Ayer, en La Nueva España: Vieyera, Xuventú y Amor

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L’APRECEDERU VIEYERA, XUVENTÚ Y AMOR Munches son les reflexones sobre la vieyera, dende les del estáu físicu a les del anímicu. Tocántenes a les primeres, nadie lo espresó meyor que Jorge Manrique: “las mañas y ligereza / y la fuerza corporal / de juventud, / todo se torna graveza / cuando llega el arrabal / de senectud”. Y, en tonu humorísticu, Gabriel y Galán: “¡Y no hay que hacerse ilusiones, / porque al charro más valiente, / si se le arruga la frente… / se le arrugan los calzones!”. L’amor afuxe: la mocedá yá nun mira pa ún, como se quexaba’l Marqués de Santillana: “Suspirando iba la niña, / e non por mí, / que yo bien se lo entendí”. Por eso dalgunos intenten —probablemente los que nun tienen perres pero sí inxeniu poéticu— que les moces sean conscientes d’esi futuru negáu al amor y llámenles a gozar agora. “Coged de vuestra alegre primavera / el dulce fruto, antes que el tiempo airado / cubra de nieve la hermosa cumbre”, afala Garcilaso a la que pretende. Y Ronsard invítala a vese, vieyina yá, al pie del fueu y aseñardando los tiempos nos que Ronsard cantaba la so guapura. Y, polo tanto, aguíyala: “Vive, has feme casu, nun dexes pa mañana, / recueye güei, apaña, les roses de la vida”. Dos testos n’asturianu. El primeru, una vaqueira. El cantor sabe que l’amor esitosu nun solo tien el requisitu la edá, sinón tamién el de les apariencies de xuventú: “Santa L.lucía bendita, / faime un cruzáu nos güechus, / que soi mozu galantianti, / nun puedo gastar anzuechus”. El segundu ye una d’eses cuartetes d’apegadiella que se xunten con otra pa completar un cantar, el de “Dicen que tu y yo, morena…” Diz asina: “Virxen de les escudielles, / abogada de los platos, / sácame d’ente los vieyos, / méteme colos rapazos”. Pa daqué asemeyao, Goethe complicólo muncho más nel Fausto.

Acabada la San Silvestre

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31/12/2020. SAN SILVESTRE edp, 5Km. Tiempu 31.02. Ritmu 6, 12.

Ayer, en La Nueva España

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RETRATO CON PUÑALADA Podría redactar este artículo a base de titulares. Enteramente. Pero no lo haré por educación, aunque acaso sería más impactante. Pero antes de entrar en materia, déjenme decirles que, pese a lo que va a venir, pese al retrato y su veracidad, hay una parte de la realidad asturiana que queda fuera, aquella que exporta y triunfa en el ámbito del metal, por ejemplo, o en el del naval; la que innova y crece en el ámbito informático, tanto en servicios como en creación de programas; el de la construcción. El resto, en gran medida, es este retrato, el que ahora viene: Superamos los 80.000 parados, una de las peores cifras de todos los tiempos, y tenemos casi 29.000 conciudadanos en regulación de empleo (ERTE), bastantes de los cuales engrosarán inevitablemente las cifras del paro, pues muchos de ellos pertenecen a empresas con grandes dificultades (hostelería, por ejemplo, turismo), que acabarán cerrando. De los autónomos y sus perspectivas no es necesario que les cuente a ustedes. Ello, naturalmente, está en correlación con otros datos macro: somos una comunidad a la colísima del crecimiento y se estima que nuestra recuperación estará entre las más tardas de entre todas. Y, en medio de todo ello, llegó, por fin, la puñalada, no por menos temida menos previsible para quien quisiese ver, la del estatuto del consumidor electrointensivo. Durante más de dos años se venía esperando que las empresas grandes consumidoras de energía, no todas asturianas, pero sí muchas de ellas, tuviesen tarifas o compensaciones en los costos energéticos que les permitiesen igualarse con sus competidores europeos y ajustar los precios, tanto para rivalizar con los productos que estos últimos producen como para competir con los que se importan de países de fuera de la unión que fabrican a menores costos, por subvenciones, por mano de obra o por no tener impuestos ambientales o tenerlos escasos. Pues bien, pese a los lloriqueos del Gobierno asturiano, a las reclamaciones de las empresas y organizaciones empresariales, a las exigencias sindicales, nada de nada. El nuevo estatuto (la nueva regulación tarifaria) ayuda a empresas de menor tamaño, empresas que antes no gozaban de ayudas para su consumo eléctrico y que, ¡nadie piense mal!, están situadas mayoritariamente en Cataluña, Euskadi y Valencia. Y ahora sí viene algún titular. «La industria asturiana recibe tiros en el pie cada día». «Asturias es el tonto útil y el paganini de la transición energética». Todo el mundo protesta, con más intensidad si no está cerca del poder, con más sordina, si cerca. Hasta el Gobierno asturiano ha dicho que la norma es “poco favorable” y anuncia que alegará, ¡cómo será ello! La gran industria paga en Asturies más del doble por la luz que en Alemania y en Francia. Ante esa realidad, el Central alega que el nuevo estatuto se acoge los límites que marca la UE, y que las ayudas que dan esos países saltan la normativa. ¡Pues sáltenla ustedes, si es que es así! Pero defiendan a los suyos, a los suyos españoles, en general, y a los suyos suyos, en particular. Porque no hay que olvidar que el Altísimo recibió el apoyo del socialismo asturiano, y que en sus palmas lo elevaron al Olimpo dos especialísimos ángeles que, según presumen, sobre seguir estando a su lado, velan continuamente por nosotros, los asturianos. Pues ya ven. Esa vela será de velatorio. Porque, en este caso, del mayor amigo, la mayor puñalada. Y siempre igual. ¡Pero, hombre, si hasta Pelayo llegó a calar a Munuza!

Asturianos ilustres

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Asturianos ilustres Un eruditu extremeñu, Feliciano Robles Blanco, asoleya nel so blog una colección de "Asturianos ilustres" (de tolos tiempos). Por si-yos apetez asomar el focicu por curiosidá o, precisamente, pa ilustrase, ehí va l'enllaz: https://ilustresasturianos.blogspot.com/

Ayer, en La Nueva España: La economía mágica de doña Yolanda Díaz

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LA ECONOMÍA MÁGICA DE DOÑA YOLANDA DÍAZ Leo y no me sorprendo. La ministra habla sobre la discutida subida del salario mínimo. Está a favor: “no se entendería por qué revalorizamos las pensiones y los salarios de los empleados públicos en un 0,9% y por qué íbamos a dejar a los asalariados que más lo necesitan con un pérdida de poder adquisitivo”. He dicho que no me sorprendo. En efecto, para sorprenderse con estos hace falta mucha ingenuidad. Pero me llama la atención la falacia argumental. No digo nada sobre lo discutible de la subida a pensionistas y funcionarios en esta situación en que hay que multiplicar la deuda para atender los compromisos de gasto, en cualquier caso ya no tiene debate. Pero sí hay que señalar la diferencia entre un acto y otro. El Gobierno sí sube los sueldos a los colectivos que cobran por los presupuestos. Pone unos números en el papel y, después, a ver de dónde sale el dinero: parte sale de los impuestos, y de su subida; otra de la deuda que pagaremos mañana, pasado mañana o vaya usted a saber cuándo. Pero el Gobierno no sube el salario mínimo: manda que otros, los empresarios, se lo suban a sus empleados, esos gajes más los complementos de la Seguridad Social y otros. Y el empresario ha de sacar ese dinero de los beneficios de su negocio. Si hay margen para ello, contratará, si no, no. Saben ustedes, por otro lado, que los salarios más bajos tienen una escasa productividad, esto es, producen escasa rentabilidad con su actividad. Lo que pasa es que muchas gentes de mentalidad económica mágica creen, allá en lo más hondo, que cualquier negocio y cualquier empresario son como las xanas de aquellos relatos que, habitantes en una fuente, podían regalar al afortunado que con ellas diera un hilo de oro que nunca se acababa por más que de él se tirase. ¿Creen que es un caso único el de doña Yolanda o el de doña Carmen Calvo cuando aseguraba aquello de que “estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie”? En absoluto, esta gente cree que dictando órdenes al mundo este mudará sus leyes inexorables a su voluntad. Y, si ello no sucede (suelen comprobarlo al poco de llegar al Gobierno), con echar la culpa al rival político o a alguna conspiración, arreglados. Pero me dirán ustedes: ¿es posible que crean esas fantasías?, ¿que vean la realidad con esa mentalidad mágica? Pues sí y no: el cerebro es muy complejo. Lo que sí saben de sobra es que con ese discurso entre fantasioso y justiciero, con esas promesas irrealizables o que tienen consecuencias negativas sobre quienes serían en teoría sus beneficiarios, consiguen mantener en celo a su parroquia y, por tanto, en disposición entusiástica de acudir a las urnas a repetir voto y, en el entretanto, a combatir al maligno enemigo, en permanente desvelo éste para fastidiar la marcha del progreso hacia la meta (siempre lejana, pero siempre esperada) final. Y es que el cerebro, esa máquina compleja y contradictoria que amangaranga razón, emoción, interés y ceguera, es capaz de —aun con el torcedor de una duda oscura levantándose allá en el fondo— creer cualquier cosa si la iluminan las luces de la pasión y el interés, que, lo sabe bien, son las únicas que deben marcar su camino.

Ayer, en La Nueva España: Casi siempre sigue (a peor)

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                                L’APRECEDERU

                               CASI SIEMPRE SIGUE (A PEOR)

                Se lo he dicho a ustedes hace pocas semanas: “Van a por ellos”. Se trata de expulsar de las zonas rurales norteñas a sus habitantes productivos, a aquellos que no vivan de las pensiones o las subvenciones. El campo, para el señorito dominante, ecologista o vividor de las urnas, ha de ser un paisaje vacío para grabar vídeos o pasearse ocasionalmente por él con sus hijos o “allegados”.

                LA NUEVA ESPAÑA nos ha ofrecido esta semana pasada dos ejemplos más de ese acoso y voluntad de exterminio. El primero, el fin de la moratoria de caza en el Parque Nacional. Esa decisión tiene efectos devastadores sobre toda la zona, no solo para aquellos de sus habitantes que practicaban la caza, sino para el amplio entorno que vivía de los desplazamientos provocados por esa actividad: hoteles, guías, restaurantes, gasolineras… El parque ha dejado de ser una fuente de ingresos, para convertirse únicamente en una de gastos. Y añadan ahora el problema del crecimiento descontrolado de las alimañas, sin tasa alguna.

                El segundo es el testimonio  del quesero más joven de queso gamonéu. Los titulares impulsan a la compasión y al aplauso: “Quiero criar a mis hijos en los Picos, que el lobo no me eche”,  “no deseo vivir de ayudas ni de daños, sino de lo que nos animales nos dan, pero esto se está yendo de las manos”. Y si leen el contenido, la indignación por las continuadas mentiras y burlas de que son objeto estos asturianos los llevarán a ustedes al borde de la apoplejía.

                Si el marqués de Pidal, el impulsor de la red de parques nacionales y el creador del de Covadonga, viera esto hoy sé lo que diría. Porque la caza era para él parte sustancial del recinto protegido, y, sobre todo, porque conocía la vida de los paisanos y los pastores y nunca se le hubiera ocurrido acabar con ella.

Ayer, en La Nueva España: ¿Cómo lo sabe, señor Barbón?

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                    ¿CÓMO LO SABE, SEÑOR BARBÓN?

                En vísperas de levantar los cierres perimetrales de los concejos asturianos que los tenían, nuestro Presidente manifestó que los mismos “no eran tan eficaces como creían”. ¿Y cómo lo sabe el señor Barbón?, porque eso nadie puede saberlo. Los cierres perimetrales se establecen para que de las zonas con mucha incidencia del coronavirus no salgan ciudadanos que lleven la enfermedad a otros lugares o para que no entren en ellas otros que provienen de zonas con escasa incidencia de ella, y así se ha practicado desde Wuhán para acá. Y lo siguen haciendo en Madrid, en Andalucía, en Cataluña…, en toda España. Algo tendrá el agua, digo yo, cuando la bendicen. En todo caso, nadie sabe cuánto traslado de la enfermedad evitan.

                Es cierto que ello no impide que en el interior de las zonas acorripiadas los contagios sigan creciendo hasta evolucionar a su techo. Incluso, yendo a peor, como ha pasado en Avilés, con una tasa de contagios en catorce días que duplica a la d’Uviéu, supera a la de Xixón y es peor que la existente antes del cierre perimetral.

                De todas formas, hay situaciones en las que los cierres perimetrales tienen una eficacia dudosa y, posiblemente sin contribuir de forma notable al freno en la expansión del virus, causan incomodidades a los vecinos que no tienen explicación: viajar a las segundas residencias, por ejemplo, o ir a espacios naturales de paseo. Cuando el comercio no está abierto, salvo fundamentalmente para la alimentación, y los viajes son posibles para trabajar, estudiar, por motivos de salud u otros “justificables”, no sé ve muy bien cómo podrían producirse desplazamientos de riesgo considerables fuera del lugar de residencia.

                En ese sentido, cabe señalar que las autoridades actúan con un cañón de disparo poco fino, que cubre mucha superficie, aunque es poco eficaz en una parte de ella. Es entendible, pero acaso debería pedirse un poco más de “finura”. ¿Qué sentido tuvo, por ejemplo, tener cerrado el pequeño comercio, o que, cuando se abre, se dejen inicialmente fuera mueblerías o concesionarios de coches, fuese cual fuese su superficie? ¿Se esperaban acumulaciones multitudinarias en esos lugares?

                El Gobierno de Barbón, que no lo hace, en general, mal, es en ocasiones como esta que hemos citado, víctima de algunos de sus prejuicios. Por ejemplo, de su negativa inicial en hacer algunos tipos de test distintos a los PCR, inevitables al final. El ejemplo más patente de esos prejuicios lo evidenció un asesor científico del Gobierno cuando la maligna Madrid empezó a mejorar notablemente, mientras los demás empeoraban: “Estoy seguro —dijo— que ocultan datos, además los test que realizan tiene poca fiabilidad”. ¿Se puede manifestar más fe de la clase que provoca ceguera?

                Es también víctima el señor Barbón de aquello de lo que más presumía: la inveterada gestión socialista de la sanidad asturiana. A ver, un poco de memoria histórica. ¿Se acuerdan del señor Areces y su consejero de sanidad presumiendo de que el HUCA se construiría con un número relativamente pequeño de camas porque ahora los enfermos las ocupaban pocos días y muchas patologías se tratarían ambulatoriamente? ¿No? Pues búsquenlo. Y ahora sumen los retrasos en la remodelación de Cabueñes, responsabilidad entera del inveterado socialismo gobernante asturiano. Y así es, que las tasas de ocupación de camas en planta y de UCIS son de las más altas de España, sino las más, lo que no se debe solo a que tenemos muchos enfermos de edad (el denominador), sino también a que tenemos pocas camas disponibles, tanto en planta como en UCI (el numerador).

                Por otro lado, una anotación “real” sobre la incidencia de la afección de la pandemia “en la calle” tal vez ayudaría. Llevamos mucho tiempo algunos (por ejemplo, don Juan Luis Fernández e mais eu) diciendo que habría que separar en el cómputo de los infectados los de las residencias de ancianos, que distorsionan “la cuenta de la calle”. Así mismo, añado, habría que volver a calcular la tasa de positividad sobre el número de infectados y no sobre el número total de pruebas de PCR realizadas (que incluye las repetidas a enfermos). Sólo con la modificación de este ultimo parámetro, podemos ver que andamos en una tasa de positividad inferior al 5 %.

                Lo que, al menos, produce otra impresión y, a lo mejor, ayuda a tomar otras medidas de cara al siguiente emburrión del virus. Porque la quiebra social y económica está ahí, no lo olvidemos.

Ayer, en La Nueva España: Vicios nacionales: Señas de identidad

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                                        L’APRECEDERU

                               VICIOS NACIONALES: SEÑAS DE IDENTIDAD

                Me sorprende ver que vecinos del conceyu de Xixón se quejan de los pasos a nivel de su localidad. ¿En Xixón y en el siglo XXI? Después me doy cuenta de que es un problema general en toda Asturies, con noticias de esa índole que saltan de vez en cuando y que, incluso, en Llanes la eliminación de pasos a nivel se ha sometido a consulta popular y llevado después a pleno concejil.

                Pero no debería sorprenderme. No somos tan modernos, ni tan limpios, ni tan ecológicos como creemos. Pensemos nada más en cuántos pueblos siguen sin saneamiento. ¿Y cómo no iba a ser así si las mayores ciudades asturianas siguen sin acabar sus procesos de depuración de las aguas residuales?

                Parece que esa falta de “modernidad”, ese atentado contra la salubridad y el medio ambiente, se ha convertido en una más de nuestras inveteradas señas de identidad, como lo son las continuas polémicas localistas, en especial, las que, al final, se resuelven sin que parezca abordarse lo principal. Así, la pugna Uviéu-Xixón por los actos del Xacobeo y el camino de Santiago del año que viene, que terminó con el acuerdo que parece que ya existía desde el principio, como no podía ser de otra forma. Mucho ruido, pero lo principal, dinero y proyectos, aún sin resolver a estas alturas.

                La participación en los cribados para convivientes con mayores no ha tenido más que un éxito relativo. ¿Pasotismo? ¿Ignorancia? Tal vez una manifestación más de eso que yo llamo “la inexistencia de Asturies”: una parte importante de la población no recibe más información que la que llega de Madrid e ignora lo de aquí.

                Por cierto, parece que, frente a los arúspices alemanes que presagiaban unas Navidades terribles en Asturies, van a tener más acierto las predicciones de nuestros don Juan Luis y doña Zulima, que aquí, en LA NUEVA ESPAÑA, se vienen publicando.

Ramón González Glez-"Ramón de Arnizo"Dicen que tú y yo morena"-(Virxen d...

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Ayer en La Nueva España: Contemos las cosas como nos interesa

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                     CONTEMOS LAS COSAS COMO NOS INTERESA

                «En la cuestión de la protección del lobo —ha dicho el Secretario de Medio Medioambiente, y  ha repetido tras él el lobby de los lobos— hay que seguir el criterio de los científicos», que ya saben ustedes cuál es: convertirlos en intocables sean cuales sean los daños e inconvenientes que produzcan en ganados o ganaderos.

                La afirmación debe responderse con una pregunta: ¿pero qué pintan aquí los científicos? Quienes deben establecer lo que debe hacerse con el lobo deben ser los políticos y los ciudadanos, decidiendo, en primer lugar, cuáles son los bienes a preservar en caso de conflicto, ¿los de los humanos-ganaderos o los de los animales-lobos? Y, a partir de ahí, y tomada una decisión sobre la prelación de intereses, se acude a los expertos. ¿Biólogos, acaso? Es posible, en todo caso fíjense que utilizan la palabra “científicos”, una “divina palabra”, que invita más a la prosternación y el silencio acrítico que otras acaso más precisas.

                Sucedía el lunes 30 de noviembre, Pablo Iglesias, Arnaldo Otegi y Marta Villalba (portavoz de ERC) atacaban el “dumping” fiscal de Madrid y, al tiempo, defendían los conciertos vasco y navarro. «Son otra cosa», afirmaron. Y don Pablo afirmó que quienes hablan de esos conciertos no quieren hablar de Isabel Díaz Ayuso.

                No hace falta que les aclare cuál es la discusión. Ni tampoco que les diga que los ciudadanos y empresas de Navarra y Euskadi tienen una fiscalidad más beneficiosa que los españoles del resto del Estado, ni que están también mejor financiadas esas comunidades que las demás. En LA NUEVA ESPAÑA del domingo 29 de noviembre catedráticos y economistas certificaban lo que sabe todo el mundo que quiere saberlo: “El desajuste tributario no lo causa Madrid, sino el régimen foral”. Pero, ¡ay amigo!, de eso esos partidos no quieren hablar, por muchas razones. Para unos es su negocio económico, para los tres su negocio político futuro, en una alianza que pretende arrastrar o desbancar al PSOE. Habría que preguntarse, además, para entender el fondo de su “amor”, cuántas veces condenó don Pablo a ETA y al movimiento que la sostenía. Acudamos a quien lo sabe, don Nicolás Redondo: “Él estaba en las herriko-tabernas alabando a la banda terrorista y a sus cómplices cuando su único legado eran los asesinatos, los secuestros y las extorsiones”.

                Por lo demás, cuánto se parece el sofisma argumental de don Pablo (los conciertos vasco y navarro no son dumping fiscal, “son otra cosa”) a aquella otra falacia de don Gaspar Llamazares: “Cuba no es una dictadura, es otra cosa, es una revolución”. Ya lo ven: idéntico magma ideológico, igual niebla argumental ocultadora.

                No quiero dejar de transmitirles un dato más sobre la estafa a los 45.000 asturianos cuyo dinero y tiempo se vio reducido al pasar la ITV, por darles esta un plazo menor para la renovación de su futura inspección. Les he dicho que el motivo último era la pasta, ¿verdad? Pues he aquí lo que dice el Supremo al hacer firme su primera resolución en contra de la Orden del 15 de mayo del  Ministerio de Salud y su aprovechamiento por los gobiernos autonómicos: “aunque ve loable la pretensión de asegurar la supervivencia económica de las estaciones de ITV, que, como otros sectores, se ha visto afectado por la menor actividad fruto de la crisis sanitaria, entiende que dicho objetivo puede alcanzarse por otras vías, sin necesidad de imponer cargas a los particulares”. Así que, remedando el lema de la Guardia Civil, bien podrían estampar en Suárez de la Riva: “Todo por la pasta”.

                Y ahora que vengan a contarles a ustedes cuentos solidarios. Si acaso, a costa de sus bolsillos.

Ayer, en La Nueva España: Animalinos de Dios

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            L’APRECEDERU

                                               ANIMALINOS DE DIOS

                LA NUEVA ESPAÑA del 19/11/2020: “Tres colegios estrenarán un plan para reducir el número de las palomas en sus instalaciones”. “El proyecto plantea la captura de ejemplares y la retirada de nidos”. Me sorprendo porque creía que era esta una cuestión que ya habría sido resuelta hace tiempo.

                Todos ustedes conocerán zonas de sus ciudades infestadas de palomas, esas ratas de ciudad cuya suciedad y peligrosidad no debe ocultar el que hayan sido tomadas como emblemas del Paracleto o de Venus. Una observación descuidada advierte enseguida que esas zonas van a más, entre otras cosas, porque siempre hay ciudadanos que se entretienen en alimentarlas.

                ¿Qué es lo que me ha sorprendido, entonces? Pues que cada año los ayuntamientos anuncian el número de nidos de palomas retirados, así como el de gaviotas. De ser ciertas o eficaces estas medidas, las poblaciones de ambas aves deberían decrecer, y no seguir aumentando. Luego esas medidas o no se toman o no surten efecto, acaso porque el mal no se ataca de raíz.

                Los ciudadanos llevamos tiempo enfrentándonos a problemas con el mundo animal, en parte por la desaparición del mundo rural, pero fundamentalmente por nuestra visión waltdisneidiana de la realidad. Ahí tienen al jabalí paseando por la calle Uría, por Rivero, por Pumarín, sin que parezca que nadie quiera enfrentar el problema.

                Pero esos conflictos son en ocasiones de otra índole. Tales los de las molestias que presentan las mascotas urbanas. Así, una ordenanza praviana sancionará los ladridos en horas nocturnas. En otros casos, el ruido de los animales provoca curiosas cuestiones convivenciales y judiciales. ¿Se acuerdan ustedes de aquel hostelero que denunció al vecino que tenía un gallinero cuyo señor cacareaba con la del alba?

¿Pensaban que me refería a los de dos patas, a los que te abordan sin mascarilla o a quienes ingurgitan sin crítica lo que les cuentan sus patriarcas?  Eso, para otro momento.

El Comuñeru. Relatu de Xuan Xosé Sánchez Vicente. Entamu y voz d'Antón Caamaño.

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https://soundcloud.com/anton-caamano/el-comuneru/s-7cUfrqQTMan Esto que va enantes ye un enllaz a un audiollibru d'El Comuñeru, fechu por Antón Caamaño. Ye un migayín llargu pero ye prestosu y ta bien fechu. Copiáis y pegáis na barra del buscador.

Ayer, en La Nueva España: Todo mentiras: van a por ellos.

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                    TODO MENTIRAS: VAN A POR ELLOS

                Todo eso de evitar el despoblamiento del campo, de conservar la actividad en pueblos y aldeas es una auténtica mentira, es más, es un engaño que trata de ocultar la práctica real de las políticas de los Gobiernos, en plural: autonómicos, municipales, el del Estado. Podrán, eso sí, ir a vivir a las zonas que ahora se van despoblando algunos artesanos, unos cuantos autónomos con buena comunicación, algunos robinsones…, pero el campesino-ganadero, aquel que ha venido poblando y ocupando el territorio desde los castros prehistóricos acá, dándole forma, humanizándolo y conservándolo, está siendo perseguido y está llamado a su práctica extinción.

                Esa tendencia tiene una evolución propia y universal: razones económicas y sociales han ido llevando a las villas y a las ciudades a los campesinos desde hace unas cuantas décadas. Es un hecho ya irreversible. Ahora bien, contra aquellos que resisten, ya porque han logrado tener una economía aceptable, ya por razones de vocación, o por ambos motivos, vienen poniéndose en marcha de forma sistemática y continuada una serie de medidas tendentes a hacerles la existencia imposible, a arruinar sus vidas y sus economías o, por lo menos, a incordiarlos en extremo, especialmente a los agricultores-ganaderos de la zona norteña. Recuerden ustedes, por ejemplo, las exigencias sobre la evacuación de los purinos o las múltiples prohibiciones o limitaciones que pesan sobre sus actividades, como el rozar o recoger leña.

                En Asturies ese conjunto de actuaciones contrarias a la supervivencia agrícola-ganadera tiene su muestra ejemplar en el dislate de un parque, el de Los Picos —ampliación del de Pidal—, que se crea con poblaciones dentro y con el aplauso y el entusiasmo de casi —casi, subrayo— todas las fuerzas políticas. Pues bien, desde su creación —incluida la disparatada configuración jurídica supraterritorial inicial, corregida por los tribunales— el parque no ha supuesto más que sucesivos inconvenientes para la población activa y la disminución drástica de esta. Eso sí, algunas inversionucas, con su correlato de favores y votos, han suscitado, en general, el apoyo de las mayorías concejiles.

                La última embestida contra el agricultor ganadero norteño proviene ahora de la conjunción entre quienes agitan el discurso ecologista —tengan o no en él un interés directo— y los partidos llamados progresistas para dar un apretón más al collar del garrote vil con que se lo va acogotando: la gestión del lobo.

                Si ustedes siguen con un mínimo de atención las noticias, verán como son frecuentes y crecientes las noticias de daños al ganado por el lobo y las quejas y desesperación de los ganaderos. Pues bien, hasta ahora existía un plan de gestión del lobo en nuestro territorio que permitía eliminar algunos pocos ejemplares al año, para limitar, al menos, su crecimiento y expansión, plan que se venía ejecutando a medias, con muchos problemas por denuncias en los tribunales de los ecologistas.

                Pues bien, en este momento el Gobierno PSOE-Podemos quiere declarar el lobo especie protegida en toda España, declarándolo intocable. Para ellos, y para sus corifeos del hermano lobo, es el lobo quien está en peligro, no el ganado ni el ganadero, y vienen a aducir que los tan aireados daños al ganado no son tantos, no tienen importancia o se deben a que el ganadero no sabe cuidarlo (si no es que, en el fondo, sospechan que son los ganaderos quienes ataragañan a las reses para cobrar los daños). Los gobiernos de Cantabria, Galicia y Castilla-León y Asturies, que conocen de primera mano lo que pasa, se han opuesto. Pero el Gobierno del Estado ya ha adelantado que no es partidario: “El lobo debe protegerse en toda España, como recomiendan los científicos”.

                La razón de fondo es muy sencilla. Las fuerzas progresistas saben que la ecologista es una religión en alza, cada vez con más votos, digo, más fieles. Y que, por el contrario, el ganadero-campesino es una especie en regresión, que da pocos votos y dará menos y que, además, suele estar más o menos controlada por sus pastores concejiles cuando accede a las urnas.

                De modo que los franciscanos del “hermano lobo” triunfarán sobre los de la “fraternidad entre los hombres” proclamada ya por los romanos en aquel “nada de lo que es humano lo considero ajeno” de Terencio, o en la agitada por la Revolución francesa, que creíamos la modernidad y lo progresista, pero no.

                Por cierto, quien emburrió aquella desafortunada ampliación del parque de Los Picos fue doña María Luisa Carcedo; quien ahora se manifiesta contra las pretensiones de las comunidades norteñas al respecto del lobo, don Hugo Morán.

                Socialistas ilustres, ciudadanos ilustres. Convertientes en consigna del lamento de Plauto y Hobbes: “Homo homini lupus”.

Ayer, en La Nueva España: Diamantina, el alcalde y la Compañía de Comedias

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                DIAMANTINA, EL ALCALDE Y LA COMPAÑÍA DE COMEDIAS

                Estos terribles días nos traen continuamente noticias de defunciones que entrañan el recuerdo del comienzo de una época de fecunda creatividad en nuestra historia, como la de Rogelio Llana Blanco (Grupo Covadonga) o José Antonio Hevia Corte (varias empresas del metal).

                Pero, asimismo, nos permiten celebrar con los vivos la memoria de aquella época de crecimiento e innovación, así el centenario de Diamantina Rodríguez, figura de la canción asturiana que se abrió camino siguiendo el camino de la Busdonga y precediendo a la floración de magníficas cantantes hodiernas.

                Todos ellos no marcan el fin de una época, sino su comienzo y su continuidad exitosa en el presente.

                Pero estas fechas ominosas traen también motivos para la eutrapelia. Por ejemplo, las declaraciones del alcalde de La Pola, don Ángel García (Cepi), al prohibir una moción escrita en asturiano, ante la protesta de Vox (no los de los diccionarios, por lo visto) diciendo que no la entendían: “es como si mañana la traen en chino”.

                Las declaraciones han provocado una protesta unánime, creo que sin razón. Lo central del asunto no es señalar la permanente conducta de Vox tendente a impedir que la gente se exprese en su lengua (Vox, por cierto, es el argumento más firme en defensa de la oficialidad, y quién sabe si no es ese su disimulado propósito), ni el incumplimiento de la Llei d’Usu, sino desentrañar la intención última de las alcaldiles palabras.

                Miren, La Nueva España ha proclamado “Asturiana del mes” a la Compañía de Comedias por preservar el teatro costumbrista. ¿Y dónde situar las palabras de don Cepi mejor que en la larga tradición del monólogu, esa forma menor de teatro? Seguramente que pretende con ellas optar a su inclusión en la Compañía.

                Por cierto, que, en la coyuntura, ha aparecido deseando, nada menos, que una factoría de coches para Siero.

                Pues es muy fácil que, de aparecer, sea china.


Ayer, en La Nueva España: Mentiras y falacias en el camino del éxito

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                    MENTIRAS Y FALACIAS EN EL CAMINO DEL ÉXITO

                Vengamos a las más próximas. La tomadura de pelo del precio de las mascarillas. Sabíamos del IVA de las mismas en otras partes de Europa: en algunos países es el 0%, en otros el 5%. Los españoles vecinos de Portugal se desplazan a este país a comprar las mascarillas quirúrgicas a 9 céntimos la unidad. El Gobierno progresista (el más de la historia) negaba que pudiera rebajarse el IVA del 21%: lo prohibía la Unión Europea. Todavía en las primeras horas del día 11 de noviembre lo papagayeaban los correveidiles más habituales del Ejecutivo, don Ábalos y doña Adriana. Dos horas más tarde se manifiesta la ministra de Hacienda en el Congreso y proclama la rebaja del IVA de las mascarillas al 4%. Después, evidencias aparte con solo mirar a Europa, hemos sabido que la UE ya había autorizado esa rebaja desde mayo. Es decir, nos han mentido desde mayo, como lo han hecho con todas las disculpas o aparentes razonamientos que daban para no exigir pruebas sanitarias en los aeropuertos. Han rectificado también en esta materia, mintiéndonos al mismo tiempo al decirnos que por esos lugares no han entrado muchos contagios en España. ¿Y cómo lo saben?

                Pero la mentira no es una cuestión de coyuntura en el PSOE de don Pedro. Recuerdan ustedes de sobra sus afirmaciones de hace poco más de doce meses sobre su radical y reiterada negativa y asco a pactar con Podemos o Bildu. Es verdad que, como ha dicho Churchill, en política, a veces, hay que tragarse las palabras (o sapos), y que no es esa mala dieta.

                También es cierto que hay mentiras sin justificación, como la de las mascarillas o los aeropuertos, y sapos o dietas que no es necesario tragar, como el apoyo de Bildu a los presupuestos y su recepción entusiasmada.

                Recapitulemos sobre esto último. Para rechazar las enmiendas de totalidad a los presupuestos que ha ocurrido recientemente el Gobierno ha sumado 198 escaños; la mayoría del Congreso está en 176. Sobraban, pues, los votos de Bildu y alguno más. Podría argumentarse: es que se quiere tener asegurada la ulterior tramitación de los presupuestos. Bueno, pues ahí estaría Ciudadanos. Pero es que no se quiere contar con Ciudadanos y dejar de lado a Bildu o a ERC. Luego diremos por qué.

                El apoyo de Bildu a los presupuestos ha provocado un escándalo relativamente grande entre cargos del propio PSOE y en los medios de comunicación. Ante esto La Moncloa y Ferraz han puesto en marcha la maquinaria de las mentiras y las falacias. Ya saben cómo funciona esto en los partidos políticos: en la dirección se elabora un catecismo y luego lo repiten desde la princesa altiva hasta la que pesca en ruin barca. Este catecismo tiene tres pegollos: una mentira, la de que los votos post-etarras eran necesarios; un silencio: obviar la disposición de Ciudadanos al acuerdo; una falacia: echar la culpa al PP por no haber apoyado los presupuestos.

                Una falacia porque nunca se ha ofrecido al PP negociar los presupuestos (otra cosa es saber si hubiese aceptado o no), se le ha pedido que “por patriotismo” apoyase gratis et amore los de PSOE-Podemos. Pues ahí tienen repitiendo la falacia por toda España a los líderes del PSOE, Ábalos, Lastra, Page, Lambán, Barbón…

                ¿Van a costar al PSOE votos las mentiras o el pacto con Bildu? Difícilmente. En primer lugar, ningún cargo se va a marchar de esa casa. En segundo lugar, es muy difícil que a sus adeptos, es decir, al votante de siempre, al militante, al que dice tener “ideología”, se los saque de su sitio, porque —aunque en realidad, les molestasen estas cosas— siempre se detendrán ante el abismo: que pueda ganar “el mal”, la derecha. Ya saben ustedes que esto de la adscripción partidario-ideológica tiene sus raíces más profundas en el cerebro antiguo, aunque luego se disfrace de discurso, aquí y en todo el mundo. Y, finalmente, porque la misma derecha, con la existencia de Vox, excita el mantenimiento de la permanencia en el voto y el correr a las urnas a la parroquia de izquierdas, aun de mala gana.

                Y eso lo saben perfectamente quienes manejan el cotarro en el PSOE y en el Gobierno, y no dudan de que, por lo tanto, pueden hacer aquello que les venga en gana.

                Queda por añadir una cuestión importantísima, la empresarial. El PSOE nunca pactará con Ciudadanos o PP, como en su día no quiso con Rivera, nada que suponga una mínima concesión. La razón: porque al hacerlo parte de sus votantes, sintiéndose traicionados, se desplazarán hacia Podemos u otros equivalentes de ámbito territorial menor. He ahí el fondo del asunto.

                Al igual que en las novelas policiacas se recomendaba el “cherchez la femme” para llegar a desentrañar los enigmas, en política la receta es la misma para averiguar las causas profundas de las conductas: “busquen al votante”.

Ayer, en La Nueva España: Certezas, incertidumbres, alfilerazos.

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CERTEZAS, INCERTIDUMBRES, ALFILERAZOS

Es un clamor en la calle y en las redes sociales: “teníamos que haber cerrado en el verano, cuando estábamos bien, para que no viniese nadie a contagiarnos”. Es un hablar por hablar: ningún Gobierno puede cerrar su territorio si el Gobierno central y el Congreso no instituyen esa posibilidad. De modo que el señor Barbón no podía cerrar Asturies, aunque quisiese. Pero esa optación irrealista parte de una ensoñación, la de que el dinero nos cae del cielo y que existe con solo desearlo o apuntarlo en los presupuestos: si no hay actividad económica no podrán pagarse empleos, ni, a la larga, pensiones, ni sueldos de funcionarios, ERTES o subsidios de paro. ¿De dónde iba a salir? Ya lo ven ustedes con este cierre último: los empleos y las empresas cayendo como moscas. Así que todo el verano… Sin olvidar que, en esa época, Europa incitaba a no cerrar las fronteras de ningún país.

Pero hay, además, en esa tesis un doble error de percepción, el primero el que los contagios vienen del verano, y no: el crecimiento de los mismos viene de mediados de octubre. En segundo lugar, no es ese brutal incremento de los contagios una cuestión asturiana ni española, es europea: ha pasado lo mismo en todos los países y desde las mismas fechas, con un crecimiento exponencial, consecuencias graves y medidas de cierres drásticas. En todos los países.

Desconocemos casi todo del virus. No solo cuáles son los mecanismos internos por los que infecta unos órganos u otros; por qué cesan sus efectos una vez dado de alta el afectado o le deja secuelas permanentes; cuál es la razón de que unos infectados lo padezcan sin síntomas o con síntomas leves y a otros los lleve a la UCI o a la muerte. Se van elaborando hipótesis que son, de ser ciertas, explicaciones parciales: la herencia neandertal, el grupo sanguíneo, las patologías previas, el potencial inmunitario personal… Pero tampoco conocemos con precisión las causas de su contagio: primero era a través de la saliva y el tacto, ahora parece que, fundamentalmente, se transmite por aerosoles; antes no se exigían las mascarillas (y no solo en España), ahora sí, y aun parece que algunas de las recomendadas, las más recomendadas, son ineficaces, al menos en interiores. Desconocemos igualmente la razón de que en unas mismas fechas y en muchos territorios al mismo tiempo la expansión se produzca de forma brutal. ¿Es el clima? ¿El cambio de relaciones sociales del verano a otoño? Parece probable que, en cualquier caso, haya variables que se nos escapen, probablemente inherentes al propio virus y a su evolución.

Lo que sí tenemos la certidumbre de que esto va para largo, y que, domada esta ola, volverán otra u otras. Incluso, producida una vacunación masiva —que no es lo mismo que tener dispuesta la vacuna (que el Gobierno nos aseguró primero para diciembre, después para mayo y ahora Pfizer para más o menos pronto)—, tendremos que seguir con precauciones un período largo. Tampoco sabemos la duración de la inmunidad de la vacuna, y si habrá que vacunarse de tanto en tanto. Desconocemos, asimismo, si el virus va a seguir siempre ahí o vamos a conseguir eliminarlo.

Lo que son ciertos son sus efectos devastadores en la salud y en lo económico, con la amenaza de una grave crisis social y de empleo que no va a poder seguir aliviándose y ocultándose mediante la emisión ilimitada de “belarminos”.

Y, por cierto, la situación actual demuestra que en Asturies no éramos tan buenos en lo que hacíamos como presumíamos, sino que tuvimos suerte, sin quitar méritos a nuestra sanidad. Y que no fuimos capaces de prepararnos para este segundo ataque, al menos no tanto como debiéramos.

Por cierto, cuando Madrid estaba en el pasado inmediato en aquella tan mala situación y todo el mundo venía a echar la culpa de ello a la derecha y los recortes, y aun a insinuar o proclamar que eran Madrid y la derecha los culpables de lo que ocurría en media España (García-Page: “Madrid es una bomba radioactiva vírica”), era atronador el vocerío progresista (político, mediático, ciudadano, de las redes sociales) contra Madrid-Ayuso, vocerío en el que participó nuestro Presidente, don Adrián. Si ustedes quieren disponerse hoy arrectis auribus, coles oreyes llevantaes, notarán el atronador silencio que se produce ahora que Madrid ha mejorado mucho y presenta progresivamente mejores datos que otras comunidades.

Pues bien, aprovechando la situación, la Presidenta Ayuso devuelve a Barbón las caricias y le ofrece “toda la ayuda de Madrid”. Este a su vez le contesta y no se limita a darle las gracias, sino que le propina otro alfilerazo: “Con cuanta mayor contundencia actuemos todos, mayores males evitaremos”, palabras en las que hay una evidente crítica a la gestión (exitosa, de momento y a lo que parece, de Ayuso).

¿Qué quieren que les diga? A mí todo esto me parece…, pongan ustedes la palabra.

Ayer, en La Nueva España: 45.000 ciudadanos estafados

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45.000 CIUDADANOS ESTAFADOS

                               Pensatible, plasmáu y silenciosu, como’l pitu a la vista del raposu… (Teodoro Cuesta)

                Durante el confinamiento de marzo y meses sucesivos, las ITV cerraron. Cuando abrieron, el Ministerio de Sanidad publicaba una Orden (15 de mayo) en que daba comienzo el atraco. Establecía prórrogas para los vehículos que no pudieron pasar la ITV, pero decretaba que la validez de la revisión no sería por el período que establece la normativa vigente, según el tipo de vehículo, sino que se acortaba, y contaría desde la fecha de la revisión hasta aquella en que tenía que haberse realizado y no se realizó (en ningún caso por culpa del propietario del vehículo). A santo de qué era el Ministerio de Sanidad el que regoldaba la Orden y a santo de qué pergeñaba el atraco se desconoce.

                Es evidente, por otro lado, que la ITV no realizaba un examen más a la ligera de los vehículos (de particulares o profesionales, de recreo o de trabajo), ni cobraba menos de la tarifa habitual por su servicio, así que no se ve la razón por la que su asistencia valía menos en el tiempo.

                A finales de septiembre, y tras reclamaciones de algunas organizaciones empresariales, el Supremo emite un auto en que suspende ese apartado atracadoril de la Orden. Tras muchas reticencias y resistencias, las ITV asturianas acatan la decisión del Supremo y pasan a dar, a partir de la fecha en que deciden acatar ese auto, a las revisiones de vehículos la validez del período completo que establece la normativa. Pero aducen que la decisión del Supremo no tiene carácter retroactivo, y, por tanto, quienes hayan pasado antes la ITV y hayan sido pillados en la estafa que se jo…, quiero decir que dicen ellos que a quien el Supremo se la dé, San Pedro se la bendiga.

                El miércoles 11 de este mes LA NUEVA ESPAÑA publicaba un reportaje de Marcos Palicio (me consta, tras reiterados e infructuosos intentos durante mucho tiempo tratando de que algún responsable le contestase) señalando que el número de asturianos que “verán recortado el plazo para pasar la ITV pese al auto del Supremo”, esto es, de estafados, era de 44.500. ¡Nada menos! Y que la ITV, es decir, el Gobierno asturiano, se niega a dar marcha atrás en el atraco. La razón que aducen es de recaudación, es decir, de la pasta, el tiempo y el cabreo de los ciudadanos. ¡Como si la pasta fuese suya o saliese de su bolsillo! ¡Como si quienes tuviesen que perder unas horas o un día de trabajo fuesen ellos y no los propietarios de vehículos!

                ¿Han oído ustedes a alguno de los fenómenos que se sientan en los escaños de la Xunta una palabra al respecto, especialmente a aquellos que dicen ser los representantes más auténticos de los de abajo? Yo no, y, si no es así, me disculpo.

                Espero que, a partir de ahora, los tan tuiteros y feisbuqueros miembros del gobierno cambien su foto de perfil y aparezcan vestidos con montera (no asturiana, torera o sierramorenera) y trabuco.

Ayer, en La Nueva España: ¿Y si son culpables las mascarillas?

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            ¿Y SI SON CULPABLES LAS MASCARILLAS?

                De parte de esta creciente ola de contagios. No las que no se ponen o se quitan ante amigos o familiares o en el bar, ni las que se llevan en prevengan por si aparece el guardia o aquellas que permiten lucir el apéndice nasal. No, no, las otras, las que usamos bien y


nos recomiendan llevar.

                Recordarán ustedes que al principio de la peste la vía principal de contagio eran las manos, y todos andábamos locos buscando guantes que no existían. ¿Quién lleva guantes hoy? Y es que parece que el contacto por las superficies es una vía poco probable. Después se señalaron como responsables las gotas de saliva que expulsamos al hablar, cantar o toser, y corrimos a buscar las mascarillas que no había, aunque algunos especialistas dudaron hasta hace bien poco de su utilidad. Bien, esa causa sigue existiendo, pero parece que no es la principal. Ahora parece que el camino más abundante de entrada del virus en nuestras fauces son los aerosoles, esas gotículas que, como el polvo que vemos suspendido en una habitación cuando el sol incide de manera adecuada, pueden permanecer muchas horas en el aire y viajar más allá de los dos metros convencionales.

                Si es así, y el consenso, más allá de las dudas que existieron hasta hace apenas unas semanas, parece ser ya general, eso quiere decir que las mascarillas que nos recomiendan que usemos, las higiénicas y las quirúrgicas, las que usa el 90% de la población, no evitan que respiremos los aerosoles, al contario de las que no nos aconsejan usar —ignoro por qué—, las FFP2.

                Como saben, quirúrgicas e higiénicas sirven fundamentalmente para evitar que los enfermos contagien a los demás —esto es, para que no sean transmisores— y evitan también las gotas de saliva de nuestros interlocutores, pero no tienen apenas capacidad de filtrar el aire que respiramos, más aún cuando suelen cerrar mal a ambos lados de los papos, y presentan así dos aberturas por las que entra el aire exterior como por un túnel.

                De modo que estas protecciones vendrían a ser como aquella definición que Madame de Sévigné dio del preservativo (“perseverativo”, decía siempre un compañero parlamentario, iluminando así el título de Cernuda: “La realidad y el deseo”): “una armadura para el placer, una telaraña para la infección”.

                Si las cosas son así, y parece razonable entender que lo son, no cabe sino un rápido cambio de políticas en dos aspectos: modificar las recomendaciones que se hacen a la población en la materia; abaratar el precio de las mascarillas protectoras, las FFP2, no solo mediante la eliminación del IVA, sino por otros medios, como el de intensificar la producción de las mismas.

Ayer, en La Nueva España: El zapateru y l'alcaldesa

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                          EL ZAPATERU Y L’ALCALDESA

                ¿Pueden facese peor les coses que como les acaba de facer el Gobiernu asturianu pa esti cierre hoteleru-comercial? Difícilmente.

                En la TPA un zapateru remendón de Villaviciosa decía que él seguía abiertu por serviciu a los vecinos anque nun tuviese la suya ente les actividades explícitamente permitíes. Y argumentaba: ¿y si daquién tien qu’iguar unos zapatos a ónde va dir? ¿Tien que comprar unos nuevos? En realidá, si pue seguir abiertu. Dempués d’un día de confusión y consultes los zapateros d’esa triba sí puen abrir, acoyéndose, acasu, como otros establecimientos inicialmente excluidos, al caxón de xastre de “servicios profesionales”.

                Otres  comunidaes, con un nivel de presión asistencial tan altu o más que la nuestra pesllaren o van pesllar tamién la hostelería. Non toes cierren el comerciu, lo que faen ye reducir l’aforu o l’horariu. Bien, ye discutible. En tou casu, nun lo faen metanos d’una ceremonia de confusión, como equí, dando’l llistáu de pieslles cuatro hores enantes del so cumplimientu obligatoriu, y ensin que nadie supiese mui bien quién taba afectáu. De fechu, dempués d’anunciar el cierre de tola “actividá económica non esencial” (que ye casi too), la llista final contemplaba delles excepciones, de mou que se recibió por munchos comerciantes como una llotería.

                Y, a too esto, yá se puen figurar les duldes, güei entovía, de dalgunos sectores, les consultes colos asesores, los problemes o indecisiones colos ERTEs, les de los empleaos, que nun saben si van dir al paru o non, les de los proveedores, etc. Esto ye, los problemes d’empléu y de subsistencia empresarial.

                Y lluegu, lo arbitrario de “la llotería”. Yá sé que la pretensión ye evitar al máximu desplazamientos y contactos, pero, al marxen, de qu’otres comunidaes nun piesllen el comerciu (Cantabria, Galicia, Murcia…), ¿ónde va comprar equí una persona un pantalón, un electrodomésticu, unos zapatos? Amás que nun paez qu’esti tipu de comerciu xenere tráficu nin aglomeraciones. Pero, sobre too, nun se pue improvisar y facer chapuces: hai que tener preparaes les coses dende tiempu atrás y dar tiempu a los demás. Galicia, por exemplu, avisa de los pieslles el miércoles y ponlos en práctica’l sábadu a les cero hores.

                Y agora’l progresismu que casi paez cinismu. Sal l’alcaldesa de Xixón y diz qu’estos quince díes (que van ser más, yá lo verán) que nun se compre n’Amazon, que se compre nel comerciu de proximidá. ¿Ónde vamos comprar los zapatos, los pantalones, el radiador, determinaos regalos, por exemplu? ¿Ónde, monina? ¿Nel comerciu de proximidá que vosotros cerráis?

 

En La Nueva España: El zapateru y l'alcaldesa

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 Güei, en La Nueva España


El zapateru y l'alcaldesa (sobre la improvisación, imprecisión e incoherencia del Decretu 03/11/2020 y unes declaraciones de l'alcaldesa de Xixón que valdrá más tomar como efectu del coronavirus).

El martes en La Nueva España: Más anticipiación, más precisión

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                                           MÁS ANTICIPACIÓN, MÁS PRECISIÓN

He seguido la rueda de prensa y leído las informaciones de los medios. Me he quedado con un montón de dudas, las mismas que habrán tenido muchos ciudadanos. Un solo ejemplo, de facebook: un librero dudaba de si se iba a cerrar su establecimiento. En la lista “paraoficial” parecía que sí, sin embargo, el Consejero Cofiño, en una respuesta, había incluido las librerías entre las excepciones del cierre.

¿Qué es, en concreto, lo que se cierra? Parece que son los servicios —hostelería, en particular, y servicios comerciales—, aunque otras lecturas de la rueda de prensa “toda actividad económica no esencial” y alguna respuesta de Barbón (“el corazón industrial de Asturias no estará afectado”) inducen a confusión: ¿es esencial, por ejemplo, la construcción?  Aun así, de la lista de excepciones al cierre que se adelanta se suscitan algunas dudas: ¿los de fisioterapia están incluidos entre los “centros sanitarios” exceptuados? Solo si se entiende que están incluidos en el apartado C.2.5.90 del RD 1277/2003. Convendría, pues, que hubiese más precisión y menos errores no solo en las ruedas de prensa y en los anticipos, sino en el BOPA, que lo dudo.

El Presidente gusta decir (apoyándose ahora en Merkel, lo que me parece bien) que la salud está por delante de la economía. Bueno, es una frase. Sin equilibrio, no habrá ni uno ni otro. Por ello no solo es nocivo que muchos empresarios no sepan bien qué hacer hasta ver el BOPA y aun después de verlo, sino que se les dé tan escaso tiempo —a ellos, a sus empleados y a quienes les prestan servicios— para tomar decisiones: anular pedidos, saldar mercancía, consultar a los asesores, decidir si se acogen a un ERTE… Son únicamente algunos ejemplos. Todo esto tenía que haber sido preparado y avisado con anticipación. La economía sí es esencial: sin ella no hay empleo.

En cuanto al confinamiento “aperturista” (siempre la misma imprecisión) que se va a pedir al Gobierno central  y que este de momento parece no va a conceder, ¿qué quieren que les diga? Lo que ya les he dicho: el Ejecutivo es rehén del pacto con sus socios independentistas y paraindependentistas, y nosotros de ellos.

Aye, en La Nueva España: Arena, carbón y Nostradamus

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                                              L’APRECEDERU

                               ARENA, CARBÓN Y NOSTRADAMUS

                Recientemente ha aparecido la noticia de que la playa de Xixón ha recibido un cuantioso aporte de arena que ha enterrado un tramo importante de las escaleras de acceso. La Nueva España recogía la opinión de algunos bañistas: “Nunca llegó a esta altura”·

                El episodio, que se reitera periódicamente, me ha recordado lo sucedido a finales de los ochenta del siglo pasado. En 1988 el entonces alcalde de Xixón, Vicente Álvarez Areces, en consorcio con el MOPU, propuso construir en la playa un dique semisumergido de 180 metros de longitud por 36 de ancho, visible todo el año de forma variable, según las mareas. La principal razón esgrimida para la construcción era que la playa de San Lorenzo se estaba quedando sin arena. Pues bien, al año siguiente, en uno de esos cíclicos vaivenes que hemos señalado, la alarma saltaba porque la arena ocultaba la mitad de las escaleras y cerraba prácticamente el Piles. Por ello, don Vicente recibió el Premiu Nostradamus, un galardón que anualmente concedíamos a profecías tan exitosas como la del alcalde.

                Y la arena de Xixón nos lleva al carbón, tan unido a nuestra playa últimamente, y a transcribirles una curiosidad que bien podríamos calificar como la primera manifestación documentada del “grandonismo” asturiano. Finales del XVIII. Decía así Antonio Carreño y Cañedo, en un informe sobre las minas asturianas: «Contiene esta montaña [entre Siero y Bimenes], en el frente del Norte, suficiente carbón para abastecer muchos siglos toda Europa, pues no bajan de quinientas sus minas, aunque suele una misma parecer tres o cuatro, por estar abierta en otras tantas partes. No se ha hallado hasta ahora el fondo de algunas de ellas, y su espesor horizontal es desde dos hasta ocho, diez y aún más varas, de que creo que haya pocos ejemplares en el mundo».

                No me digan que esta entusiástica nostradamusada no nos lleva hoy a la melancolía.

Ayer, en La Nueva España: Al nivel tradicional de ineficacia, porfa.

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AL NIVEL TRADICIONAL DE INEFICACIA, PORFA

                No se les escapa que la Administración, con sus demoras, su papeleo inútil, sus requisitos caprichosos, sus normas tantas veces en superfetación es causante no solo de nuestra pérdida de tiempo y nuestro cabreo, de molestias innúmeras, sino también de mayores costos para los usuarios, demora en los proyectos o retirada por cansancio, esto es, en último término, menor creación de empleo o destrucción del mismo.

                Esos efectos han sido reconocidos, por ejemplo, recientemente por el Gobierno al prometer modificar la normativa que, en el entorno del Camino de Santiago, retrasaba meses o años el arreglo de un canalón, una muria o una acera. Pero dejaremos esta materia, la del encarecimiento de las cosas y la disminución del empleo para otro día.

                Lo que ahora quiero señalar es algo que vienen padeciendo miles de asturianos desde que el virus chino nos invadió: el empeoramiento exponencial de la tradicional ineficacia de la Administración. Les pondré solo dos ejemplos de los muchos que conozco de primera mano. Una construcción terminada. La conducción y empalme al alcantarillado concluso, pero ha de pasar un técnico del Ayuntamiento para dar el conforme. Llamadas, nadie se pone. Intentos de visita, no se puede pasar sin cita previa. La mitad de los funcionarios, en teletrabajo. Lo que antes era un paseo por los despachos y dar la lata es ahora un imposible. Total, más de dos meses de retraso y sus consecuencias, con los compradores, con los proveedores, con los trabajadores.

                El segundo, más de un mes para averiguar la cuantía de una pensión. Nadie al otro lado del teléfono. Al cabo, desplazamiento hasta las oficinas. Ante las quejas, el guardia de seguridad tiene a bien darle a la ciudadana “el número bueno”. A partir, de ahí, la web, etc. ¿Por qué no está ese número a disposición del público? Sin duda, para que no molesten.

                LA NUEVA ESPAÑA ha venido denunciando en los últimos tiempos una larga lista de casos de ciudadanos desesperados que se encuentran con la muralla de una Administración muda y sorda, ineficaz. «Una ganadera polesa, Dolores Vigil, no puede trabajar ni jubilarse: “Me piden trámites que ni ellos mismo saben hacer”». «El caos de la Seguridad Social deja sin pensión a un ovetense, Ramón Rivera. Le revocaron la pensión por error “y no hay con quién hablar”». Miles de casos así, en Asturies y en toda España. En septiembre el actor Antonio Resines denunciaba en Madrid: “No atienden en persona, ni en los teléfonos que nadie descuelga ni en la página web de la Seguridad Social”. Algunas personas no conseguían saber si estaban o no en un ERTE, a otras nadie les contestaba cómo devolver el dinero del ERTE que se les había transferido indebidamente. En determinados casos, el buscador con el que se ha de entrar en una página de internet no funciona... Y no digamos ya lo que ocurre en los ambulatorios, donde uno puede estar llamando día tras día —con síntomas de Covid, con sospecha de insulto o de enfermedad grave— sin que encuentre una oreja al otro lado de la línea.

                Así ha venido funcionando y funciona la Administración en estos últimos tiempos. Y no es eso únicamente lo que provoca la irritación del ciudadano. Le da a este la impresión de que los funcionarios están teniendo unos privilegios que no tienen el resto de los ciudadanos: en sus casas muchos, dedicados al no muy evaluable teletrabajo; en todo caso, con una notable escasez de atención presencial. Esa falta de atención presencial tiene seguramente la finalidad de preservar la salud del empleado público y el funcionamiento del servicio. Pero es inevitable que el ciudadano común se pregunte por qué, por ejemplo, los empleados de los supermercados pueden estar frente al público hora tras hora (¿se han fijado, por cierto, en cuán escasos son los contagios en esos centros de trabajo?) y no los servidores públicos de la Administración general.

                El clamor, la exigencia a los gobernantes es que mejoren radical e inmediatamente el servicio público. Cuando menos, que lo vuelvan al nivel de ineficacia previo a la pandemia.

                Porfa.

Ayer, en La Nueva España: Cuando legislan los marcianos

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                               CUANDO LEGISLAN LOS MARCIANOS

                La Resolución del 23/10/2020 por la que se cierran perimetralmente Uviéu, Xixón y Avilés parece redactada por gente ajena a la región, tal vez marcianos. Lo confuso de su redacción, las ausencias de precisiones que en él se dan, las contradicciones que de su aplicación surgen, incluso, el tracamundiu inicial de la rueda de prensa cuando los informantes anunciaron reiteradas veces que entraría en vigor el día 25, y no ese mismo día 23, hacen pensar en ello.

                Empecemos por lo más sencillo: los tres concejos (Avilés, posteriormente, no) se dividen en dos zonas: el núcleo urbano, que es lo que se confina, y la zona rural. No se delimita con claridad lo que es el núcleo urbano, pero de la primera interpretación oficial se deducen disparates como estos:

                Un vecino de la zona rural que no tuviese farmacia en su pueblo no podía ir a proveerse de medicamentos o de específicos sin receta al centro de los concejos, sino que debía ir a los concejos vecinos. Es cierto que podría entenderse que una farmacia es un “servicio sanitario”, pero eso tendría que: 1) discutirlo con quien lo parase, 2) convencerlo de que era cierto, y de que no se desplazaba para tomar una botella de sidra. Del mismo modo, para realizar sus compras debería ir a los concejos vecinos.

                Se entiende que el número de personas residentes en los vagos “núcleos urbanos” es mucho mayor que la que queda fuera, en los núcleos rurales. Ahora bien, ¿no contagia lo mismo un infectado de la zona rural que puede viajar a cualquier parte de Asturies que uno del núcleo urbano de esas poblaciones? ¿Qué datos garantizan que los moradores de las zonas rurales no tienen el coronavirus o no lo contagian?

                Inicialmente, algunos cementerios quedaban excluidos de la posibilidad de desplazamiento a ellos, por ejemplo, Deva en Xixón, no así Ciares. Lo mismo en Uviéu. Igual algunos centros de servicios y centros comerciales. Parte de esos disparates se corrigieron en una reunión posterior entre los regidores de Xixón y Uviéu y la Delegación del Gobierno y el Principado. Con todo no pudieron conseguir ambos alcaldes que se igualasen, como pretendían, “núcleo urbano” y “concejo”, a fin de evitar esas discriminaciones, disparates y confusiones. ¿La razón? Razones rabulescas, seguro, a fin de mantener el inicial “núcleo urbano” y olvidando dos cosas: la primera que cada concejo (en la zona rural y en la urbana) es una “unidad de impuestos en lo universal” y que están sometidos todos los ciudadanos a idénticas normativas concejiles; la segunda que, según nuestro Estatuto, nuestra organización territorial es la del Concejo (art. 6), y no la del “núcleo urbano” figura imprecisa donde las haya.

                Muchas más cosas se pueden achacar a este artefacto legislativo. Por ejemplo, y sin salir del concejo, algunos ciudadanos pueden tener en la zona rural fincas que atender o animales que cuidar. ¿Pueden hacerlo? Según esta normativa, no, y, sin embargo, durante el primer confinamiento general, aunque con retraso, el Gobierno central fue emitiendo normativa que lo permitía. ¿Tan difícil es copiar lo ya hecho? ¿O no somos capaces de pensar en nada? Podríamos seguir. Baste con esto.

                He dicho muchas veces que en España se legisla con las témporas y con desconocimiento de la realidad. Este es un ejemplo más: un artefacto impreciso, que provoca inseguridad jurídica, que causa molestias innecesarias a parte de los residentes en los concejos por un prurito jurídico, y que, como casi toda la legislación española, ha de modificarse o retocarse a poco de emitida. ¡Y a ver qué hacen ahora con el estado de alarma!

                Claro que para los “aquellos” que el torero el Gallo pedía que hubiese tenido igual en Despeñaperros al tren que lo traía desde Andalucía cuando, en Madrid, en la estación de Atocha, la máquina tractora resoplaba y bufaba con aparente brío, los del Gobierno de la pareja que está bajo la advocación de los apóstoles Pedro y Pablo; esos sí que son “aquellos”: desde marzo se han negado a actuar a fin de aclarar el panorama legislativo en torno a las capacidades de las autonomías y del propio Gobierno para tomar disposiciones restrictivas de derechos en casos de situaciones graves de enfermedades comunitarias, y hasta han rechazado tramitar más de una docena de esas iniciativas.

                ¿La razón? Por si acaso se requiere alguna medida uniformadora o temporalmente centralizadora que pueda incomodar a alguno de sus socios y perderlo, por ello, para el presupuesto y para otras cosas. ¿A costa de ustedes? ¿Cómo concluía el Canto a Teresa de Espronceda? ¿Se acuerdan?