Ayer, en LNE: De cuevas y pervivencias

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                                DE CUEVAS Y PERVIVENCIAS


LA NUEVA ESPAÑA está publicando estas semanas una magnífica colección de libros, tanto por sus fotografías como por sus textos, dedicada a las cuevas con arte rupestre declaradas Patrimonio de la Humanidad.
La pervivencia de las pinturas de hace muchos miles de años en las cavernas es un auténtico milagro. Pero el verdadero milagro (palabra que a lo mejor no es más que el nombre que damos a nuestro desconocimiento y a nuestra incapacidad de comprensión) nos parece el ingenio y la habilidad de aquellos hombres –sin más medios que una tímida luz, sin más instrumentos que sus manos, una piedra trabajada y unos minerales machacados– que buscaban en el fondo de la espelunca un lugar oculto (¿secreto?, ¿sacro?) y afayaízu donde poder plasmar esa figuras que hoy nos sorprenden por su expresividad, realismo y potencia, junto con una serie de signos o marcas de cuyo significado nada sabemos, como ignoramos, asimismo y en último término, cuál era la finalidad de toda aquella actividad artístico-simbólica, acaso propiciatoria.
Si me lo permiten, voy a aportar algunos datos sobre lo que se hizo en torno a la conservación de las cuevas entre los años 1979 y 1983, época en que presidí, hasta su extinción con la aprobación del Estatuto, la Fundación de Cuevas y Yacimientos Prehistóricos, ente creado por la Diputación Provincial.
Naturalmente, en este recordatorio flota inevitablemente una gotina de presunción personal, pero el objetivo central es realizar una pequeña aportación a los datos de la colección de LA NUEVA ESPAÑA, y subrayar, además, la colaboración entusiasta de tantas personas en aquella coyuntura. En primer lugar, los propios miembros de la comisión, técnicos y diputados, como “el disputado” José Manuel Alonso Paniceres; pero, sobre todo, algunos miembros del Departamento de Prehistoria de la Universidad, de los que destaco los nombres de Javier Fortea, Miguel Ángel de Blas y Rodríguez Asensio. Entre unos y otros se procedió al cierre de muchas cuevas y abrigos –lo que significa su protección–, tanto en la zona del Nalón como en otras del Oriente, entre ellas la de Llonín, a propósito de la cual contaremos enseguida una sabrosa anécdota con la que les garantizo una sonrisa.
                Quiero apuntar también la colaboración de los guías de las cuevas, especialmente la de Aurelio Capín, el guía y conservador de Tito Bustillo, y de María Luisa Quesada, de El Buxu, con los cuales y sus familias tuve una larga y amistosa relación.             
                De entre las muchas anécdotas que surgieron en aquellos años quizás la más destacable tiene como protagonista a Manuel Fraga Iribarne (“Don Manuel”). Un atardecer íbamos en coche cerca de Niserias por la que hoy es la AS-114 algunas personas, entre las cuales Javier Fortea. A la orilla del río vemos cambiándose para ir a pescar a Fraga y a Francisco Álvarez-Cascos, que era compañero de la Diputación Provincial y con quien guardaba, como con todos los diputados de la época, una buena relación. Bajamos, hablamos y los convenzo para pasar a buscarlos a la mañana siguiente a fin de visitar la cueva, apenas estudiada entonces, de Llonín. Como no tengo nada que regalar a Fraga, le doy un tocho de más de doscientas páginas de piedras y huesos. Pues bien, al día siguiente les arreó a los pobres cargos públicos de la zona oriental de su partido (estaba en Niserias para una convención, bueno, no sé, igual estaba para pescar, y lo de la convención era un pretexto), les arreó, digo, una ristra de datos de huesos y piedras: ¡la famosa memoria de don Manuel!
                El caso es que al día siguiente tiramos con él y Cascos para Llonín. Con nosotros iba el guía de Tito Bustillo, Aurelio Capín. No sé si ustedes sabrán que Fraga ya andaba de aquella, no sé si fue así siempre, como un barco en una mar con marejada, oscilando de un lado para otro. El caso fue que al llegar a la cueva, a la que se entra o entraba por una cuesta bastante inclinada y húmeda, encendemos las linternas y Capín, que venía observando el andar inseguro de Fraga, le dice: «Don Manuel, ¿lo ayudo?”. Y Fraga estalla: “Usted limítese a cumplir con su deber, alumbre”. Y, zas, allá fue unos metros la culera de don Manuel, sin más daño que el de su autoestima.
                Uno de los propósitos que desde el primer día tuvimos en la Fundación, de la que, por cierto, era miembro don Magín Berenguer, experto en las pinturas del arte asturiano y del arte rupestre, fue el dar a conocer al público en general y a los escolares, muy particularmente, la riqueza de la nuestra prehistoria. De ese modo  publicamos un Cartafueyu Escolar, subtitulado Asturias ayer: la Prehistoria, redactado por Miguel Ángel de Blas Cortina. Además de estar profusamente ilustrado, el librito contenía los últimos hallazgos de las excavaciones prehistóricas. Se repartió por las escuelas. Se montó asimismo una exposición de arte paleolítico y de cultura castrense que, inaugurada en la Feria de Muestras de Xixón, se paseó después por los concejos asturianos. Postales y diapositivas se hicieron y distribuyeron con el mismo fin. Y, finalmente, se rodó una película que se estrenó en 1982.
                Y, para concluir, en relación con las actividades de la Fundación, el tres de abril de 1981, después de construir las escaleras de acceso y de adecuar el interior, se abrió al público La Cuevona (o Cueva del Tenis, como también la llamaban los vecinos de Ribesella). Poco tiempo más tarde, la Orquesta Sinfónica de Asturies daría allí un concierto, comenzando así una práctica, la de utilizar la cueva para conciertos y espectáculos.





El caprichín de Martín: ¡a por ellos!

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Qu'a l'alcaldesa-y fae tilín.

El 23/07/2020. Tarde de sol. A les cuatro la tarde. Como siempre, la xente atropada nel muru, el carril de los coches, yá lo veis. Pero hai que siguir cerrando al tráficu de vehículos de motor el muru. Y mediu Xixón. O poniéndo-yos trampes peruquiera y quitando aparcamientos, pa que se... fastidien los que menos perres tienen.

Prefiero nun comentalo.




Ayer, en LNE: (in) expertos, máscares, mazcayaes

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                                       L’APRECEDERU


                                (IN)EXPERTOS, MÁSCARAS, MAZCAYAES

                Quien tenga el humor y la paciencia de seguir mis artículos sabrá cómo he venido criticando muchas de las decisiones normativas emitidas al respecto de la pandemia, señalando la incoherencia de las mismas o el desconocimiento del mundo de los “expertos” que las proponían. Por solo poner una: la prohibición durante un mes y medio de que pudiesen viajar en el mismo coche marido y mujer, quienes evidentemente comparten en su casa aire y, en su caso, fluidos.
                Pues bien, he aquí otro disparate de los “expertos”. La normativa específica del Gobiernu asturianu prohíbe taxativamente el uso de mascarillas con respirador para el ciudadano común. Sin embargo, y con buen criterio, permite que no usen protección quienes tienen dificultades respiratorias u otros impedimentos. Es decir, una persona con problemas pulmonares puede circular sin mascarilla, con riesgo grave de ser contagiado o de contagiar; no puede hacerlo, sin embargo, con una con respirador, que, evidentemente, lo protege y, aunque menos, también a los demás. ¿No lo han pensado? ¿El que redacta un punto no redacta el siguiente? ¿No son capaces de interrelacionar los apartados del decreto? Misterios de los (in)expertos.
                Respecto a los contagios y sus fuentes, vengo reclamando hace tiempo una publicidad más “dramática”, visualizando los efectos reales del coronavirus en los enfermos, y al tiempo, una publicidad específica dirigida a los grupos inconscientes de transmisión: jóvenes, aficionados futbolísticos, discotequeros…, señalándoles que, aún en el caso de que ellos no enfermen gravemente si se contagian, sí pueden matar a sus padres o abuelos: las recomendaciones y  el “lo estamos haciendo bien” no valen nada.
                Por cierto, vistas las dificultades y retrasos para imponer confinamientos por las comunidades autónomas, que ha de validar un juez, quien en ocasiones hasta valora los datos, queda patente que cuando en los dos últimos estados de alarma el PP proclamaba que había alternativas no sabía de qué hablaba: eructaba mazcayaes.




Les uves de la uvar

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Asina diben les uves de la uvar el 05-07-2020.

¿Fiaránse? Casi ningún añu lleguen a septiembre. Casi tolos años enfermen (masque se les sulfatie). Les que lleguen a términu son un reclamu bárbaru pa la velutina, como l'añu pasáu.





Aru, cala

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Arum italicum Mill.

Tien dellos nomes relacionaos cola culiebra.

D'equí desurden les comunes cales o aros.

 Duz, el 18/07/2020


Ayer, en LNE: El Congreso, por la delincuencia

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                                EL CONGRESO, POR LA DELINCUENCIA


            Usted es enfermera (o enfermero). Durante la pandemia no puede volver a su casa. Cuando vuelve ya no la tiene, viven en ella unos individuos que han entrado por la fuerza. Son ustedes una pareja de ancianos. Se hospedan en casa de unos parientes que los cuidan mientras persiste el estado de alarma. Al regresar a su domicilio tampoco pueden hacerlo: moran allí otras gentes.
            Ninguno de los dos es un caso hipotético. Son reales, como lo son todos los datos y sucesos que vamos a dar a continuación. Pero sigamos con los dos anteriores. ¿Cree usted que acude a la policía o al juzgado y ya está solucionada la cuestión? ¡Qué equivocado está! Su calvario no ha hecho más que empezar. Puede que tarde un año o dos en volver a entrar en su casa, depende de muchas cosas, entre otras del juzgado o del juez que le toque. Y cuando lo haga no se encontrará usted con su hogar, sino con una pocilga y con unos destrozos por muchos miles de euros que nadie le va a pagar.
            Algunos tienen aún menos suerte, si es que es posible, y están amortizando su hipoteca, con lo cual, además de tener que pagarse una renta o una pensión han de seguir aprontando todos los meses los metros cuadrados de que sus parásitos particulares disfrutan.
            Y no se les ocurra a ustedes merodear en el entorno de su exdomicilio, a fin de buscar un momento para entrar o simplemente para vigilar, las chinches se sentirán acosadas y llamarán a la policía que lo obligará a usted a largarse, en cumplimiento de la ley. Es más, puede que tengan una cámara bien visible para vigilar quién les ronda y amenazarlo si es que los echan (ya he dicho que todos los datos y sucesos son reales). ¡Pero instale usted en su casa una cámara sin las oportunas licencias y tasas y verá la que le cae! A ellos, nada.
            ¿Y si solo es usted vecino? Pues asistirá probablemente a peleas diarias, a basura en la escalera, a perros descontrolados, a amenazas, a ventas de droga. ¿Escapar? ¿A dónde? ¿Quién le iba a comprar a usted su piso si quiere venderlo? Y eso si no hay incendios que lo ponen a usted en peligro. Y, para más inri, igual después de mucho tiempo existe una sentencia de desalojo, pero el juzgado o el juez no acaban de ejecutarla.
            Además, la ocupación (ellos y sus mentores la escriben con “k” de “kaka”) se ha convertido en un negocio: hay quien ofrece viviendas ocupadas con luz y agua por 500 euros en internet; los hay que alquilan su vivienda y ocupan otras; gente con sueldo fijo que vive siempre en vivienda “de papu”.
            He dicho que es difícil desalojarlos: obtienen fácilmente un padrón en la vivienda ocupada, “demuestran” con un tique de un pedido a domicilio que aquel es su hogar, y eso les permite mantener en jaque al propietario y al juzgado, entretenido este en “traslado a la parte” y “a prueba estese”, como diría el mozo relator del retablo de maese Pedro.
                Todo ello ha hecho que “el negocio” vaya en aumento. Según el Ministerio del Interior, entre enero y mayo del 2019 se usurparon 5.928 viviendas en España; en 2020, hasta mediados de marzo, 5.770. En total se calcula que las viviendas ocupadas se acercan a la 90.000.

            Pero evidentemente todo esto no ocurriría si las leyes, con su permisividad, no incitasen a ello, pues, aparte de las cuestiones de empadronamiento, testificación ficticia y procedimiento dilatorio que convierten en interminable el trámite de devolución de su bien al propietario, el artículo 245.2 del Código Penal castiga la ocupación con una simple multa de tres a seis meses, que, naturalmente, nunca se supo que pagasen los condenados.
            He aquí, ciertamente, a dónde debe apuntar quien haya sido víctima del latrocinio o pueda serlo por tener una o más viviendas (¿cuántas familias obreras no han ahorrado durante años para dejar un piso en propiedad a sus hijos?): al Congreso de los diputados y a los partidos que allí, con su legislación, permiten este estado de cosas e incitan a ello indirectamente.
            No solo indirectamente. Algunos ven con buenos ojos el fenómeno y lo proclaman como una especie de lucha por la justicia social. Es más, parlamentarios y concejales han participado en actos de ocupación o los han alentado expresamente. Conocerán ustedes a unos cuantos.
            Por cierto, la palabra “ocupación”, ¿a ustedes a qué les suena? Yo antecedentes no conozco más que uno para su uso así, en términos absolutos, sin complemento alguno: la de la Europa libre ocupada por los nazis.

Güei, en LNE: El Congreso, por la delincuencia

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El Congreso, por la delincuencia

La indefensión de los propietarios ante la ocupación de su vivienda



Ayer, en LNE: Antivacunes y otres cabeces terraplanistes

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                                              L’APRECEDERU

ANTIVACUNES Y OTRES CABECES TERRAPLANISTES

Abro La NUEVA ESPAÑA y topo un reportaxín con semeya: cuatro tiendes, cinco persones y un perru acampaos nel parque Isabel la Católica, de Xixón. Tán ellí en protesta contra les mazcarines hixéniques, les vacunes y les redes 5G. De mano creo que se trata d’una humorada, xente ocioso que quier entretenese. Pero llueu infórmome, reflexono y pienso que va en serio. Recuerdo que poco enantes Miguel Bosé soltaba bocayaes de la mesma mena. Afirmaba, incluso, que delles vacunes diben llevar un chip pa controlanos.
¿Ye posible qu’esta xente ignore los millones y millones de muertos que vamos evitando dende que Jenner atopó la vacuna contra la viruela? ¿El viaxe mundial de Balmis pa espardela? ¿Nun conocieren, siquiera, sobrevivientes vexigones marcaos pa siempre, como lo fue Moratín? Y yá nun vamos dicir nada del restu de vacunes que nel mundu de güei lliberen a millones de persones de la enfermedá, les llaceries y la muerte.
Aleguen el derechu que tienen a decidir si quieren vacunase (o poner la mazcarina o non). Pero, d’un llau, lo que ta en xuegu nun ye’l so derechu a escoyer morrer enfermos, sinón el so derechu a facer morrer a otros por contaxalos. Y, en segundu llugar, ¿creen vustedes que, d’enfermar, diben retirase, como dalgunos animales, a morrer solos nun descampáu o, más bien, acudir al dineru públicu y los hospitales pa curase?
Estes cabeces tan peculiares recuérdenme les de los terraplanistes. ¿Qué piensen estos, por exemplu, que pasa cuando se llega al borde? ¿Vese el vaciu? ¿Caese? ¿A ónde? ¿Na parte d’abaxu hai antípodes? D’habelos, ¿sabemos d’ellos? ¿Suben ellos –¿perónde?– a venos? ¿Baxamos nós? Son preguntes toes que me paez imposible nun formular nel so casu y, que dende llueu, nun sé cómo se puen responder.
Cabeces extraordinaries, toes elles.
“Hasta que el mundo mejore”, dicen que van tar acampaos. Por suerte pa nós y pal mundu, ¡va vaga-yos!




Güei, en LNE: Antivacunes y otres cabeces terraplanistes

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L'APRECEDERU

Antivacunes y otres cabeces terraplanistes

L'alderique ente'l derechu a escoyer morrer enfermos y el de facer morrer a otros por contaxalos



Sobre la situación de Riopedre

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Al día siguiente de que los condenaos por sedición saliesen a la calle col tercer grau, esto ye, en semilibertá, La Nueva España de güei, publica esti artículu sobre la situación d'Iglesias Riopedre. Nel faese referencia a un artículu míu reciente que comparaba'l tratu que recibía Riopedre (80 años, enfermu) col que recibíen nel restu d'España penaos con delitos más graves y penes más altes (ver: http://www.xuanxose.net/2020/07/ayer-en-lne-juzguen-ustedes.html). 
Y, por ciertu, apegao al artículu d'Inés Illán, apaez esti titular:

El exconsejero Iglesias Riopedre, ingresado de nuevo en el HUCAEl Ministerio de Interior aprueba la concesión del tercer grado, que Vigilancia Penitenciaria y la Audiencia ya rechazaron una vez
Y ehí va, por fin l'artículu d'Inés Illán. A propósitu, anoten cómo señala la cobardía xeneral ("la prudencia"), especialmente, digo yo, de los que fueren amigos, conmilitones y turiferarios de Riopedre y Areces

Riopedre debe ser excarcelado

En defensa del exconsejero de Educación

18.07.2020 | 00:28
Riopedre debe ser excarcelado
Don José Luis Iglesias Riopedre, exconsejero de Educación del Gobierno socialista de Alvarez Areces, encausado en el "caso Marea", fue sentenciado a cinco años y dos meses de cárcel por un delito de prevaricación y falsedad documental (no por fraude, ni malversación). Riopedre tiene cumplidos 80 años; sufre serias dolencias de pulmón y corazón y continúa en la cárcel, a pesar del agravamiento de su estado. Los informes médicos están emitido por los Servicios de Cardiología y Endocrinología del HUCA, por el Subdirector Médico del Centro Penitenciario de Villabona y creo que también por un Catedrático de Medicina Legal y Forense. Su abogada ha solicitado por dos veces que le vea un médico forense. No se ha dado cumplimiento a esa solicitud.
Acogiéndose al Artículo 80.4 del Código Penal, se solicitó que no entrara en prisión. Posteriormente y por dos veces, en virtud del artículo 104.4 del Reglamento Penitenciario, se ha pedido su excarcelación,
Por dos veces, tanto la Junta de Tratamiento de la cárcel, como Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior emitieron informe favorable a su excarcelación por motivos de salud y razones humanitarias y de dignidad personal. Nuestro Derecho Penal así lo reconoce (vid. Artº 104.4 RD 190/1996, de 9 Febrero) y es lo que se viene haciendo, salvo que el recluso denote una especial peligrosidad. Es obvio que no es el caso de Iglesias Riopedre. De hecho, otros internos, con patologías menos graves, han sido excarcelados. Sin embargo, el Fiscal de la Audiencia de Asturias y la Jueza de Vigilancia Penitenciaria, le han denegado la excarcelación alegando razones de plazo (no haber cumplido la cuarta parte de la condena) y que, dada la hipersensibilidad ante los delitos por "corrupción" (no es el caso de Riopedre), su excarcelación "provocaría alarma social" y "sería desmoralizadora para el conjunto de la sociedad".
Ante el empeoramiento de la salud de Riopedre, la familia, en su desamparo, ha elevado una queja al Defensor del Pueblo.
Salvo el breve artículo de Sánchez Vicente, "Juzguen ustedes" en este periódico (5/7/2020), solo he advertido un paciente y prudente silencio, quizás a la espera de que la naturaleza obre milagros, se cumplan religiosamente los plazos de aplicación de la sentencia y todos quedemos estupendos. Pero sabemos, por el poeta William Blake, que "la Prudencia es una vieja, fea y rica solterona, cortejada por la impotencia".
"No te signifiques" -me advierten personas sensatas- "Déjalo estar. Decir algo, podría ser contraproducente"?Quizás. Pero reconozco que me ha soliviantado la explicación de la Fiscalía, para justificar la decisión de no autorizar la excarcelación, en atención al quedirán, el escándalo o la alarma social que podría provocar. A las claras: me ha escandalizado y alarmado la aparente obstinación del Fiscal de la Audiencia y la jueza de Vigilancia Penitenciaria en denegar la excarcelación de un recluso, enfermo grave y de edad más que avanzada. Me pregunto: ¿a quien o a qué causa beneficia o perjudica el encarcelamiento a ultranza de Riopedre? ¿Es acaso un peligro público? ¿Podría huir a Suiza o al Caribe con su fortuna? (Nota: sus muy escasos bienes están embargados; tiene una multa de 400.000 ? y la Audiencia se niega devolver la fianza que fue pagada, en su día, entre 235 personas). ¿Qué clases, géneros, categorías sociales se escandalizarían ante la aplicación de unas disposiciones legales que, reconociendo los derechos humanos del delincuente, no se ensaña con su sufrimiento, sino que trata de aliviarlo, manteniendo todas la garantías jurídicas y salvaguardas?
Algo va mal en nuestra democracia ¿se trata de que el miedo cambie de bando o de achicarlo? ¿ganará la partida el quedirán abstracto o la razón compasiva?
Sin mascarilla: esperaba de políticos en ejercicio, o militantes de partidos, algún pronunciamiento sobre este particular. No lo ha habido: ¿por temor reverencial?, ¿por desconocimiento, por comodidad, por tolerancia omnicomprensiva, o sea, por indiferencia y la coartada del "no vaya a ser que"?
No soy la persona más indicada para hacer este llamamiento, pero no es tiempo de prudencias solteronas. Me mueve un sentimiento instintivo de rebeldía ante tanto sufrimiento inútil; mi protesta es un grito: José Luis Iglesias Riopedre, por razones humanitarias, y por decencia democrática, debe ser excarcelado inmediatamente. Debe hacerse, puede hacerse, se hará?
Ruego al Fiscal, a la Jueza de Vigilancia o a quien corresponda, que den los pasos necesarios para proceder a la excarcelación del prisionero.
ÚLTIMA HORA: Riopedre fue de nuevo a Urgencias del HUCA. Consentir que continúe en prisión, a sabiendas de su estado y de las disposiciones legales que avalan su excarcelación, creo que sería un error absurdo y, casi me atrevería a decir, un caso de prevaricación.

Ayer, en LNE: El papel social del intelectual y el demos

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                        EL PAPEL SOCIAL DEL INTELECTUAL Y EL DEMOS

                En 1952, el escritor, jurista y sociólogo Francisco Ayala, uno de tantos españoles al que la guerra envió al exilio, se preguntaba por el papel del escritor en aquellos momentos. Lo hacía en un artículo titulado “El escritor de lengua española”, pero la pregunta respondía en realidad a “la situación del escritor en el mundo”. Y esto era lo que respondía: “El régimen social de las masas que […] ha desencadenado y erigido en paradigma lo común, ordinario y vulgar, lo negativo de toda humanidad, convierte al escritor en exiliado nato, le expulsa, en medio de la multitud, al desierto”. Y  añade: “Y ese efecto se completa […] con el crecimiento totalitario de los estados, que extienden su acción sin dejar resquicio libre y que dotan a la prepotencia de las masas […] con los recursos del poder político para impedir o asfixiar cualquier conato de distinción, de disidencia, de búsqueda inquieta”.
                Fijémonos en lo temprano de la fecha, 1952. Sobrescribamos “intelectual” encima de “escritor” y no dejemos de advertir que en las palabras de Ayala hay un lamento personal de añoranza del tiempo en que las gentes de su práctica, los intelectuales, tenían un destacado papel de guías de la opinión. ¿Pero fue siempre así? ¿Era así en aquellos momentos? ¿Y, sobre todo, sigue siendo hoy de ese modo?
                Hubo una época anterior a, pongamos, 1940 en que las palabras de filósofos, escritores, pensadores eran capaces de conmover a la opinión pública e incluso guiarla, en que sus prédicas desde la prensa, sus palabras en el mitin eran seguidas con emoción y devoción. Quizás el período más destacado de esa influencia empieza con la denuncia de Emilio Zola del caso Dreyfus, con su “J’accuse”. Durante esa etapa podemos pensar, por limitarnos a España, al peso social de personajes como Unamuno, Ortega, Azaña, Marañón, Ayala. Tras esa década del cuarenta el peso del intelectual parece decaer, aunque quedan algunos individuos, como Sartre, por ejemplo, que siguen consiguiendo que se oiga su voz. Existen también, más acá, voces, como la de Marcuse, Sontag, Hobsbawm, Barthes o Chomsky, por solo citar algunos, que tienen una influencia grande, aceptados sus argumentos o rechazados, pero más entre los intelectuales que sobre las masas.
                Las palabras de Ayala con respecto a la vulgaridad y trivialidad de las ocupaciones y preocupaciones del “régimen de masas” no son otra cosa que aquello que, en La democracia en América, en la primera mitad del XIX, Alexis de Tocqueville presagiaba para el futuro: el despotismo de la vulgaridad aplastante e igualitaria: “Veo una inmensa multitud de hombres parecidos y sin privilegios que los distingan incesantemente girando en busca de pequeños y vulgares placeres con los que contentan su alma, pero sin moverse de su sitio”.
                Las quejas que en muchos “intelectuales” y exquisitos provoca esta situación de vulgaridad y tabla rasa tienen mucho que ver con que han dejado de ser los únicos que poseían derecho a ocupar el espacio público en busca de “reconocimiento”. Pero, sobre todo, a que desconocen que esas, la de la ausencia de jerarquías de opinión, la de la igualdad de las propuestas y de sus emisores ante la colectividad, no son más que una consecuencia de la democratización progresiva del mundo contemporáneo, que avanza no a través de la apropiación de lo de unos por los otros o mediante el triunfo final de la razón o la clase —como se profetizó—, sino por la multiplicación de bienes y servicios, que, por su propia existencia, se ponen, cada vez más al servicio de todos.
                Y, efecto ineludible de ello, los “intelectuales” se han hecho legión y su discurso se construye al nivel de exigencia de las masas: son los tertulianos, los guías de los programas de radio o televisión, los predicadores de internet. Y, al tiempo, las tribunas se han multiplicado y hoy, quien quiere, dispone de una en las redes para emitir sus ideas, sus sentires o sus soflamas.
                Ahora bien, en las dos últimas décadas esa tiranía de la opinión se ha vuelto enormemente deletérea e instantánea: basta una denuncia para que, sin juicio o sin pruebas, se vean destruidas reputaciones o carreras; un impulso inicial, para que una ola de iconoclasia se lleve por delante la estatua de quien se señale: Churchill o Colón. El mundo se ha convertido en una hoguera al grito y señalamiento de “ex illis es”, tú eres de la cloaca de los malditos. De esa forma, cada uno de los participantes da suelta a sus frustraciones, su rencor o su odio sintiéndose, al tiempo, mejor que los demás al convertirse en justiciero. Pero no lo olvidemos, esos impulsos, si inmediatos, no surgen de forma autónoma: hay siempre detrás impulsores, quienes buscan el negocio, publicitario o lucrativo, o el poder.
                Y, frente a ello, los llamados a ser voces autorizadas, los que se dedican al ejercicio de la inteligencia en sus múltiples formas callan, con escasas excepciones, en un ejercicio de cobardía que disfrazan de prudencia. Salvo, eso sí, que se sientan llamados a participar en una batalla partidista contra el enemigo de la otra orilla. Pero ahí, sus voces no se distinguen de los de los savonarolas anónimos del demos: eructan, simplemente, eslóganes sectarios, prejuicios sin juicio.
                De todas formas, no echemos de menos sin muchas reticencias al intelectual-guía clásico. Empezando por aquella república dictatorial de Platón, ¿cuántos intelectuales no han apoyado, incluso con poemas, las dictaduras comunistas de Rusia, China o Cuba, sus prisiones y sus genocidios? ¿Se acuerdan, por ejemplo, de estas palabras de Juan Benet: “Creo firmemente que mientras exista gente como Alexander Solzhenitsin deberán existir los campos de concentración. Incluso deberían estar mejor vigilados para que personas como Alexander Solzhenitsin no puedan salir” (Cuadernos para el diálogo, 27 de marzo de 1976)?
                ¿O de cómo acabó la prédica de los promotores de la Agrupación al Servicio de la República, Marañón, Ortega y Ayala, que hubieron de salir por pies escapando de aquello que habían traído, y aun tuvieron más suerte que otros, en uno y otro bando, que salieron con los pies por delante?
                No nos conformemos con lo que hay, pero tampoco idealicemos lo que (no) hubo.





La casa los maestros

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Por si vos presta, esti poema d'ayer, revisáu güei.



             LA CASA LOS MAESTROS

                Fue nos años sesenta.
Los neños averbenaben nes cais y nes escueles
Y el Gobiernu anició un programa de cases pa maestros
Barates, mui barates na so renta.
Tamién elles s’enllenaren de xente, maestros, por supuestu, y fíos
De maestros.
Esta, güei, ye una d’elles:
Nun l’habiten más que los gatos, les arañes
Y los ratos qu’escapen de los gatos.
Nel teyáu, en partes llevantáu, añeren les glayadores gavilotes
Colos sos gaviotos.
Falten cristales, abiertes tán les ventanes y en dalgunes vuelen
Los visillos que nadie nun llevara
Cuando’l nordés se cuela.
Na planta baxa puen vese los almarios la cocina abiertos, dalgunes pieces
La cacía y una cocina gas sobre la chapa de l’antigua cocina qu’en vanu esperen
La mano de ñeve que venga arrancales.
Si dientro t’adientrases, subieses les escaleres los cuatro pisos, a dambes manes
Atoparíes les cases n’abertal, les puertes vencíes o arrincaes, el fedor a mexu de los gatos
Y humedanza que diba acompañate por toa compañía,
Y equí y ellí, xergones, colchones, muebles, trastes, restos que son de la vida que fue.
¿Y ónde tán?
Yá nun entrugues polos maestros qu’entusiasmaos d’aquella llegaren a la casa nueva, al trabayu nuevu,
A la escuela nueva, a los escolinos nuevos, colos sos aperios compraos a plazos, coles sos ilusiones alquiríes de golpe.
Que nin siquier sea la entruga polos fíos que con ellos vinieren o qu’ellí tuvieren.
¿Ubi sunt?
Non ellos, non los escolinos a los que con entusiasmu decreciente fueren enseñando, non:
Les señales, los enfotos, los preceptos, los conseyos, les enseñances que-yos tresmitieren, añu tres añu, xeneración tres xeneración:
¿Queda güei daqué de tanto esfuerzu, de tantu trabayu, de tantu dineru colectivu n’aquellos rapazos,
N’aquellos escolinos, tan viviegos y tantos, que fueren pasando añu tres añu
Peles sos manes, pelos sos pupitres, colos sos cabás, los llibros, el llápiz
De colores, l’estuche y la mochila?
Siquier sea,
Como equí, al través d’estes ventanes y cristales rotos, un tarecu vieyu qu’amuese lo que fue un día,
un visillu esgarrapetáu
Que se ximielgue cuando sopla’l vientu…
¿Ubi sunt?
Aquelles instrucciones, trabayos y tiempos ocupaos y tantes
Ilusiones.
¿Ónde?
¿Ónde?

IRRESPONSABILIDAD: ACCIÓN DRÁSTICA, PUBLICIDAD DRAMÁTICA

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                IRRESPONSABILIDAD: ACCIÓN DRÁSTICA, PUBLICIDAD DRAMÁTICA

                Es evidente que una parte importante de la población es irresponsable: no guarda ninguna de las medidas necesarias para no contagiar o contagiarse.
                Las razones son varias. Una de ellas es que no creen en la malignidad del virus; otra, que piensan que a ellos no les va alcanzar. En todo caso, no conectan su responsabilidad con los problemas de salud derivados del coronavirus.
                Una causa de ello es la pésima publicidad que se está haciendo de la situación real del peligro y de la necesidad de las medidas de protección. Anuncios como “Lo estamos haciendo bien” o las llamadas a la responsabilidad tienen escasa capacidad de impacto. A muchos no les llegan al oído. A otros, les entra por un oído y  les sale por el otro.
                Si se quiere mejorar la actitud responsable de los ciudadanos es necesario dirigirse a ellos de otra forma, mediante una publicidad visual y dramática, mostrando, por ejemplo, los enfermos y hospitalizados en relación con individuos sin mascarilla o distancia. “Posiblemente tú eres el responsable”, podría ser el comentario. O, al respecto de los jóvenes, mostrando a otros jóvenes enfermos o poniéndolos en conexión con sus padres y familiares. “Tú también te puedes infectar”, o “puedes ser el responsable de la enfermedad de tus familiares”, tal el subrayado.
                La publicidad debería, además, ir dirigida a grupos específicos, cuya irresponsabilidad general es notable. Así, a los jóvenes, o a los aficionados al fútbol que se concentran en torno a los estadios. Y, en este ámbito, no estaría de más pedir la colaboración de clubes y futbolistas, poco ejemplares en el campo con sus abrazos. O a visualizar situaciones concretas de riesgo: conversaciones sin distancia y protección, fiestas, botellones…
                En las calles sería necesaria una campaña generalizada de llamadas de atención a quienes no usan las mascarillas o realizan actos colectivos sin guardar las normas, y la imposición drástica de sanciones y su divulgación.
                No todo mejoraría, pero probablemente, sí algo. De lo que no cabe duda es que las actuales y tan melifluas como bienintencionadas llamadas a la responsabilidad valen bien poco.



Prestosidaes felices: tres

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De xemes en cuandu la vida recompensa, de xemes en cuandu la xente nun solo ye agradecida, sinón que lo demuestra.

1. Va la muyer a una tienda a comprar unes cosuques de poques perres, pa la güerta. A la hora de cobrar la rapaza (hacia 40) diz-y: Nun ye nada, ¡cola de coses que tu ficiste por nós dende la asociacion de pás de la escuela!

Y ye que, efectivamente, Elena, que constituyó l'asociación nun solo fexo munches coses pola escuela, sinón poles families, pa les que tramitó, ayudes, buscó llibros, etc. A munches, además, fue ayudales a la propia casa, pa rellena-yos los papeles.

2. Y ello recuérdame que fai pocos meses paróme un vecín pa decime: "si'l barriu supiese lo que ficisteis por él, especialmente, la to muyer". Y referíase a lo de l'asociación y la escuela.

Y ye que, efectivamente, además de lo que toi contando, la muyer llogró, al través de munchos medios, de presiones, de relaciones y d'otres coses, que s'abriera una nueva escuela n'El Llano, desdoblando l'anterior cuando nun taba entá previsto. Yá sé qu'estes coses acaben llegando al final, pero nun ye lo mesmo facelo güei, fuera de planificación, que dientro cuatro o cinco años.

3. L'otru día tuviemos nuna gran superficie por un problema con un cacharru que compramos, que yá nos teníen arreglao delles vegaes. L'empleáu d'esi día, envede llimitase a volver mandar el cacharru a reparación, esforzóse pa que nos lu sustituyesen, esto ye, fizo más que cumplir col espediente. Agradecíos, regalamos-y un llibrín. La cara y les espresiones d'agradecimientu d'él yeren de ver. Seguramente, porque nun ye frecuente que los clientes reconozan y t'agradezan lo que faes por ellos. ¡Prestónos tanto que-y prestase tanto!


Ayer, en LNE: Carreteras secundarias (e irresponsabilidad)

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                                            L’APRECEDERU

                CARRETERAS SECUNDARIAS (E IRRESPONSABILIDAD)

                No pretendo hablarles de la novela así titulada de Ignacio Martínez de Pisón, que, sin duda, ustedes conocen, sino realizar un par de observaciones a propósito de las vías que no son de alta capacidad.
                Casi el 80% de los fallecimientos en accidentes en vías interurbanas ocurre en lo que llamamos carreteras secundarias. Y llama la atención, al respecto, que, sin embargo, los controles sobre el tráfico se efectúen en su inmensa mayoría en las autovías y autopistas. Deben de existir para ello razones ajenas a eso que llamamos “voracidad recaudatoria”, y creo que existen; aun con todo es difícil entender a qué se debe esa disimilitud en la vigilancia entre unas y otras carreteras.
                La segunda cuestión se refiere a las reacciones de los ciudadanos ante los accidentes que en ellas se producen. Esas reacciones consisten casi siempre en preterir la responsabilidad del conductor (velocidad, pérdida de atención, etc.) y venir a echar la culpa al Estado por defectos reales o hipotéticos de la vía. Y es que el Estado y el Gobierno se han convertido para la mentalidad contemporánea en una especie de sustitutos de la divinidad o el destino. Es de ellos la culpa de lo que nos pasa o tienen la responsabilidad por no preservarnos del daño: nunca es cosa de nuestra incumbencia.
                Esa especie de difusa y general mentalidad de irresponsabilidad se manifiesta con claridad tras el fin del enclaustramiento: mientras este duró, el Gobierno fue en la opinión universal el culpable de todos cuantos males ocurrían (y lo fue de algunos), materiales o personales. Sueltos al fin, un numeroso grupo de ciudadanos se siente exento de cualquier responsabilidad, tanto sobre sus personas como sobre sus vecinos. Y así, tenemos dos grupos de incívicos: los abiertamente enemigos de las mascarillas y quienes las usan “para los guardias”: de pendiente, de barbuquejo, de collarín, de bolso de mano, de brazalete…
                Irresponsables.




Tapecer y surdir de la lluna (2)

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El 4 de xunetu de 2020, hacia les 10 de la nueche.

Dende El Piqueru, en Llastres.



El 4 de xunetu de 2020, hacia les 10 de la nueche.

Dende El Piqueru, en Llastres.

Tapecer y surdir de la lluna (1)

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El 4 de xunetu de 2020, hacia les 10 de la nueche.

Dende El Piqueru, en Llastres.




Ayer, en LNE: Cicerón, la hora presente y Salomón

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                           CICERÓN, LA HORA PRESENTE Y SALOMÓN


                En La invención retórica, cree Cicerón, como Hobbes, Locke, Rousseau y otros, que al estado de sociedad, donde los individuos se mueven dentro de un conjunto de normas, impuestas o acordadas, le antecedió un estado de todos contra todos, el estado de naturaleza. Y, como ellos, piensa que solo tras un pacto, se entró en la nueva situación, donde todos salen ganando, alejándose de aquello que Hobbes definía como una vida “solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”.  Así ve Marco Tulio aquella época previa: “Hubo un tiempo, en efecto, en el que los hombres erraban por los campos como animales, se sustentaban con ali­mentos propios de bestias y no hacían nada guiados por la razón sino que solían arreglar casi todo mediante el uso de la fuerza; no existía aún el culto a los dioses; nada regulaba las relaciones entre los hombres; nadie había visto aún ma­trimonios legales ni mirado a hijos que pudiera considerar como propios; tampoco conocían los beneficios de una jus­ticia igual para todos. Así, por error e ignorancia, la pasión ciega e incontrolada que domina el alma satisfacía sus de­seos abusando de su perniciosa compañera, la fuerza física”.
                Pero entonces –prosigue el filósofo–, un hombre sabio, conociendo las potencialidades del ser humano, reunió a los que andaban dispersos, y aunque con resistencias al principio, los convenció con su elocuencia y “de fieros e inhumanos los hizo mansos y civilizados. Mas luego la elocuencia, privada de cualquier principio moral, comenzó a corromper las ciudades y a poner en peligro la vida de los hombres”.
                ¿Cómo sucedió ello? Sigamos escuchando, leyendo, a Cicerón: En mi opinión, hubo probablemente un tiempo en el que ni las personas sin elocuencia y sabiduría solían dedicarse a los asuntos públi­cos ni los hombres superiores y elocuentes se ocupaban de causas privadas. Mas como los asuntos de mayor importan­cia eran tratados por las personas más eminentes, otros hom­bres, que no carecían de talento, se dedicaron a los peque­ños conflictos entre particulares. Cuando en estos conflictos los hombres se acostumbraron a defender la mentira frente a la verdad, el uso frecuente de la palabra aumentó su teme­ridad hasta el punto de que los verdaderos oradores, ante las injusticias que se cometían contra los ciudadanos, se vieron obligados a enfrentarse a esos temerarios y defender cada uno a sus amigos. Y así, como los que habían dejado de la­do la sabiduría para dedicarse exclusivamente a la elocuen­cia parecían sus iguales cuando hablaban, y en ocasiones los superaban, ellos mismos se consideraron dignos de gobernar el estado y de igual modo los consideró la multitud. Por ello no debe sorprender que siempre que hombres temerarios e irreflexivos se apoderan del timón de la nave, ocurran gran­des e irreparables naufragios. Esto causó tanto odio y descrédito a la elocuencia que, como cuando se busca en puerto refugio a una violenta tempestad, los hombres de mayor talento abandonaron esa vida sediciosa y de tumultos para refugiarse en la calma del estudio”.
                ¿Les suena de algo esto? ¿Les parece, tal vez, que tiene homología con la situación actual, con la hora presente? Ya ven, si es así, bien pudiéramos traer aquí el adagio de Salomón: “Nihil novum sub sole”, y aun de esa misma idea señalar su manida vetustez, como dice Ricardo León en un magnífico soneto, “No hay nada nuevo bajo el sol. Las horas / son los bostezos del mortal hastío / de este viejo antañón, Cronos impío, / devorador de noches y de auroras […] / En vano al tiempo novedad imploras: / Aun el decirlo es vieja niñería / de alguien más triste y viejo todavía: / lo plagió Salomón ha tres mil años”.
                ¿A ustedes los consuela que siempre haya sido así? ¿Que la demagogia sea inseparable de la opinión común, esto es, de la política? ¿Y que, en consecuencia, la cosa pública espante a tanta gente que podría aportar conocimientos, sabiduría, educación o prudencia, como parece ser queja general? ¿O es que nuestro malestar viene, en el fondo, de no querer aceptar que la realidad sea ineludiblemente tal cual es y que no cabe otra alternativa?
                En cualquier caso, no es mal de nuestro tiempo.






Cales marielles

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Na vecindá d'El Piqueru (Llastres), na propiedá d'una peramable y simpática vecina, la Quina.





Asina van les uves

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El 5 de xunetu de 2020. Lo normal ye qu'enfermen enantes de fiase dafechu, y que añublen les velutines enriba d'elles si lleguen a fiase dafechu.






N'homenaxe y memoria de José Manuel Feito (y 4)

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Pero sobre too, José Manuel fue sacerdote, entregáu a la so creencia, a les virtúes de la so relixón, a la so feligresía. Esa fe relixosa tresciende na so poesía, magnífica. Esti exemplu, del llibru Jesús.


    ERA PAN EL MANÁ 

Era pan el maná de madrugada. 
Y maná a nuestros padres regalaste 
De por vida, y a cambio les mandaste 
No comer de la fruta señalada. 

Mas no siendo tu orden respetada
del jardín del Edén los arrojaste
y a comer luego el pan los condenaste
con trabajo y sudor cada jornada. 

Una tarde la gente te seguía 
y les diste tu pan. Señor, si puedes 
haz de nuevo el milagro de aquel día. 

Danos hoy de ese pan que el hombre ansia
y con él mira a ver si nos concedes
también hambre, Señor, de Eucaristía.