enriba, hacia'l Real y Ciares: "Aparcamiento privado. Se llama grua (asina, ensin tilde)". ¡Hos!, otra vez, ye la primer vegada que veo pone-y nome propiu a un aparcamientu. ¿Llamaríen al cura pa bendecilu al inauguralu? ¡Vete a saber!